Se nos ve el plumero Se nos ve el plumero

"La libertad produce monstruos, pero la falta de libertad produce infinitamente más monstruos"

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El 71% de los votantes del PP (y Pedro J.) quiere primarias

Desde que conocimos la derrota dulce de Rajoy, El Mundo, pese a que es catedrático en el noble arte del disimulo, no ha ocultado su pasión por hacer leña del árbol caído. Ya se sabe: «A moro muerto, gran lanzada».Está en su derecho.

A medida que Rajoy trataba de separarse suavemente -sin apenas hacer ruido- de la línea ortodoxa del trío Pinocho que puso a ETA en el 11-M (Aznar-Acebes-Zaplana), los titulares de Pedro Jota le atizaban con más dureza.

La evolución de los titulares nos ha ido mostrando el desapego de El Mundo hacia Rajoy y su aproximación -casi identificación- con las aspiraciones de Esperanza Aguirre. En la campaña pro-aguirrista, Pedro Jota no va solo sino acompañado por Jiménez Losantos y la COPE.

Pocas veces coincido con El Mundo. Sin embargo, en la promoción de las primarias en el PP y en todos los partidos -y por razones seguramente distintas- estoy de acuerdo con Pedo Jota. Los beneficios que las primarias pueden deparar a la derecha y a la democracia española son, sin duda, mayores que las designaciones a dedo o por aclamación.

Las eventuales primarias del PP para elegir candidato a la presidencia del Gobierno en 2012, entre Rajoy, Rato, Camps, Aguirre, Gallardón, etc., pueden constituir un paso decidido hacia la democratización interna del partido conservador. Falta nos hace.

Durante la pasada legislatura, el PP, todavía tutelado por el dedo rencoroso de Aznar, trató de deslegitimar la victoria electoral del PSOE, después de las mentiras aznaristas de ETA en el 11-M. El margen de maniobra de Rajoy para ser él mismo y despegarse del mensaje catastrofistra de su patrón Aznar era mínimo. En realidad, tengo la impresión de que el 9-M no sólo perdió Rajoy las elecciones sino que también las volvió a perder Aznar sin siquiera haberse presentado.

Por eso, creo que ahora, por primera vez, puede Rajoy aspirar a liderar el PP por sí mismo, sin la tutela de Aznar, de Pedro Jota o de la COPE y compañía. Aunque se le pongan en contra los Cascos, los Zaplanas, etc.

A Rajoy le convienen las primarias en el PP más que a nadie. Para quitarse, al menos, el polvo del camino.

Buitres eclesiásticos al acecho de moribundos

Ayer recibí un SMS de un colega, a quien respeto muchísimo intelectual y moralmente, que decía lo siguiente:

«Indignado convenio Iglesia-Comunidad de Madrid. Espero que digas algo en tu blog. Cada vez me gusta más lo que hace La Sexta. Aunque pierdan anunciantes…»

Luego llamé a mi amigo y maestro Manolo Saco (que iba camino de Galicia) y le comenté el asunto. Me replicó:

«Yo también estoy indignado y lo verás pronto en mi blog»

En efecto, el blog de Manolo Saco en 20minutos.es lleva un artículo finísimo titulado «Un amor enfermizo por la tortura y el sufrimiento de los demás»

A mi me ha pillado el toro.

Ayer estuve desconectado y no pude desahogarme contra esos buitres eclesiásticos que rondan los hospitales de doña Esperanza Aguirre al acecho de moribundos.

Estoy escandalizado. Ya se que es un viejo convenio y que lo que ha cambiado la lideresa (que aspira a restablecer la España negra en su alianza con el altar) es el condicional (podrían formar parte…) por el presente (forman parte…)

¡Qué vergüenza de Iglesia y qué vergüenza de Gobierno regional de Madrid!

Los diarios se han despachado agusto, arrimando cada uno, naturalmente, el ascua a su sardina.

El Pais y Público en contra de la decisión deshonrosa de Esperanza Aquirre de meter a los curas en los comités de ética de los hospitales.

El Mundo, ya se sabe, a favor de la lideresa. ¡Qué horror!

Con lo lista (y ambiciosa) que es la presidenta de la Comunidad de Madrid, ¿cómo es posible que haya cometido un error tan descomunal presumiendo de liberal?

Los liberales, señora Aguirre, eran aquellos héroes fusilados por Fernando VII, el rey felón.

Ya puede despedirse Esperanza Aguirre de La Moncloa (por mucho que se empeñen Pedro Jota y Jimenez Losantos) si no rectifica ese convenio pecaminoso que mete a los cuervos en las habitaciones de los moribundos.

Hace unos días, imaginé a Rajoy, cansado de broncas y de peticiones de democracia interna en el PP, pasando el testigo a Gallardón.

Hoy he tenido el dudoso honor de que el locutor predilecto de los obispos coincidiera con mi premonición.

Lamento que el ínclito predicador Jiménez Losantos coincida conmigo en ese asunto. En un año tendremos a Gallardón, dice Jimenez Losantos

¿Habré tenido visiones o pesadillas?

He oido en la radio que el Gobierno estudia la posible inconstitucionalidad del tenebroso convenio entre Esperanza Aguirre y Rouco Varela, príncipe de la Iglesia. Ambos podrían haber cometido un delito contra los derechos fundamentales de los españoles, amprados por nuestra Constitución que va a cumplir 30 años. La Inquisición duró mas de 500.

El PP se pone la tirita antes de la herida

Se necesita ser muy… muy… (…) pues eso (pongan dentro del paréntesis el adjetivo que quieran) para mandar en la portada de El Mundo de hoy con este cintillo que engloba toda la página:

Pedro Jeta, paladín mediático del PP, retrata en su portada el estado de ánimo («el clima emocional») de sus fuentes favoritas.

El asesinato vil de un ex concejal socialista «vuelve a perjudicar al PP ante las urnas».

A continuación, tal afirmación puede llevarnos a la siguiente pregunta (implícita en el titular inmundo):

¿A quién beneficia este crimen?

Ya tenemos, esbozada en esta portada, la segunda parte de la teoría conspiratoria que el PP, El Mundo y la COPE urdieron tras su mala gestión de la matanza islamista del 11-M y la pésima digestión de su derrota en el 14-M de 2004.

¿Se está poniendo el PP y sus órganos mediáticos la tirita conspiratoria antes de recibir la herida de una nueva derrota electoral en 2008, tan legítima como la del 2004?

¿Acaso están preparando ya su agenda antidemocrática, para los próximos cuatro años, con el fin de deslegitimar una eventual victoria socialista antes incluso de que se produzca?

¿Y si ganara el PP?

¡Dejen ya la sangre de nuestros muertos (de todos nuestros muertos) en paz!

La lengua radiofónica del otro paladín del PP, que hace poco honor a su apellido, Jiménez Losantos, es más venenosa que la pluma de Pedro Jota.

Público cita hoy algunas de sus frases, tras conocer el crimen de ETA:

«(ETA) mata porque es lo suyo, pero permite con su crimen que Zapatero se haga la víctima un fin de semana para ganar las elecciones y volver a negociar con la banda la semana que viene».

CRÓNICA: LA ZONA FANTASMA

Anímense

Javier Marías en El País semanal

09/03/2008

Sí, claro que dan ganas de no ir hoy a votar, o de hacerlo en blanco; de mostrar de alguna forma el rechazo global no al sistema democrático –el que aún prefiere la mayor parte de la población pese a sus imperfecciones y distorsiones y aun corrupciones–, sino a los políticos entre los que nos vemos obligados a elegir, que sirven mucho más a sus respectivos partidos que a los ciudadanos, a los que a menudo parecen considerar un mero y enojoso trámite por el que hay que pasar cada cuatro años, por suerte sólo hay que encandilarlos durante un par de meses, antes de cada cita electoral. Sí, dan ganas de abstenerse, sólo que abstenerse o depositar un voto en blanco es una estupidez todavía mayor que la estupidez innegable de acercarse a echar una papeleta en la urna, y entre dos estupideces, mejor siempre la menor. Quien se abstiene no es nunca computado como quizá desearía, ni quien vota en blanco: se considera que ambos se inhiben y se encogen de hombros, que dejan la elección a quienes sí se pronuncian y que no van a plantear, por tanto, ninguna objeción a los resultados; simplemente les son indiferentes, carecen de preferencias, no les importa quién gobierne, se limitan a acatar la decisión de los demás, es decir, de los convencidos, los entusiastas, los militantes y también los fanáticos.

Pero fíjense qué peligro, precisamente para quienes desdeñan a todos los partidos o están hartos de ellos: consentir en que uno u otro alcancen el poder, colmando así los deseos de los ciudadanos que están en las antípodas de su posición (es decir, los de los convencidos, entusiastas, militantes y también fanáticos). No me digan que no es la mayor estupidez de las dos.

«Vale la pena votar para que ‘no’ gobiernen los unos o los otros, tan sólo para impedírselo»

Así que qué remedio, más vale ir a votar. Todavía hay quienes censuran a los que van de este modo, a regañadientes y porque no ir es aún peor; a los que tan sólo optan por quienes les repugnan un poco menos que otros, o, como dije aquí hace cuatro años, por quienes, en vez de cien patadas, no nos dan más que noventa y ocho, o incluso noventa y nueve, que en ningún caso son pocas. Qué hacer, se pregunta así el reacio, y el perezoso, y el desilusionado, y el escéptico, y el que casi preferiría lavarse las manos y no tener nada que ver y poder decir luego: “Ah, a mí no me miren, yo no voté, o lo hice en blanco, este desastre fue cosa de ustedes”. Y no, lamentablemente es cosa de todos, también de los que se quedan en casa o arrojan una papeleta que no cuenta, justamente porque pudieron echar una que evitara este desastre o aquel o aquel. De modo que, contra la opinión de los más puristas, claro que vale la pena votar para que no gobiernen los unos o los otros, tan sólo para impedírselo.

El panorama es desalentador, lo reconozco, para los indecisos y los que sienten una general aversión. Quizá la única posibilidad resida en algo elemental: aunque todos me desagraden, voy a votar a los menos locos, a los menos incongruentes, a los que me parezcan menos aventados. Y, si nos ceñimos a eso, ¿qué sentido tiene dar poder, en unas elecciones generales españolas, a cualquier partido independentista o nacionalista, al que nada importa el conjunto de la nación, sino que más bien ansía su disolución? Si de verdad fueran consecuentes, ni el PNV, ni EA, ni ERC, ni el BNG, ni CiU, ni los aragonesistas, andalucistas, canaristas o navarristas deberían presentarse a estas elecciones. En realidad no se sabe qué pintan aquí, son pura esquizofrenia y contradicción. Claro que a locuras no gana nadie al PP.

