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Thank you Mario! But our princess is in another castle! Toad (Super Mario Bros.)

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Ya nos hemos asentado en Draenor

He vuelto a World of Warcraft, definitivamente, para quedarme durante una larga temporada. No soy el único, millones de jugadores han retornado a Azeroth para asistir a la segunda apertura del Portal Oscuro. Esta vez, el destino no es Terallende sino Draenor, la versión primigenia de ese mundo antes de ser destrozado por magias oscuras, y no podría ser más bonito y espectacular.

No tengo quejas. Creo que Blizzard ha dado en el clavo y nos ha regalado la expansión más emocionante desde aquel lejano The Burning Crusade. El primer día y medio leí muchas quejas. Que si no es normal que se colapsen los servidores, que si el lag era insoportable… Lo cierto es que, aun siendo normal que sucedan estos contratiempos —dada la gran cantidad de jugadores conectados al mismo tiempo y concentrados en un mismo lugar—, en esta ocasión todo fue increíblemente bien, al menos en mi servidor.

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La primera noche hubo una caída al poco de dar el pistoletazo de salida a la nueva expansión. Fue brevísima, no hubo pausa, desconexión y conexión inmediata. La latencia fue especialmente significativa el viernes por la tarde, pero tan sólo duró unas pocas horas. Por lo demás, el juego fue como la seda, algo admirable dada la cantidad y calidad del contenido. Parece ser que en muchos otros servidores sí hubo problemas y, de hecho, Blizzard ha decidido regalar cinco días de juego por las molestias. Yo, por mi parte, no tengo queja.

Me encanta Warlords of Draenor, no lo niego. Me gusta la trama (los viajes al pasado suelen dar buenos resultados) y me maravilla cómo está contada, con gran cantidad de cinemáticas y —a diferencia de lo que sucedía en la mayor parte de Pandaria y acercándose de nuevo un poco más a Cataclysm— utilizando las misiones como vehículo narrativo y no como mero relleno.

El desarrollo también ha ganado en interés una barbaridad. Es admirable todo lo que rodea a la ciudadela, nuestro asentamiento permanente en Draenor: los edificios que construimos, nuestros seguidores, las posibilidades exclusivas que nos ofrecen unos y otros… Pero no es lo único.

Me apasiona que haya tesoros escondidos por el mundo, le da al juego un toque aún más aventurero. En la misma línea, es maravilloso no poder volar, ni siquiera cuando se alcanza el nivel 100. En Blizzard están considerando la posibilidad de no implementar esa opción a corto plazo. Tarde o temprano lo harán, pero lo cierto es que la sensación de riesgo y sorpresa que aporta desplazarse siempre por tierra no tiene precio. Además, algunas mecánicas, como los citados tesoros, perderían todo el sentido con monturas voladoras.

También es muy buena idea la abundancia de rares, monstruos poco comunes que campan a sus anchas por Draenor y que también contribuyen a nuestro progreso, con recompensas muy interesantes por un lado (desde equipo de gran calidad hasta juguetes) y con recursos para nuestro asentamiento por otro.

La sensación global es la de que este nuevo continente es inmenso y hay infinidad de cosas por hacer, tareas y misiones que nos llevará meses completar, horas y horas de explorar, combatir y colaborar. Porque recordemos que uno de los principales factores que hicieron grande al WoW fue su factor social, algo que se ha ido perdiendo con los años y que puede que ahora vuelva a tomar fuerza.

Blizzard ha cumplido su parte, ahora nos toca a los jugadores cumplir la nuestra y darle vida y buen rollo a este nuevo mundo que se abre entre nosotros.

¡Nos vemos en Draenor!

‘Overwatch’ y otras sorpresas de Blizzard

El pasado viernes tuve el honor de ver en directo, junto a los responsables de prensa de Blizzard en España, el evento de apertura de la BlizzCon 2014. ¿Qué podíamos esperar? La compañía siempre tiene algún as guardado bajo la manga de cara a su gran convención anual. Aun así, creo que nadie se esperaba casi nada de lo que mostraron aquella tarde.

Lo que estaba claro desde hace tiempo es que por fin sabríamos algo de la segunda expansión de Starcraft II. Poca sorpresa por este lado, aunque no por ello menos interesante. Legacy of the Void nos mostrará desde el punto de vista de los Protoss el final de la historia iniciada con SCII. Lo curioso de esta nueva expansión es que puede jugarse sin necesidad de tener la primera, Heart of the Swarm.

