El clásico uniforme carcelario con rayas blancas y negras tiene su origen en el sistema penitenciario de Auburn (Auburn system) en Nueva York, que comenzó a aplicarse en la década de 1820.
Este uniforme fue introducido como parte de una serie de reformas penales que enfatizaban la disciplina y el orden, eligiéndose las rayas por su visibilidad y su capacidad para hacer que los prisioneros fueran fácilmente identificables en caso de fuga.
Además, las rayas simbolizaban las barras de las celdas de prisión, lo que reforzaba la imagen de confinamiento y castigo.
Antes de su adopción la ropa de los presos a menudo era indistinguible de la vestimenta de las clases más pobres. La introducción de los uniformes rayados no solo marcó a los prisioneros como individuos que habían caído en desgracia, sino que también intentaba reflejar un intento de imponer orden y control en las prisiones, alineándose con la ética victoriana de la época de clasificación y moralidad.
Estos uniformes cayeron en desuso a mediados del siglo XX, surgiendo otros diseños como moteados o de un solo color (el más habitual el naranja), aunque desde hace varias décadas en la mayoría de las prisiones se deja vestir a los reclusos con su propia ropa.
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Fuentes de consulta: handwovenmagazine / fashiontimewarp
Fuente de la imagen: Wikimedia commons
El uniforme a rayas blanco y negro de las cárceles es un vestigio de una era pasada que buscaba la uniformidad y el control. Aunque su propósito era práctico, para facilitar la identificación, también reflejaba la rigidez de las normas sociales de su tiempo. Con el cambio de los uniformes, se refleja un cambio en la actitud de la sociedad hacia la rehabilitación y la dignidad individual. Incluso el calzado, que antes era uniforme, ahora permite cierta expresión personal dentro de los límites establecidos.
27 junio 2024 | 18:19