Muchos de ustedes, extrañamente, ya no se acuerdan, pero sus dirigentes y acólitos se han pasado los últimos cuatro años soltando una tras otra (y haciéndolas en los cuatro anteriores, lo cual era aún más grave). Veamos. Los atentados del 11-M fueron obra de ETA, en colaboración con los servicios secretos españoles, franceses y marroquíes, y con policías, jueces y guardias civiles, todos al servicio del PSOE y de un golpe de Estado, pese a que nadie lo pudo prever. España se rompía, luego había que boicotear el cava catalán. Se vendía Navarra a ETA. Se amenazaba y pretendía destruir la familia. El matrimonio homosexual iba a ser poco menos que obligatorio. El Gobierno amparaba a los terroristas y vejaba a los muertos. Todo el suelo ha de ser edificable. Hay que privatizarlo todo para que los ciudadanos paguen de nuevo lo que ya pagaron con sus impuestos. El PP no dividía ni provocaba la menor crispación (mientras cada paso que daba era jaleado por ese manicomio benéfico llamado Cope en el que los obispos hacen millonarios a los chalados más furiosos a cambio de que se explayen durante horas llamando al enfrentamiento civil). ¿Qué queda? IU carece de sentido de la realidad. UPyD es una incógnita y su jefa de filas parece víctima de una sola obsesión. ICV vive en la permanente tontuna y el PSOE da la impresión de idiotizarse cada semana que pasa un poco más, con sus consejeros áulicos de tan cortas luces y su corrección política llevada a extremos ridículos. ¿Se me olvida alguien? En esencia creo que no. Este es el panorama, de acuerdo. Pues aun así, se lo ruego, por la cuenta que nos trae: vayan todos a votar a alguien, al que les dé menos rabia o les parezca menos chiflado. Recuerden el dictamen de Faulkner: “Entre la pena y la nada, elijo la pena”. Pues eso. Sobrepónganse, y anímense.

FIN

Fascismo

MANUEL VICENT en El País

Con una pistola de mierda y cinco balas, la mínima inversión posible, si se descarta la negra hiel, un terrorista de ETA ha irrumpido en el proceso electoral una vez más en el momento preciso y ha erigido a la muerte en protagonista de la política en medio de la fiesta de la democracia. Cinco tiros de un fanático han sido suficientes para que todas las cámaras y micrófonos dieran la espalda al fervor de los mítines, a las banderas de los partidos, a las promesas de sus líderes y se fueran en busca de un cadáver ensangrentado en medio de la calle. Se dice que matar así es muy fácil. No lo creo. Disparar a traición, contra un hombre confiado y desprotegido es, sin duda, una villanía, que no comporta riesgo alguno, pero no todo es tan sencillo.

Detrás de este crimen hay un idealismo ya podrido pero largamente alimentado, que asume la violencia como una parte de la gloria. Se necesita mucha dedicación para fabricar a un fanático de este tipo: además de hacerle creer que aprieta el gatillo en nombre de todo un pueblo hay que elegirlo con el cerebro cerrado para que no discierna su futuro carcelario a tres metros de su ceño y con el estómago preparado para que no vomite después de matar a un inocente. No es tan fácil encontrar a un iluminado que se sienta dueño de la vida y de la muerte. Ante el terrorismo todas las palabras están ya gastadas. El terror tiene una connotación telúrica, pseudo religiosa. En cambio, el miedo es un sentimiento muy humano, pero más paralizante y pestífero. Ante el terror se impone la huida. Frente al miedo solo cabe ser un héroe para vencerlo. Quienes no vivimos en el País Vasco lo tenemos muy fácil. Votar masivamente debería ser la respuesta natural contra el desafío de las pistolas. En cambio, si la ETA ha dado orden explícita de no votar, hay que ponerse en la piel de la gente corriente de los pueblos de Euskadi, donde todo el mundo se conoce, para admirar el heroísmo de los que hoy, sintiéndose vigilados desde las esquinas, crucen las calles, lleguen al pie de la urna, elijan libremente la papela y voten en secreto sin mirar a los lados. El miedo es la peste moderna. En ella arraiga siempre el fascismo. El miedo es el único enemigo en el País Vasco.

FIN

Ganan Z y R (Zapatero y Rouco), una de cal y otra de arena

Ayer ganó Zapatero y hoy ha ganado Rouco Varela. ¡Vaya por Dios! Una de cal y otra de arena.

El mismo verbo (ganar) pero con distinto collar (PP o PSOE)

Decíamos ayer:

«Como mañana veremos que todos los partidos han ganado, cualquiera que sea el resultado electoral, podemos felicitar a todos anticipadamente».

Y así ha sido. Todos han ganado y todos contentos. Incluidos -y esto me parece grave- los canditados imputados en causas de corrupción (de ambos partidos), que han sido soprendentemente apoyados por sus votantes como en los mejores tiempos del caciquismo o del clientelismo político. ¡Qué vergüenza de ciudadanos!

Estos políticos de «vengo a forrarme» no son los responsables exclusivos de la corrupción sino que comparten dicha responsabilidad con los ciudadanos que les han votado a sabiendas del riesgo que asumen. Que nadie se llame a engaño. Los pueblos, como algunas personas, también se suicidan.

Las portadas de la prensa de hoy no tienen desperdicio. Por eso las hemos reunido en 20minutos.es. Las de El País y El Mundo son bastante representativas.

Ambos diarios coinciden en que el verbo principal de hoy es «ganar» pero disienten -¡ay!- en el sujeto.

Para El País:

El PSOE gana…

Para El Mundo:

El PP gana…

Menos mal que ambos diarios incluyen en su gran titular de portada, a toda página, un «pero» para compensar el alarde triunfalista que hacen a favor de su partido favorito.

Editorial del El Mundo:

Ni tirón socialista ni barrida del PP

Soledad Gallego-Díaz en El País

28/05/2007

Ni el PSOE ha pegado un tirón, después de tres años en el Gobierno de la nación, ni el PP ha sido capaz de dar un vuelco indiscutible a sus expectativas electorales. El PP de Mariano Rajoy ha recuperado los 120.000 votos que le sacó el PSOE en 2003 y ha marcado una tendencia, pero no ha logrado una clara de recuperación. Con el 94% escrutado, sólo le sacaba al PSOE unas décimas y menos de 150.000 votos. Esa mejora no le permite tampoco ampliar su poder territorial, más bien al contrario, tiene en peligro (depende de las coaliciones), como poco, la presidencia de Baleares. Más importante aún, ha perdido la mayoría absoluta en Navarra, con lo que eso puede suponer para su diseño general de oposición.

Los resultados de las elecciones municipales y autonómicas de ayer muestran bastante estabilidad y dificultan bastante las lecturas de ámbito nacional. «Nadie va a hacer lecturas con implicaciones de futuro, es decir con consecuencias en las estrategias de cada uno», auguraba ayer un dirigente del Partido Popular. Al final del recuento, el PP y Mariano Rajoy van a seguir pensando que su línea es la correcta (han conseguido recuperar lo que le sacó el PSOE en 2003), y el PSOE y el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, que las «cosas pintan bien» (puede, con alianzas, recuperar una o dos comunidades autonómicas). El año que queda para las elecciones generales de 2008 va a ser muy parecido a los tres que ya han transcurrido.

Está claro que el PSOE tiene un problema en Madrid y que la operación Miguel Sebastián, poco planificada y mal resuelta, ha sido un fiasco. La pérdida de voto en la Comunidad de Madrid puede ser la responsable de la pérdida de la mayoría total, con las repercusiones que ello debería tener dentro del Partido Socialista de Madrid (PSM). Perder sistemáticamente la capital del Estado y su Comunidad y hacerlo cada vez por mayor porcentaje de votos encenderá sin duda algunas alarmas cara a 2008.

En el PP, por el contrario, Alberto Ruiz Gallardón vuelve a apuntarse un tanto indiscutible, con una mayoría absoluta aplastante. Gallardón salvó al PP en 2003, gracias a sus magníficos resultados, y en 2007 ha vuelto a marcar diferencias. Su batalla con Esperanza Aguirre, que también incrementa su voto, se anuncia formidable.

Tampoco es buena noticia para los socialistas que el PSOE no haya conseguido consolidar y mejorar su voto de 2003, sobre todo por culpa de la fuerte abstención en Cataluña y en Andalucía, donde tampoco ha prosperado su ofensiva sobre las capitales del PP.

El resultado más inquietante es el que se produce en Navarra, comunidad que parece polarizada casi al 50% entre UPN y los otros partidos, en bloque. Es posible que Nafarroa Bai, Partido Socialista e Izquierda Unida consigan formar Gobierno, pero será por sólo dos escaños de diferencia y UPN habrá demostrado que sigue siendo una fuerza muy sólida.

Lo mismo puede suceder en Pamplona, con una feroz batalla de último minuto, con lo que ello indica de enfrentamiento radical entre dos análisis políticos muy diferentes.

FIN

Este recorte es para consumo interno de los blogueros de lasideas.es.

En la foto de El País aparece nuestro buen Carlos Hidalgo, apoderado de mesa en un colegio electoral de Madrid, marcando el paso junto a unos señores que le ríen la gracia y que, según el pie, han resultado ser los inquilinos del Palacio de la Moncloa.

En la foto se nota claramente que quien manda, y lleva la iniciativa, es Carlos Hidalgo.

Espero que Carlos le haya dado al presidente del Gobierno alguna de nuestras ideas sobre los beneficios de la autocrítica y sobre el daño fatal que hacen los halagos a los poderosos. Falta le hacen a Zapatero, en estos días, para el correcto análisis de su «dulce» derrota.

Desde luego, la patada que le han dado en Madrid al desconocido Miguel Sebastián, en el culo de Zapatero, ha sido sonada. Él fue quien le nombró a dedo. El presidente debe asumir, por tanto, esa derrota y aprender que la soberbia y la arrogancia del poder son malas consejeras.

Creo que Zapatero pregunta poco y escucha menos aún. Y así le ha ido. Miguel Sebastián lo tenía crudo e hizo lo que pudo -incluso con el alto riesgo de meter la pata con la foto de la bella Montse Corulla– para darse a conocer a toda prisa.

¿Hay alguien por ahí que se atreva a decírselo a Zapatero?

Lamento la segunda derrota seguida de Rafael Simancas, después de haber haber ganado una vez, sin éxito (porque unos golfos se las robaron), las elecciones de la Comunidad de Madrid. Muchos votantes piensan que Simancas es una excelente persona, pero recuerdan que se dejó robar la cartera… Y eso ha marcado su carrera política.

Creo, como nuestra Gretel, que los principales triunfadores del día de ayer han sido Gallardón y López Aguilar. Así se lo he reconocido esta mañana en el post de ayer:

«Buenos días «Gretel» o «Bruja» o «lo dijo…»:

Me gustan tus comentarios, especialmente cuando son provocados por un ataque espontáneo de cordura y moderación.

