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Thank you Mario! But our princess is in another castle! Toad (Super Mario Bros.)

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Viejas joyas: X-Men Mutant Apocalypse

Mucho tiempo (demasiado) he dejado abandonado la sección de viejas joyas. Hoy quiero retomarla con un título muy olvidado y que, en mi opinión, es uno de los mejores juegos de superhéroes de los 16 bits. Hablo de X-Men: Mutant Apocalypse, una aventura de acción que salió en 1994 para Super Nintendo.

El juego fue obra de Capcom y ya mostraba las bases del trato que daría a los iconos de Marvel desde ese momento hasta el reciente Ultimate Marvel vs. Capcom 3. De hecho, no son pocos los puntos en común de Mutant Apocalypse con X-Men: Children of the Atom (desarrollado al mismo tiempo y nacido poco después): el diseño (a grandes rasgos) de algunos de los personajes, el estilo de combate, la forma de realizar los movimientos especiales (típica de los juegos de lucha uno contra uno)…


En X-Men: Mutant Apocalypse controlamos a cinco mutantes diferentes, cada uno de ellos con sus propios poderes y habilidades: Cíclope, Lobezno, Gámbito, Bestia y Mariposa Mental. El objetivo es salvar a varios compañeros atrapados en la isla Genosha. Para ello debemos cumplir una serie de misiones que nos enfrentarán a enemigos tales como Juggernaut, los Centinelas, Omega Rojo, las criaturas de El Nido, Magneto o Apocalipsis.

La gracia del asunto es que, en un principio, cada uno de los héroes cuenta con una fase propia por completar. En total, cinco niveles que pueden superarse en cualquier orden (un sistema que recuerda a Mega Man).

Después, podemos elegir al mutante que prefiramos para superar cada pantalla. La clave está en aprovechar los puntos fuertes de cada uno de ellos para superar los obstáculo: las capacidades de ataque a distancia de Cíclope, la agilidad de Psylock, la habilidad de Bestia para caminar por los techos…

Las fases mezclan acción con algo de plataformeo, y el control, como decía antes, recuerda al de muchos títulos de lucha de la compañía nipona (la raíz siempre está en Street Fighter, claro). Los gráficos son muy vistosos, con grandes sprites y escenarios variados. Por otro lado, la música suena con un inconfundible y nostálgico ritmillo midi que parece sacado nuevamente de un juego de Mega Man.

Recuerdo haber jugado este X-Men: Mutant Apocalypse en un momento en el que estaba fascinado con la estupenda serie de animación de los mutantes que emitía Telecinco en los 90 (antes de que vendieran su alma al diablo y dejasen de emitir programación infantil). Eso hizo que las cualidades del juego me parecieran aún más excelsas de lo que eran.

Habría sido un buen añadido a la abandonadísima consola virtual de Wii.

Un remake de Maniac Mansion

No son pocos los remakes de juegos clásicos que están llegando a nuestras manos en los últimos años. Por desgracia, muchos de ellos, a menudo los mejores, no pertenecen a las grandes compañías de videojuegos sino a aficionados con ganas de rendir tributo a sus idolatradas aventuras de infancia y jueventud. Este es el caso de las fantásticas revisiones no oficiales de Golden Axe y de Streets of Rage.

A estos dos titulazos de Sega debemos añadir ahora una gran joya de Lucas, Maniac Mansion, una aventura gráfica mitiquísima que ya echábamos de menos. El proyecto pertenece a un grupo alemán que se hace llamar Edison Interactive y que está reconstruyendo el juego desde los cimientos, sustituyendo los viejos gráficos hiperpixelados por otros un poco menos viejunos. Sin embargo, no han optado por el HD sino por readaptarlo al estilo visual de su secuela, El día del tentáculo.

