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Ni machismo, ni feminismo, ni hembrismo: igualdad

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Manifestación por los derechos de las mujeres. (Archivo)

Por Ramón Belmonte

Ni machismo, ni feminismo, ni hembrismo, ni radicalismo, ni nada. Como todos somos iguales, igualdad. Porque lo dice la palabra: iguales, igualdad. Deducción lógica. En feminismo aparece la palabra femenino. Y eso es igual que machismo, porque aparece la palabra macho, y claro, eso quiere decir que un género es superior. Pero en igualdad solo aparece igual, así que igualdad. Porque la igualdad, como de todos es sabido, se reproduce por esporas.

Recientemente he comenzado a ver una serie magnífica donde las haya, tanto por su reflejo de la sociedad estadounidense tras la Segunda Guerra Mundial, consumista, capitalista y, curiosamente, represiva respecto a ciertas ideologías (vaya, vaya…), como por el tinte clásico del cine de los 60 o 70, con tanto humo y alcohol de por medio, que quién la haya visto entenderá por qué lo digo. Pero podemos exprimir esta serie algo más. Si observamos la serie desde una perspectiva de género y, como he comentado antes, una realidad social que de verdad ocurría, la mayoría de las personas nos quedamos atónitas y perplejas al ver el grado extremo de cosificación, paternalismo (en el sentido más negativo), menosprecio, marginación y desprecio al que se veían sometidas las mujeres. Y hasta no hace mucho.

Debemos entender, en primer lugar, que la tremenda desigualdad imperante que era visiblemente aceptada no ha desaparecido, únicamente se ha invisibilizado. Porque no nos engañemos, el machismo, al igual que el capitalismo, se transforma, varía y muta según la evolución cultural e histórica, adaptándose y perviviendo. Que tu atareado cerebro embotado por la parrilla televisiva de hoy en día no te permita verlo no significa que no esté. En segundo lugar, debemos entender que la espiral pauperizadora del machismo es histórica, en su primera raíz, más biológica que cultural; en su segunda, más cultural que biológica, consciente, construida, impuesta, basada en los roles reproductivos.

En tercero, comprender que el feminismo no es algo de “unas locas de ahora” que “no tienen nada que hacer” o que “solo saben quejarse” (por favor, eso es machismo…), sino un movimiento político. Sí, político, con una trayectoria histórica continua y de victorias sumativas considerable. En cuarto lugar, aprehender y aprender la diferencia entre el sexo que biológicamente desarrollamos al nacer (nuestro aparato reproductor, a grandes rasgos) y el género, el cual es una construcción cultural puesto que los roles que desempeñan y vienen asociados a cada uno de los dos, hombre y mujer o masculino y femenino (simplificándolos a dos), varían en función de la sociedad espacial en la que nos centremos, y también en el tiempo. Esto es, si existe la idea en el imaginario colectivo de que lo femenino es rosa, muñecas y pastel y lo masculino es rojo, coches y dureza, no es porque venga escrito en unas piedras mágicas entregadas a un barbudo o porque broten las ideas de las flores, sino por ser imposiciones sociales que percibimos y absorbemos desde el momento de la mínima consciencia.

En quinto lugar, y creo que uno de los aspectos más importantes que debe ser fuertemente reforzado, divulgado y comprendido por el grueso más amplio de la población, las conquistas sociales, económicas y políticas conseguidas en favor de la igualdad material, real y efectiva en el género, entre el hombre y la mujer, han sido, sin duda alguna, gracias al movimiento feminista, tanto el original, sufragista y natural, como al movimiento feminista radical. Ojo, radical, de su vertiente latina, radicalis – radix, raíz, que llega hasta la raíz- (no las que queman contenedores); gracias al cual se han conseguido los mayores avances socio-culturales modernos desde los años sesenta y setenta hasta nuestros días.

Por tanto, por tradición, por realidad, por conciencia, por inteligencia y, por favor, por respeto, ya basta. Dejemos de asumir la igualdad como si hablásemos de la polinización de una flor o del crecimiento de una seta. La igualdad no se desarrolla por ósmosis ni crece debajo de las piedras. La igualdad de género, es, ha sido, y será gracias al feminismo, a la fuerza incesante e inamovible de muchas mujeres que, como la marea, han conseguido desgastar un sistema fuerte como las rocas y alcanzar objetivos inimaginables hasta, como decíamos arriba, hace apenas unas décadas.

Gracias a mujeres y a hombres feministas podemos hablar hoy de igualdad y equidad de género. Gracias a personas, que deconstruyen y construyen las identidades sociales y las construcciones culturales para generar un cambio político y personal. Así que no, por si aun cabía duda, el machismo no es igual que feminismo, ni la igualdad es diferente al feminismo, ni el feminismo radical es una vaginodictadura ni cualquier historia que podáis escuchar en los vídeos de Álvaro Ojeda.

Si creéis en la igualdad, creéis en el feminismo; difundir la errónea idea de que el machismo es igual que el feminismo es minar el camino que tan difícil ha sido construir y que solo está a la mitad de alcanzar la verdadera igualdad real.

PD: El hembrismo no existe.

14 comentarios

  1. Dice ser Juan Carlos

    La igualdad es el objetivo e ideal a lograr, curiosamente el país que mayor grado de igualdad tiene es Noruega (con un índice del 0.998… ) La igualdad perfecta sería índice de 1.

    Quizás algún día se logre una igualdad parecida a la de Noruega aquí en España, y Noruega alcance mayor perfección de igualdad.

    Después de todo la igualdad está recogida en la Constitución Española, así pues cuando se producen graves casos de discriminación: ¡habría un hecho inconstitucional! De especial transcendencia e interés cuando es por razón de género.