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El plato fuerte, lo que nadie se esperaba, era la llegada de una nueva franquicia, Overwatch, un shooter multijugador online en primera persona de batallas por equipos. Con esta especie de Team Fortress 2, Blizzard se lanzará a cubrir uno de los géneros que aún no dominan. Tienen muchas posibilidades de destacar. A simple vista, al juego no le faltan virtudes.

Para empezar, el diseño es maravilloso. Con un vídeo de presentación que casi parecía el tráiler de una nueva película de Disney (me hizo pensar en Big Hero 6), Blizzard presentó a una serie de héroes y villanos que no tardarán en ganarse un hueco en la lista de personajes icónicos de la compañía.

A nivel visual, es colorido y nítido y, en el terreno jugable, parece accesible y variado, con toques estratégicos gracias a armas y poderes muy originales que lo alejan del típico mata-mata. También me llamó mucho la atención el hecho de que, a pesar de desarrollarse en perspectiva subjetiva, ciertas habilidades cambian la acción a tercera persona.

Aún no se sabe mediante qué modelo de negocio funcionará Overwatch ni si verá o no la luz en alguna plataforma que no sea el PC. Si tengo que apostar, yo diría que lo que más le pega es el free-to-play y, además, que tarde o temprano también saldrá para consola, ya que posee una mecánica ideal para ello.

Donde ya ha demostrado su viabilidad el free-to-play es en Hearthstone. A Blizzard le está funcionando de maravilla su juego de cartas y lo que comenzó siendo un proyecto menor está empezando a ganar entidad. Aquí también se esperaban novedades, noticias sobre una segunda expansión. Y eso fue exactamente lo que se anunció. Lo que nadie esperaba era la temática, Goblins vs. Gnomos, y aún menos la fecha de lanzamiento: ¡el mes que viene! Gozo y algarabía, algo insólito en Blizzard, la compañía de las esperas eternas, ¡el anuncio de nuevo contenido un mes y su lanzamiento para el siguiente!

El problema de esta nueva remesa de 120 cartas es que Blizzard va a otenciar lo más criticado del juego hasta el momento, la aleatoriedad, pero aún está por verse cómo afectará realmente al meta. Yo imagino que las cartas con mayor carga de azar acabarán por no jugarse en competitivo pero harán mucho más divertidas las partidas de arenas. Ya veremos, me reservo los comentarios para cuando vea la luz.

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Por último, sobre Heroes of the Storm no hubo grandes novedades salvo la llegada de la primera beta cerrada (el próximo 13 de enero) y la presentación de unos cuantos nuevos héroes muy esperados: Jaina, Thrall… ¡y The Lost Vikings! Es un deseo que llevaba años pidiendo. De hecho, fue gracioso que hicieran el anuncio pocos minutos después de que yo vaticinase en voz alta (y en tono de broma, claro) que la gran sorpresa sería The Lost Vikings 3.

Y todo esto, el año en que se cumplen dos décadas de Warcraft y una de World of Warcraft y a sólo unos días de que se ponga en marcha Warlords of Draenor, la quinta expansión del exitoso MMORPG.

Notable alto para Blizzard. Esta ha sido, sin duda, la BlizzCon más emocionante en años.

¿Pero alguien esperaba que ‘Titan’ vería la luz?

Asombrado me hallo por las abundantes reacciones de sorpresa ante la noticia de que Blizzard ha decidido cancelar el desarrollo de Project Titan. ¿De verdad alguien pensaba que ese juego vería la luz algún día? Yo nunca me lo tomé en serio y es obvio que Blizzard tampoco lo tenía entre sus prioridades.

Llevábamos siete años oyendo rumores sobre el proyecto, pero nunca llegamos a ver nada (la imagen con naves que incluyo aquí es un concept art de Nicolas Bouvier no relacionado con el proyecto). La compañía nunca negó su existencia pero tampoco lo anunció jamás de manera oficial. ¿El MMORPG destinado a suceder a World of Warcraft? No creo que jamás lo pensaran en serio. Estoy convencido de que, a lo largo de estos años, Titan les ha servido a los desarrolladores como un excelente campo de pruebas, pero el único reemplazo lógico para el WoW es World of Warcraft 2. Y así será, seguro.