Los desarrolladores han cambiado el título original del juego por Night of the Meteor y, una vez esté terminado, lo distribuirán de forma gratuita. Habrá que ver si se topan o no con los mismos problemas legales que están teniendo lo creadores de los citados remakes de Sega. Espero que no, porque este nuevo Maniac Mansion tiene muy buena pinta. Echadle un ojo al trailer que he incluido en el post (me encantan los guiños al cine de terror clásico). (Xanax)

Viejas joyas: Max Payne

Aunque parezca mentira, ya podemos hablar de Max Payne como una vieja joya de los videojuegos. La fantástica aventura del duro expolicía de Nueva York vio la luz hace nada más y nada menos que una década, diez años en los que se ha ido consolidando como un clásico insuperable incluso para la que de momento es su única secuela, Max Payne 2: The Fall of Max Payne (2003).

Recuerdo que cuando descubrí Max Payne, en PC, quedé absolutamente fascinado. El juego era una emocionante aventura en tercera persona con una intensa y oscura trama policíaca y un duro protagonista a lo Frank Castle (The Punisher). Hasta aquí, nada excesivamente diferente a algunos otros títulos de la época… pero estaba realizado con tan buen gusto y ritmo narrativo que atrapaba sin remedio.

Aun así, faltaba la guinda del pastel: el maravilloso efecto del tiempo bala. Este efecto recubría la acción con nuevos valores. Estaba implementado de forma impecable y resultaba muy útil, cuando no vital, para superar algunos tiroteos. Un brinco en cámara lenta, disparando a dos manos mientras Max gira en pleno salto, arriba adrenalina y ¡adiós enemigos! Era un placer al mismo tiempo catártico y visual. Producía sensación de poder.

Max Payne consiguió popularizar el bullet time en los videojuegos del mismo modo que Matrix lo hizo en el cine. Curiosamente, aunque el éxito de la única película buena de los hermanos Wachowski contribuyó a la buena acogida del juego de Remedy Entertainment, no se puede acusar ni a uno ni otro producto de copia puesto que ambos fueron desarrollados más o menos al mismo tiempo. De hecho, la inspiración común fueron las producciones de John Woo.

El conjunto era y sigue siendo un videojuego de acción trepidante, tenso e incluso angustioso en los oportunos momentos oníricos. La excelente ambientación y trabajo artístico se enredan en una perfecta simbiosis con la trama, narrada de viva voz sobre viñetas de novela gráfica.

Se pueden desarrollar juegos de tiros que no sean descerebrados pasatiempos machacabotones. Max Payne es una buena prueba de ello.

NOTA: Con un poco de suerte, este año concluirá la larga espera por Max Payne 3: Detrás del proyecto está Rockstar, así que tengo grandes esperanzas de que sea un título sobresaliente. Ya veremos…

Viejas joyas: Blast Corps

Puede que este nombre no le diga nada a muchos de vosotros. Para mí es, junto a aventuras como la del entrañable Whirlo, la del oscuro Demon’s Crest o la saga Breath of Fire, uno de los títulos más infravalorados de la historia de los videojuegos (algún día haré una lista con todos ellos).

Desarrollado por Rare durante los últimos compases de su época dorada con la Gran N –¡qué lejos han quedado ya esos tiempos!-, Blast Corps fue uno de los lanzamientos de calidad que ayudaron a oxigenar el reducido catálogo de Nintendo 64.

La aventura era espectacular y muy original. No se parecía en nada a ningún otro juego visto hasta la fecha. Tan peculiar era que en un principio podía resultar desconcertante. Eso sí, los elevados niveles de diversión que lograba el juego eran innegables.

Voy a explicarlo un poco para todos aquellos que desconocen el juego. El planteamiento es el siguiente: un camión cargado con dos misiles nucleares a punto de estallar se dirige hacia un punto en el que detonarlos de forma segura. El problema es que el piloto automático elige siempre el camino más corto para llegar al destino, sin importar los obstáculos que haya por delante.

Ante esta crítica situación, nosotros debemos asumir el papel de un equipo de demolición que limpie el camino por el que debe pasar el camión. Para acabar con rocas, casas e incluso rascacielos contamos con una amplia gama de vehículos y máquinas que van desde coches, camiones, trenes, grúas y bulldozers hasta motos equipadas con armas de fuego y robots gigantescos.

