Víctor Fernández Correas: «España sigue siendo un país de trincheras»

«Una España en la que, se aseguraba, había empezado a amanecer, aunque no para todos…» Como frase inspiradora no es mala la que podemos leer como anuncio de Se llamaba Manuel (Versátil, 2018), la cautivadora nueva novela de un autor todoterreno, recomendable siempre y siempre original como Víctor Fernández Correas.

Fernández Correas nos adentra, nos hace caminar, sufrir y revivir el Madrid de los años 50 en esta novela histórica disfrazada de novela negra (¿o el orden de los términos debería ser el inverso?) donde a la par que nos intriga y nos emociona, nos habla de la política, de la historia, de la homosexualidad, de la cara B de aquellos años del franquismo triunfante.

¿Cómo nace Se llamaba Manuel? Es una novela muy diferente, en épocas y estilo, de sus anteriores dos obras…

Me apetecía realizar una incursión en el siglo XX, y pude hacerla con la anterior novela que escribí antes de Se llamaba Manuel y que espero pronto vea la luz. Pero me apetecía mucho viajar hasta los años posteriores a la Guerra Civil. Es una época fascinante, pues en el momento en que trascurre la novela ya han quedado atrás las cartillas de racionamiento, se negocia con los americanos la instalación de bases militares en España, y asimismo un nuevo Concordato con la Santa Sede… Y, por si fuera poco, Stalin falleció a comienzos de marzo de 1953. Demasiados argumentos como para decir que no a una novela de estas características.

Vuelvo a la frase que usaba en el arranque de la entrevista, de la sinopsis, se dice que se ambienta en “una España en la que, se aseguraba, había empezado a amanecer. Aunque no para todos”…

En efecto. La vida no siempre es igual para todos; para algunos es un lugar más agradable que para otros. No sólo por las connotaciones sociales, la posición que se ocupaba dentro de la sociedad, sino también por la capacidad económica, que era una brecha demasiado amplia. Siempre ha ocurrido así y siempre ocurrirá. Así, a modo de ejemplo, en la novela hay gente que vive muy bien y otra, no tanto. Por lo tanto, para una parte de la población sí había comenzado a amanecer —incluso ya había amanecido por completo—, mientras otra seguía sumida en las tinieblas. Tan inquietantes como peligrosas.

¿Qué le resultó interesante como novelista de aquella época de los 50?

El lenguaje, los modos de vida, los usos sociales. Por eso la labor de documentación fue fundamental para conocer cómo vestían, de qué manera se expresaban los personajes, como vivían, como sentían. Incluso hasta cómo amaban. Ha sido un interesante viaje a una época que me apetecía conocer y, creo, que ha merecido la pena.

Uno de los temas que aparecen en la novela es la homosexualidad en la época…

Esta frase de Francisco Umbral lo resume todo: “El homosexual no da hijos para la guerra ni almas para el cielo. El homosexual, teológicamente, es un parásito”. Es un tema que siempre da mucho juego, y más en una época en la que el homosexual era reprimido y perseguido hasta con saña. Su vida de cara a la sociedad era, hasta cierto punto, aburrida: mujer, hijos, paseos por la Avenida de José Antonio con la pareja agarrada del brazo, chocolate en una cafetería… De puertas para adentro, cuando el homosexual sentía la necesidad de “respirar”, se aventuraba visitar locales donde su seguridad dependía de las relaciones del propietario con el poder, o bien de la propina recibida por el policía de turno para hacer la vista gorda. Amanecer en una pensión con otro hombre significaba vía directa hacia la comisaría, toda vez que los dueños de hoteles y pensiones estaban obligados a entregar el registro de clientes a la mañana siguiente. De ahí que muchos prefirieran abandonar la habitación aún con la miel en los labios.

¿Cómo ha sido la labor de recreación de la época? Se nota el trabajo, desde las formas de hablar de sus personajes, hasta las descripciones…

La clave ha estado en la documentación: desde libros conseguidos por Internet hasta planos y mapas del Madrid de la época o la ayuda de algún librero de la Cuesta de Moyano en forma de libros, hasta la prensa de la época. En este sentido, la hemeroteca del diario ABC ha sido una ayuda de gran valor, pues me ha permitido recrear la novela desde un punto de vista social, cultural, humano… Y eso hace más fácil, sin duda, la escritura. Amén de las aportaciones de algunas personas con las que contacté a través de la Red y que me proporcionaron información muy específica —como la relacionada con el Cuerpo General de Policía— bien en forma de textos, bien en forma de libros o películas.

Y ¿por qué narrarlo en clave de novela negra?…

No soy persona que se adscriba a un determinado género u otro. En este caso se puede decir que la historia ha salido así: asesinatos, odios, venganza… Hay mucho de novela histórica, pues es un género que me encanta, pero también, como bien dices, hay otros ingredientes de novela negra. Cuento historias, nada más, y si tengo que mezclar géneros lo hago sin problemas, aunque no me considero integrante de un género u otro.

¿La historia de España se narra en clave de novela negra?