No tengo tiempo ahora de responderte (hay mucho tomate en ellos sobre individuos y partidos) pero sí de manifestar mi coincidencia contigo acerca de los dos grandes vencedores del día de ayer: Gallardón en Madrid y López Aguilar en Canarias.

Los dos (derecha e izquierda) han sido muy buenos candidatos y, por lo que se de ellos, también son buena gente. Merecidas victorias, a mi juicio. ¡Enhorabuena a ambos! ¡Ah! y enhorabuena también a la presidenta Esperanza Aguirre, tan bruja como tú y más lista que el hambre. Mariano Rajoy tiene ahora dos posibles sucesores en el camino hacia la Moncloa, mientras Zapatero no tiene ninguno.

También estoy de acuerdo contigo en el mutis por el foro de Acebes y Zaplana (te faltó incluir al pobre Aznar) para pasar página a la teoría conspiranoica del trío Pinocho del 11-M.

Luego veré los diarios de pago y los pegaré el blog. La vida sigue y espero que la izquierda pierda el miedo a la crítica y, sobretodo, a la autocrítica. Si no reconoce sus errores dificilmente podrá corregirlos.

Saludos

JAMS

lo dijo JAMS · 28 Mayo 2007 | 10:07

¡Ah! Y enhorabuena también a Rita Barberá. Es mucha Rita.

Mañana, con más tiempo, intentaré ponerme en los zapatos de Rajoy con un Gallardón pisándole los talones…

Zapatero tendrá suerte si se enfrenta a Rajoy -y no a Gallardón– en las próximas elecciones generales, que están ya a la vuelta de la esquina.

Las corrupciones del PP, en El País; las del PSOE, en El Mundo

Hoy he visto, de golpe, los diarios del viernes y del sábado. En ambos destacan temas sobre la corrupción urbanística que, como se sabe, es uno de los pilares básicos, consensuado bajo cuerda, para la financiación ilegal de los partidos políticos.

Lo curioso es que, tan cerca ya de las elecciones municipales, ambos diarios han abandonado su disimulo tradicional y se han lanzado a airear descaradamente los traspos sucios del partido que inspira la línea editorial de su directo competidor. También, por supuesto, a poner en letra pequeña y en página par -o incluso a silenciar- los abusos de sus amigos o inspiradores políticos.

Por eso, podemos leer con pelos y señales páginas completas, naturalmente con titular en portada, sobre la corrupción de PP en Baleares (Andratx) en el diario El País , así como sobre la corrupción del PSOE en Baleares (Ibiza) en el diario El Mundo.

Cuando queramos hacer la enciclopedia de la corrupción urbanística y/o municipal de España no tendremos más remedio que recurrir a los dos diarios mencionados. Uno sólo no basta. Cada oveja con su pareja.

El jueves me enteré por 20minutos.es de la muerte de Fernando Gutierrez, ex jefe de prensa del Rey durante casi toda la transición política de la dictadura a la democracia.

Hoy, al ver la noticia en los diarios impresos y leer el obituario publicado en El Mundo por el general Sabino Fernández Campo, me han venido a la mente muchos buenos recuerdos de estos dos hombres del Rey a quienes nunca agradeceremos suficientemente los servicios que prestaron a la causa de nuestra frágil democracia, en tiempos tan difíciles que se me ponen los pelos de punta con sólo recordarlos.

Me sumo al recuerdo cariñoso que hace Sabino y doy desde aquí el pésame a la familia de Fernando.

Muchos periodistas de la transición guardamos recuerdos entrañables de Fernando Gutierrez. Yo conservo dos, como oro en paño, y que cuento a mis hijos a la primera de cambio.

Como está lloviendo, ya he quitado la mala hierba que ahoga a mis tomateras y hoy no hay bici, trataré de resumir aquí un par de anécdotas que nos hicieron sonreir más de una vez a Fernando Gutiérrez y a mi. Una de ellas, según supe más tarde, hizo reir incluso al Rey.

Hace casi diecisiete años (¿mayo de 1990?), Jesús de Polanco, presidente de Prisa, fue recibido por el Rey. Era yo entonces director-fundador del recién nacido diario El Sol. Mi jefe, presidente de la compañía editora, era Germán Sánchez Ruipérez, un gran editor de libros, como Polanco, y fundador de la editorial Anaya.

Don Germán entró (naturalmente sin llamar) en mi despacho de la plaza de Colón (entonces la llamábamos la nueva Puerta de El Sol) y me dijo que quería ser recibido cuanto antes por el Rey:

«Si Polanco, editor de El País, ha visto al Rey, yo también quiero verle como editor de El Sol». Y que sea pronto.

.

Dicho lo cual se fue de mi despacho. Ahí empecé a notar que mi jefe, que ya se había separado de sus socios Berlusconi y la ONCE, padecía un principio de «polanquitis«, dolencia altamente contagiosa entre editores.

Inmediatamente pensé en Fernando Gutierrez. Ni corto ni perezoso le telefoneé a la Zarzuela. Uno de sus ayudantes (¿Gil?) me dijo que estaba fuera y me preguntó por el motivo de mi llamada. Se lo expliqué tal cual.

Al buen hombre le dió por reir:

«Parece mentira, me dijo. ¿Acaso no sabes que las audiencias del Rey hay que pedirlas con meses, incluso años, de antelación?»

Le pregunté cuando regresaba Fernando y me dijo que al día siguiente, que le enviara un fax respetuoso conla petición de audiencia y que me llenara de paciencia.

Así lo hice. Al instante, le envié un fax, cuya copia debo tener guardada en mi sótano junto a los recuerdos de aquel querido y fracasado diario.

Decía algo así:

«Querido Fernando:

Rios Rosas nunca pidió audiencia al general Espartero, regente de España, cuando fundó el diario El Sol en 1842.

José Ortega y Gasset y Nicolás María de Urgoiti tampoco pidieron audiencia al rey Alfonso XIII cuando refundaron el diario republicano El Sol en 1917.

Hoy es, por tanto, la primera vez en la reciente historia de España que un director del diario El Sol pide audiencia a un Rey de España.

A la tercera va la vencida.

Espero que me sea concedida esta audiencia para poder decirle a Su Majestad que compartimos los ideales de libertad y solidaridad de nuestra Monarquía parlamentaria… etc. etc.»

Bla, bla bla…

O algo así hasta la despedida protocolaria.

Al día siguiente, por la mañana, recibí la llamada de Fernando:

-«¿Te has vuelto loco, José Antonio?¿Tú crees que yo puedo enseñarle este fax al Rey? Has perdido la cabeza. Yo no pienso despacharlo así. Mándame otro más respetuoso o te quedas sin audiencia. Desde luego… no tienes remedio».

Y se le escapó una risa. Le contesté algo así:

– Tú verás lo que haces con ese fax. Es parte de nuestra historia: Ríos Rosas fundó El Sol para atacar al regente Espartero y a Isabel II. Ortega y Urgoiti lo refundaron para acabar con la Monarquía de la Restauración y traer la II República, lo que hicieron con éxito. Yo, en cambio, estoy refundando, por tercera vez, El Sol, para apoyar los ideales democráticos que compartimos con nuestro Rey. Aunque muchos de nosotros llevemos a la República en nuestro corazón, los ideales democráticos de la República coinciden ahora con los de la actual Monarquía. Es una ocasión histórica e irrepetible. Inténtalo. No seas más papista que el Papa. Estoy seguro de que el Rey se echará a reir cuando lo lea».

A los pocos días, volvió a llamarme Fernando y me dijo:

-Estás loco de remate. Lo se. Pero ahora dime si podéis venir la semana que viene al Palacio de la Zarzuela, con tu Presidente -y si quieres también con todo tu Consejo-, para ser recibido en audiencia por Su Majestad. Y lo dicho, contigo no se puede. ¡Ah! y, ya sabes, llámale siempre señor».

Le di las gracias y, al despedirnos, se le volvió a escapar otra risa. Antes de colgar de oí decir: «estos chicos…»

Me llaman para preparar la cena. ¡Jo! qué tarde. Me errollé con los recuerdos.

Otro día contaré la anécdota 23-F. con Fernando. Ese día yo era redactor-jefe de El País y acababa de oir por la radio los disparos en el Congreso.

—-

Qué buen tipo fue Fernando Gutiérrez. El Rey lo sabe mejor que nadie.

Descanse en paz.

¿Independencia, para qué?

MANUEL MONTERO en El País

27/04/2007

Dice el nacionalismo que el problema vasco consiste en que un pueblo milenario dotado de una identidad propia está enfrentado a España (al Estado español, por usar su jerga), pues quiere volver a ser independiente, a lo que tiene pleno derecho constitutivo. Del planteamiento se derivan algunas consecuencias que pueden hacer estragos, en un país harto de la cuestión vasca y quizás predispuesto al síndrome de Estocolmo, a los diálogos y a lo que sea para quitarse de encima la pesadilla. Se deduce la idea nacionalista de que todo se arreglaría si el «Estado español» diera la independencia al pueblo vasco; y si de momento no se reclama tanto -hay mucha tela que cortar-, se reivindica algún punto intermedio, «dialogado» y «negociado», atendiendo no al peso de los votos, sino al de la voluntad nacionalista. O sea, que si se eternizan los problemas se debe a la cerrazón de España, pues se niega a buscar la «solución democrática» (en tal esquema el reconocimiento de los «derechos nacionales» que imagina el nacionalismo constituye la esencia de la democracia).

Todo reside en la pugna entre el pueblo vasco y España, de creer al nacionalismo. De modo que lo nuestro tiene una solución sencilla. Si persisten conflictos, violencias, tensiones… es sólo por las ínfulas españolas, uniformistas, opresoras e incapaces de reconocer a un pueblo vasco con identidad propia, una evidencia histórica, política, antropológica, lingüística, cultural, biológica… un hecho objetivo. ¿No termina la violencia en el País Vasco y perdura la agitación nacionalista? Se debe al empecinamiento de España por no restituir el natural orden de las cosas.

Las argumentaciones expuestas son de raigambre nacionalista e innegable éxito social, pero sin pies ni cabeza. No entro en las figuraciones milenaristas o en esas pintorescas visiones de los vascos sosteniendo contra viento y marea su identidad desde hace 7.000 años, que ya ha llovido, pues cada cual es libre de soñar lo que quiera (otra cuestión es que haga la pascua a los demás por sus alucinaciones). Tampoco en la costumbre nacionalista de imaginar que sus reivindicaciones son derechos, incluso derechos democráticos. Sí me refiero a su corolario, argumentalmente, el punto de partida, la idea de que la conquista de algún soberanismo relajaría al nacionalismo y eliminaría la violencia. Hasta donde podemos colegir es un supuesto falso.