La gracia está en que no todo consiste en destruir. A los frecuentes momentos de acción y de tensión generados cuando el camión se aproxima a un obstáculo hay que sumar situaciones que requieren habilidad, una buena estrategia o ingenio. Y es que el planteamiento de los niveles está tan bien pensado que nos obliga a buscar múltiples soluciones diferentes para resolver los problemas, que muchas veces acaban siendo una especie de grandes puzles.

Sobra decir que el realismo brilla por su ausencia, pero eso no es malo. Todo es muy exagerado y próximo a la ciencia ficción. Baste decir que el asunto va mucho más allá del planeta Tierra… Ahora sólo faltaría que Nintendo encontrase una forma de recuperar esta vieja y olvidada joya para la consola virtual de la Wii.

Listo para el torneo retro arcade

Pocas noticias sobre GamerLand me han emocionado tanto como la de que allí se celebrará un torneo retro. El campeonato estará formado por cuatros de los títulos más importantes de la historia de los videojuegos: Space Invaders, Pac-Man, Donkey Kong y Tetris. Las rondas clasificatorias se disputarán todos los días, entre el 29 y el 31 de octubre a las 15:00 horas. La final tendrá lugar el lunes 1 de noviembre a la misma hora con el famoso puzle de Alekséi Pázhitnov como protagonista.

No es extraño que en una feria de videojuegos exista una zona retro, pero lo habitual es que las máquinas arcade sólo hagan las veces de piezas de exposición. En GamerLand será diferente, ya que podrá jugarse con ellas. El hecho de que además se organice un torneo es un detallazo aún más de agradecer, algo más propio de Japón o de Estados Unidos que de España. ¡Ah! Y olvidaba lo mejor de todo: el ganador del torneo se llevará una máquina recreativa clásica a su casa

El hecho de que esté leyéndome The Ultimate History of Video Games (libro recomendabilísimo en el que se cuenta cómo se gestaron todos estos videojuegos) hace que tenga aún más ganas de presenciar el torneo y, si es posible y mis labores redaccionales me lo permiten, también participar. Y ya que hablamos de videojuegos ‘viejunos’, os dejo un curioso vídeo de la retropartida gigante de Pac-Man en stop motion que se organizó en el pasado RetroEuskal:

Juegos viejos, diversión actual

Se acabó el periodo vacacional, se acabó una larga y relajante temporada en la que he tenido tiempo de coger fuerzas y de jugar bastante. Cinco juegos han acaparado casi toda mi atención, pero no han sido ni Super Mario Galaxy 2, ni Starcraft II, ni Dragon Quest IX ni ningún otro juego actual. Éstos me los reservo para septiembre.

El verano lo he aprovechado para saldar cuentas pendientes (y tengo muchas), para jugar a esos «must have» a los que jamás jugué o que sólo probé durante un par de horas. Hay títulos que se deben jugar… y ha llegado el momento de hacerlo. Os cuento con qué me he divertido en agosto:

Half-Life (PC)

La plataforma con la que tengo más deudas pendientes es, sin lugar a dudas, el ordenador. Tardé muchos años en tener un PC decente y, por tanto, mi infancia y juventud estuvieron más marcadas por las consolas que por los ordenadores. ¿Y qué mejor forma de congraciarse con el PC que jugando a esta maravilla? Me lo descargué hace unos meses de Steam, aprovechan una oferta que ofrecía packs completos de juegos con descuentos de hasta un 70%.

No pude tomar mejor decisión. He corroborado que Half-Life es una joya. No lo dudaba, pero comprobarlo no es lo mismo que simplemente saberlo. Para mí ha supuesto un auténtico placer descubrir que este shooter subjetivo es muchísimo más que un «mata. mata» sin control, es una aventura, una aventura muy inteligente, con muchos puzles y momentos de acción que debemos afrontar con mentalidad estratégica. Además es largo, larguísimo (varias veces creí haber llegado al final y varias veces erré), muy variado y con una historia que se adapta a la perfección al desarrollo. ¿No lo has jugado? ¡Hazlo!