Pues puede ser, pues hay demasiado episodios, muy oscuros, que aún no se conocen o tardarán en salir a la luz, pero sigo creyendo que la mejor manera de explicar y contar la historia de este país es a través de la novela histórica —matizada o no según aportaciones—. Aún nos quedan muchas cosas por conocer y contar, y la novela histórica es, en mi opinión, el mejor vehículo para hacerlo.

¿Cuáles son las virtudes y las dificultades de mezclar estos dos géneros?

Más o menos conozco los usos de la novela histórica, pero sí que he tenido que aprender algunos de la novela negra para que la novela no descarrilara. Lo mejor es que, en este caso, puedes recrear una novela desde todos los puntos de vista, jugar con la música, con la cultura, incluso con los modos de vivir de la época. Y, a su vez, contar la historia de tal manera que se desarrolle con soltura, pues al fin y al cabo lo que se trata es de investigar un crimen. No sé si habré salido o no indemne del reto, pero lo que sí puedo decir es que he disfrutado como pocas esta novela a la hora de documentarme, de escribirla, etcétera.

¿Cuánto de personal tiene las historias que cuenta en esta novela?

Alguna cosa se te escapa, no lo puedes evitar. Sin querer, algún personaje tiene dejes tuyos, se comporta de una manera parecida a la tuya, incluso hasta puede tener tu forma de pensar. Siempre procuro escribir con neutralidad, que nada de mi personalidad contamine a los personajes, pero no siempre se puede salir indemne, y más en una historia de estas características.

En pleno debate sobre la memoria histórica, y a pesar de lo que dicen muchos, ¿no hay, acaso, que escribir más sobre la Guerra Civil y el franquismo? ¿No hay que explorar todos los rincones de aquella época?

Es una posibilidad, puesto que soy de la opinión de que, a pesar de que un tema u otro pueda estar muy manido ya, lo que cambia su percepción, lo que interesa al lector. es la manera de escribir la historia. De la Guerra Civil aún queda mucho por escribir y que contar. Es historia, y por lo tanto no podemos avergonzarnos de ella. Pero como también quedan muchas cosas que contar de la época de los Austrias, de los Borbones, de los Reyes Católicos, de la Reconquista. Temas puede haya pocos, podrían decir algunos, y eso hace que se reitere en ellos, que haya una proliferación o moda según las épocas, pero maneras de contarlos todavía quedan muchas.

Y ya que estamos, ¿qué le parece la decisión de exhumar los restos de Franco del Valle de los Caídos?

Polémica, muy polémica. Pero tanto esta cuestión como el cambio del nombre de una calle, la propuesta para retirar una placa de una iglesia o las menciones a los caídos de un bando u otro. No se han superado las heridas, no han terminado de cicatrizar, y por lo tanto siempre que un tema de estas características estalle y llene minutos de radio, de televisión o páginas de prensa, habrá polémica. Mientras no se cierren heridas o superen brechas, seguiremos igual. Este país sigue siendo un país de trincheras, de azules y rojos, de tú hiciste aquello y tu aquello otro. Puede que dentro de unas generaciones se vea desde otra perspectiva. Mientras, dudo que cuando estalle una chispa por cualquier asunto relacionado con la materia, no se origine un incendio. Su magnitud dependerá de nuestra habilidad para sofocarlo o hacerlo ingobernable.

¿No le daba respeto abordar esta época en una ficción?

Al contrario, me apetecía mucho, como he explicado más arriba. Al fin y al cabo lo que cuento es una historia ficticia, un crimen, que me da pie para armar tres tramas, hablar de las negociaciones entre americanos y españoles y analizar los tentáculos del PCE, siempre tan largos. Lo importante es la historia, sus personajes, cómo se desarrollan las tramas. Luego, el entorno, el momento, son elementos accesorios.

Como escritor, ¿se ha sentido más cómodo en esta o en sus novelas históricas más clásicas?

Quizás, en ésta. Es una novela que prácticamente salió de un tirón y con la que me sentí muy a gusto desde el principio. Una novela que tenía en la cabeza, por lo que sólo tuve que escribir lo que me iba dictando hasta conseguir el resultado final. No obstante, he de decir que, entre mis proyectos, tengo previsto regresar a la novela histórica clásica con un tema que me apasiona y un personaje que ya trasciende dicha condición para mí.

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2 comentarios

  1. Dice ser Pasaba por aqui

    España desde que dejo de ser imperio es un pais acomplejado y sobre todo servilista.
    En la guerra civil nos convertimos en los camareros de ideologias extranjeras, en este caso del comunismo y el fascismo que proximos a chocar en Europa tuvieron sus mejores mayordomos en la población española

    Servimos de carne de cañon para probar su armamento, entrenar a sus militares y consumir las arcas nacionales en pagar ese esfuerzo de guerra , llegando a la estafa como en el caso del famoso oro de moscu.

    El pais quedo sembrado de muertos y en la pobreza, con un ridiculo revanchismo que no llega a nada.
    El retraso sigue viviendo en las mentes de las gentes, y las consecuencias las seguimos viviendo a dia de hoy

    Parece que a nadie le interesa avanzar y prosperar, seguimos siendo camareros de todo el mundo.

    23 agosto 2018 | 07:44

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