Archivo de agosto, 2014

Gaza: innovación y destrucción

Por Arwa MhannaArwa-Mhanna-300x300

Cuando pensamos en Gaza,  no nos imaginamos que allí pueda existir un centro de innovación tecnológica. Pero lo cierto es que en los últimos años Oxfam ha estado trabajando en la Facultad de Ciencias Aplicadas de la Universidad de Gaza (UCAS) para apoyar a los licenciados en tecnologías de la información a desarrollar y comercializar sus ideas de negocio.

Gracias a esto, Nidah Wishah ha creado una aplicación móvil, llamada Color Vision, para ayudar a personas ciegas a detectar colores. En la facultad también han desarrollado un software de aprendizaje online interactivo para ayudar a los maestros, y han producido animaciones gráficas para empresas internacionales.

Trabajar en un emprendimiento nunca es fácil, pero en Gaza Nidah se enfrenta a retos añadidos por el bloqueo israelí, que dura ya siete años. Con frecuencia pierde días enteros de trabajo debido a los apagones de energía, y las restricciones a la importación hacen que sea difícil conseguir el equipo especializado que necesita para seguir desarrollando la aplicación.

Instalaciones destruidas de la Universidad de Gaza. (c) Iyad Al Baba/Oxfam

Instalaciones destruidas de la Universidad de Gaza. (c) Iyad Al Baba/Oxfam

El Dr Hani Khousa, Director de Asuntos Exteriores de la Universidad habla de como ‘no ha sido fácil para nosotros dotar a la universidad de las tecnologías necesarias para continuar con los programas educativos. Estudiantes y miembros del personal han perdido muchas oportunidades de capacitación por culpa del bloqueo en la frontera de Gaza’.

Ahora, a causa de los bombardeos de las últimas semanas, la supervivencia del centro está  bajo cuestión, al ser alcanzado por docenas de proyectiles de combate. ‘Causó graves daños en las aulas, laboratorios y despachos administrativos. Las redes eléctricas e internet están completamente destruidas y tampoco ha quedado nada de los proyectos de los estudiantes’, nos cuenta el Dr. Khousa. Se estima el daño total causado en un valor de alrededor de 2,5 millones de dólares.

Además, la Universidad está de luto, ya que al menos 15 estudiantes y un funcionario fueron asesinados durante los bombardeos próximos a sus hogares. ‘Otros resultaron heridos, y muchos de nuestros estudiantes y miembros del personal han perdido algún familiar y sus casas han sido destruidas’, dice el Dr. Khousa.

La propia Nidah tuvo que evacuar su casa y sólo ahora ha podido regresar. ‘Dos habitaciones han resultado dañadas y todas las ventanas están hechas añicos, pero lo que más temo son los efectos de la guerra en mis hijos‘, nos dice. Su hijo pequeño, con sólo tres años, ya ha vivido su segunda guerra.

A pesar de todas estas malas noticias, el Dr. Khousa y el resto del personal de la universidad siguen decididos a hacer todo lo posible para ayudar a sus estudiantes. ‘Ya es terrible que algunos de ellos hayan perdido a sus familiares y sus casas. No deberían perder además la oportunidad de recibir formación. La educación universitaria es muy importante para los palestinos. Es la inversión real que nunca deberíamos perder’ nos dice.

El nuevo año académico tendría que empezar en septiembre, pero es poco probable que esto suceda. Ya se ha comenzado a reparar los daños menores, pero tardaremos mucho tiempo en recuperarnos de los daños más graves. ‘Con aulas e instalaciones tan dañadas, ¿dónde podríamos ubicar a los estudiantes?’ se pregunta el Dr. Khousa. ‘Los estudiantes que han perdido familiares y sus casas no podrán reanudar sus estudios con normalidad, ya que por el momento bastante tienen con cuidar de sus familias y encontrar un lugar donde refugiarse’.

Arwa Mhanna es responsable  de comunicación y medios de Oxfam en Gaza

¿Tienes tiempo para luchar y bailar?

Por Susana ArroyoSusana Arroyo

Juana Olivia murió el domingo 17 de agosto. Diez meses atrás, antes de que le diagnosticaran el cáncer, coincidimos en Madrid. Ella y decenas de mujeres avanzadorasde América, África y España nos reunimos para compartir y aprender de nuestras causas. Recuerdo su firmeza, sus huipiles y sobre todo su intervención sobre qué significa ser lideresa. “Supone tomar en cuenta los tiempos de las mujeres, porque no tenemos los mismos tiempos de los hombres: Para poder salir a una asamblea tenemos que dejar al hijo, la comida hecha, tenemos que dejar muchas tareas. Ser lideresa es conocer a las mujeres, a sus demandas, sus propuestas y sus tiempos; es lograr consensos y  dar información, porque la información es poder y construir colectivamente el poder es una base fundamental de los liderazgos de las mujeres.”

