Madrid islámico: recuperar la memoria

Plaza de Maslama (en Madrid). Cedida por Daniel Gil-Benumeya.

Daniel Gil-Benumeya, arabista y autor del libro Madrid islámico (La Librería, 2015). Es el autor también de Guía del Madrid islámico. La historia recuperadaque ha editado el Ayuntamiento de Madrid recientemente en colaboración con el Centro de Estudios sobre el Madrid Islámico

Madrid andalusí: recuperar la memoria

Daniel Gil-Benumeya | @Benumeya

La plaza de Maslama, en Chamartín, espacio privado de una zona residencial, parece ser el único recuerdo que Madrid tributa a quien fue en otro tiempo el más famoso de sus hijos: Abu al-Qásim Maslama al-Mayriti, es decir «el Madrileño», matemático, astrónomo y astrólogo, nacido en Madrid en el año 338 de la Hégira (950 de la era cristiana) y muerto en Córdoba en el 398 (1007). Fue, según sus coetáneos, el científico más importante de su tiempo. Su fama traspasó las fronteras de al-Ándalus y también corrió por la Europa cristiana, aunque en este caso no tanto por su contribución a la ciencia como por un manual de magia que se le atribuía erróneamente, el Picatrix.

En el Madrid actual es un perfecto desconocido. De hecho, es difícil encontrar un repertorio de madrileños ilustres que se remonte más allá de san Isidro. Madrid vive a espaldas de su primera historia o pasa de puntillas sobre ella para unir directamente un imposible pasado romano y visigodo con la época de los Lujanes, los Álvarez Gato y los Reyes Católicos. Sin embargo, las fuentes históricas y la arqueología no han hecho más que confirmar lo que ya se sabía a ciencia cierta a finales del siglo XVIII y se intuía desde siempre: que Madrid fue una fundación andalusí y los primeros madrileños fueron «moros». Y ese parece ser el problema.

Felipe II se inventó el Madrid que conocemos. Convertir la modesta villa en una capital imperial pasaba por hacer tabla rasa de su pasado y reconstruirlo desde cero. El emperador y sus sucesores acabaron con prácticamente todas las construcciones medievales de la villa, especialmente aquellas que delataban su pasado islámico, aunque luego se quedaron sin fondos para hacer de Madrid una ciudad monumental que rivalizara con Roma. En aquel entonces Madrid conservaba aún la impronta de su origen andalusí, de aquella «ciudad pequeña y próspera», como la llamó el geógrafo ceutí al-Idrisi, fundada en el siglo IX por los habitantes mestizos de la frontera para defender el alfoz de Toledo. Después de su conquista y colonización castellana a finales del XI, la ciudad tuvo aún durante más de cuatrocientos años una minoría musulmana, que dominaba la herrería y las obras públicas, participaba en la procesión del Corpus con «sus juegos e danças» y tenía buena relación con las autoridades y la mayoría cristiana. Fueron los Reyes Católicos quienes acabaron con la diversidad religiosa que había caracterizado la Península durante los siglos medievales y que resultaba extraña al Estado moderno y a los ojos de sus nuevos aliados europeos. Se cuenta que fue su yerno, Felipe el Hermoso, quien alarmado en su primer viaje a Castilla por encontrarla «llena de moros blancos», rogó a la reina Isabel que pusiera fin a esa monstruosidad. Los musulmanes de Madrid tuvieron que pasar por la pila bautismal el 21 de febrero de 1502 y cambiar sus nombres de resonancias árabes por otros castellanos. Aun así, siguieron sobreviviendo bajo la vigilancia de la Inquisición y cuando los Austrias finalmente decidieron expulsar a todos los moriscos de sus reinos, en Madrid no pudieron dar con ellos. «Tienen muchas personas que los ayudan y cubren», se lamentaban los responsables de aquella expulsión, que pretendía extirpar los últimos restos de al-Ándalus.