Paper Mario (Nintendo 64)

No se puede decir que Nintendo 64 tuviera una cantidad inabarcable de juegazos. Sin embargo, a pesar de haber sido en su día propietario de una (que aún conservo bien guardadita bajo la cama), me quedaron algunos juegos importantes sin probar. Paper Mario es uno de ellos. Ahora, gracias a la consola virtual de la Wii, he tenido la oportunidad de saldar esta deuda pendiente. Mi veredicto es positivo: me ha sorprendido descubrir que el título es un digno heredero de aquel viejo Mario RPG de Super Nintendo que abrió una brecha enorme entre Nintendo y Squaresoft.

De aquella primera incursión de Mario en el género rolero se conservan algunas cosas, como los comandos de acción que otorgan bastante dinamismo a las batallas por turnos (da a tal botón en determinado momento, mueve el stick . La historia, pese a plantear el típico secuestro de la princesa Peach, tiene toques muy simpáticos, personajes con carisma y tramas secundarias bastante curiosas. Además, el juego tiene una longitud considerable. Si eres de los que buscan, rebuscan, leen y releen todo (como es mi caso), la aventura puede llegar fácil a las 40 horas de juego.

Gears of War (Xbox 360)

Muy poco tiempo de mi vida le había dedicado a esta saga, demasiado poco. Este verano me he resarcido y, del mismo modo que me ha pasado con Half-Life, he comprobado que no es lo mismo saber que algo es bueno que disfrutar plenamente de lo bueno que es. Pese a estar protagonizado por tipos vigoréxicos sin demasiada facilidad de palabra pero sí de gatillo, el juego dista mucho de ser un producto realizado por y para descerebrados. Gears of War es una oda a los juegos de acción del mismo modo que Rambo lo es a las películas del mismo género.

Lo que más me ha impresionado a sido el modo cooperativo. Raro es el juego que no gana enteros en un modo para dos jugadores, pero el Gears se lleva la palma. El multijugador no es un mero añadido sino uno de los puntos fuertes de la aventura. Todo está perfectamente medido para que la cooperación sea fundamental, ingeniosa y, por ende, generadora de grandes satisfacciones y múltiples choques de mano con el compañero. Los momentos de «tu avanzas, yo te cubro», la separación por varios caminos, el práctico sistema de cobertura, los toques de variedad que ofrecen las diferentes armas, momentos como el uso de un vehículo de guerra o el tránsito por zonas oscuras en las que hay que generar focos de luz… Todos los sobresalientes recibidos por este juego son merecidos.

Devil May Cry (PlayStation 2)

En su día apenas jugué un par de horas a Devil May Cry. Habitual referencia del hack and slash (a pesar de que no fue el primer juego de este género), tiene virtudes más que suficientes para haberse convertido en el clásico que ya es. El carisma de Dante, su chulería tanto en los diálogos como en la forma de moverse y de combatir, es quizá el mayor reclamo del juego. Hoy día hay muchos juegos que siguen los pasos de DMC, pero cuando el título vio la luz supuso todo un golpe de aire fresco.

Su ambientación gótica y el logrado ambiente sobrenatural que cubre trama y desarrollo también aportan un importante toque de personalidad. Podríamos decir que DMC era una especie de versión dinámica de Resident Evil, ya que presenta una atmósfera y estilo gráfico similar pero simplificando los puzles y sustituyendo la calma tensa por una lluvia de espadazos y disparos. Algo que no recordaba: la dificultad, bastante elevada comparada con la de la mayoría de juegos de la época. Hay momentos en los que te matan y no te enteras. Algunos jefazos te pueden liquidar de tres golpes. Pero bueno, eso no hace más que convertirlo en un reto mayor.