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Ahora mismo, con la quinta expansión del juego en camino, Warlords of Draenor, aún es pronto para pensar en un reemplazo. No les urge. Tienen Starcraft II, Diablo III, Hearthstone y Heroes of the Storm. A la compañía no le hacen falta más frentes.  Pero cuando llegue el momento de hacer un nuevo MMO, no creo que se lancen con una nueva IP. Haciendo eso desaprovecharían la inmensa mitología creada y dejarían a millones de jugadores un poco desamparados.

Blizzard hará WoW 2, no me cabe la menor duda. Lo único que tienen que hacer antes es encontrar algún modo de que los jugadores de su veterano y exitoso juego online reciban una gratificación por los cientos de horas invertidas, una recompensa que les enganche a la secuela pero que al mismo tiempo no sea una ventaja tan desproporcionada que desanime a los potenciales nuevos jugadores.

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Con Titan los desarrolladores estaban perdidos. Las palabras de Mike Morhaime, cofundador de Blizzard. así lo demustran: «No lo encontrábamos divertido. No encontramos la pasión. […] La disciplina de saber cuándo parar es importante. Estábamos perdiendo perspectiva. Teníamos que permitirnos dar ese paso atrás para preguntarnos por qué demonios estábamos haciendo todo esto en primer lugar».

Aunque insisto, no creo que haya sido tiempo perdido ni trabajo tirado a la basura. Primero, dudo que hubiese un gran equipo permanente trabajando en el juego durante siete años de manera incansable. En segundo lugar, es muy probable que Blizzard pueda aprovechar buena parte del trabajo elaborado en este tiempo: diseños, conceptos, innovaciones técnicas…

Es más, puestos a elucubrar, ¿llegó a existir Titan realmente? Tal vez Blizzard nos ha gastado la broma más larga de la historia (The Last Guardian le pisa los talones). Tendría su gracia.

Despliegue pandárico

Esta semana daba comienzo con lo que para muchos jugadores supone un gran acontecimiento: la llegada de la nueva expansión —la cuarta— del ya antiguo universo de World of Warcraft. El lunes a las 12 de la noche, Mists of Pandaria se ponía a la venta y millones de ansiosos fans de todo el mundo no dudaron en hacer cola para adquirirlo.

El evento que tuvo lugar en Madrid, en el centro comercial de Príncipe Pío, supuso un auténtico despliegue por parte de Blizzard, yo diría que mucho más de lo habitual. En una gala conducida por Berta Collado, se habló de juego, hubo un espectáculo de artes marciales, intervinieron desarrolladores de la compañía, se organizó un pequeño concurso de disfraces y se realizaron conexiones en directo con otras ciudades europeas como París, Londres, Milán y Colonia.

¿Por qué tanto despliegue para promocionar la expansión hasta el momento menos atractiva de todas las que han visto la luz? Pues quizá por eso precisamente, por las dudas que flotan en el aire. No cabe duda de que World of Warcraft sigue siendo el rey de los MMORPG, pero el liderazgo ya no transmite la misma solidez que hace años.

Para empezar, el número de suscriptores, aunque sigue siendo elevadísimo, va en continuo descenso desde hace un par de años: de 12 millones que había en 2010 se ha caído hasta los 9 millones en 2012. Por otro lado, mientras que el WoW envejece, nuevos competidores más jóvenes ganan adeptos con facilidad: League of Legends ha llegado a ser el juego online más jugado (por delante de World of Warcraft) mientras que el lanzamiento de Guild Wars 2 ha causado un gran revuelo en el mundillo.

En cuanto a Mists of Pandaria en concreto, la elección de argumento y novedades dejó fríos a muchos de los jugadores. Yo mismo he manifestado aquí mis reparos, casi seguro injustos, hacia los pandaren, Pandaria y el resto de elementos pandáricos del juego. El problema no es que no me guste la nueva raza, que siempre me ha caído simpática, sino que en general me parece bastante menos interesante que todo lo mostrado en las expansiones previas.

Soy consciente de que esto no son más que prejuicios e intuyo que la expansión es mucho mejor de lo que pudiera parecer. De momento es solo una sensación, pero estoy a punto de comprobarlo. Ya tengo Mists of Pandaria en mi poder y lo cierto es que estoy deseando comprar un nuevo ordenador (el actual está ya para mandarlo a la residencia) y redescubrir ese maravilloso mundo de enanos, elfos y orcos que tantas satisfacciones me produjo en otro tiempo.

