Vamos a cerrar la semana con un futbolista con una historia auténticamente especial. Es Patricio Escobal.
El 24 de agosto de 1903 nacía en Logroño Patricio Pedro Escobal López. Con 17 años, mientras estudiaba Ingeniería Industrial en la capital de España, fichó por el Real Madrid CF, donde se emplea como defensa.
Escobal llegó a ser capitán del equipo blanco y en 1924 es uno de los elegidos para representar a la selección española en los Juegos Olímpicos de Amberes. Ese mismo año regresó a su ciudad natal para jugar brevemente en el CD Logroño, pero regresa a Madrid para jugar en el Racing.
En 1930 vuelve a fichar por el Madrid, donde juega una temporada más, antes de regresar a Logroño, donde se retira en 1934. De siempre, Escobal simpatiza con las ideas de izquierdas. Se afilia a Izquierda Republicana y llegó incluso a promover un sindicato de futbolistas.
Con el estallido de la Guerra Civil, es detenido en su ciudad natal, acusado, entre otros muchos delitos, de promover la quema de conventos. Durante tres años sufre un verdadero calvario. Recluido en un frontón de su ciudad natal, entre piojos y ratas, contrae tuberculosis, enfermedad que casi acaba con su vida. Es testigo de las ‘sacas’ y estuvo a punto de morir fusilado cuatro veces, pero siempre consiguió librarse.
Dentro de su aciago destino, tuvo algo de suerte. Un general italiano enviado por Mussolini a España para gestionar las tropas italianas de apoyo al bando nacional, Gastone Gambara, se estableció en Logroño y ocupó una casa propiedad de la familia de la mujer de Escobal. El general Gambara intermedió para sacar de prisión a Escobal y conseguirle un billete para La Habana, donde pudo viajar con su mujer y un hijo, tras haber casi muerto.
Después se estableció en Estados Unidos, en concreto en Nueva York, donde trabajó como ingeniero. De hecho, fue el responsable de la iluminación del barrio de Queens, trabajo que le valió el reconocimiento del consistorio de la ciudad de los rascacielos.
En 1974, Escobal publicó unas memorias, tituladas Death Row, donde contaba su experiencia en las cárceles franquistas. El libro se publicó en España de manera clandestina como Las sacas.
Escobal se quedaría para siempre en Estados Unidos. Sólo regresó en una ocasión, para asistir al entierro de su madre. Murió en Nueva York en 2002, con 99 años de edad.
Espero que os haya interesado la historia. Hasta el próximo jueves.