Imaginemos que algún proceso de negociación, infernal o placentera, lleva a la conclusión de que nuestro destino idóneo es convertirnos en el Estado Libre Asociado que proponía el fracasado plan Ibarretxe y, llenos de alborozo, a él nos encaminamos. ¿De verdad cree alguien que en tan dichoso momento ETA, emocionada, decidiría dejarlo y desaparecer? ¿Por qué iba a hacerlo, tras comprobar que la extorsión resulta rentable? Más bien le serviría de estímulo para perseguir más prometedoras metas. Y lo que se da en llamar nacionalismo moderado, ¿rebajaría su agresividad contra la parte de la sociedad vasca que no es nacionalista, o agudizaría sus planes de euskalduni-zación compulsiva y de excluir de la función pública a quienes no se ajustan a sus criterios lingüísticos, en la línea emprendida ya hace años, o alguna nueva ocurrencia para seguir rebajando los derechos de quienes no son de la tribu, o convirtiéndolos a ésta?

Tampoco se piense que llegados a la dicha de la independencia, el día de la paz y de la gloria, se habría acabado todo, una vez que se izaran las ikurriñas más alto si cabe y se quemara la última bandera española y demás símbolos opresores. No se habría acabado nada y todo -la agresividad nacionalista y el gusto por el terror, cada uno en lo suyo- seguiría como estaba, bien que en un peldaño superior de la escala, reconfortados porque se sube la escalera cada vez más rápido. El nacionalismo no es sólo un proyecto político, que se consumaría con la independencia y con ella quedaría plenamente satisfecho. Constituye sobre todo un proyecto de transformación de la sociedad vasca, por la vía de terminar con las pluralidades actuales. ¿Independencia, para qué? ¿Llevamos estas décadas de enloquecimiento sólo para mandar embajadores por doquier y dotarnos de los escasos símbolos de soberanía que quedan? No resulta creíble.

Sucede que para el nacionalismo el enfrentamiento pueblo vasco-España es sólo uno de los aspectos del problema vasco, y no el fundamental. Su principal objetivo no consiste en la independencia y la autodeterminación, que en sentido estricto son sólo instrumentos para conseguir el fin ansiado. ¿En qué consiste éste? En algo aparentemente inocuo, pero demoledor. El nacionalismo vasco busca la construcción nacional, es su finalidad última. «Euzkadi necesita hoy la autonomía para su propia reconstrucción nacional», explicaba el PNV cuando se ponía en marcha el proceso que desembocaría en el Estatuto de Gernika. Lo corroboraba el Parlamento vasco en 1990: «El ejercicio del derecho a la autodeterminación tiene como finalidad la construcción nacional de Euskadi». Para el nacionalismo, la autonomía y la autodeterminación constituyen el medio. El fin es la construcción nacional.

«¿Libertad, para qué?», se preguntaba en una ocasión la dirección del PNV, casi como Lenin a Fernando de los Ríos. Y su respuesta no era «libertad para ser libres». Era (es) para algo más. «Libertad para restaurar nuestra personalidad colectiva a partir de valores creados a lo largo de una historia de milenios, (…) para restaurar la vigencia de nuestra lengua y de nuestra cultura a todos los niveles de la vida y en toda la extensión de la geografía vasca. Libertad para ordenar nuestra sociedad según nuestra propia y responsable voluntad (…)». Libertad (nacional) para la construcción nacional. En otras palabras, para amoldar la sociedad conforme a los esquemas que según los criterios nacionalistas son los propios de la identidad vasca. Suenan placenteros, pero no son planteamientos amables. Implican una notable agresividad. «Restaurar nuestra personalidad colectiva» constituye un proyecto de actuación social, que pasa por eliminar pluralidades e identidades, hasta que quede tan sólo la «personalidad colectiva» del gusto del nacionalismo.

En esta lógica, a los vascos que no son nacionalistas les toca construirse nacionalmente. El nacionalismo combate sobre todo contra ellos -más que contra España-, como responsables inmediatos de que la identidad (nacionalista) vasca no sea completa. Lucha por su conversión nacional, que no es sólo mudanza política, sino también metamorfosis identitaria. Construcción nacional no quiere decir sólo hegemonía nacionalista, que por supuesto va implícita. Significa sobre todo nacionalización plena de la sociedad vasca. Por eso el mundo feliz al que aspira el nacionalismo no es sólo el de la autodeterminación o independencia. Por eso su modelo político no está formado por ciudadanos en el sentido propio del término, sino por vascos con identidad (nacional vasca). Por eso no hay ninguna razón para imaginar que el logro de aspiraciones políticas redujese la agresividad nacionalista o los modos coercitivos. No tendría por qué relajarlos, mientras no se consumase la construcción identitaria de la nación vasca. Reeducación, se decía en otros sitios. La de quienes no se ajusten a los auténticos criterios nacionales.

Manuel Montero es catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad del País Vasco.

Zapatero y Pedro Jota, a oscuras

En lugar de leer los diarios de pago, hoy me fui al cine.

Me estoy aburriendo y cansando un poco con el estado de crispación de la política nacional y, después de una semana cargada de trabajo (aunque el Consejo de 20 minutos nos salió estupendamente), decidí darme un baño de nostalgia y me fui a ver «Bobby». Es un buen reportaje sobre algunas personas que coincidieron en el Hotel Ambassador con el senador Bob Kennedy aquel fatídico día de junio de 1968 cuando le disparaon mortalmente en las cocinas.

Al llegar a casa, aún con la resaca de idealismo progresista que me inyectó la película, me encuentro ahora con la foto del presidente Zapatero en el centro de la portada de El Mundo, bajo un titular en positivo a cuatro columnas. No salgo de mi asombro. Lo he dicho en los últimos días: aquí pasa algo.

La foto, como pueden ver, está un poco oscura, pues está tomada durante los cinco minutos del apagón de ayer en el Teatro Real de Madrid. Me puse las gafas y comprobé, con estupor, que el personaje que está a su lado, escuchándole solícitamente, es nada menos que Pedro Jota Ramírez, el director de El Mundo y el hombre que, por tanto, decidió ponerse a sí mismo en el centro de la foto y también de esta portada tan singular. Desde luego, Pedro Jota no pierde ripio.

No critico la asistencia del presidente del Gobierno a la celebración del número 100 de La Aventura de la Historia que dirige, y muy bien, nuestro colega David Solar. Destaco solamente el ridículo que hace el director del diario al ponerse a sí mismo en el centro de su portada junto a Zapatero. Solo le encuentro un atenuante: que ambos están a oscuras. Quizás, no solo en la foto.

El alarde gráfico y tipográfico dedicado a Zapatero -y que , a mi juicio roza la adulación- sirve quizás para envitar otras noticias sobre la corrupción en el PP que El País sí lleva en su portada:

La corrupción deja en suspenso todo el plan urbano de Andratx

o bien

El juez cita como imputado a Villalonga por el vaciamiento patrimonial de Sintel

Guardaré aquí para leer mañana estos artículos y editoriales de hoy, que sólo he visto por encima y me interesan. Feliz fin de semana.

Conllevancia o autodeterminación

JUAN-JOSÉ LÓPEZ BURNIOL en El País

02/02/2007

Me impulsa a publicar este artículo el que un punto esencial del problema vasco, pese a ser evidente, no suele reconocerse. Mi idea es ésta: la reivindicación de fondo que hoy plantean los nacionalistas vascos es el reconocimiento del derecho a la autodeterminación de Euskadi, por lo que cualquier negociación que se inicie con ellos no podrá eludir este tema. La independencia es -aunque no se diga- el horizonte de todos los nacionalistas. Para un nacionalista -defensor del principio de que cada nación ha de tener su propio Estado- todo sucedáneo de la independencia anhelada no es sino un coitus interruptus. Hace más de veinte años, un colega de Bilbao me describió la situación de su tierra de un modo muy expresivo: «Entre los nacionalistas, los dirigentes son independentistas, pero saben que no puede ser; los militantes son independentistas, pero no saben que no puede ser; y los votantes están en un vaporoso estado de exaltación cordial en el que cabe todo».

Ahora bien, hoy no puede mantenerse que los dirigentes nacionalistas sigan viendo imposible la independencia de Euskadi. Las circunstancias internacionales han cambiado, cierta erosión de los viejos Estados a resultas de la globalización es evidente y, sobre todo, un cuarto de siglo de hegemonía nacionalista ha provocado un distanciamiento sentimental progresivo entre parte del País Vasco y el resto de España, que hace muy difícil pensar en proyectos compartidos e intereses comunes. Los intereses se ven distintos cuando no contrapuestos, por lo que, aun cuando puedan concertarse, no dejan de sentirse como diversos. ¿Cuántas veces hemos oído a dirigentes nacionalistas que los únicos intereses por los que se sienten concernidos son los particulares de Euskadi, haciendo caso omiso de los generales de España? Pero un Estado -también un Estado federal- es, recordémoslo, un ámbito donde el interés general de todos sus miembros prevalece en algunas materias sobre el particular de cualquiera de sus partes. En otro caso, no hay Estado sino todo lo más confederación de Estados.

Así las cosas, ¿qué opciones tiene hoy la España que se siente española a la hora de afrontar el problema vasco? Sólo dos, basadas ambas en el mismo presupuesto, a saber: que el Estado autonómico fruto de la Constitución, desarrollado con coraje y vigor hasta convertirlo en un auténtico Estado federal, es el único marco -no inmutable, sino modificable según sus propias reglas- que la nación española acepta como base de su proyecto común. Pues bien, sobre la base de esta estructura autonómica devenida federal, las dos opciones existentes frente a la perenne reivindicación nacionalista vasca son éstas:

Primera. Conllevar el problema -tal y como aconsejaba Ortega, refiriéndose a Cataluña- sin pretender solucionarlo. Dejar pasar el tiempo. Hay quien sostiene que existen dos clases de problemas: los que se resuelven solos y los que resuelve el tiempo. En esta línea y ciñéndose al ámbito vasco, se ha dicho por un conocedor del tema que ETA nunca será derrotada, pero se extinguirá con el tiempo. Por consiguiente, el camino a seguir sería modificar la Constitución en la medida precisa para desarrollar el Estado autonómico, hasta convertirlo en un Estado federal homologable y efectivo. Para ello sería preciso el acuerdo de los dos grandes partidos españoles, abierto a la participación constructiva -no sólo a la simple adhesión- de los demás partidos dispuestos a prestarla. Y hecho esto, clavar los pies en la arena, aguantar, aplicar la ley hasta el extremo -observata lege plene- y esperar a que escampe.

Segunda. Afrontar el problema vasco en busca de una solución pactada con los nacionalistas, lo que implicaría necesariamente admitir que este contencioso se concreta, para éstos, en el reconocimiento del derecho a la autodeterminación de Euskadi. Todo lo demás son paños calientes. Intento justificar lo que digo.