En Blizzard no son tontos ni mancos, así que lo más probable es que, para reforzar el producto, mantener a los fieles y atraer a nuevos jugadores, además de realizar una inteligente campaña de marketing, habrán echado el resto con la calidad de la expansión. A mí aún me quedan un par de días antes de hacerme mi monje pandaren, pero imagino que ya hay miles campando a sus anchas por Azeroth.

¿Habéis probado ya Mists of Pandaria?, ¿qué os está pareciendo?

En las garras del Diablo

¿Cómo puede escribir alguien que no es fan de Diablo algo bueno sobre Diablo?, ¿cómo dar a entender lo grande que es Diablo III cuando se es casi un profano en la tradición, los detalles, la mitología de esta aclamada franquicia? Solo se me ha ocurrido una forma de ser justo, reconociendo que el juego me ha ganado. Mientras que Diablo siempre me echó para atrás solo por su estética y Diablo II, en consecuencia, tampoco me atrajo, Diablo III ha sabido engancharme con tremenda facilidad.

No sabría decir exactamente dónde está la magia del juego, qué es lo que lo hace tan seductor, pero lo intuyo. Sé que gran parte de su atractivo —si no todo— está en el perfeccionismo de Blizzard, en su gusto por crear productos redondos. Esta virtud se convierte en defecto cuando se traduce en desarrollos eternos y retrasos constantes, pero la compañía se lo puede permitir, ya que su comunidad de usuarios se enfada pero nunca pierde su fidelidad y devoción.

Blizzard se hace de rogar pero después compensa con creces, y con Diablo III lo vuelve a demostrar. Como profano en la saga, reconozco que el título me ha atrapado desde un comienzo de un modo muy similar a como lo hizo Warcraft 3 en su día, enseñándome poco a poco, metiéndome en la historia y el desarrollo de una forma sencilla pero generando una satisfacción creciente. Esa engañosa simplicidad, que elimina o modifica algunas de las características propias de las entregas anteriores, ha generado algunas críticas entre los jugadores más conservadores. Yo, en cambio, que me embarqué en el juego sin apenas referencias, no he sucumbido a los prejuicios.

Ha desaparecido el árbol de talentos, se ha simplificado el inventario «tipo Tetris«, el teletransporte a la ciudad no tiene restricciones, el número máximo de jugadores online se ha reducido de ocho a cuatro… Lejos de generar carencias, todos estos cambios han originado un desarrollo mucho más dinámico y en absoluto carente de profundidad. Los inventarios en los que hay que encajar los objetos son desquiciantes, las teletransportaciones limitadas son un quebradero de cabeza que a menudo arruina la diversión, la reducción de usuarios en el multijugador permiten un diseño de situaciones más inteligente en el que la estrategia es vital, y el árbol de talentos…

El árbol de talentos ha sido sustituido por un sistema de runas que hace la personalización de personajes muy interesante. En lugar de distribuir los puntos de experiencia entre los diferentes atributos del héroe con cada subida de nivel, ahora es posible construir a nuestro héroe seleccionando sus talentos (seis activos y tres pasivos) entre una amplia variedad y, además, runas que añaden interesantes modificaciones a cada uno de ellos. Si a eso le sumamos la posibilidad de elegir entre cinco clases (Mago, Cazador de Demonios, Médico Brujo, Bárbaro y Monje), las variables se disparan.

Como sucede con todo Warcraft, Starcraft y Diablo que se precie, es de esperar que la última obra de Blizzard permanezca viva durante años, durante lustros. Pasarán cinco, ocho, diez o doce años y la gente seguirá jugando mientras espera el lanzamiento de Diablo IV, que saldrá solo para PC, tendrá unos requisitos técnicos modestos para la época y seguirá viéndose desde una perspectiva isométrica. La compañía puede permitírselo. Blizzard ha creado una extraña burbuja espacio-temporal en la que ellos, sus franquicias y sus seguidores conviven en un estado casi inmutable.

Esa idea, que es la que tengo desde hace muchos años, me la corroboraron hace algunas semanas Alex Mayberry y Dave Adams, Lead Game ProducerLead Level Designer de Diablo III respectivamente. Durante una comida que tuve el placer de compartir con ambos y con la gente de Blizzard España, pude comprobar la peculiar percepción del sector que tienen los desarrolladores de la compañía. Ellos no se ven como una excepción en la producción de títulos para PC, ellos no sienten la presión de los plazos y se pueden permitir el lujo de interactuar con sus seguidores, a los que —aseguran— tienen muy en cuenta.