Juana Olivia Hernández posa durante el encuentro de mujeres activistas organizado por Oxfam Intermón el pasado octubre en Madrid (c) Jorge París / 20 minutos

Juana Olivia Hernández durante el encuentro de mujeres activistas organizado por Oxfam Intermón el pasado octubre en Madrid (c) Jorge París / 20 minutos

Esa semana hablamos de la importancia de cuidarnos y protegernos, de ver nuestros cuerpos y nuestras mentes como una de las principales causas de lucha. Pero nos cuesta.

Muchas de nosotras llevamos meses diciéndonos “esta semana programo mi cita médica”.

Pero llega la reunión urgente, llama nuestro jefe para que redactes el documento que no puede esperar, aparece un viaje de última hora que es “vital” atender. Se enferman tus hijos, tu pareja sale de la ciudad, tu familia viene a visitarte.

Y no sacas la cita. O la cancelas, como cancelaste el corte de cabello, la cena con tus amigos y el masaje aquel que llevabas tiempo esperando. Se apilan los libros sin leer, las canciones sin bailar, los meses sin días para nosotras mismas.

Es muy duro esto de cuidar y cambiar el mundo. No importa si somos voluntarias en una organización barrial, madres de familia o presidentas de una federación que agrupa a millones de militantes. El activismo y la lucha –política y personal- nos exigen energía, tiempo y dinero; nos llenan de dicha pero también de miedos, culpas y dolores.

Culpa por hacer una siesta. Por no hacerla. Por no ir a la marcha. Por preferir una tarde de televisión o sexo antes que a una conferencia de especialistas. Preocupación por las historias que te contaron las mujeres con las que trabajas. Dolor por las injusticias que enfrentan. Miedo de que les pase algo, de que te pase algo.

Hace unos años, Jane Barry y Jelena  Đorđević publicaron ¿Qué sentido tiene la revolución si no podemos bailar?, un libro donde activistas de todo el mundo comparten las dificultades físicas y mentales que enfrentan debido al agotamiento que supone el trabajo de cuidar a otros, el trabajo de luchar por un mundo más justo y el trabajo de vivir. Sus testimonios lo dejaban claro: el autocuidado y la seguridad eran herramientas urgentes para asegurar la sobrevivencia de las mujeres y del movimiento por la defensa de nuestros derechos. Es un texto que interpela y conmueve.

Volví a leerlo esta semana y pensé en Olivia. Yo sé que ella luchaba y bailaba.

Lo hará por siempre.

 

Susana Arroyo es responsable de comunicación de Oxfam en América Latina. Tica de nacimiento, vive en Lima. Quiere que cambiar el mundo nos valga la alegría, no la pena.

La mujer tierra

Por Beatriz PozoBea Pozo

A veces es la decisión de hacer una determinada carrera lo que define el futuro de una persona, otras es una casualidad, o un golpe de suerte, incluso un error. En el caso de María Verônica de Santana fue una sequía. Una sequía que ‘afectó sobre todo a las mujeres, porque los hombres emigraron y fuimos nosotras las que nos quedamos cuidando de la casa y los hijos. Y la tierra’. Era 1986. Hasta entonces, María Verônica vivía solo del trabajo de la tierra, pero a partir de ese momento, al organizarse el Movimiento da Mulher Trabalhadora Rural do Nordeste, también se dedicó a luchar por el reconocimiento de los derechos de las mujeres del campo. Su primer éxito llegó dos años después cuando su trabajo pasó de considerarse una labor doméstica a una profesión.

María Verônica de Santana. Imagen: Pablo Tosco/ Oxfam Intermón

María Verônica de Santana. Imagen: Pablo Tosco/ Oxfam Intermón

No obstante, María Verônica sabe que su trabajo no puede desligarse de la realidad política de su país y que la vida de las trabajadoras del campo depende del rumbo que este tome y de que se produzca un cambio nacional en el trato a las mujeres. El problema está en que la sociedad allí es ‘patriarcal y machista’, y que la democracia ‘no funciona’ porque ‘el Estado brasileño no fue pensado para el pueblo, fue organizado y diseñado para las élites’. De este modo, ‘en Brasil una vez que votas, se acabó tu participación y la gente se está dando cuenta de que este tipo de democracia representativa no sirve. Necesitamos participar directamente, que la sociedad tenga voz y sea consultada en muchos temas y realmente no es así’.

Por eso defiende una ‘reforma integral’que afecte desde el sistema electoral y de financiación de partidos, hasta la justicia. Ese proceso también debe de servir para que las mujeres participen más en la toma de decisiones. Sin embargo, María Verônica cree que en este momento las mujeres son discriminadas incluso en los propios movimientos ciudadanos y es consciente que, para que la reforma tenga éxito, eso es lo primero que hay que cambiar. ‘Quienes tienen que decir por qué la reforma política es importante para la vida de las mujeres son las mujeres. No pueden ser los hombres, porque históricamente nos han estado diciendo lo que tenemos que hacer. Esto tiene que cambiar dentro del propio movimiento social y en eso estamos peleando las organizaciones de mujeres. La gente no puede esperar a cambiar todo el sistema para después cambiar la vida de las mujeres. Hay que hacerlo desde el principio’.

