¿Por qué leo novela histórica?

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Me dice: «Yo, para aprender historia, leo un libro de Historia, no una novela». Supongo que tiene ciertas ganas de polemizar, pero lo cierto es que estoy de acuerdo. ¿Por qué leo novela histórica? Supongo que es una buena pregunta para el autor de este blog. Quizá, la primera que debía haber respondido. Seguramente, una que se puede despachar con un porque me da la real gana. Pero podemos jugar a profundizar. Pero, sí, para aprender historia, realmente no. Para eso, leo libros de Historia. Mala suerte si venía con ganas de trifulca.

Lo cierto es que no niego el potencial didáctico de la ficción histórica, que lo tiene, pero no creo que sea su fin. Del de ninguna novela, de hecho. Creo que la ficción debe tener el poder de jugar con la realidad, de desdibujarla, de constreñirla o ampliarla; debe tener la libertad de arriesgar, de hacer apuestas improbables, de falsear, de impostar sin miedo, de ir más allá… Sus límites deben ser puramente literarios, más la verosimilitud y la verdad literaria, que la  histórica

Entonces, ¿cuál es el límite que impone el apellido ‘histórico’? Para mí, es un equilibrio difícil de conseguir y en cuya magia reside gran parte del encanto del género. No me gusta la historia novelada, me gusta la ficción histórica. No me gusta que me ‘recuenten’ la historia, me gusta que me hagan sentir, que me trasladen. Me gusta que me ofrezcan una experiencia: sentir, tocar, oler, ver. Ya lo escribía el gran Emilio Lara, reciente premio de novela histórica Ciudad de Cartagena,  en este mismo blog: «El barniz historicista no vale para escribir una novela».

No, no leo novela histórica porque quiera aprender. Leo novela histórica porque me gusta disfrutar de una buena novela. Y, si además, esa ficción es capaz de hacerme viajar a un momento del pasado, el placer se multiplica.

Es lo que logran Hilary Mantel, Robert Graves, McCullogh, Patrick O´Brian, Posteguillo, Pérez-Reverte, Eslava Galán, Lindsey Davis, Bernard Cornwell, Lara, Roa… y un larguísimo etcétera. Logran que toques y escuches a los personajes históricos. Te hacen dudar de si sus personajes ficticios no estuvieron allí en realidad. Cuando cierras sus libros, parece que regresaras de un viaje.

La literatura es juego, es emoción, es experiencia. La histórica, también. La recreación del pasado tiene que ser parte de todo eso. Si el peso del rigor histórico, hunde la experiencia literaria, mal vamos. Sí, para eso, efectivamente, me quedo con los libros de historia. Que además, muchos están escritos con buena maña narrativa.

Y tú, que pasas por XX Siglos, ¿por qué te lees novela histórica?

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