Final Fantasy III (Nintendo DS)

Este RPG no lo estoy jugando por ser un imprescindible sino porque lo empecé hace ya más de un año y medio y me lo quiero terminar. No os engañéis, la constancia no es siempre una virtud, a menudo puede ser una condena. El remake de Final Fantasy III para Nintendo DS tenía muy buena pinta, sí, la intro mola y el juego es bonito, pero la aventura es repetitiva e insulsa como ella sola. Pero como soy tan cabezón, tengo que terminar todo lo que empiezo… y esto me está hacendo sufrir más que la parte final de la Divina Comedia.

La historia no tiene ningún interés, los combates son aburridos, las estadísticas de ataque, defensa y daño no están bien niveladas, los personajes son más planos que Paper Mario… Por fortuna ya estoy en el final del juego. Si Zeus quiere, lo terminaré en menos de una semana y lo relegaré al olvido. Espero no sufrir efectos secundarios.

¿A qué habéis jugado vosotros este verano?

Viejas joyas de los videojuegos

La primera «subsección» que creé, la que más me permite dar rienda suelta a mis pasiones retro, ya acumula un buen número de artículos. Aquí los tenéis todos reunidos:

. Viejas joyas: Comix Zone

. Viejas joyas: Resident Evil

. Viejas joyas: Resident Evil (el remake)

. Viejas joyas: NBA Jam

. Viejas joyas: Three Wonders

. Viejas joyas: Ocarina of Time

. Viejas joyas: Rocket Knight Adventures

. Viejas joyas: Tumblepop

. Viejas joyas: Commandos

. Viejas joyas: Whirlo

. Viejas joyas: Tombi

. Viejas joyas: American McGee’s Alice

. Viejas joyas: Maniac Mansion

. Viejas joyas: Asterix

. Viejas joyas: Super Mario RPG

. Viejas joyas: Another World

. Viejas joyas: Chrono Trigger

. Viejas joyas: Duck Tales

. Viejas joyas: The Story of Thor

. Viejas joyas: Cabal

. Viejas joyas: Monkey Island

. Viejas joyas: Alex Kidd in Miracle World

. Viejas joyas: Demon’s Crest

¿Qué otros videojuegos os gustaría ver en «Viejas joyas»?

Me lo he pasado mil veces

Hace unos días, en una conversación de amigos, salió a la palestra un tema de patio de colegio (me encantan los temas de patio de colegio ahora que la edad escolar quedó tan atrás). El asunto en cuestión era qué juego nos habíamos terminado más veces (muy típico también hablando de películas). Me cuesta saberlo exactamente, pero una cosa está clara: todos los juegos que me he pasado más veces son bastante viejos, pertenecen a un tiempo en el que podía pasarme horas jugando sin preocuparme por otra cosa.

Aquí está el que sea (probablemente) mi Top 5:

1. Mega Man X

Siempre he sido un fan declarado de Mega Man. La renovación de la saga en su paso a la Super Nintendo significó para mí un acontecimiento memorable. De hecho se convirtió en uno de los pocos cartuchos que conseguí que mis padres me comprasen, una pequeña joya que aún hoy conservo en mi reducida colección de juegos de SNES. Me lo pasé y me lo volví a pasar una y otra vez hasta conocerlo al dedillo, apreciando cada detalle del escenario, cada melodía, jugando casi de forma mecánica. Creo que Mega Man X es el videojuego que más veces me he pasado en mi vida.

2. Golden Axe

La plata de mi podio particular (muy cercana al oro si es que no me equivoco en los cálculos) es para este clásico arcade de Sega. Tenían la máquina del Golden Axe en el bar de unos amigos de mis padres. Al principio jugaba, como todos los chavales, a base de dejarme 25 pesetas por partida. Después, gracias a esa amistad, pude echarme muchos vicios «by the face». Al final, claro, terminé por ser capaz de pasarme el juego sin continuar ni una vez. Posteriormente también jugué mucho a la versión de Mega Drive. No hará ni un mes que volví a ponérmelo y descubrí que, sin práctica, esto se olvida mucho más fácilmente que montar en bici.