Así, desde su organización defienden un aumento de la participación política de las mujeres a través de la financiación de campañas, listas electorales con alternancia de género y paridad en todos los espacios mixtos (conferencias, consejos, encuentros), al mismo tiempo que llevan a cabo campañas de concienciación sobre la reforma política.

Hace año y medio, una carta del Movimiento da Mulher Trabalhadora Rural do Nordeste volvía a hablar de las sequías: ‘Las mujeres somos, sin lugar a dudas, las más afectadas por la sequía, las que más esfuerzos desplegamos para garantizar la convivencia con el semiárido, al permanecer, por ejemplo, en lugares de escasa agua para personas, animales y plantas.’. El reto con el que María Verónica comenzó sigue vigente. Las trabajadoras del campo siguen necesitando ayuda, pero ahora cada vez más organizaciones y personas luchan por sus derechos y por empoderar a todas las mujeres de Brasil.

Beatriz Pozo es estudiante de periodismo y comunicación audiovisual. Colabora como voluntaria con el equipo de comunicación de Oxfam Intermón.

 

Imagina una mujer. Imagina que es 2007. Imagina que vive en Gaza.

Por Beatriz PozoBea Pozo

Imagina una mujer. Una mujer normal, casada, con varios hijos, una casa…Pongamos que se llama Salma. Su familia vive, como muchos de sus vecinos, del cultivo de fresas que luego exportan a Gran Bretaña. Cada día se levanta y prepara el desayuno, y, más adelante, lleva a sus hijos al colegio. Espera que en unos años se vayan fuera a estudiar a la universidad y tengan un buen futuro. A Salma le gusta pasear y le gusta leer por las noches antes de acostarse.

Ahora bien, ella no lo sabe, pero tiene un problema. Algo que va a transformar por completo su vida. Salma vive en Gaza y es 2007, el año en que comenzó el bloqueo.

Una mujer de Gaza, en 2009. Imagen: Oxfam Intermón.

Una mujer de Gaza, en 2009. Imagen: Oxfam Intermón.

Ahora vayamos al presente, o más en concreto, a los meses antes de la operación “Margen Protector”. Han pasado 7 años desde que se inició el bloqueo. ¿Qué ha ocurrido con Salma? Ella sigue viviendo en su casa, con su marido y sus hijos. También continúa haciendo la comida, pero esta ha cambiado. No solo porque la cantidad es menor; ni porque sea muy complicado encontrar algo de pescado en el plato, después de que la zona  de pesca autorizada a los residentes en Gaza se haya visto reducida de 12 millas de distancia de la costa, a, en este momento, sólo tres; sino porque esa comida ya no procede del dinero que obtienen por el cultivo de fresas.  Son alimentos proporcionados por ONGs que trabajan en la ciudad.

La economía de Gaza antes del bloqueo dependía de las exportaciones, pero en la primera mitad de 2014 la venta de productos al exterior se había reducido al 3% de lo que era en 2007. Por eso, Salma ya no puede seguir pagando su comida y la de su familia y tiene que depender de ayuda humanitaria.

De todas formas, ella se siente afortunada, porque, al contrario que muchos de sus vecinos- el 35% de la tierra de labranza de Gaza no se puede cultivar por el bloqueo o solo puede ser cultivada con restricciones- su familia sigue teniendo su terreno y puede seguir produciendo una pequeña cosecha que luego venden en la ciudad. Eso les proporciona unos ingresos con los que no cuentan mucha de los habitantes de Gaza, donde el 40% de la gente está desempleada.  Buena parte del dinero lo usan en comprar agua embotellada, porque la del grifo ya no es potable.

Salma ya sabe que probablemente sus hijos no podrán irse fuera  a estudiar en la Universidad, ya que, en los últimos 14 años sólo se ha permitido estudiar en Cisjordania a 3 residentes en Gaza. También ha abandonado el hábito de leer por las noches, a causa de los habituales cortes eléctricos, que llegan a durar hasta 16 horas.

Su vida ha cambiado mucho en estos 7 años de bloqueo. Quizá lo peor de todo, como decía Lara Contreras en un post anterior, es la ausencia de futuro para ella y para sus hijos, la incertidumbre de no saber qué pasará en unos años, pero que, si sigue este camino, no será nada bueno.

Esta Salma que nos imaginamos en, concreto, no existe, pero en Gaza hay muchas Salmas. El 80% de los habitantes de la Franja viven hoy gracias a la ayuda humanitaria. El bloqueo transformó sus vidas. Sólo si este acaba, podrán empezar a recuperarse. Sólo si este acaba podrán ver un futuro más esperanzador. 

Beatriz Pozo es estudiante de periodismo y comunicación audiovisual. Colabora como voluntaria con el equipo de comunicación de Oxfam Intermón.

Sierra Leona: zona libre de mutilación genital femenina

Por Josefina Salomon
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El pasado 22 de julio se celebró en Londres la primera Cumbre de la Niña. Uno de sus objetivos: acabar con la mutilación genital femenina, una práctica abominable a la que han sido sometidas 140 millones de mujeres y niñas en el mundo, según la Organización Mundial de la Salud. Algunas comunidades en Sierra Leona, mientras tanto, ya han comprendido hace tiempo lo que esta cumbre propone: en apenas un mes, unas 600 niñas se salvaron de este tipo de tortura.  