El problema vasco sólo tiene dos salidas: o Estado federal o secesión. No existe una fórmula intermedia de tipo confederal. Ésta quizá podría ser satisfactoria para Euskadi, pero no para España, no sólo porque su probable extensión a más autonomías provocaría la destrucción del Estado, sino por una simple cuestión de intereses: ¿qué ganaría España con ello? Sólo introducir un factor de desestabilización permanente. Por consiguiente, de persistir hasta hacerse insoportable la reivindicación nacionalista vasca, el interés de España -insisto, el interés de España- pasaría porque Euskadi decidiese de una vez entre la federación o la secesión.

Lo insostenible, como afirma Stéphane Dion, es utilizar permanentemente la amenaza de la secesión como un medio para obtener un estatus especial, o para conformar bilateralmente con el Estado el alcance y los límites de la federación, pues la fijación del alcance y de los límites del Estado federal corresponde a todos los ciudadanos por igual y ha de ser objeto de un consenso constitucional.

A la luz de cuanto antecede, es fácil entender lo sucedido en el reciente y frustrado proceso de paz. En los tratos preliminares que preceden a toda negociación, ambas partes eludieron entrar en concreciones y lo fiaron todo a sus respectivas habilidades en la negociación propiamente dicha; pero, cuando ésta se abrió, pronto se vio claro que los etarras iban a por uvas -autodeterminación y Navarra-, mientras que el presidente Rodríguez Zapatero no podía hacer concesiones en este terreno. Y ésta es la historia. No se trataba de aproximación de presos, ni de beneficios penitenciarios. El tema era y es otro: la autodeterminación. Y lo será siempre que se abra el diálogo con los nacionalistas, por lo que jamás se podrá eludir la reivindicación que constituye su razón de ser: la autodeterminación como pórtico de la independencia. Esta realidad debe tenerse muy en cuenta en los días que corren, si se piensa en reanudar la negociación con ETA. Cuantas veces se intente, ocurrirá lo mismo: o autodeterminación o ruptura.

La opción por una de ambas posibilidades -conllevancia o autodeterminación- es una decisión política grave que corresponde tomar al Parlamento español y que le obligaría -si optase por la segunda- a una reforma constitucional que la hiciese viable. Sólo añado que, a estas alturas y para un número incierto de españoles, el único factor que les impide inclinarse -a causa del hastío- por la segunda opción es el destino que aguardaría, en un Euskadi independiente, a la casi mitad de la población vasca que no es nacionalista y se siente más o menos española. ¿Se les puede abandonar a su destino, después de lo que han pasado y pasan?

Vuelven a mi memoria, en este punto, unas palabras de Ralf Dahrendorf, que leí en su libro En busca de un nuevo orden: «El nuevo regionalismo, que suele defenderse con pasión y no pocas veces con violencia (…) es el fruto (…) del deseo de homogeneidad étnica (lingüística, religiosa). Su principio fundamental es la delimitación: hacia fuera, frente a los vecinos ‘extranjeros’; hacia dentro, frente a las minorías ‘extranjeras’. (…). De ahí que, si el intento tiene éxito, los más beneficiados sean los activistas, no el pueblo». Hay que pensar en ello.

Juan-José López Burniol es notario.

Lo peor es que todo quede como está

SOLEDAD GALLEGO-DÍAZ en El País

02/02/2007

Lo peor que nos podría pasar a los europeos en el tema de los vuelos secretos de la CIA, transportando personas secuestradas a países y prisiones donde pudieran ser torturados sin vulnerar las leyes estadounidenses, es que todo quede como está. Que finalmente no se sepa cuál fue el grado de colaboración o de ocultamiento de los gobiernos de los diferentes países de la Unión. No es un tema menor, un fastidio que convenga sacudirse cuanto antes, sino justamente lo contrario: un asunto esencial en el que no es posible mirar para otro lado porque están en juego cuestiones fundamentales: la tortura, la complicidad de las autoridades en la violación de las tan cacareadas soberanías nacionales y en la violación de derechos humanos. Si ahora no somos capaces de hacer frente a este agujero negro, posiblemente en el futuro no seamos tampoco capaces de combatir otros enormes boquetes dentro de nuestras propias y ya muy amplias fronteras europeas.

La realidad es la que es. Hoy por hoy, las instituciones de la UE pueden denunciar y sancionar a un país miembro por enviar a otros calabacines con pesticidas no autorizados, pero no tienen ninguna competencia para sancionar a los gobiernos que hubieran consentido u ocultado el pase por su territorio de personas secuestradas por los servicios de información de EE UU. Ni tan siquiera, probablemente, para sancionar a uno de sus miembros si hubiera consentido temporalmente la instalación en su territorio de una prisión secreta donde torturar a esos secuestrados, como en su momento se dijo de Polonia y Rumania. Los tratados actuales permitirían que la Comisión, el Parlamento Europeo o un tercio de los países de la UE denunciaran a un socio si consideraran que existen riesgos de «violación permanente y de manera grave» de los derechos humanos, pero a la hora de tomar decisiones sobre esos hechos tendrían que ser los jefes de Estado y de Gobierno, (¡por unanimidad!) quienes aprobaran las sanciones.

¿Quiere eso decir que no es posible hacer nada en el caso de las escalas de los vuelos de la CIA, como muchos políticos pretenden hacernos creer? En absoluto. Es cierto que el informe Fava que aprobará próximamente el Parlamento Europeo no tendrá legalmente ninguna repercusión jurídica, pero sí alcanzará un importante eco político. Y lo que interesa ahora, precisamente, es mantener esa presión, no dejar que el tema quede sepultado por otros aspectos de la actualidad mientras se desarrolla algo que sí puede ser decisivo: las actuaciones judiciales en los tribunales nacionales. Por eso es tan importante que el Gobierno español acceda a desclasificar los documentos de que dispone el Centro Nacional de Inteligencia para entregárselos al juez de la Audiencia Nacional que investiga el caso.

De momento, los vuelos de la CIA nos han permitido saber algunas cosas importantes. Por ejemplo, que algunos políticos de los países recién incorporados a la UE tienen todavía una fuerte mentalidad dictatorial y que parecen socios muy poco fiables a la hora de tratar esos asuntos básicos. La intervención del ministro checo de Asuntos Exteriores en la reunión UE-OTAN del 7 de diciembre de 2005 (relatada en parte por este periódico el pasado viernes), da casi miedo, siempre dispuesto a dar por muerto y enterrado al derecho internacional. Claro que produce casi más estupor la de su colega británico, el laborista Jack Straw, con sus simplistas metáforas o la del ministro alemán, Frank-Walter Steinmeier, únicamente interesado en que Condi Rice le diera argumentos para tranquilizar (!) a su propia opinión pública. Tuvo que ser un país ajeno a la UE, Noruega, el que diera un cierto nivel al debate, negándose a poner en duda la vigencia de las leyes internacionales y muy concretamente de las Convenciones de Ginebra que protegen a las personas cuando son capturadas en conflictos o guerras. Su «nadie puede quedar fuera de la legislación internacional» fue quizás el alegato más europeo de la noche.

(Ya sabemos que el ministro español de Asuntos Exteriores no asistió a aquella reunión y que estuvo representado por el secretario de Estado, Bernardino León. ¿Podría informar si hizo uso de la palabra?).

solg@elpais.es

FIN

Noche de PAZ en la puerta del PP

Hay diarios tacaños y diarios generosos. Claro que depende del lugar que ocupe la noticia (o la fotonoticia) en el corazón o en el bolsillo del dueño del periódico. O en ambos lugares a la vez.

Hoy podemos jugar, una vez más a los acertijos, con la seguridad de ganar cualquier apuesta.

Una de estas fotos que he pegado en el blog sale en la portada de El Mundo de hoy y la otra, en la portada de El País.

¿Cuál de ellas corresponde a El País y cuál, a El Mundo?

(La solución, al final de este post)

Peridis , tan tierno como siempre, en El País:

Con un sabor agridulce, o alegriste, abandoné anoche la Puerta de Alcalá, después de haber asistido, emocionado -¡cómo no!-, a la marcha POR LA PAZ, LA VIDA, LA LIBERTAD Y CONTRA EL TERRORISMO.

La música de sabor latinoamericano («Sólo le pido a Dios», «Sobreviendo» etc.), apretujado entre tanta gente que compartía, en aquel momento, un alma común, con sus puños y dientes apretados contra ETA, contra la violencia asesina y la intolerancia fundamentalista y dogmática, me transportó a otra época de mayor miedo e incertidumbre.

Volví a sentir miedo. Allí sólo estaba media España.

-¿Por que no vino la otra media?

Alguien desde la tribuna pronunció unas palabras raras, que no entendí. Mi amigo Manolo Saco , que sabe de todo más que yo, me sopló al oído:

«Está diciendo PAZ en quechua».

Instrumentos musicales y rasgos físicos indios nos llevaron desde la calle Alcalá a la cordillera andina. Había muchos ecuatorianos, acompañados por muchos otros inmigrantes de todos los países pobres del mundo.

Uno, a mi lado, comentó:

– ¿Y si les diéramos la nacionalidad española a todos los ecuatorianos?

Me crucé con muchas caras conocidas, calvas respetables y viejos (sic) amigos del 68, con quienes ya había compartido docenas de manifestaciones contra las dictaduras de Franco, de Pinochet o de Videla, por la libertad de expresión, por la democracia, contra el terrorismo de todo tipo, contra la invasión ilegal de Irak, por la paz… En algunas de ellas, los manifestantes corríamos delante de los caballos y de las porras, de las tanquetas y de las mangueras de la policía de Franco. Noté cierta complicidad entre los de mi edad.

Pero me crucé -¡ay!- con muy pocos jóvenes que pudieran tomarnos el relevo para defender la libertad y la justicia, sin las cuales no puede haber otra paz que la de los cementerios.

A veces, pienso que nuestros jóvenes nacidos en libertad, y no en dictadura, consideran que la democracia es un estado natural que ellos merecen por el solo hecho de haber nacido, algo que nunca está en peligro y que, por tanto, no hay que hacer nada para defenderla.

No saben lo que significa la pérdida de la libertad. No conciben la vida sin ella. Es como el oxígeno. Solo lo valoras, de verdad, cuando te falta.

Por distintas razones, seguramente por causas más que justificadas, esta vez no acudió ninguno de mis tres hijos a la manifestación. Y estuvieron en las de Miguel Angel Blanco , asesinado por ETA, contra la guerra de Irak y en la del 12-M.

El mayor vive y trabaja de guionista en Hollywood y le pilla un poco lejos. Pero me costa que ayer estuvo con nosotros en espíritu. Erik perdió su vuelo en la T-4 el mismo día que ETA destrozó la terminal de Barajas. No nos afectó directamente el atentado porque llegamos a la T-4 minutos después de la explosión y nos desviaron a la T-1. Al día siguiente, voló a Los Angeles muy impactado, como todos, por la tragedia.