3. Super Mario 64

Creo que jamás he sentido mayor fascinación por ningún videojuego. Cada vez que veía una nueva captura de pantalla en las revistas me quedaba embobado mirándola, analizando hasta el más mínimo detalle. Me enamoré del juego. La primera vez que vi el Super Mario 64 más allá de las páginas de la Hobby Consolas fue en una tienda especializada de videojuegos de Madrid. Me enamoré del videojuego otra vez, y una tercera cuando por fin fue mío junto con la Nintendo 64. Era tan bonito, era tan diferente, tan revolucionario que llegué a pasarme horas dando vueltas por los alrededores del castillo y también por sus salas, observándolo todo y sin avanzar en la aventura. Pese a su longitud (jamás he osado pasármelo con menos de sus 120 estrellas), son muchas las veces que he completado el que quizá sea uno de los mejores y más influyentes videojuegos de la historia.

4. Illusion of Time

No fue el primer juego de rol que jugué, además es un action RPG bastante lineal y está muy alejado del espíritu hardcore que tanto me gusta en otros exponentes del género. Aun así, Illusion of Time (Illusion of Gaia en otros lares) tiene algo mágico que lo hace especial. Los gráficos son bonitos, la banda sonora cuenta con temas memorables y la historia es tremendamente emotiva. Además, fue el primer juego de rol que trajo Nintendo a España traducido al castellano (no era una gran trducción pero hay que reconocer el esfuerzo) y se comercializó en un vistoso formato de caja grande con libro de pistas incluido. Pocas aventuras me han tocado con tanta intensidad la fibra sensible.

5. Alex Kidd in Miracle World

Para ser exacto, este juego no debería incluirlo en la lista de los que más me he pasado sino en la de los que más he jugado. Este Alex Kidd, al que ya le dediqué un «Viejas joyas» hace mucho tiempo, no era un juego nada sencillo. Además, venía incluido en la memoria de la Master System II, una consola que nunca tuve, por lo que completarlo estaba chungo. Sin embargo, muchos de mis amigos / familiares sí la tenían, así que en casa de unos y de otros siempre acabábamos echando unas partidas al Miracle World. El resultado es que la primera mitad del juego me la conocía de pe a pa, la segunda mitad, muchísimo menos.

¿Cuáles son los juegos que más veces os habéis pasado en vuestra vida?

Viejas joyas: Comix Zone

Mi memoria guardaba dos grandes recuerdos de Comix Zone: su genial estética y desarrollo en plan cómic y su elevada dificultad. No hace muchos días comprobé que la realidad es mucho más dura que el recuerdo: el juego es complicado en grado sumo. Sólo lo jugué un ratejo para conseguir un logro, pero al final me piqué e insistí para ver si era capaz de pasármelo. Desistí antes de hacerlo, es desesperante.

Comix Zone es uno de esos juegos que te hacen pensar que nos hemos acostumbrado mal y nos hemos vuelto blandos. El juego salió para Mega Drive en 1995 y, pese a tener muy buenas críticas por parte de los medios especializados, no obtuvo un gran éxito de ventas.

Supongo que los comentarios respecto a la citada dificultad y su escasa longitud hicieron mella en la impresión general del producto. La aventura se compone de tan sólo tres episodios, pero es que si fueran más el juego sería infernal (aún más infernal).

El gran atractivo del videojuego, como apuntaba al principio y como indica su título, es su estética de cómic. La trama narra cómo el dibujante de historietas y rockero Sketch Turner acaba enfrentándose a Mortus, el villano de su último cómic. El malvado personaje cobra vida, escapa al mundo real y atrapa a Turner dentro de las páginas que él mismo había dibujado.