El tour Art for Action reunió en Bruselas en 2013 cuatro creaciones hechas con más de 42 mil pétalos de rosa para presentarlas ante responsables políticos europeos y de otros países. Cada pétalo lleva la firma de una persona comprometida contra la mutilación genital.

El tour Art for Action reunió en Bruselas en 2013 cuatro creaciones hechas con más de 42 mil pétalos de rosa para presentarlas ante responsables políticos europeos y de otros países. Cada pétalo lleva la firma de una persona comprometida contra la mutilación genital femenina. Imagen: Amnistía Internacional

Mientras varias decenas de mujeres se sentaban en círculo en la jefatura de Masungbala, en el noroeste de Sierra Leona, para hablar de sus historias de horror y dolor, los líderes varones de la comunidad compartían sus opiniones en otro grupo. Las mujeres, una a una, describieron cómo les habían mutilado los genitales en el marco de rituales de iniciación y el dolor casi insoportable que se vieron obligadas a aguantar. La mayoría de ellas dijo que se arrepentía de haber apoyado esta práctica. Sostuvieron con  firmeza que sus hijas no debían sufrir lo mismo. Unos pasos más allá, los jefes varones debatían cómo podía abordar la comunidad este problema.

Intergenerational dialogue session on Female Genital Mutilation in Masungbala Chiefdom

Sesión de diálogo intergeneracional sobre mutilación genital femenina en Masungbala (Sierra Leona). Imagen: Amnistía Internacional

Y entonces, lo que se creía imposible ocurrió. Después de días de debates y negociaciones en el contexto de una serie de talleres organizados por Amnistía Internacional y organizaciones locales en agosto de 2011, la comunidad firmó un memorando de entendimiento que prohíbe la mutilación genital femenina para niñas menores de 18 años de edad. El memorando establece asimismo que toda mujer que supere esa edad tiene que dar su consentimiento antes de que se lleve a cabo el procedimiento.

Unas 600 niñas se salvaron de la mutilación en la jefatura de Masungbala en el plazo de un mes tras la firma del memorando de entendimiento.

La experiencia de los talleres fue tan positiva que los colectivos de activistas locales dicen que cientos de comunidades de todo el país han seguido el ejemplo y han prohibido también esta práctica tradicional nociva.

Aunque la Ley de Derechos de la Infancia de 2007 protege a los niños y niñas de prácticas tradicionales nocivas, no hay ninguna ley que prohíba específicamente la mutilación genital femenina en Sierra Leona, pero estas comunidades están dando un gran ejemplo de lo que es posible’, ha afirmado Aminatou Sar, directora del Proyecto de Educación en Derechos Humanos en África de Amnistía Internacional.

*Romper el silencio*

“Sierra Leona podría convertirse en una zona libre de mutilación genital femenina”, asegura Arun Turay, coordinador de Advocacy Movement Network (AMNET) que, junto con Amnistía internacional, organizó los talleres para sensibilizar a las comunidades seleccionadas y empujarlas a tomar medidas para combatir la mutilación genital femenina.

El proyecto forma parte del programa educación en Derechos Humanos en África de Amnistía Internacional que se desarrolla actualmente en siete comunidades del distrito de Kambia, en Sierra Leona, y se centra en varias cuestiones de derechos humanos que afectan a las comunidades locales, entre ellas la mutilación genital femenina.

Es muy difícil que la gente hable de estas cuestiones, pero como las comunidades tienen una sólida tradición de diálogo, reunimos a todos los miembros de la comunidad para hablar de los peligros de la mutilación genital femenina’, explica Arun. ‘Quedó claro que la gente quería abordar el problema pero no sabía cómo hacerlo. Ahora el proceso ha cambiado por completo las vidas de muchas mujeres y niñas.’

Arun mantiene un contacto asiduo con las comunidades: ‘Hace sólo unos meses, los jefes me dijeron que el cambio de práctica ha sido ya plenamente aceptado y que la atención se ha trasladado ahora a educar a las niñas‘, ha afirmado.

La razón de que los acuerdos funcionen, según Arun, es que la mayoría de los miembros de la comunidad están comprometidos con ellos como consecuencia de un proceso de diálogo puesto en marcha por los talleres. Los líderes y miembros de las comunidades que apoyan y practican la mutilación genital femenina dicen que es necesaria para proteger el así llamado “honor” de las mujeres. Esta actitud refleja estereotipos muy extendidos acerca de la sexualidad de las mujeres, así como la creencia de que esta sexualidad debe ser controlada. Además, en algunas sociedades persisten creencias que consideran impuras a las mujeres no mutiladas y no les permiten manipular los alimentos y el agua.
La experiencia de Sierra Leona ha impulsado a Arun a ver el futuro con optimismo: “Lo que ha ocurrido en las comunidades con las que trabajamos en Sierra Leona podría ocurrir en otros países de África o incluso en todo el mundo. El diálogo en la comunidad es una poderosa herramienta de educación en derechos humanos y puede llevar al cambio”, asegura.

