Del mismo modo que Activision cierra una etapa e inicia otra con Call of Duty: Ghosts, Ubisoft hace lo propio con Assassin’s Creed IV: Black Flag, el punto y final a una de las sagas icónicas de la generación que ya se despide y, al mismo tiempo, la primera incursión de la franquicia en las nuevas máquinas. Aún faltan unos días para ver qué aportan (intuyo que no mucho) las versiones de PlayStation 4 y Xbox One, que se pondrán a la venta el 21 de este mes, pero ya hace semanas que podemos disfrutar de las aventuras de Edward Kenway en PlayStation 3 y Xbox 360.
¿Un gran juego? Indudablemente, aunque no perfecto. Assassin’s Creed IV: Black Flag es el proyecto de fin de carrera de Ubi, la obra en la que la compañía ha volcado todo el saber acumulado desde el errático primer capítulo hasta el día de hoy. Lo bueno de esto es que el resultado es sólido, vistoso y atractivo a nivel jugable, lo malo es que se siente como algo ya demasiado conocido y poco sorprendente.
Hay un problema más, quizá la confianza en la popularidad que ha adquirido la franquicia y que ha hecho que, en esta ocasión, la trama —tradicionalmente uno de los puntos fuertes de la serie— haya flaqueado un poco, aunque no tanto como para repudiar el juego como he escuchado a muchos hacer.
El espectáculo merece la pena. Las batallas navales son impresionantes. Si bien se acaban haciendo un poco repetitivas, en las primeras tomas de contacto son capaces de asombrarnos de esa forma en que sólo los videojuegos pueden hacerlo.
El mar, la frondosa jungla, las ciudades del Caribe, llenas de vida, sirven de hermoso escenario para una aventura de piratas en el siglo XVIII, un apasionante momento de la historia que la ficción se ha encargado de enriquecer hasta convertirlo en uno de los subgéneros más atractivos tanto en en la literatura como en el cine.
Yo, que me enamoré del joven Jim Hawkins, del carismático Long John Silver y de aquella misteriosa isla que ambos fueron a buscar, ¿cómo no voy a disfrutar con este fantástico Black Flag? Al fin y al cabo, la vida pirata es la vida mejor, y eso es lo que nos permite experimentar este Assassin’s Creed IV.
Sí, como en la tercera entrega, se echan de menos las bellas y grandes construcciones por las que escalar, pero démosles tiempo. Estoy convencido de que el primer Assassin’S Creed exclusivo de la nueva generación abandonará América y nos llevará hasta algún emocionante y sorprendente enclave histórico.
¿Habéis probado Assassin’s Creed IV?, ¿qué os ha parecido?