Mi hija mediana tenía fiebre y se quedó en la cama. El pequeño tiene llave, vino muy tarde a casa y, a esta hora, sigue durmiendo. No se si, al final, decidió acudir a la manifestación POR LA PAZ o a la movida madrileña POR EL CALIMOCHO. Desde luego, en la mani vi a muy pocos de su edad y la mayoría de los adolescentes y jóvenes con quienes me crucé tenían rasgos indios.

Es una edad en la que, obviamente, manda el grupo sobre el individuo. Antes muerto que pasar la vergüenza de ser visto con tus padres. Se creen rebeldes pero actúan como borregos: pantalones caídos, o cagados, pelos rastas, pircings, andares de garbana, de todo-me-la-sopla…

Un día me dijo:

-Pues anda que tú…

Mi hijo menor ha descubierto una mina de fotos viejas de familia. y estoy perdido: en ellas llevo jersey negro de cuello alto, pipa, barba abandonada, pelos largos, pantalones de campana, boina «Che Guevara«, etc. (Algún día, si me atrevo, descubriré varias en el blog o en el Museo virtual de viejas fotos de 20minutos.es)

-¿Qué podemos hacer para que nuestros hijos, que no han vivido la dictadura, valoren la libertad sin que, para ello, tengan que perderla?

Jane, corresponsal de la prensa extrajera y ex colega de mi chica, nos acompañó en la mani. Me dió unas páginas del Telegraph de Londres de ayer en donde publicaban esta foto cuya copia acabo de obtener a través de Google. Ya se que todas las comparaciones son odiosas. Pero la envidia es libre.

¿Qué envidia tengo de los ex terroristas irlandeses católicos y protestantes!.

¡Quien pudiera ver en el País Vasco, dentro de unos pocos años, un abrazo semejante al que muestra esta foto!

Fíjense bien en la imagen. Hace unos pocos años, Gerry Adams, lider católico irlandés, y David Ervine, líder protestante irlandés, se hubieran matado a tiros por una Irlanda, respectivamente, separada de o unida a Gran Bretaña.

Gerry Adams es el líder del Sinn Fein, brazo político de los terroristas del IRA. Es una especie de Arnaldo Otegui, salvando las distancias (y que me perdone Gerry Adams).

David Ervine, líder de los paramilitares protestantes de Irlanda del Norte y experto en poner bombas, fue el mayor enemigo de Adams hasta que, después de salir de la cárcel, ambos negociaron la paz hace unos años. Ervine falleció anteayer a causa de un infarto.

Adams asistió al entierro de Ervine y abrazó, emocionado, a la viuda de su antiguo mayor enemigo.

Son cosas que vienen con la paz. ¡Quien las pillara!

No se pierdan los artículos de Sol Gallego en El País. Yo suelo pegarlos todos aquí y recomiendo su lectura porque, si los lees, nunca te vas de vacío. Ahí va el de hoy:

ETA, Otegi y su equivocación

Para la banda no hay posibilidad de acuerdo sin autodeterminación

Soledad Gallego-Díaz en El País

14/01/2007

Buena parte de las dificultades que la mayoría de los ciudadanos tropezamos a la hora de entender o interpretar a ETA proceden de que no prestamos suficiente atención a lo que dicen, tanto los propios etarras como los dirigentes de Batasuna. Quizá éste sea un buen momento para abrir las orejas y para releer con calma sus textos. El último comunicado, dejando al margen los sarcasmos que contenga y la surrealista idea de dar el pésame a los propios asesinados -como si los etarras no supieran lo que significa esa expresión o, más insólito todavía, como si pensaran que es posible compartir la pena de los muertos-, ayuda a aclarar algunos puntos interesantes:

Es posible que Otegi crea realmente que la banda terrorista se ha equivocado con sus prisas y el atentado, pero comparte la exigencia del mismo «mínimo»

1. ETA advierte de que el Gobierno español «debería saber que no podrán construir un proceso de paz manteniendo los límites políticos que han generado el conflicto»; es decir, la Constitución y el marco jurídico actual. El Gobierno de España y el PSOE, afirman, se han empeñado hasta ahora en esa postura. Es decir, ETA no admite más diálogo que el necesario para organizar la reforma de la Constitución y el reconocimiento del derecho a la autodeterminación. Por supuesto, no exige ejercer ese derecho inmediatamente, pero sí su reconocimiento para un posterior desarrollo legislativo.

Si no existe por parte del Estado español ese reconocimiento previo de que el derecho de autodeterminación se regulará de alguna forma y de que quedará abierta la reclamación territorial (Navarra y País Vasco francés), no hay posibilidad de paz ni de tranquilidad. Eso es en lo que los partidos políticos deben trabajar: en la fórmula que permita llegar a ese punto, conmina ETA.

2. Josu Jon Imaz, presidente del PNV, y todos quienes comparten su posición (primero la paz, luego la política) dentro de ese partido nacionalista, «actúan contra la izquierda abertzale», y se merecen un serio toque de atención. Ésta es la mayor amenaza de ETA, al menos de forma pública, que se recuerda contra un presidente del PNV.

3. ETA advierte «a los agentes o líderes que se dedican a repartir críticas en torno al tutelaje de ETA» que no lo piensa consentir. La banda terrorista denuncia y amenaza expresamente «a quienes desde sectores abertzales puedan criticar el tutelaje de ETA sobre Batasuna». «Les invitamos a dejar de lado el flujo de palabras que no nos llevan a ninguna parte», advierte con claridad. Quienes disientan dentro de Batasuna deben sentirse directamente amenazados.

La lectura del comunicado deja la impresión de que los etarras creyeron en algún momento que sería posible «poner a trabajar» a los partidos en este proyecto, y que cuando sospechan que no es así y que, simplemente, está pasando el tiempo, deciden actuar para «evitar ambigüedades» o malentendidos.

Para evitar otros malentendidos y comprender mejor la posición de Otegi, quizá sería también conveniente que los políticos españoles leyeran la larga e interesante entrevista con ese dirigente de Batasuna que publicó la editorial de Gara en 2005 (Mañana, Euskal Herria, Iñaki Iriondo / Ramon Sola). Otegi mantiene exactamente el mismo discurso que el del comunicado de ETA: es necesario poner las bases de un diálogo multilateral, pero, explica, «la izquierda abertzale no está dispuesta a poner en marcha un proceso sobre el aire, que le conduzca al fracaso o al bloqueo en unos meses».

El único punto de discordancia entre el comunicado etarra de esta semana y aquella lejana entrevista es que ya entonces Otegi temía que las prisas les pudieran llevar a cometer errores. «No queremos que las prisas nos lleven a cometer errores políticos que al final puedan llevar a bloquear o frustrar el proceso», explicaba.

Otegi deja claro que el reconocimiento del derecho de los vascos a decidir no significa que tenga que ser ejercido inmediatamente, pero sí que sin ese reconocimiento no hay pacto posible. «Con dicho reconocimiento se consigue la superación del conflicto político y armado», garantiza. Tampoco hace falta, por ahora, preguntar directamente a los ciudadanos vascos si están a favor o en contra de la independencia. Lo más inteligente, propone, es preguntarles si están a favor o en contra del acuerdo alcanzado multilateralmente (el que reconoce el derecho, sin fijar fecha para ejercitarlo).

Es muy posible que Otegi considere realmente que la bomba de ETA ha sido un error y que las prisas de la organización armada han hecho más daño que beneficio, pero la realidad es que, más tarde o más temprano, el dirigente de Batasuna debería haber llegado a la misma conclusión que la banda: el Gobierno y el PSE en su conjunto estaban dispuestos a hablar, hablar y hablar, pero no a llegar a ese «mínimo» que el propio Otegi considera inexcusable. A lo mejor es bueno que Otegi haya llegado ya a esa conclusión y que, si quiere que haya una próxima vez, sepa que tiene que partir de otra entrevista.

FIN

¿Tiene Otegui el síndrome de Yoyes o es algo peor?

¿Acaso tiene Otegui el síndrome Yoyes, asesinada por sus ex colegas de ETA cuando decidió abandonar el terrorismo?

¿Cómo se dirimen las disidencias dentro de una banda terrorista o dentro del partido político, correa de tansmisión, que no condena sus acciones de terror?

¿Se reparten la caja cuando hay un cisma o se lían tiros entre ellos, como ya ocurrió en otras ocasiones?

No entiendo muy bien lo que está pasando. Llevo un par de días sin ganas de leer la prensa -leyéndola a regañadientes- sin ganar de escribir en el blog y con un cierto malestar de estómago. No se si es simplemente por miedo o está provocado, quizás, por la torpeza de la izquierda y la indecencia de la derecha, exhibidas en uno de los momentos más graves y una de las oportunidades más irrepetibles de nuestra reciente historia del terror.

Es fácil criticar los toros desde la barrera, o desde el blog, y deberíamos estar en el cuerpo de Zapatero, de Rajoy o de Otegui para tratar de entender por qué cada uno de ellos se comporta de la manera en que lo hace.

No puedo aceptar la reacción facilona de que todos los políticos son iguales, porque estoy firmemente convencido de que no es cierto. Pero entre los políticos hay reacciones tan miserables que me producen, primero, asco y, luego, pena, mucha pena.

Durante los momentos más difíciles de la transición política, más de una vez oí decir al entonces vicepresidente Fernando Abril Martorell que en situaciones extraordinarias la sociedad podría proveernos de personajes también extraordinarios. En aquellos tiempos, ya lejanos, fue cierto pero ¿hoy?. ¿Donde están escondidos esos personajes extraordinarios que, pasado el tiempo, quedarán inscritos en los libros de texto? No los veo por ninguna parte. Mañana, como Diógenes, los buscaré en la manifestación POR LA PAZ, LA VIDA, LA LIBERTAD Y CONTRA EL TERRORISMO.

Si hay alguno de ellos en Madrid es seguro que estará en esa manifestación.

Cuando participé en la manifestación contra el asesinato de Miguel Angel Blanco por los terroristas de ETA o en la del viernes 12-M-2004 contra los terroristas islamistas que causaron la matanza de en los trenes de cercanías de Atocha me crucé con miles de personajes extraordinarios, silenciosos, apenados, rabiosos, solidarios. Había nobleza en sus rostros. Espero verlos también mañana a las 18:00 horas en la Plaza de Colón de Madrid.

También me hubiera gustado ver mañana a Arnaldo Otegui en la manifestación de Bilbao contra la violencia de ETA . ¡Qué gran oportunidad perdida para la paz!

¿Por qué no va Otegui a la manifestación de mañana contra el terrorismo de ETA?