La Organización Mundial de la Salud calcula que hasta 140 millones de mujeres y niñas han sido sometidas a mutilación genital en todo el mundo.  El procedimiento puede llevarse a cabo a diversas edades, desde poco después del nacimiento hasta cuando una mujer ha completado su desarrollo. Las mujeres y niñas a las que se mutilan sus genitales externos a menudo sufren dolor severo, hemorragias, shock, dificultades para orinar, infecciones y en ocasiones incluso la muerte. Muchas sufren también dolor crónico, dificultades durante el parto –incluido un riesgo mayor de mortalidad materna–, disminución del placer sexual y trastorno de estrés post-traumático.

Josefina Salomon es periodista y trabaja en Amnistía Internacional.

El silencio de las víctimas

Por Flor de Torres Flor de Torres

Ellas, las víctimas de violencia de género, apenas pueden hablar cuando acuden a las Instancias Judiciales. Sus frases son entrecortadas porque les asoma frecuentemente el llanto, les cuesta fijar sus ojos pues tienen la mirada perdida y están muy lejos de nuestras vidas y de nuestros tiempos. Sus tiempos son otros y sus códigos de conducta y emocionales distintos.

Un paso al frente. La denuncia es un paso necesario para superar la violencia de género. Imagen de TrasTando.

Un paso al frente. La denuncia es un paso necesario para superar la violencia de género. Imagen de TrasTando.

Y también están las víctimas que no vienen, las ancianas, los hijos, los nietos, los incapaces, los acogidos, los menores. Todos ellos victimas silenciosos del maltrato. A ninguno el día a día puede ofrecerle un horizonte de esperanza. Nadie les guía, entre otras cosas porque no conocen el camino. Todos ellos están en manos de sus maltratadores y solo las Instituciones públicas, privadas, Instancias Judiciales, los vecinos, los amigos, los compañeros, la policía, los médicos que las atienden, o los conocedores de su situación son los obligados a denunciar.
Porque en el día después todas ellas tienen algo en común. Vienen de distintos orígenes, incluso de distintos países, tienen distintas historias, costumbres, estratos sociales, profesiones, domicilios. Pero cuando se descubren como víctimas, cuando el miedo, la rabia y la impotencia les empuja, lo hacen de la misma forma: En silencio y a escondidas.

Y es saber donde acudir, en que momento, como asegurar su integridad, su situación jurídica, su salud física y mental y garantizar a los menores, a sus menores, la educación en igualdad, en respeto a los valores tan íntimos como la libertad, la igualdad, la dignidad y la integridad, el objetivo prioritario para su detección y protección.

Contribuir a que los malos tratos se hagan visibles, es la esencia de su combate. Cada Ayuntamiento tiene un Centro de Información a la mujer, un centro de Igualdad donde se les atiende, se les asesora, se les da asistencia psicológica, asistencial y Jurídica. Los Servicios de Atención a Víctimas de los Juzgados tienen completos equipos multidisciplinares gratuitos para idénticos fines y el Instituto de la Mujer también posee esos recursos, Las Diputaciones poseen sus Áreas de Igualdad con profesionales y asesoramiento jurídico y psicológico. Los Centros de Salud, principalmente en Urgencias se han formado y han protocolizado sus actuaciones para dar cuenta diaria y puntual a la Fiscalía de violencia a la mujer de situaciones que detectan con sospecha de violencia de género cuando la mujer no quiere o no puede denunciar. Todos ellos nos coordinamos y nos auxiliamos en la información. Y en el momento preciso actuamos denunciando. La Policía y la Guardia Civil les atenderán con personal especializado.

Pero además debe de estar presente el empoderamiento de la mujer para afrontar un proceso. Su fortaleza interior para no derrumbarse y para atravesar el camino Judicial.

Los Juzgados de Violencia a la Mujer y la Fiscalía de Violencia a la Mujer son los encargados de tramitar su caso. Sabemos cómo es la víctima de violencia de género y por ello le aseguramos una atención especializada en la materia. Su protección física y psíquica de acuerdo con sus circunstancias personales así como protección policial. Se les dota de una dotación económica y se les adecua sus peticiones civiles en relación a los hijos y manutención en el mismo momento de la interposición de una orden de Protección que sea indicadora de una situación objetiva de riesgo para ella. Se les otorga atención especializa a través del Servicio de Atención a Victimas con tratamiento integral y acompañamiento a Juicio y se les dota de Abogado y Justicia Gratuita desde el inicio del proceso.

Y la experiencia me dice que la protección a las víctimas de violencia de género es más eficaz con la denuncia. En 2013 de las 54 víctimas mortales no habían denunciado 43 y en el 2014 de las 29 víctimas mortales no denunciaron 20.

No se puede proteger a una mujer que no denuncia. Desgraciadamente allí no llegamos y por ello todas las Instituciones nos hemos conectado para intercambiarnos información y proceder en defensa de los derechos de las víctimas que siguen visitándonos la mayoría de las ocasiones en silencio. Alcemos la voz en su nombre.