En Madrid, la huella andalusí quedó sepultada bajo el peso de la corte. Después de arrasar prácticamente todo el Madrid medieval, el relato oficial de los Austrias reinventó la historia de la ciudad, remontándola a orígenes mitológicos y pasados esplendores griegos, romanos y godos. Dentro de esa narración, los «moros» tenían un papel menor, no como fundadores sino apenas como conquistadores finalmente expulsados, como un desgraciado paréntesis en una historia que se establecía un vínculo sin solución de continuidad entre los visigodos y la llamada «reconquista». Fue ese el primero de una larga serie de esfuerzos por inventarle a la que desde entonces sería capital de España un pasado más ilustre y acorde con los valores europeístas y católicos de la Monarquía hispánica primero y de la nación española después.

Seguimos atados a ese enfoque. Es así de hecho, como muchas generaciones de españoles hemos estudiado el periodo de al-Ándalus y como se sigue reproduciendo en libros de texto y series seudohistóricas. Como una presencia extraña, extranjera. Quizás por eso entre las casi diez mil denominaciones del callejero de Madrid, solo tres recuerdan los ochocientos años de historia y civilización andalusí: la pequeña calle Averroes, el parque del Emir Mohamed I y la sorprendente placita de Maslama, cuyo nombre parece salido de alguna iniciativa particular. El reconocimiento a Mohamed I como fundador de Madrid es de hecho inusual y se debe a las circunstancias de finales de los años ochenta y la sombra de Tierno Galván. Si ya entonces suscitó recelos, hoy sería mucho más aventurado políticamente dedicar un espacio público a un musulmán. Quizás por eso, los actuales cambios de denominación en el callejero para hacerlo más representativo de nuestra sociedad y nuestra historia no han contado, de momento, con la posibilidad de dar espacio a la memoria de al-Ándalus.

A lo largo del último siglo han ido reapareciendo, tozudos, muchos restos del Madrid andalusí, aunque no siempre han sido bien tratados. Todavía en 1913 se celebraba el descubrimiento y destrucción de un tramo de la muralla andalusí en la calle Bailén en aras del progreso y la civilización. En los años cincuenta, el insigne arabista Jaime Oliver Asín casi tuvo que encadenarse a la muralla que conocemos hoy —oculta en el jardín de una casa nobiliaria— para salvarla de la perforadora. Y no lo consiguió del todo, porque el inmueble de Bailén 12, donde tiene su residencia oficial el cardenal Rouco Varela, se edificó poco después a costa de unos torreones cuando la muralla ya gozaba, en teoría, de protección oficial. La construcción del nunca inaugurado Museo de Colecciones Reales encontró en sus cimientos hace ya casi dos décadas otro gran tramo de muralla y las casas y calles más antiguas de la ciudad. Debería haberse impuesto un traslado del museo a cualquier otro lugar de Madrid, con lo que habrían ganado la arqueología y el paisaje, pero ahí está como homenaje, de momento estéril, al hormigón y el sobrecoste de las obras públicas. Podríamos poner más ejemplos. En términos generales, aunque los restos del primer Madrid sean modestos, no son tan escasos como parece. Existe patrimonio oculto, material repartido en diferentes museos, arqueología localizada pero no visible en la actualidad, huellas en el trazado urbano. Además del patrimonio inmaterial: el nombre de la Villa y el de su patrona (al-mudayna: la ciudadela), el origen quizás sincrético de su patrón, san Isidro, y bastante documentación sobre la vida en el Madrid andalusí y mudéjar y sus protagonistas. Todo ello es sin embargo muy poco conocido debido a que han sido muy escasas, y generalmente privadas, las iniciativas de visibilización e interpretación de este patrimonio, y menos desde una perspectiva amplia y totalizadora que trate de dar coherencia a materiales dispersos de distinta naturaleza (arqueológicos, documentales, históricos, antropológicos). El Centro de Estudios sobre el Madrid Islámico (CEMI), creado hace un año, tiene esa vocación, pero ante todo intenta que la tarea la asuman los poderes públicos, especialmente el Ayuntamiento de Madrid, que es quien tiene el compromiso de poner en valor el patrimonio histórico, artístico y cultural de la ciudad.

