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Sierra Leona: zona libre de mutilación genital femenina

Por Josefina Salomon
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El pasado 22 de julio se celebró en Londres la primera Cumbre de la Niña. Uno de sus objetivos: acabar con la mutilación genital femenina, una práctica abominable a la que han sido sometidas 140 millones de mujeres y niñas en el mundo, según la Organización Mundial de la Salud. Algunas comunidades en Sierra Leona, mientras tanto, ya han comprendido hace tiempo lo que esta cumbre propone: en apenas un mes, unas 600 niñas se salvaron de este tipo de tortura.  

El tour Art for Action reunió en Bruselas en 2013 cuatro creaciones hechas con más de 42 mil pétalos de rosa para presentarlas ante responsables políticos europeos y de otros países. Cada pétalo lleva la firma de una persona comprometida contra la mutilación genital.

El tour Art for Action reunió en Bruselas en 2013 cuatro creaciones hechas con más de 42 mil pétalos de rosa para presentarlas ante responsables políticos europeos y de otros países. Cada pétalo lleva la firma de una persona comprometida contra la mutilación genital femenina. Imagen: Amnistía Internacional

Mientras varias decenas de mujeres se sentaban en círculo en la jefatura de Masungbala, en el noroeste de Sierra Leona, para hablar de sus historias de horror y dolor, los líderes varones de la comunidad compartían sus opiniones en otro grupo. Las mujeres, una a una, describieron cómo les habían mutilado los genitales en el marco de rituales de iniciación y el dolor casi insoportable que se vieron obligadas a aguantar. La mayoría de ellas dijo que se arrepentía de haber apoyado esta práctica. Sostuvieron con  firmeza que sus hijas no debían sufrir lo mismo. Unos pasos más allá, los jefes varones debatían cómo podía abordar la comunidad este problema.

Intergenerational dialogue session on Female Genital Mutilation in Masungbala Chiefdom

Sesión de diálogo intergeneracional sobre mutilación genital femenina en Masungbala (Sierra Leona). Imagen: Amnistía Internacional

Y entonces, lo que se creía imposible ocurrió. Después de días de debates y negociaciones en el contexto de una serie de talleres organizados por Amnistía Internacional y organizaciones locales en agosto de 2011, la comunidad firmó un memorando de entendimiento que prohíbe la mutilación genital femenina para niñas menores de 18 años de edad. El memorando establece asimismo que toda mujer que supere esa edad tiene que dar su consentimiento antes de que se lleve a cabo el procedimiento.

Unas 600 niñas se salvaron de la mutilación en la jefatura de Masungbala en el plazo de un mes tras la firma del memorando de entendimiento.

La experiencia de los talleres fue tan positiva que los colectivos de activistas locales dicen que cientos de comunidades de todo el país han seguido el ejemplo y han prohibido también esta práctica tradicional nociva.

Aunque la Ley de Derechos de la Infancia de 2007 protege a los niños y niñas de prácticas tradicionales nocivas, no hay ninguna ley que prohíba específicamente la mutilación genital femenina en Sierra Leona, pero estas comunidades están dando un gran ejemplo de lo que es posible’, ha afirmado Aminatou Sar, directora del Proyecto de Educación en Derechos Humanos en África de Amnistía Internacional.

*Romper el silencio*

“Sierra Leona podría convertirse en una zona libre de mutilación genital femenina”, asegura Arun Turay, coordinador de Advocacy Movement Network (AMNET) que, junto con Amnistía internacional, organizó los talleres para sensibilizar a las comunidades seleccionadas y empujarlas a tomar medidas para combatir la mutilación genital femenina.

El proyecto forma parte del programa educación en Derechos Humanos en África de Amnistía Internacional que se desarrolla actualmente en siete comunidades del distrito de Kambia, en Sierra Leona, y se centra en varias cuestiones de derechos humanos que afectan a las comunidades locales, entre ellas la mutilación genital femenina.

Es muy difícil que la gente hable de estas cuestiones, pero como las comunidades tienen una sólida tradición de diálogo, reunimos a todos los miembros de la comunidad para hablar de los peligros de la mutilación genital femenina’, explica Arun. ‘Quedó claro que la gente quería abordar el problema pero no sabía cómo hacerlo. Ahora el proceso ha cambiado por completo las vidas de muchas mujeres y niñas.’

Arun mantiene un contacto asiduo con las comunidades: ‘Hace sólo unos meses, los jefes me dijeron que el cambio de práctica ha sido ya plenamente aceptado y que la atención se ha trasladado ahora a educar a las niñas‘, ha afirmado.

La razón de que los acuerdos funcionen, según Arun, es que la mayoría de los miembros de la comunidad están comprometidos con ellos como consecuencia de un proceso de diálogo puesto en marcha por los talleres. Los líderes y miembros de las comunidades que apoyan y practican la mutilación genital femenina dicen que es necesaria para proteger el así llamado “honor” de las mujeres. Esta actitud refleja estereotipos muy extendidos acerca de la sexualidad de las mujeres, así como la creencia de que esta sexualidad debe ser controlada. Además, en algunas sociedades persisten creencias que consideran impuras a las mujeres no mutiladas y no les permiten manipular los alimentos y el agua.
La experiencia de Sierra Leona ha impulsado a Arun a ver el futuro con optimismo: “Lo que ha ocurrido en las comunidades con las que trabajamos en Sierra Leona podría ocurrir en otros países de África o incluso en todo el mundo. El diálogo en la comunidad es una poderosa herramienta de educación en derechos humanos y puede llevar al cambio”, asegura.

La Organización Mundial de la Salud calcula que hasta 140 millones de mujeres y niñas han sido sometidas a mutilación genital en todo el mundo.  El procedimiento puede llevarse a cabo a diversas edades, desde poco después del nacimiento hasta cuando una mujer ha completado su desarrollo. Las mujeres y niñas a las que se mutilan sus genitales externos a menudo sufren dolor severo, hemorragias, shock, dificultades para orinar, infecciones y en ocasiones incluso la muerte. Muchas sufren también dolor crónico, dificultades durante el parto –incluido un riesgo mayor de mortalidad materna–, disminución del placer sexual y trastorno de estrés post-traumático.

Josefina Salomon es periodista y trabaja en Amnistía Internacional.