Flor de Torres Porras es Fiscal Delegada de la Comunidad Autónoma de Andalucía de Violencia a la mujer y contra la Discriminacion sexual.

El mejor amigo de la mujer

Por Eva MorenoEVAMASTINES 2

María dice no ser una mujer valiente. Cuenta que ha vivido siempre acobardada, tanto cuando sufría malos tratos en casa como después de denunciarlos. Vive siempre con el miedo de que su ex pareja pueda aparecer en cualquier momento, de que pueda hacerle daño, o peor aún, de que pueda hacer daño a sus hijos. No sé a ti, pero a mí me parece que la valentía es eso: no se trata de no pasar miedo, sino de tener el valor de enfrentarse a él. La gran artista y mejor persona Pasión Vega te dedica su canción: María se bebe las calles

Es deplorable que el número de mujeres que sufren malos tratos como consecuencia de la violencia machista sea una constante en los noticieros y que no seamos capaces de encontrar la forma de frenar esta lacra que nos persigue con independencia de lugar de procedencia o clase social.

Miembros de FENIXCAN con perros de acogida. Imagenes cedida por Fenixcan

Miembros de FENIXCAN con perros de acogida. Imagenes cedida por FENIXCAN

Las medidas puestas en marcha hasta ahora por las autoridades competentes en la materia resultan claramente insuficientes y no del todo eficaces en opinión de distintas asociaciones de víctimas de violencia de género. Pero gracias a la bondad y a la creatividad de algunas personas, a veces surgen ideas tan bellas y eficaces para paliarla como la adopción de un perro, que además de proporcionar seguridad y devolver a la mujer maltratada el respeto y la confianza en sí misma, da acogida a un can que procede casi siempre de un maltrato o abandono. Una fantástica manera de ofrecer una segunda oportunidad que consigue la recuperación psicológica de la mujer y la felicidad de un animal agradecido de por vida.

Jesús Mas y Juan Porras codirigen FENIXCAN, el Centro Municipal de Acogida de Animales Abandonados de Guadarrama, una protectora de animales que realiza múltiples servicios clásicos como recogida, identificación, curación (en su caso) y puesta en adopción, principalmente de perros. Pero que no se contenta con eso, sino que promueve terapias complementarias con personas que sufren algún tipo de trastorno, principalmente vinculado a la pérdida de autoestima, siempre de la mano de psicólogos y terapeutas profesionales y expertos cada uno en su campo.

“En nuestra experiencia los perros acogidos o adoptados por mujeres vulnerables muestran una hipersensibilidad hacia la protección de sus dueñas. Su entrega y agradecimiento es absoluto y su fidelidad incuestionable. La terapia hace que uno vuelva a creer en la magia –nos explica un emocionado Jesús-, porque los animales son capaces de producir estímulos en estas personas que hacen que florezca la curación. Actúan como espejos, devolviendonos todo el cariño que somos capaces de dar”.

Gracias a este tipo de organizaciones, ya son muchas las personas que se han beneficiado del gran apoyo que les ha brindado en su defensa el mejor amigo de la mujer. Y todos nosotros podemos apoyar y colaborar en la sostenibilidad de éste y otros proyectos del centro de acogida animal de Guadarrama porque, como reza el título de la reciente película de David Trueba, “vivir es fácil con los ojos cerrados”.

Eva Moreno es comunicadora en Oxfam Intermón y activista por los derechos de los animales

Igualdad: desde los Andes hasta Egipto

Por Raquel FerrandoRaquel Ferrando

Existen mujeres de diferentes partes del planeta que encuentran fórmulas para sobrevivir en un mundo desigual. Y no sólo intentan hacerlo desde la sombra sino siendo motores de cambio, un cambio que se da de forma distinta en cada lugar pero que busca lo mismo: hacer entender que la sociedad será mejor si logramos la igualdad real.

Es el caso, por ejemplo, de las feministas comunitarias de la zona andina que luchan por sus derechos pero manteniendo sus saberes ancestrales indígenas (lo que allí se llama ‘cosmovisión’). Ellas explican que la complementariedad entre hombres y mujeres, tal y como se aplica hoy en día en sus comunidades, hace que los hombres sean los líderes mientras las mujeres les apoyan desde casa y no pueden acceder a los espacios de decisión en igualdad de condiciones. Ellas aseguran que la complementariedad antiguamente consistía en la participación de ambos sexos en los espacios de poder y les permitía tomar mejores decisiones.

Asimismo en Ecuador a través de los espacios de intercambio que apoya Oxfam entre mujeres populares y diversas de Ecuador, Colombia, Brasil y Perú comprendí que que hay tantas formas de ser feminista como contextos y saberes. El debate de estas mujeres latinoamericanas integra a muchas personas, más de las que imaginamos, porque no excluye a nadie que luche por la igualdad. Ellas me decían: ‘Tú has nacido en Europa, sí, pero ¿acaso nuestros problemas no son los mismos?’ 