En este sentido, la recuperación del legado andalusí cumple una doble función. Por un lado, preservar y dar a conocer una pieza esencial de la historia madrileña y, por otro, contribuir a una percepción de la diversidad como característica propia de la Villa desde su fundación misma. Madrid, que se abrió tarde al cosmopolitismo del que gozan desde hace más tiempo otras capitales europeas, tiene la paradójica riqueza de su origen mestizo. Al Madrid multicultural del siglo XXI le debería interesar mucho redescubrirlo. Redescubrirse.

*Las negritas son del bloguero, no del autor del texto.

Si te ha gustado esta entrada, quizá te interese…

11 comentarios

  1. Dice ser Patriota

    Ya estamos con lo de siempre, la memoria de que en algún momento de la historia fuimos musulmanes (Al menos parte de nuestros antepasados). Pues bien, parece que toda apología en tal sentido adolece siempre de un punto importantísimo: La parte musulmana la perdimos al RENUNCIAR AL ISLAM nuestros antepasados. Es sencillo, un musulmán renuncia a su religión, se hace cristiano y permanece en la tierra que, generósamente, le ha permitido continuar con sus quehaceres diarios, en lugar de tener que emigrar a algún otro lugar del mundo para continuar con su fé. Como descendiente de estas personas exijo respeto para tal decisión.

    Tenemos un compromiso, sí, pero no es recuperar lo que en su momento repudiamos, sino impedir que algunos se aprovechen de un pasado que no queremos que vuelva. Creo firmemente en la igualdad entre hombres y mujeres, y por ello lucharé contra el que quiera hacer apología de una cultura que, hoy en día, solo medra en el suelo fértil de las dictaduras, y que representa un peligro para la Democracia que tanto nos está costando consolidar.

    19 junio 2018 | 08:31

  2. Dice ser Antirebaño

    El problema real que hay en este país es la gente frustrada que ehca la culpa al sistema de sus miserias y no saben cómo revolver con historias de rojos, de grises, de negros, de árabes para generar una polémica en la que trasponer esas frustraciones.
    No obstante está bien traída la exposición de la «historia actual retocada» frente a la verdad absoluta e incuestionable de la «historia verdadera de los moros»… Sólo un detalle que usted debería cuestionarse en sus estudios: Si tan verdad es la historia que cuentan los moros… ¿cómo es que por lo general sean unos mentiorosos de solemnidad? una razón es que el Corán ve con buenos ojos la mentira y el engaño al infiel, entre otras tropelías… pero esa es una razón filosófica, así que busque usted otra razón pragmática para convencernos de que la historia que conocemos es mentira y la que usted expone aquí supuestamente es verdad.

    De todos modos, siento decirle que por mucho que algunos mediocres se empeñen, la evolución global del mundo ha dejado relegado el Islam y otras religiones radicales para países retrógrados, subdesarrollados y mediocres.

    No veo en países avanzados la más remota posibilidad de que la gente empieze a realizar corta-frenillos, abogar por la sumisión de la mujer, apedrear homosexuales y demás tropelías del «legado andalusí».

    19 junio 2018 | 09:19

  3. Dice ser Linu

    Intentar ocultar el pasado musulmán de parte de la población española durante la invasión musulmana es algo difícil de conseguir, habría que cambiar los nombres de los pueblos de media España y borrar otros tantos del diccionario. Si en Madrid ese pasado pasa más desapercibido es porque los nombres de sus pueblos no son de origen musulmán, lo cual demuestra que la influencia musulmana en esa zona fue mínima.
    Sea como sea, el empeño de algunos en resaltar el pasado islámico de la península en este preciso momento en el que estamos bajo la amenaza de un grupo terrorista con miles de seguidores dispersos por el mundo, quienes aseguran que España les pertenece. no me parece de lo más sensato.
    Veo más acertado y lógico lo que se dice en el primer comentario, nadie quiere volver a una España musulmana salvo los propios musulmanes.

