Historia y novela: la arqueología ficción

Vasos canopos que contenían vísceras de difuntos (EFE)

Nacho Ares, novelista, historiador, egiptólogo, divulgador y director del programa radiofónico SER Historia, suele etiquetar sus novelas como «arqueología ficción» –como ya hiciera en la entrevista que le hice aquí hace unos meses-. En este artículo, el autor explica esta definición y define su visión sobre la relación entre literatura e historia.


La arqueología ficción

Por Nacho Ares | Escritor, historiador y divulgador | @NachoAres

En más de una ocasión me han preguntado por esa etiqueta que creé hace unos años hablando de mis novelas como “arqueología ficción”: emplear la arqueología como herramienta para construir historias, en mi caso, del antiguo Egipto, en un ambiente ficcionado.

Estamos en un momento en el que la literatura, especialmente la llamada novela histórica en la que también me siento cómodo, ha conseguido dividir a los lectores en dos campos absolutamente contrapuestos. Por un lado, están los que defienden la novela histórica como un instrumento útil para poder acercarse a la Historia, entre los que me encuentro; y por otro, los que creen que la Historia es algo demasiado ilustre y prestigioso como para poder frivolizar con ella con cuentitos y despistar al lector con datos erróneos que los aparten de la “realidad” que sucedió en el pasado.

Estos últimos son los que opinan que la Historia es mejor disfrutarla en ensayos, aunque sean aburridos; eso que algunos pedantes llaman ahora “no ficción”, precisamente para dar cierto marchamo de credibilidad a lo que escriben. Da igual que el ensayo esté repleto de errores históricos o de anacronismos. Un ensayo, por esa aparente perfección que damos al escrito, siempre será más creíble que la mejor novela histórica.

Yo aquí vengo a defender la novela histórica, la arqueología ficción, como herramienta de conocimiento y comunicación del pasado. Al fin y al cabo es solo una etiqueta que damos a una construcción abstracta, algo que solamente está en nuestra cabeza. ¿Alguien sabría decirme qué es una novela histórica? ¿Qué períodos abarca? ¿Cuándo una novela histórica deja de serlo para convertirse en una “obra literaria convencional”? ¿Un relato del presente? Tranquilos, no respondan porque la pregunta no tiene respuesta. Nunca nos pondríamos de acuerdo y, si lo hiciéramos, sería a costa de sacrificar muchos argumentos. ¿Por qué? Porque no es más que una etiqueta, algo que solamente existe en nuestra forma de entender el mundo que nos rodea y que podemos comprender porque somos seres humanos, pero que realmente se trata de algo, podríamos decir, inefable e inabarcable; como tantas cosas abstractas, no quiero dármelas aquí de adalid de algo tan puro y supremo que solo unos pocos señalados por un don divino somos capaces de comprender.

La arqueología ficción nos permite a partir de datos reales recrear una historia pasada; algo que sucedió hace años, siglos o milenios. Es arqueología, pero también es ficción; tanto, me atrevería a decir, como muchas de las teorías indemostrables que la arqueología lanza en ocasiones y que se sustentan en pruebas que, partiendo de una base errónea, van trasformando una realidad como si se tratara de una enorme bola de nieve cuya base, como he dicho, es errónea, lo que tira por tierra cualquier argumento.

Recrear el mundo antiguo es una de las labores más complicadas de la Historia. Lo siento, yo soy de los que piensan que la arqueología es una herramienta de la Historia, una técnica, no una ciencia en sí misma. Aún así, es un trabajo duro no solamente para el propio investigador de campo que después de unas semanas en una excavación debe llevar toda la información al laboratorio para intentar dar sentido a ese puzle de objetos materiales, estratos, restos humanos y en ocasiones algún texto que ayude a detener en el tiempo un lugar. También lo es para el escritor que quiere recrear esos momentos en una novela histórica.

El escritor e historiador Nacho Ares (FOTO: NIKOLAY YORDANOV)

Con mi último trabajo, La Hija del Sol (Grijalbo 2017), tenemos un ejemplo que nos puede ayudar a comprender el concepto de arqueología ficción. El hecho de que haya elegido a la reina Isis como protagonista de la novela, una reina hermana de Akhenatón de la que con lo que sabemos de ella solo podríamos llenar un titular de periódico, no es una cuestión baladí. Me ha permitido, a partir de un personaje real, crear una ficción, una “arqueología ficción”. La parte de los diálogos o la puesta en escena de los personajes en determinados momentos puede estar inventada -lo está, sin lugar a dudas-, pero los protagonistas, los lugares y las situaciones son totalmente históricas, demostradas tanto por las fuentes como por la arqueología. No importa cómo se dijeron las cosas si no en qué desembocaron. La Historia en definitiva es el relato de los hechos protagonizados por el ser humano desde la prehistoria hasta nuestros días, no si lo dijo de una manera o de otra, o si Fulano llevaba la fíbula en el lado derecho o izquierdo del pecho para sujetarle una capa. A veces hay novelas que son muy precisas en la descripción de los personajes o las situaciones, pero vacías de contenido y de sentimiento a la hora de presentar a esos protagonistas. Ahí es donde tiene que entrar la ficción a sumarse a la arqueología. Algunos entienden de forma errónea el concepto ficción. Ficción no es sinónimo de erróneo o de irreal. Cuando vemos en un yacimiento visitable, un panel con la reconstrucción de cómo era la vida allí en la Antigüedad, eso también es ficción, exactamente la misma que ofrece la novela para exponer unos hechos históricos.

Ahora bien, si hablamos de circunstancias que no ocurrieron en el pasado, o mezclamos protagonistas con lugares, eso no es arqueología ficción. Eso es ciencia ficción, El Ministerio del Tiempo u otro esquema de construcción literaria, muy respetable y seguramente que entretenido, pero nada que ver con la Historia.

Lo lamento por los puritanos, pero una buena novela histórica es igual de apropiada para aprender Historia que el mejor de los ensayos. No se trata de vender más ni menos, ni de recibir tal o cual premio, lo que se busca es hacer Historia, ayudándose de la arqueología, la arqueología ficción.

*Las negritas son del bloguero, no de el autor del texto.

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