Feminismos. Fuentes: www.oxfam.org www.facebook.com/popularesydiversas

Hay tantas formas de ser feminista como contextos y saberes. Fuente: www.oxfam.org; www.facebook.com/popularesydiversas

Otro buen ejemplo de mujeres que desde su cultura y su religión luchan por disminuir la desigualdad de género son las feministas islámicas. Al comenzar a compartir ideas en Argelia, con mis amigas argelinas y saharauis, me llamó la atención un ejemplo que suelen nombrar: el de la figura de Aisha, quien fue una profetisa muy importante en la religión musulmana. porque fue vital al inicio del Islam y porque conociéndola se puede entender que el protagonismo femenino que hoy se ha perdido en las costumbres musulmanas se debe a las interpretaciones patriarcales de los textos. Es decir, a interpretaciones desde el punto de vista masculino.

Las feministas islámicas se enfrentan, al igual que las mujeres andinas, a poderes patriarcales que a veces son muy fuertes pero otras veces ni siquiera notamos. Su lucha por defender la igualdad de género es la misma pero tintada de sus saberes y conocimientos propios. Su iniciativa es otro ejemplo para todos y todas de que es posible ‘releer’ las reglas preestablecidas en cada contexto, que siempre creímos inamovibles, y avanzar hacia la igualdad.

Acordémonos de la lucha de estas mujeres diversas de todo el mundo y pongámoslas como ejemplo, así lograremos que otra gente se contagie de esta fuerza que lleva al cambio de modelo social. Porque ningún problema social va a terminar de resolverse si no es de la mano de la igualdad real, y solo con eso habremos avanzado un poco más.

 

Raquel Ferrando trabaja en cooperación internacional desde 2003 con la convicción de que no se pueden cambiar las cosas sin mirar desde otro enfoque, el de la igualdad de género.

Testimonio desde un hospital de Gaza

Por Beatriz PozoBea Pozo

‘Hoy es el cuarto día en Gaza. Los dos primeros fueron como un limbo. Estábamos en Gaza, pero todavía no éramos totalmente conscientes de lo que estaba pasando. Vivíamos en el hospital, comíamos en el hospital, trabajábamos en el hospital y dormíamos en el hospital. Observábamos los heridos, escuchábamos las ambulancias y veíamos los cuerpos y la gente desparramados en el suelo; pero, a pesar de todo, todavía no lo asimilábamos. Ayer, las cosas empezaron a cobrar sentido cuando vi a un niño durmiendo con su padre en una habitación al aire libre, sobre unos cartones. Se encontraba allí por la mañana, se encontraba allí por la tarde y de nuevo esta mañana y esta tarde. Me pregunto dónde está su madre, dónde está su familia.’

 Médicos tratando a un niño en el hospital Al Awda ubicado en el norte de Gaza. (c) Mohammed Al Baba/Oxfam

Médicos tratando a un niño en el hospital Al Awda ubicado en el norte de Gaza.
(c) Mohammed Al Baba/Oxfam

Dina Khoury-Nasser es una enfermera palestina de 53 años. Trabaja en el hospital Al-Shifa, el mayor centro médico de Gaza, que fue atacado el pasado día 28. Pese a estar acostumbrada a ver gente herida, ni siquiera ella es inmune a lo qué está pasando. ‘La realidad me golpeó cuando comenzó el bombardeo sobre Jabalia’

Cada día llegan decenas de nuevos heridos al hospital, el 30% de los cuales son niños, según datos de Médicos Sin Fronteras. En su testimonio Dina habla de algunos de los casos a los que se enfrenta. ‘Esta mañana, cuando comenzó el bombardeo, empezaron a llegar niños y niñas’. Una de ellas era Haneen, de 8 años. Tenía un brazo herido, la cabeza vendada y no podía abrir los ojos por las quemaduras que tenía en la cara y la hinchazón de un edema. ‘Sostuve su pequeña mano herida y le aseguré que me quedaría con ella. Después preguntó por su padre y sus dos hermanas. Le conté que su padre la estaba esperando, pero no pude decirle que su hermana había muerto. Tampoco pude contarle, más adelante, que habían encontrado el cuerpo de su otra hermana entre los escombros. Las dos tenían menos de cuatro años’.

Los hospitales de Gaza están al borde de la saturación. A las miles de personas heridas se unen problemas con los suministros y con la luz eléctrica, que ponen en peligro los materiales sanitarios. Además, en palabras de Bárbara Mineo, directora de Acción Humanitaria de Oxfam Intermón, ‘las condiciones de salud pública en Gaza están empeorando cada hora, y con el agua potable agotándose, los riesgos de enfermedades no hacen sino aumentar’.

Por eso, para Dina aquel fue ‘un día duro que acabó con noticias esperanzadoras’ porque llegaron nuevos compañeros con suministros del hospital Augusta Victoria de Jerusalén. ‘Su ayuda es muy apreciada. Estar aquí es lo único que importa’. No obstante, no puede evitar mirar las caras de la gente. ‘Todos están como aturdidos. Hay una enfermera, que se trae a su hijo al hospital, que parece profundamente triste. La jefa de enfermeras tuvo que respirar hondo mientras hablaba de los niños que había visto. Dijo que necesitaríamos tiempo para curarnos. El dolor se toma su tiempo. Las historias son abrumadoras y las pérdidas no han acabado.’

