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¿Tienes tiempo para luchar y bailar?

Por Susana ArroyoSusana Arroyo

Juana Olivia murió el domingo 17 de agosto. Diez meses atrás, antes de que le diagnosticaran el cáncer, coincidimos en Madrid. Ella y decenas de mujeres avanzadorasde América, África y España nos reunimos para compartir y aprender de nuestras causas. Recuerdo su firmeza, sus huipiles y sobre todo su intervención sobre qué significa ser lideresa. “Supone tomar en cuenta los tiempos de las mujeres, porque no tenemos los mismos tiempos de los hombres: Para poder salir a una asamblea tenemos que dejar al hijo, la comida hecha, tenemos que dejar muchas tareas. Ser lideresa es conocer a las mujeres, a sus demandas, sus propuestas y sus tiempos; es lograr consensos y  dar información, porque la información es poder y construir colectivamente el poder es una base fundamental de los liderazgos de las mujeres.”

Juana Olivia Hernández posa durante el encuentro de mujeres activistas organizado por Oxfam Intermón el pasado octubre en Madrid (c) Jorge París / 20 minutos

Juana Olivia Hernández durante el encuentro de mujeres activistas organizado por Oxfam Intermón el pasado octubre en Madrid (c) Jorge París / 20 minutos

Esa semana hablamos de la importancia de cuidarnos y protegernos, de ver nuestros cuerpos y nuestras mentes como una de las principales causas de lucha. Pero nos cuesta.

Muchas de nosotras llevamos meses diciéndonos “esta semana programo mi cita médica”.

Pero llega la reunión urgente, llama nuestro jefe para que redactes el documento que no puede esperar, aparece un viaje de última hora que es “vital” atender. Se enferman tus hijos, tu pareja sale de la ciudad, tu familia viene a visitarte.

Y no sacas la cita. O la cancelas, como cancelaste el corte de cabello, la cena con tus amigos y el masaje aquel que llevabas tiempo esperando. Se apilan los libros sin leer, las canciones sin bailar, los meses sin días para nosotras mismas.

Es muy duro esto de cuidar y cambiar el mundo. No importa si somos voluntarias en una organización barrial, madres de familia o presidentas de una federación que agrupa a millones de militantes. El activismo y la lucha –política y personal- nos exigen energía, tiempo y dinero; nos llenan de dicha pero también de miedos, culpas y dolores.

Culpa por hacer una siesta. Por no hacerla. Por no ir a la marcha. Por preferir una tarde de televisión o sexo antes que a una conferencia de especialistas. Preocupación por las historias que te contaron las mujeres con las que trabajas. Dolor por las injusticias que enfrentan. Miedo de que les pase algo, de que te pase algo.

Hace unos años, Jane Barry y Jelena  Đorđević publicaron ¿Qué sentido tiene la revolución si no podemos bailar?, un libro donde activistas de todo el mundo comparten las dificultades físicas y mentales que enfrentan debido al agotamiento que supone el trabajo de cuidar a otros, el trabajo de luchar por un mundo más justo y el trabajo de vivir. Sus testimonios lo dejaban claro: el autocuidado y la seguridad eran herramientas urgentes para asegurar la sobrevivencia de las mujeres y del movimiento por la defensa de nuestros derechos. Es un texto que interpela y conmueve.

Volví a leerlo esta semana y pensé en Olivia. Yo sé que ella luchaba y bailaba.

Lo hará por siempre.

 

Susana Arroyo es responsable de comunicación de Oxfam en América Latina. Tica de nacimiento, vive en Lima. Quiere que cambiar el mundo nos valga la alegría, no la pena.