Quizá el modus operandi no sea el imperante en la industria del videojuego, pero a ellos les funciona muy bien. Mayberry y Adams saben transmitir la pasión por su trabajo, ese trabajo que realizan en una burbuja ajena a todo salvo a sus fans, esa pasión que transforman en mimo por cada uno de los detalles de sus creaciones. Ahora puedo decirlo: «Yo también juego a Diablo«.

¿Qué os parece Diablo III?, ¿ha cumpido las expectativas?

La «épica» de los osos panda

Este fin de semana, Blizzard ha celebrado su gran encuentro anual, la Blizzcon. Yo, desenganchado desde hace tiempo de World of Warcraft, no esperaba gran cosa del evento. Quizá alguna novedad no demasiado significativa sobre Diablo III, pero poco más. Sin embargo, el WoW se ha convertido de nuevo y por sorpresa en la estrella de estos días con el anuncio de su cuarta expansión, Mists of Pandaria.

Sé que, a poco que se me tiente, puedo volver a caer en las garras de este colosal MMORPG, pero desde luego la expansión no es, a priori, lo más atractivo que podría esperar. Hagamos un repaso: The Burning Crusade fue una primera expansión espectacular, bonita, con mazmorras muy interesantes, un trama apasionante y excelentes mazmorras; Wrath of the Lich King, pese a no cumplir las expectativas, nos llevaba hasta el impresionante Rasganorte y suponía el retorno de Arthas; y Cataclysm destacó por sus originalísimas y vistosas nuevas zonas y la total renovación de las antiguas.

Frente a estas tres expansiones, en Mists of Pandaria nos encontramos con un nuevo continente, de corte oriental, y una sola nueva raza, los pandaren, los osos panda maestros de artes marciales que nacieron en el epílogo de Warcraft 3 y que se convertirán en la primera . Además, tan sólo se añade una clase más, los monjes (que por lo visto podrán actuar tanto de tankes como de healers o de DPS).

El caso es que ni siquiera hay un gran enemigo como lo fueron Illidan, Arthas y Alamuerte en los capítulos anteriores. La historia en esta expansión se centrará en cómo la guerra entre Horda y Alianza acaba llevando el caos a la pacífica tierra de Pandaria. Muy bonito todo pero, ¿no suena acaso poco épico?, ¿no parece escaso y poco ambicioso para una expansión? Blizzard asegura que no, que Mists of Pandaria derrochará cantidad y calidad de contenidos.

Digan lo que digan los desarrolladores, y aún sin conocer todo lo que vendrá con MoP, las reticencias son inevitables. El mismo vídeo de presentación deja un poco en evidencia al mismo juego que se pretende promocionar puesto que, antes de mostrarse Pandaria, se realiza una introducción con escenas de las expansiones previas, en mi opinión más atractivas.

No voy a entrar en criticar a los pandas como nueva raza jugable, puesto que todos sabíamos que tarde o temprano aparecerían y hay mucha gente que así lo deseaba, pero una única raza y una única clase nueva para una expansión me saben a bastante poco. Además, el hecho de que haya pandas en las dos facciones, ¿no va a hacer muy caóticas las batallas jugador contra jugador? Entre las pocas novedades que se han anunciado hasta el momento también están los duelos de mascotas. Para ser sinceros, este minijuego me parece más propio de un juego social que de un MMO…

Me consta que no soy el único al que no le convence Mists of Pandaria, de hecho Blizzard ha pedido a los fans que por favor no se burlen, que no es una broma. Yo no me burlo, lo prometo, pero es que esta expansión no me motiva. ¿Cómo lo veis vosotros?

El MMORPG interminable

Hacía mucho que no hablaba de World of Warcraft. Hace un tiempo estuve muy enganchado durante un par de añitos, después lo dejé una larga temporada, lo retomé para la segunda expansión, lo volví a dejar bastante rápido y, por última vez, regresé a Azeroth para disfrutar del cataclismo hace solo unos cuantos meses.