La población de Gaza se enfrenta a una grave crisis de salud pública debido a la destrucción y contaminación del suministro de agua. Además, al menos 12 hospitales, 14 clínicas y 22 ambulancias han sido dañados y hay problemas en el suministro eléctrico a los centros de salud. Si quieres ayudar a evitar esta crisis puedes hacerlo aquí: http://bit.ly/crisisgaza

Beatriz Pozo es estudiante de periodismo y comunicación audiovisual. Colabora como voluntaria con el equipo de comunicación de Oxfam Intermón.

Detrás de las rebajas

Por Beatriz PozoBea Pozo

Hace un año, en este mismo blog, Sole Giménez se preguntaba por qué algunos productos son tan baratos. Cómo puede ser que paguemos tan poco dinero por un artículo hecho en el extranjero y en cuya producción han participado varias personas. Sole concluía que la única respuesta posible es la injusticia. Un ejemplo de esa injusticia son las maquilas. Las terribles condiciones que soportan las personas que trabajan en ellas, hacen posible que durante las rebajas la ropa se oferte con un 50% de descuento y al mismo tiempo sea rentable para la empresa que la vende.

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Sandra Ramos, activista defensora de los derechos de las trabajadoras de las maquilas. Imagen Pablo Tosco/ Oxfam Intermón

Las maquilas son empresas extranjeras que instalan sus fábricas textiles en países en vías de desarrollo, aprovechándose de incentivos fiscales para no pagar casi impuestos y empleando a la mano de obra local bajo unas condiciones laborales asfixiantes. No se trata solo de largas jornadas laborales y bajos salarios. También suponen un gran riesgo para la salud, tanto por la exposición a sustancias químicas como por el riesgo de sufrir accidentes. Uno de los países con un mayor número de maquilas es Nicaragua.

Desde hace más de 20 años, Sandra Ramos lucha por los derechos de las trabajadoras de estas fábricas textiles. Su trabajo se centra sobre todo en mujeres, porque cree que las condiciones laborales que soportan ellas son mucho peores: ‘Al principio pensaba que la clase obrera era una, pero me di cuenta de que no. Hay hombres y mujeres’. Sandra cuenta como el gobierno, tras una privatización masiva, permitió la entrada de grandes empresas provenientes de Taiwán, que tenían a las mujeres trabajando prácticamente gratis. Sólo cobraban ‘un dólar a la semana’, aprovechándose del alto paro en el país. Muchas de las mujeres no conocían sus derechos, estaban asustadas porque los inversionistas y el gobierno les hacían creer que donde se acantonaban esas empresas no reinaban las leyes laborales nicaragüenses, sino las leyes del inversionista’.

El resultado fue que, en 2002, y según datos de un informe realizado por Sandra y su organización, el Movimiento de Mujeres Trabajadoras y Desempleadas “María Elena Cuadra” (MEC), el 55% de las mujeres empleadas en las maquilas afirmaban haber sufrido algún tipo de enfermedad, lesión o problemas de salud causados por su trabajo, el 43% decía ignorar los convenios laborales y casi el 50% denunciaba haber sido víctima de violencia verbal o psicológica.

En estos años la situación ha mejorado. El trabajo de organizaciones como la de Sandra, ha permitido que ‘las mujeres ya no se dejen como se dejaban antes’. ‘Tuvimos que prepararlas nuevamente en sus derechos, en romper los miedos y los temores. Hoy por hoy, la nueva generación de mujeres jóvenes en este entorno laboral tiene más conocimiento, más poder de decisión y más poder para reclamar sus derechos.’

No obstante, estas mujeres siguen enfrentándose a un empleo precario. Cada día se levantan para ir a trabajar, durante muchas horas y por poco dinero, a un lugar en el que no saben si sufrirán algún tipo de accidente, expuestas a productos químicos, bajo un calor intenso, con malos servicios de higiene y en el que pueden ser sometidas a un trato vejatorio por parte de sus jefes. Activistas como Sandra hacen mucho por ellas, pero quizá con eso no sea suficiente.

Las empresas que las contratan han mostrado hasta el momento muy poca preocupación por el bienestar de sus trabajadores y no parece que eso vaya a cambiar en un futuro próximo. Sin embargo, esas compañías sí que se interesan por sus clientes y por seguir vendiendo. Si esos consumidores presionan, alzan la voz por la situación de estas mujeres, y de todo aquel que está sufriendo por la injusticia de los precios bajos, y ayudan a gente como Sandra a trasmitir su mensaje, a las empresas no les quedará más remedio qué actuar y preocuparse más por las personas que emplean.

Beatriz Pozo es estudiante de periodismo y comunicación audiovisual. Colabora como voluntaria con el equipo de comunicación de Oxfam Intermón.