Los miembros del IRA que negociaron el fin de la violencia terrorista (que ellos también llamaban cínicamente «lucha armada») renunciaron al terror y se integraron en la vida de democrática.

No hay -que se sepa- otra salida. Y lo saben.

¿Por qué, entonces, deja pasar Otegui esta gran oportunidad de acercarse a la legalización de Batasuna para poder competir en las próximas elecciones de mayo?

Basta con que declare que sus objetivos políticos siguen siendo los mismos (autodeterminación, independencia del País Vasco, anexión de Navarra y del País Vasco francés, etc., etc.) pero que pretenden conseguirlos pacífica y democráticamente, convenciendo a los ciudadanos mayores de edad para que les voten y sin recurrir al terror (es decir, condenando el terrorismo).

Sólo con eso, serían legalizados, obtendrían cargos (y sueldos) en los ayuntamientos y podrían pregonar sus ideales libre y abiertamente. Y dejarían en paz a todas las personas decentes que ahora no pueden expresarse libremente por puro miedo.

La ofensiva terrorista

Hartos de ejercer de coros griegos

SOLEDAD GALLEGO-DÍAZ en El País

12/01/2007

En términos electorales, es muy posible que, cara a las municipales de mayo, los dos grandes partidos, PP y PSOE, prefieran el enfrentamiento sobre ETA, la tregua y el diálogo, que sobre la corrupción urbanística. El primer tema moviliza a los militantes y simpatizantes, los enardece y reafirma en dos o tres ideas y les empuja a reagruparse en la defensa de sus siglas y de sus líderes. El segundo, mucho más enraizado en la injusta, pero muy poderosa, idea de que todos son iguales a la hora de recalificar terrenos y de crear fortunas de la noche la mañana, desmoviliza a unos y a otros e incomoda a los dirigentes, incapaces de solucionar esas dudas con las mismas frases publicitarias que son tan eficaces en el otro enfrentamiento.

•Ibarretxe fuerza un lema que exige a ETA el fin de la violencia para excluir a Batasuna

•RAJOY RECIBE A TRES ASOCIACIONES ECUATORIANAS

Lo mejor para los ciudadanos sería, sin embargo, que el debate sobre las políticas antiterroristas se amortiguara a partir del próximo lunes, con la gran sesión del Congreso de los Diputados. Un debate en el que el presidente del Gobierno explicará el camino recorrido y sus planes para el futuro, y en el que los distintos grupos le comunicarán sus críticas y sus posiciones cara a esa nueva situación. Lo más increíble es que, si todos ellos reprodujeran en el Parlamento lo que han venido diciendo estos días ante los medios de comunicación, los ciudadanos podríamos llegar a la sorprendente conclusión de que, hoy por hoy, existe más unidad de análisis y de propósito de lo que ellos mismos se empeñan en hacernos creer.

Por primera vez en mucho tiempo, todos los partidos con representación parlamentaria, sin excepción, han defendido estos días un mismo análisis respecto a ETA: el último atentado ha colocado la pelota en el lado de la organización terrorista, de forma que, a partir de ahora, la única manera de desbloquear la situación es que los etarras anuncien el abandono definitivo de las armas y ofrezcan garantías al respecto. Ningún contacto será posible sin esa condición previa y ningún diálogo será posible, ni con ETA ni con Batasuna, sin que esa circunstancia haya sido establecida de forma fehaciente, coinciden todos y cada uno de los partidos reseñados.

Lo acepta la dirección del PNV, la de ERC y la de EA. Lo defiende el PP y el PSOE. Existe, pues, una unidad extraordinaria en uno de los asuntos que había despertado hasta ahora más enfrentamientos: si se puede o no dialogar, y en qué momento. Ahora, ese paso ya no está en manos de los demócratas, sino de ETA y de su capacidad para anunciar su propia desaparición.

¿Cómo es posible que en estas circunstancias sea imposible ofrecer ante los ciudadanos una mínima imagen de unidad? ¿Cómo es posible que los partidos alienten manifestaciones enfrentadas? Los ciudadanos deberíamos ya estar hartos de ejercer el papel de coros griegos en esas estrategias. Por lo menos, deberíamos empezar a entonar otros cantos y otras estrofas por nuestra cuenta, exigiendo a los protagonistas que expliquen sus acciones.

Exigir a UGT y al PSOE que expliquen por qué se han negado a incluir la palabra libertad en la pancarta de la manifestación del sábado, una estupidez que debe provocar dolor de estómago a todos los socialistas de este país.

Exigir al PP que acuda a esa misma manifestación del sábado, sin pretexto que valga, porque ha sido convocada por los inmigrantes ecuatorianos y porque resulta miserable negarse a acompañarles en la calle, como si su dolor no fuera con nosotros, como si no fuéramos nosotros los causantes de ese dolor. Por encima de cualquier otra consideración, debería estar la decencia. Y el PP sabe que, al no ir, actúa de manera indecente

Exigir a los ciudadanos vascos que expulsen ellos mismos de su manifestación, a gritos si es necesario, a los simpatizantes de Batasuna y de ETA, y que se pongan rojos de la vergüenza porque conciudadanos suyos, ahítos de todo, gente rica y opulenta, se atreve a matar a pobres faltos de lo imprescindible, simplemente porque ansían todavía más poder y más riqueza. Sería un gran canto.

FIN

Una esperanza a prueba de bomba

JOSÉ ANDRÉS TORRES MORA en El País

12/01/2007

Es imprudente explicar los hechos sociales por sus consecuencias. El que la actividad de ETA en la Transición sirviera para dar argumentos a los militares golpistas, no implica que ETA fuera una creación de los generales de Franco. Sólo un paranoico podría creer una idea como ésta. De igual modo, sólo un paranoico podría pensar que ETA puso la bomba en la T-4 para mejorar tres décimas la maltrecha valoración de Rajoy. Y sólo un paranoico desvergonzado se atrevería a insinuar que detrás de la bomba de la T-4 hay oscuras tramas ligadas al PP. Por desgracia, el Gobierno socialista ha venido sufriendo insidias basadas en hipótesis parecidas a lo largo de toda la actual legislatura. Hipótesis desvergonzadas que no tienen su origen en la locura, sino en el método. Un método basado en la mentira y la furia, miles de veces multiplicadas por el poder de sus medios.

Muy pocas personas pondrían su esperanza en una bomba. Muy pocas personas dirían: si estalla una bomba, se demostrará que tengo razón. Y muchas menos se atreverían a colocarla y hacerla estallar. Sólo los terroristas y quienes los apoyan son capaces de poner sus esperanzas políticas en una bomba. Entre otras cosas porque las bombas, más pronto que tarde, acaban volviéndose contra los que ponen sus esperanzas en ellas. Y sabiendo eso, lo razonable es poner la esperanza en que no estalle ninguna bomba. Lo sensato es apostar la razón de uno, su proyecto político, su esperanza, a que no estalle una bomba. Y eso es lo que ha hecho el presidente Rodríguez Zapatero.

No se equivoca, a la corta o a la larga, ésa es la apuesta ganadora. ETA está derrotada. La consolidación de la democracia en España arruinó sus esperanzas de provocar un golpe de Estado y la dejó sin estrategia política. El GAL le dio argumentos para ir tirando unos años. Pero, finalmente, la generalización de la mentalidad democrática en la vida política acabó con cualquier atisbo de sentido de la lucha armada. El fenómeno del terrorismo fundamentalista terminó por complicar la pura supervivencia militar de la banda. Ya no les ofrece a sus presos la esperanza de una victoria a cambio de su sufrimiento, sólo la propuesta degradante de un absurdo e inhumano intercambio de sufrimientos. Pero, a pesar de todo, nada impide que media docena de individuos puedan organizar una tragedia de proporciones gigantescas. La conciencia de la derrota de su proyecto político no impide a ETA morir matando.

Es obligación de todo Gobierno intentar acabar con el terrorismo. Y un Gobierno democrático utilizará para ello todos los medios que la ley y la política le proporcionan. Si progresa en la lucha antiterrorista, es muy probable que en algún momento se encuentre ante la posibilidad de lograr un final dialogado. Puede intentar aprovechar esa oportunidad o desdeñarla y procurar la aniquilación de la banda. Sin duda ambas opciones son inciertas y ambas tienen un coste; ninguna es segura ni gratuita. El objetivo de ambas es la victoria de la democracia y del Estado de derecho; la cuestión es elegir la opción que ahorre más vidas y más sufrimiento de todos. Intuitivamente parece claro que el diálogo debería ser la primera opción.

Es posible que el contexto emocional de dolor y rabia tras un atentado pueda explicar ciertas afirmaciones sobre la estrategia que debemos seguir frente al terrorismo. Pero ni siquiera ese contexto emocional las justifica en un responsable político. Decirle a la gente que con los violentos no se dialoga es algo que desmiente cualquier asalto a una sucursal bancaria. La policía manda negociadores, no un tanque para volar la sucursal con criminales y rehenes dentro. No es propio de sistemas democráticos lo que hizo el presidente Putin con los terroristas chechenos en el colegio de Beslán y en el teatro Dubrovka. Y no es eficaz: el terrorismo continúa, y se hace más desesperado y brutal. Ni lo es la doctrina neoconservadora de Bush, que tanto gusta al PP, respecto al terrorismo fundamentalista islámico. Esa mezcla de silogismos simplistas, brutalidad tecnológica y retórica inflamada es peligrosa y contraproducente. No dudo de que la consigna «a por ellos» enardezca a algunos, y a lo mejor como himno de la selección podría valer. Pero, desde luego, no se puede decir que

en sí misma sea una estrategia novedosa y suficiente para acabar con el terrorismo.

Hay que tener muy poca fe en la democracia para creer que la democracia se prostituye o se debilita al hablar con los terroristas. No es la democracia la que traiciona su esencia dialogando con los terroristas. Es el terrorismo el que transforma su naturaleza al dialogar. El instrumento de la democracia es el diálogo, el de los terroristas la violencia, son ellos los que abandonan su campo al dialogar. Con el crimen de la T-4, los terroristas no sólo han puesto punto y final al diálogo, sino que se han arruinado como portadores de un proyecto político.

Los que dicen que ETA está ahora más fuerte que hace tres años, no explican cómo miden la fuerza de ETA. ¿Es que hace tres años ETA no podía poner una bomba y matar a dos personas? Ningún partido se atrevería a poner en su programa electoral que garantiza que ETA no matará durante su legislatura. Durante todo este tiempo los mecanismos del Estado de derecho no han dejado de actuar, la policía ha detenido a más terroristas y la fiscalía ha formulado el triple de acusaciones que durante la tregua de 1999. No se ha retirado ni un solo recurso legal o policial en la lucha contra ETA durante este tiempo. El diálogo no ha sustituido ni un solo recurso de la lucha contra el terrorismo, sino que se ha sumado a los ya existentes. ¿Alguien se atreve a decir que si no hubiera habido diálogo hoy habría menos muertos?