La última expansión me gustó mucho. Me pareció muy bonita, con líneas argumentales muy trabajadas, más variado que antaño y con un rediseño brutal de las zonas clásicas. Sin embargo, tras completar las misiones de todas las zonas nuevas y repetir varias veces las mazmorras de nivel 85, volví a cansarme y abandoné el juego casi sin pretenderlo.

Sin embargo, ahora se anuncia un nuevo parche para Cataclysm, con mucho nuevo contenido, y el gusanillo vuelve a picarme. No quiero hacer comparaciones con ningún vicio chungo y perjudicial, pero es innegable que World of Warcraft tiene un algo que nunca desaparece del todo. Tarde o temprano, todo el mundo que alguna vez ha juegado al juego, siente el deseo de volver.

Sé que esta vez no regresaré, sobre todo por falta de tiempo, pero no sé yo si podré decir lo mismo cuando vea la luz la cuarta expansión.

A la espera de un cataclismo

Prometo no volver a hablar de World of Warcraft en mucho tiempo, pero hoy no me queda más remedio que hacerlo. Tengo sudores fríos por el mono. Hace ya una semana que debería haber recibido Cataclysm, la tercera expansión del juego, pero no aparece por ningún lado. El plazo estimado de entrega concluye esta misma tarde. Si no aparece, me temo que  tocará reclamar a la empresa de mensajería.

Pero mientras espero, Azeroth rebosa vida y la historia avanza. Millones de jugadores exploran Infralar y otras nuevas zonas mientras suben hasta el nivel 85. De hecho, una buena parte de esa multitud ya ha alcanzado el máximo nivel y se concentra en mejorar su equipo y completar las mazmorras de mayor dificultad.

Muchos otros (o esos mismos) se concentran en las aventuras de los huargen y de los goblins (las dos nuevas razas jugables), descubren las posibilidades de la arqueología (la nueva profesión) o intentan completar los nuevos logros, entre los que destacan los desafíos de hermandad, dirigidos a potenciar el componente social y la cooperación entre jugadores.

Por fortuna, mientras veo cómo hombres lobo de nivel 30 (a uno he visto ya de nivel 69) corretean a mi alrededor, yo me alivio con un bálsamo de lujo: el rediseño casi total de los ancianos continentes originales, Kalimdor y los Reinos del Este. El cataclismo ha sacudido la tierra, ha alterado la paz de los espíritus elementales y, en consecuencia, se han transformado los escenarios y se han generado nuevas líneas argumentales y miles de misiones.

El viejo juego ha rejuvenecido y me llevará cientos de horas sacarle todo el jugo, pero tengo a mi personaje principal estancado en el nivel 80 mientras mis amigos virtuales y desvirtualizados progresan. Necesito la expansión. Sé que debo controlar el vicio, pero ahora mismo no puedo, quiero verme las caras con Azshara y Alamuerte.

Cientos de personas no comprenderán este ansia… pero habrá unos cuantos millones (más de 12) que sí.

Regreso a Azeroth

Ya lo veía venir, era cuestión de tiempo. Desde hace más o menos un mes comenzaron a entrarme ganas de retomar World of Warcraft, el juego que durante unos dos años me mantuvo enganchadísimo y que hace ya más de año y medio que no toco. Echaba de menos los hermosos paisajes de Azeroth, las tierras salvajes de Kalimdor, la magia de Terallende y la esplendorosa y llena de contrastes Rasganorte.

Además, el inminente lanzamiento de la tercera expansión, World of Warcraft: Cataclysm, amenaza con acabar con el mundo del WoW tal y como lo conocíamos hasta ahora. Las exigencias narrativas van a destruir y modificar lugares virtuales que para mí significaron bastante durante una larga temporada. Tenía ganas de ver de nuevo esos mundos antes de que cambien de forma definitiva.

Pero lo que me decidió a regresar con «papá Blizzard» fue un mensaje que dejó en mi muro del Facebook un viejo amigo de Barcelona al que conocí precisamente a través del juego. El mensaje reza «Versa returns…». Su personaje principal, abandonado durante muchos meses al igual que el mío, volvía a la acción. Como remate, he pasado unos días en Barna (de ahí que el blog haya estado casi una semana sin actualizarse), he quedado con él e irremediablemente hemos hablado largo y tendido sobre el juego.