A partir de ahí debemos guiar al dibujante reconvertido a héroe a través de un juego de acción en 2D en el que debemos acabar con los enemigos a golpe limpio. Todo se desarrolla como si estuviéramos dentro de un cómic: avanzamos saltando de viñeta en viñeta (a veces hay varios caminos para elegir) o incluso rompiendo los blancos que hay entre las mismas, los bocadillos y onomatopeyas son constantes y a menudo aparece la mano de Mortus dibujando algún bichejo que nos ponga las cosas chungas.

Las habilidades de combate de Turner no están mal, pero obviamente no son suficientes para superar el reto con comidad. Los enemigos están demasiado bien entrenados y ya desde el principio se cubren y aguantan una buena cantidad de leches. Sólo tenemos una barra de energía, sólo una vida y no existe el concepto de continuación, así que hay que ser muy preciso en todos los movimientos.

Para colmo, la salud baja incluso cuando golpeamos una caja o un bidón que debemos destruir para seguir avanzando. Hay una forma menos dañina de eliminar los obstáculos: la dinamita, pero ésta no abunda y además sólo disponemos de tres huecos en el inventario, uno de los cuales suele estar ocupado por Roadkill, la rata-mascota de Sketh (quenos ayuda, por ejemplo, a activar palancas).

Hay que ser muy preciso en todos los movimientos, no hay que desperdiciar ni un sólo frasco de medicina y, por supuestísimo, hay que tener mucho cuidado con las caídas. Un solo paso en falso al saltar o pasar sobre un abismo y… Game Over.

¿Os apetece probar el reto?

Dragon Sword 64, la prueba de que el pasado nunca muere

Recuerdo que hace muchos años, en los tiempos de las 16 bits, solía quedar con un amigo que estaba obsesionado con la posibilidad de que ciertos juegos que quería tener a toda costa (y que no podía comprar porque no había dinerillo) acabasen descatalogados o nunca llegasen a nuestras fronteras y quedasen fuera de su alcance para siempre jamás.

Yo solía decirle que no se preocupase, que al final todo vuelve y que se podrían conseguir de un modo u otro. En aquel entonces yo me refería a encontrar pequeñas joyas en el Rastro, en tiendas especializadas de importación o tal vez a futuras reediciones. Jamás imaginé cuánta razón llegaría a tener.

El primer paso hacia la perpetuación del pasado fueron los emuladores. Cuando me enseñaron el primero casi no me lo podía creer: todo el catálogo de una consola (o incluso de máquinas recreativas) accesible desde un ordenador. La emulación de las nuevas consolas era más compleja pero sólo era cuestión de tiempo que fuese una realidad.

Este concepto, muy ligado al gusto por lo retro, se ha materializado de forma comercial en forma de recopilatorios y, en los últimos años, de fantásticos servicios de descarga de juegos a través de las máquinas actuales. De vez en cuando le recuerdo a mi amigo, al que aún veo de vez en cuando, lo acertado de mi predicción. Tenemos todo al alcance de la mano, incluso juegos que jamás vieron la luz en España como Sin & Punishment.

Lo cierto es que el acceso a viejos videojuegos llega en ocasiones a puntos casi disparatados. Ése es el caso de Dragon Sword 64, un título de acción para Nintendo 64 que nunca llegó a terminarse y que sin embargo ahora, 12 años después, ha aparecido en Internet en forma de beta. El juego puede descargarse en un momento (pesa tan sólo 7 megas) y jugarse en un emulador de Nintendo 64 (son sólo siete niveles, los que quedaron medio terminados antes de la cancelación).

Desarrollado (tal vez habría que decir «medio desarrollado») por Team Storm en colaboración con Interactive Studios, es un Hack & slash similar a Gauntlet Legends cuyo principal atractivo iba a ser que podía jugarse en modo cooperativo. Con una ambientación de fantasía medieval y un desarrollo de acción pura y dura, Dragon Sword 64 podría haberse convertido en un preciado tesoro para la necesitada N64.

Si os puede la curiosidad, echadle un ojo. Yo aún no lo he probado, pero prometo que lo haré.