    19 junio 2018 | 09:24

  4. Dice ser Doraemon

    Abogo por que el señor Daniel Gil-Benumeya cambie sus nombres y apellidos por unos árabes, y comience a escribir sus libris en esta lengua.

    Tal y como el afirma… cumpliría una doble función. Por un lado, preservar y dar a conocer una pieza esencial de la historia española y, por otro, contribuir a una percepción de la diversidad como característica propia de los habitantes de este país desde su fundación mismo.

    19 junio 2018 | 10:40

  5. Dice ser cynthia

    Tengo amigos budistas asiáticos que han huido de sus países a Europa o Australia porque en donde superan el 50% se dedican a hacer mobbing a budistas y mujeres. Ellos me cuentan lo que está pasando en Asia, como implantan la sharia, patrullan las calles para acosar a las mujers que no visten de forma «correcta», como la gente con pasta se compra casas de veraneo lejos para descansar de sus putas normas, de trapos en la cabeza, me hablan de como implantan la sharia.

    Y los que viven en Europa están aterrorizados de que aquí pase lo mismo. En nuestro país empezó así la cosa te dicen.

    19 junio 2018 | 11:47

  6. Dice ser Pepe

    En Madrid los moros que trajo franco dejaron muy mala opinión , diría que malísima, no hace falta remontarse 800 años atras

    19 junio 2018 | 12:31

  7. Dice ser clau2002

    Nos están acostumbrando ya para lo que viene.
    Algunos afortunados podrán hacer su vida con normalidad formando parte de la élite, el resto tendremos que vivir según las normas islámicas o lo que es peor la Sharia. Esta gente tan obsesionada con la cultura islámica porqué no se va a vivir a un país islámico de verdad con mujer e hijas o sobrinas, y después de vivir esa experiencia escribe, pero sabiendo de verdad todo lo que conlleva ese islamismo.

    España es un país laico pero sólo para despreciar nuestra cultura cristiana, que la tenemos, se practique el cristianismo o no, pero a los musulmanes y sus costumbres los brazos abiertos, estamos tontos o qué nos pasa???

    Los musulmanes en sus países y nosotros en el nuestro,

    19 junio 2018 | 12:54

  8. Dice ser Juan

    Ya puestos exijo recuperar la memoria Visigoda. Es más, ¿cuando recuperamos la memoria celtíbera?

    19 junio 2018 | 12:58

  9. Dice ser Greenhouse

    Cualquier tiempo pasado es pasado que no hemos vivido como Al-Ándalus. Nuestra vida personal es la que prima y no lo que hayan hecho gente de hace siglos. Solo un dato: en el periodo 844-1126 los intelectuales andalusíes fueron los únicos seres humanos que manejaron masivamente los textos de los latinos y los griegos, los comentaron y ampliaron porque por aquella época los bizantinos y árabes solo tenian los textos helenos y los cristianos europeos occidentales y centrales solo tenían los textos latinos y por eso los andalusíes hicieron su propio humanismo en una época oscura para los demás.

    19 junio 2018 | 13:47

  10. Dice ser Dreken

    Un artículo muy recomendable sobre la ciudad:

    https://documentalium.blogspot.com/2017/10/los-origenes-de-madrid.html

    19 junio 2018 | 13:58

  11. Dice ser Sharps-1975

    Para 4 Dice ser Doraemon

    Benumeya…… Ben Omeya…..

    Ben-Humeya, hijo de humeya, marcaría el inicio del apellido. Humeya haría referencia a los Omeya (Umayyah), dinastía musulmana de origen árabe y mequi, quienes fueron emires y califas de Córdoba.

    19 junio 2018 | 19:31

Los comentarios están cerrados.