Ayer por la noche me reencontré con mi mago. Me costó adaptarme a los cambios e incluso rehacerme a las viejas mecánicas. ¿Para qué demonios servía toda esa basura acumulada en las bolsas y en el banco? Había olvidado hasta cómo se utilizaba el chat. El caso es que he descubierto mejoras interesantes (muchas de las cuales antes requerían del uso de un addon), cosas tan prácticas como una guía de misiones, un buscador de grupos mejorado, la unificación del sistema de portales de los magos y otras simplificaciones varias.

Los cambios del cataclismo ya asoman la patita: por todo el mundo se producen terremotos, las ciudades principales son atacadas por elementales y una diabólica secta comienza a mover sus hilos para aniquilar toda forma de vida. Esto es un preludio del regreso de Alamuerte, de la entrada en escena de dos nuevas razas (los goblins y los ferocanis) y del rediseño de dos cntinentes que ya se veían envejecidos.

Precisamente este rediseño que hiere mi parte nostálgica me parece al mismo tiempo el punto más interesante de Cataclysm, sobre todo la parte enfocada a personajes de nivel bajo. En Blizzard han querido aprovechar la experiencia conseguida en la creación de Burning CrusadeWrath of the Lich King para hacer más interesante el juego entre los niveles 1 y 60. Este detalle hará que la creación de alters (personajes secundarios) sea una opción aún más interesante de lo que lo era hasta ahora.

Unos dirán que es bueno, otros dirán que es malo, pero lo que nadie puede decir es que este juego es uno de los más adictivos de la historia. Intentaré controlarme. Lo prometo.

¡¡¡Starcraft II ya tiene fecha!!!

Tres exclamaciones, tres, para manifestar la emoción que muchos estarán sintiendo al descubrir que la perfeccionista y parsimoniosa Blizzard ha anunciado al fin la fecha de lanzamiento del ansiadísimo Starcraft II: Wings of Liberty. Esta segunda parte, quizá una de las más anheladas de toda la historia de los videojuegos, verá la luz nada más y nada menos que doce años más tarde que el título original.

¿Pero cuándo sale?, ¿CUÁNDO? Excelentísimas noticias para los jugadores: llegará a las tiendas el 27 de julio, ideal para disfrutarlo durante el veranito. Sorprendido me hallo. Yo no daba un duro por ver este juego antes de las próximas navidades. Aunque bien mirado, es una fecha lógica. Si lo retrasasen más podrían acabar juntando la campaña promocional con la de World of Warcraft: Cataclysm y, dado el goteo con el que llegan las novedades de la compañía, mejor mantenerlas separadas en el tiempo e intentar sacarles la máxima rentabilidad.

El regreso de Starcraft no es sólo una buena nueva para los seguidores de la franquicia sino también para cualquier aficionado a la estrategia en tiempo real. Es innegable que la saga es un gran exponente del género y esta segunda parte se intuye muy fiel a la esencia. Incluso los gráficos, pesa a estar muy actualizados, sacrifican una posible mayor espectacularidad en beneficio de un apartado visual más práctico e intuitivo.

La historia volverá a centrarse en el enfrentamiento entre tres razas: protoss, terran y zerg, cada una de ellas con numerosas unidades y habilidades mejoradas o totalmente nuevas. La campaña individual, tal y como explica Blizzard en una nota de prensa, retomará la épica saga allí donde terminó StarCraft: Brood War. El argumento central narra las aventuras de Jim Raynor, el marshal convertido en líder de una rebelión, e incluirá nuevos héroes así como caras ya conocidas a lo largo de 29 misiones.

Aunque el mayor atractivo (el que literalmente atrae a más jugadores) es el modo online. Si en 2010 aún hay gente que juega al Starcraft que vio la luz en 1998, no me extrañaría que en 2022 aún exista una comunidad amplia de jugadores de Starcraft II.

Hace bastante tiempo que estamos impacientes por regresar al universo StarCraft, por lo que estamos realmente emocionados de que ese momento esté bastante cerca. Gracias a todos aquellos que han estado probando la versión beta, hemos realizado grandes progresos en las etapas finales de desarrollo, y estaremos preparados para dar la bienvenida en unos pocos meses a los jugadores de todas partes del mundo en StarCraft II y en el nuevo Battle.net.

Éstas son las palabras de Mike Morhaime, presidente y cofundador de Blizzard Entertainment. éstas son las palabras que abren las puertas a una nueva pasión para los jugadores de ordenador (sí también para los de Mac). Ya hay ganas, ¿no?