La verdadera razón de las críticas del PP no es que consideren que el presidente haya cometido un error explorando la vía del diálogo. Ellos mismos lo hicieron en el pasado, y lo harían en el futuro, como es natural. Sin complejos. Sin miedo a contradecirse, sin vergüenza alguna por cómo se han comportado en este proceso. Saben que no es un error poner todos los medios democráticos para ahorrar sufrimiento a los españoles.

La verdadera razón de las críticas del PP es que consideran que la política antiterrorista es un asunto que les da réditos electorales; un tema, además, sobre el que se arrogan el monopolio de una extraña legitimidad para hacer lo que les plazca en el Gobierno y en la oposición.

Muchas personas recordarán cómo, en los primeros ochenta, una parte de la derecha abucheaba a los ministros socialistas en los entierros de las víctimas de ETA. Más personas aún recordarán cómo Aznar afirmaba en 1996 que la manifestación contra el asesinato de Francisco Tomás y Valiente era una manifestación contra la política antiterrorista del Gobierno de Felipe González. El mismo Aznar que en 1999 llamaría, en una concesión retórica, Movimiento Vasco de Liberación a la banda terrorista. Y el mismo Aznar que más allá de la retórica acercó presos y permitió la vuelta del extranjero de miembros de ETA. Y la misma derecha que estos días se moviliza contra Zapatero con más rabia que contra la propia ETA. Quizá, además, por parecidas razones por las que insultaban al presidente Suárez cuando, al comienzo de la democracia, asistía a los entierros de las víctimas de ETA.

No es que Zapatero esté haciendo algo distinto de lo que hicieron los anteriores presidentes de la democracia, es que el PP está haciendo lo mismo que hizo siempre, lo mismo que hizo la otra vez para llegar al poder: hacer oposición en materia antiterrorista. Un comportamiento poco leal y un mal negocio. Sólo quienes no creen en la democracia pueden pensar que en España las bombas cambian los Gobiernos, o las políticas de los Gobiernos.

Tan ciegos están en su querencia que ni siquiera se han preguntado qué efectos ha podido tener su comportamiento a lo largo de estos meses en el desarrollo y desenlace del proceso. Porque una cosa es que sean una oposición irresponsable y otra muy distinta es que sean una oposición inocua. Lejos de mi intención culpar al PP de lo que sólo son culpables los viles asesinos de ETA, sólo pretendo que se sitúen frente al espejo deformante que nos presentan a los demás, para que comprendan por qué tampoco nosotros nos reconocemos en ese espejo. Por otra parte, no hacemos ningún favor a nadie dejando que sobre nuestro silencio se apilen acusaciones infundadas, juicios de intenciones y lisas y llanas mentiras.

Históricamente ha sido una desgracia para España tener una derecha tan nacionalista y tan poco patriota. Tan inflamada en la retórica y tan mezquina en los hechos, tan deprimida, que hasta le reprocha al presidente que cultive la esperanza. Y sin embargo, toda la historia de nuestra democracia sólo se explica porque los demócratas tenemos una esperanza a prueba de bomba.

José Andrés Torres Mora es diputado y miembro de la Ejecutiva Federal del PSOE.

FIN

El País publica hoy una información interesante, perdida en las páginas interiores por causa del atentado de ETA y sus consecuencias, y que no quiero perder para el archivo del blog. Ahí va:

Hasta mañana en la Plaza de Colón

Garzón: cuatro columnas en El Mundo, una en El País

El Mundo, que tanta tinta gastó en adular al juez Garzón, ahora abomina de él. Lleva varios días con Garzón en grandes titulares, sobre nimiedades pueriles, que sustituyen a los tradicionales, y no menos pueriles y casi enfermizos, de ETA y el 11-M.

El País trata el asunto de Garzón y los peritos que quisieron hacer méritos con el ácido bórico a una columna.

En páginas interiores, ambos diarios informan y opinan sobre la actuación de Garzón y la del Poder Judicial.

José Luis Requero, el inquisidor más carca que ha pasado por el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), y su todavía presidente, Francisco José Hernando, han hecho el ridículo más espantoso que pudiera imaginarse. Al atacar al juez Garzón, el primero, y al no darle amparo, el segundo, creo que han cubierto de vergüenza al Gobierno de los Jueces. ¡A éstos sí que se les ha visto el plumero!

¡Qué escándalo! Ni siquiera disimulan publicamente sus deudas al partido que les nombró. Me estremece comprobar que la postura de quienes gobiernan a los jueces sea tan barriobajera, previsible y partidista.

He visto y oído a Hernando decir, más o menos despectivamente, que Garzón no necesita ningún amparo porque es fuerte y aguanta lo que le echen. Ha dicho textualmente que «Garzón tiene entidad suficiente para no dejarse intimidar». En la tele se podía leer muy bien su sonrisa cínica, mientras le brillaba un diente retorcido.

El juez Garzón, que -nunca lo olvidaré- mandó detener al sanguinario dictador Pinochet, entre otros servicios prestados a la causa de la Justicia, merece algo más de respeto por quienes encarnan las más altas responsabilidades en el Poder Judicial.

La inseguridad jurídica que produce la escandalosa politización de algunos jueces y policías genera, a mi juicio, bastante alarma social. Si la injusticia produce violencia, ¿qué podemos decir cuando la injusticia procede de quienes tienen el deber de luchar contra ella?.

«Estamos inermes», como dice Sol Gallego en el artículo de El País que pego aquí a continuación y cuya lectura recomiendo vivamente:

SOLEDAD GALLEGO-DÍAZ

El peligro de las personas normales

EL PAÍS – España – 06-10-2006

En la novela Les bienveillantes, de Jonathan Littell, probablemente la obra literaria que mayor interés y debate está despertando estos días en Francia y Alemania, se lee una frase que está referida a la Europa de los años 40, pero que tiene seguramente una clara vocación universal: las calles, escribe Littell, están llenas de psicópatas y de sádicos, pero son inofensivos. El verdadero peligro está en las personas normales. Y ciertamente son personas normales las que hoy día están promoviendo una brutal regresión en derechos individuales penosamente adquiridos y somos personas normales las que estamos aceptando cosas asombrosas en nuestros respectivos ámbitos.

Por ejemplo, en España las personas normales estamos aceptando que el peor atentado de nuestra historia, el ataque que nos conmocionó y nos conmovió, las horas que nos dejaron sin aliento hace menos de tres años, se conviertan hoy, simplemente, en un elemento más de la lucha política y de la estrategia de grupos mediáticos para asentar su influencia. Y son personas normales las que están utilizando el atentado del 11-M en su propio interés, con total banalidad, como si fuera algo trivial y normal. No lo es. No es banal lo que sucedió aquel día ni es banal utilizarlo, en ningún sentido. Es una vergüenza. Discutan y peléense en otras cosas, que las hay. Pero el 11-M no es un estercolero en el que revolcarse.

Lo que necesitamos los ciudadanos es que se llegue en cuanto sea posible al juicio oral, se establezcan judicialmente los hechos, con claridad, y se fije en una sentencia la responsabilidad y el castigo de los culpables. Y no será banal, ni aceptable, ni soportable que en ese mismo momento se empiece, otra vez, una operación destinada a poner en duda la sentencia, tal y como se está intentando poner en duda la instrucción.

Es asombroso y está mal que personas normales en este país estén promoviendo un retraso en el juicio del 11-M, simplemente por cuestiones de interés electoral. Esta mal, (incluso a algunos nos puede parecer asqueroso), en el caso del PP y de los medios de comunicación que lo están haciendo, con todo descaro, pero, al menos, en estos dos capítulos los ciudadanos pueden, finalmente, valorar lo que dicen unos y otros y decidir, en consecuencia, lo que más se ajuste a su propio criterio. En el caso del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) los ciudadanos estamos inermes.

Contra lo que algunos creen, el CGPJ es una de las instituciones encargadas en este país de hacer política. Pero de hacer política judicial. Ese es su único encargo constitucional. No están autorizados a participar en la lucha electoral ni en la lucha política de los partidos. Lamentablemente, hay poca evidencia de ese funcionamiento autónomo de sus vocales. A lo largo de los años se han cruzado bastantes líneas rojas: pero nada de lo ocurrido hasta ahora sería comparable al daño que puede provocar el que los ciudadanos percibamos escasa independencia del gobierno de los jueces nada menos que en lo relacionado con el atentado del 11-M.

El sector conservador del Consejo no puede cruzar, con normalidad, otra línea «anormal». El gobierno de los jueces no puede sumarse impunemente a una operación para fomentar la imprudente desconfianza de los ciudadanos en la instrucción judicial de este caso. Por supuesto que se puede criticar determinadas actuaciones de los jueces, incluido del juez Baltasar Garzón. Por supuesto que se les puede censurar, incluso de manera desmesurada. Pero el colmo del disparate sería que fuera el propio CGPJ el que alentara esa desmesura o las acusaciones sin base contra sus propios miembros, como ha hecho el vocal José Luis Requero. El colmo del disparate de esta historia sería que el CGPJ, o una parte del mismo, se alíe con quienes quieren instalar en la mente de los ciudadanos la insidia sobre el trabajo de los jueces y con quienes quieren retrasar el juicio del 11-M por motivos de interés electoral. El colmo es que todo esto lo están haciendo personas perfectamente normales.»

solg@elpais.es

No se pierdan esta carta de un lector sobre el ácido bórico:

CARTAS AL DIRECTOR

El ácido bórico y el tocino

Emilio Iglesias Delgado – Sevilla

EL PAÍS – Opinión – 06-10-2006

«El ácido bórico si penetra en el cuerpo provoca náuseas, pero si penetra en la vida política provoca, al parecer, alucinaciones. Si dentro de 20 años a alguien le da por mirar las hemerotecas y lee lo que en este país se ha dicho y escrito sobre el ácido bórico de marras es posible que no sienta más que vergüenza ajena; yo ya la siento hoy. El ácido bórico es un ácido débil pero, por lo que se ve, es capaz de corroer los cimientos de la credibilidad de la prensa, políticos y hasta del Estado. Garzón, actuando de neutralizador de ese ácido se ha visto salpicado por otros líquidos corrosivos: el odio y la envidia. El dichoso ácido se vende libremente en las farmacias, sirve desde para las vaginitis hasta para controlar la velocidad de fusión del uranio en las centrales nucleares; su fórmula es H3BO3: si lo tiene usted en su casa ándese con ojo; deshágase de los discos de la Orquesta Mondragón; tire el pacharán; cambie de furgoneta y sobre todo, cambie de país. Vuelva dentro de 20 años; es posible que la vida inteligente se haya asentado sobre lo que quede de España.»

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