Jesús Sánchez Adalid: «La convivencia de las tres culturas en la Córdoba califal tiene mucho de mito, pero es uno bueno»

FOTO: ANTONIO AMORES

El extremeño Jesús Sánchez Adalid (1962) es uno de los nombres imperdibles de la novela histórica española desde que hace 17 años publicara su novela más celebrada: El mozárabe. En 2018, tras dos años sin novela nueva y tras cambiar de sello editorial, Sánchez Adalid regresa a los escenarios y contexto histórico de aquella obra con Los baños del pozo Azul (Harper Collins Ibérica). La Córdoba califal, la de los Omeyas, vuelve a recibir a uno de los autores que más lustre le ha dado.

¿Tenía ganas de volver allí?

La Córdoba califal no se agota, es un gran regalo para la compleja historia de España, aunque realmente fue un momento muy breve, solo tres generaciones, menos de cien años. Tuvieron tres califas: dos absolutamente espectaculares y un tercero que fue un pusilánime, pero que tuvo una madre como Subh Um Walad y coincidió con la emergencia de Almanzor, un personaje que daría para muchísimas novelas. Sí, tenía ganas de volver allí. Había personajes de El mozárabe que se habían quedado en el tintero, sí. Eso no quiere decir que esta obra sea una secuela o una continuación: yo no lo he sentido así en ningún momento.

La novela tiene un punto crepuscular, la de unos personajes conscientes de haber vivido en un mundo brillante que no volverá…

Es la decadencia de toda una sociedad. La sociedad omeya era muy peculiar: había sido exportada de Oriente y esta forma de vida dura lo que dura. En la época de la novela comienza a decaer. Estos personajes tienen un pie en la fascinante Medina Azahara, pero ellos ya ni siquiera viven allí, sino la parentela omeya que no encuentran su lugar en el mundo. Todavía pertenecen a las luces del pasado, pero también viven las sombras del cambio que viene, la fitna, la disolución del califato que ocurrirá en quince años.

Los dos grandes personajes de esta novela son Almanzor y la madre vascona del califa, Subh Um Walad…

Si la tensión que generaron estos personajes fuera la invención de un novelista ya sería buena, pero es que resulta que fue histórica. Es una historia que podría resultar típica, pero en realidad es muy singular: si eso pasara en una empresa del siglo XXI o en una saga de ricos o de bodegueros, sería la del administrador que se aprovecha del dueño pusilánime para quedarse con todo, pero que suceda en la Córdoba califal y en el mundo islámico le da un color especial. Entre ellos había amor y pasión, pero su situación cambia porque ambos tienen hijos: Almanzor quiere solucionar el futuro de los suyos; y a Subh Um no le gusta que Almanzor evite que su hijo no cumpla sus designios como califa. No les queda más remedio que madurar.

Así que en Los baños del Pozo Azul no hay buenos ni malos propiamente dichos…

Ella quiere solucionar todo por el diálogo, pero su hermano gemelo, por ejemplo, quiere solucionar los problemas, caiga quien caiga, con violencia. Pero tampoco es un malvado, porque nunca actúa en su favor, sino en el de su hermana. Y ella pretende ser buena, pero ha cometido grandes errores que han provocado esta situación: mimó a su hijo, se desentendió del poder…

Ahora que está de moda recordar y rescatar a mujeres de la historia, se lanza con este personaje, la madre de califa. Es el momento del #Metoo, de la lucha feminista…

Claro. Me planteé que si esta novela iba a ser una novela feminista, entre comillas, no iba a ser a fuerza de asignarle a una mujer un rol masculino. Es el gran error de la novela histórica y el cine: ponerlas al frente de un ejército, siendo guerreras,… Tenía que ser una mujer en todos los sentidos, pero siendo una mujer siempre y ejerciendo el poder a su manera. Además, hay que pensar que hay determinadas novelas históricas a las que las mujeres no se acercan: las que son todo masculinidad, guerra, batallas… Eso escritores han de reflexionar, tienen que hacer algo, porque las mujeres son fundamentales, también en el mundo del libro.

FOTO: ANTONIO AMORES

Alrededor de esos grandes personajes hay un microcosmos de criados, eunucos, poetas…

En una novela como esta, de gran contenido dramático, había que poner elementos de color, más populares, más costumbristas. Una gran historia, fuerte, necesita de grandes secundarios de los que el lector no se pueda olvidar. Sino, la historia central acabaría fatigando.

Y contra ese peligro de fatiga, también usa el humor, un elemento importante en esta novela…

Es difícil incluirlo en una novela como esta, con una documentación histórica seria, pero es que el humor ayuda. La literatura tiene que ser diversión, tiene que tener aderezo, color, sensualidad,…

Hubo un tiempo, no hace mucho, donde se publicaban gran cantidad de novelas sobre Al Ándalus y las tres culturas, pero ahora es un tema que prácticamente ha desaparecido. ¿Por qué?

Es una buena pregunta. El concepto del islam en nuestro subconsciente se ha contaminado. El maravillosismo andalusí se ha teñido de sangre y violencia. Y ha pasado por confundir islam con islamismo, algo que ocurre sobre todo desde el 11-S. Escribir esto era un juego arriesgado. Los editores me decían: «uf, una novela así, con las cosas como están». Yo les tranquilicé. Lo que va a ser difícil es que se traduzca fuera, y antes los derechos de este tipo de obras se vendían muy bien. Hablando en plata, de moros no quiere nadie nada ahora.

Y eso que quizá sería cuando es más necesario debería ser escribir y leer sobre este tema…

Hay que cultivar la utopía. Córdoba fue un paradigma de convivencia, ¿la hubo o no? No se sabe, parece que en algunos momentos sí, en otros fue un mito. Pero es un mito bueno, nos tendría que decir que tenemos que convivir. No vamos a tener más remedio: dicen que van a entrar dos millones más de musulmanes en España en los próximos años. Tarde o temprano hay que asumirlo.

¿La convivencia de las tres culturas fue más un mito o una realidad?

Más mito. Después de vivir mucho tiempo en ese imaginario y de indagar mucho en las crónicas creo que hay mucho mito sobre ese asunto.

¿En tiempos de problemas de identidad, como los que vive España y Europa, la gente regresa a la novela histórica?

Sí, la novela histórica es una buena ayuda en ese aspecto, nos tenemos que reconocer. El pasado no existe, fue, pero no es. Pero es una fuente de información sobre lo que somos ahora.

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