Edward Rutherfurd, el escritor que contaba (casi) toda la historia de la humanidad en cada novela

© David Livshin (web de Edward Rutherfurd)

Érase una vez un escritor inglés que contaba casi toda la historia de la humanidad en cada libro. Ese novelista, que firma con seudónimo, se ha acabado convirtiendo en un subgénero de la novela histórica propio. ¿Quiere usted conocer la historia de un país o una ciudad de un modo entretenido y entrelazada con amenas historias novelescas? Rece para que Edward Rutherfurd le haya dedicado una novela.

Por la mente de este británico han pasado su propio país, Londres, Dublín, Rusia, Nueva York, París y China y con sus respectivas historias ha logrado urdir poderosas sagas familiares que servían de símbolo e hilo conductor. Y, con ese bagaje, me van a permitir que la recomendación de este viernes sea no ya para una novela, sino para un autor. Para casi, casi un subgénero literario de la novela histórica: las novelas de Edward Rutherfurd.

Es cierto que Rutherfurd -el nombre con el que firma Francis Edward Wintle sus obras- reconoce que se inspiró en las novelas del estadounidense James A. Michener para coger esa idea de convertir un territorio en protagonista y entrelazar su historia a lo largo de los siglos con la trama de ficción. Pero a Michener -que a mi me sonaba más porque escribió la novela en la que se basa la película Los puentes de Toko-Ri, con William Holden- usó esa fórmula para contar la historia de algunos estados de EE UU (como Hawaii, Texas o Alaska) o algún país como Polonia. Parece que nuestro autor de hoy tiene más ojo y visión.

Rutherfurd ha conseguido premios y éxitos con sus grandes y largos novelones. Su estilo es el de la gran novela histórica popular, de éxito, accesible y documentado, lleno de momentos dramáticos y vericuetos personales y políticos. Pero bajo esa capa quizá demasiado convencional, sus novelas deslumbran con un trabajo de arquitectura, de ingeniería fina, donde entrelaza las historias de las familias ficticias protagonistas con la Historia del lugar convenido. No es fácil que funcione, no es fácil que todo cuadre en ese maremágnum de siglos y centenares de páginas y que el lector termine la novela habiendo disfrutado, entretenido y con una idea general del lugar donde se ambienta la novela. Durante (casi) toda la historia de la humanidad.

Contando tanto, tantísimo, también es fácil que a veces las novelas de Rutherfurd puedan ser algo irregulares. Que haya épocas o momentos que no despierten tanto interés. Pero también el inglés ha ido sabiendo pulir su estilo desde sus comienzos (con Sarum, la novela de Inglaterra) hasta hoy. Si en las primeras novelas, el recorrido histórico arrancaba en la prehistoria, su viaje se ha ido haciendo menos exhaustivo y más sintético, más centrado en grandes momentos. En París, el asunto comenzaba en la Edad Media y saltaba con agilidad hacia adelante. En la próxima, China, el autor -de una manera entendible viendo la magnitud de la historia del gigante asiático- se centra en el siglo XIX. Con todo, las novelas de este escritor inglés se leen con facilidad y poseen un encanto innegable.

Podríamos dividir las nueve novelas de Rutherfurd escritas entre 1987 y 2021 de la siguiente manera: tres se centran en Inglaterra (Sarum, sobre Salisbury; El bosque, en el mundo rural de la misma zona y Londres); dos ambientadas en Dublín e Irlanda (Príncipes y Rebeldes de Irlanda); y el resto, se desperdigan por el mundo (Nueva York, Rusia, París y la última, China).

Como lector, uno también tiene la sensación de que este autor brilla y se reconoce más con las historias donde su idioma es el que se habla en el lugar protagonista. Quizá sea el lengua o la afinidad cultural, pero Rutherfurd parece más resolutivo y profundo en sus novelas inglesas, en Irlanda o Nueva York, que en Rusia y en París.

Hace unos años hablando con la editora de Rutherfurd en español, Blanca Rosa Roca de Roca Editorial, me decía que estas obras eran «novelas para viajar», que una vez leídas se iba a los sitios con otra disposición. Y tenía razón: visitar Londres, Nueva York o Dublín tras leer a Rutherfurd te da un bagaje histórico y emocional muy diferente. Sus historias convierte a sus pasajes en protagonistas y ante sus páginas el lector atiende y comprende su evolución.

No puedo ocultar que mi novela favorita de Rutherfurd es Londres, aunque quizá es porque, como comentaba antes, es con la que pude comprobar su efecto-guía y pude visitar esa urbe, que ya conocía, después de leer la novela. Y en esa visita me sentí más concernido por la ciudad, más parte de ella, más imbuido por su historia.

El estilo de Rutherfurd no es solo reconocible y reconocido, sino que además es influyente. Fue la inspiración para Steven Saylor -reconocida por el estadounidense– para crear su historia de la Roma antigua que forma Roma, Imperio y una tercera novela en la que está trabajando. Y, aunque no haya confirmación, parece más que probable que fuera una fuente de inspiración para Antonio Gómez Rufo a la hora de crear Madrid. La novela (Ediciones B, 2016)

A finales de este 2021 (en octubre) llegará a España su última novela, la antes mencionada China. La publicará, como es ya costumbre, Roca y en ella, Rutherfurd nos llevará a la historia del país asiática desde la Primera Guerra del Opio -de la que hablábamos esta semana en el blog– hasta la entrada del siglo XX. Y los que me conocéis, ya os imaginaréis que la espero con ansia.

Porque no es fácil encarnar un subgénero de la novela histórica en uno mismo y que funcione. Porque no es fácil contar (casi) toda la historia en cada novela.

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