    05 febrero 2016 | 23:16

  2. Dice ser Bern

    Empiezas muy bien el artículo reivindicando igualdad a secas, pero lo acabas transformando en una loa sin palitavos al feminismo. Una pena, pues pese a sus logros, mientras que el machismo actualmente actúa disimuladamente y se oculta mucho, el feminismo en una infinidad de situaciones está actuando como un hembrismo antiigualitario y agresivo totalmente a la descarada, sin ocultarlo ni disfrazarlo.
    Saludos.

    06 febrero 2016 | 10:51

  3. Dice ser dazer

    El problema no es el feminismo ni las radicalizaciones. Son los/las feministas. Que rara vez, si alguna, son capaces de formar un argumento coherente que refleje la realidad. Como ejemplo: las obvias carencias de este blog descafeinado .

    Si creéis en la igualdad, creéis en el feminismo.
    Si creeis en que nos debemos amar unos a otros, creeis en el Cristianismo.

    La comparativa de machismo/feminism es falaz, sí. Y un insulto al variado movimiento político que es el feminismo.
    Por otro lado, equiparar igualdad a feminismo es un insulto a la razón.

    El hecho de que algunas ramas del feminismo apuesten por la igualdad, no quiere decir que todas lo hagan, ni que igualdad signifique lo mismo para todas las ramas. Igualdad significa bien poco sin contexto.

    Es, cuanto menos, peculiar que este artículo use la narrativa americana. El feminismo consiguió el sufragio, gritarán a cielo. Esto, por supuesto, es absurdo. No más hace falta mirar a todos los países -como España- donde el feminismo no existió hasta bien entrado el s XX. I, qué casualidad que las mujeres votaron *sin* feminismo. En particular, en España, siempre que alguien votó, ese alguien incluyó a las mujeres, desde las repúblicas para acá, con la excepción del Franquismo la mujer ha votado.

    Y todo eso sin entrar en la otra narrativa: que el voto se consiguió a pesar del feminism. Uséase: que quien más se opuso fueron los y las feministas. Es hilarante, pero tristemente veraz.

    Yo fui feminista. Y radical clásico, de los de antes. Crecí leyendo desde de beauvoir hasta Lorde. Aprendes mucho nadando en ese mundillo. En particular que ninguna rama está de acuerdo en nada. Eso es bueno. Se trata de discutir, proponer, rediscutir, descubrir…

    Pero también aprendes muchas más cosas:

    El feminismo siempre trata de desmontar cosas que nos gustan. Aduciendo que son malas aunque nos gusten. Sea que las muejres cuiden de niños o que se dediquen a cocinar: nos gusta que hagan «sus tareas». Independientemente de cuan cierto sea que las construcciones sociales que atacamos sean buenas o malas, el feminismo siempre tiene un problema de imágen pública: no puede gustar.

    Este problema de imágen fuerza corrientes autoritarias desde dentro. Un ramalazo monolítico que trata de redefinirse con las palabras buenas. Como IGUALDAD.
    Y, que quiere que le diga, es un gesto vacío. E intelectualmente decrépito.
    El feminismo ha muerto y renacido varias veces. Siempre que ha muerto ha sido gracias a los monjiles puretas que tratan de mostrarlo como algo necesario bueno e indiscutible.

    El problema no es el feminismo, el problema es usted: el feminista convencido que trata de evangelizar.

    A día de hoy, he rechazado la etiqueta. Es vergonzante llamarse feminista, gracias a la cantidad de panolis, pñanfilos y pazguatos que lo alimentan.
    Espero con brazos abiertos que lo terminen de apuñalar para que la pueda retomar. Porque el feminismo, hoy, apesta a zombie. A ver si cuando se lo cargan podemos reconstruirlo de nuevo sin los insultos a la razón.

    06 febrero 2016 | 15:12

  4. Dice ser Luis

    Menos milongas. La realidad es que las activistas feministas casi nunca defienden una verdadera igualdad: en lo que están empeñadas es que las mujeres queden en situación de privilegio sólo por ser mujeres.

    Cuando se defienda una verdadera igualdad, hablamos. Mientras, no os extrañe que el activismo feminista inspire rechazo en mucha gente sensata, precisamente por su radicalismo.

    Y sí, el hembrismo sí existe. Al hembrismo es a lo que me refiero en realidad, que es machismo a la inversa: el empeño en que, ante una misma situación, se favorezca a la mujer, sólo por ser mujer.

    07 febrero 2016 | 7:45

  5. Dice ser Beatriz

    Vaya basura. Feminismo=lucha por los derechos de la IGUALDAD de la mujer. Sabiendo esto poco más que decir del artículo. Si empieza diciendo mentiras, mal. No se puede comparar machismo y feminismo porque ni siquiera se tocan.

    07 febrero 2016 | 17:33

  6. Dice ser Antonio

    Para #5, Beatriz, te recomiendo que leas el artículo completo y no el primer párrafo, que parece, actúa como gancho para aquellos «cuñados» que hoy día equiparan el machismo al feminismo. Incluso aparece tal cual «el machismo no es igual que feminismo». No caigas en juicios de valor demasiado rápidos, como caen en el resto de comentarios a este artículo, que a mi parecer, es bastante pedagógico e interesante.
    (Todo esto, presuponiendo que hablas del artículo, y no de los comentarios que han dejado otros internautas)

    07 febrero 2016 | 18:08

  7. Dice ser dazer

    Beatriz está comentando el artículo, no los comentarios. De hecho lo menciona explícitamente.
    Es gracioso que no haya pasado del clickbait. Perfecto ejemplo de la mediocre vacuidad del feminista común.

    Una pena, la verdad. Ser feminista es superdivertido. Cuando se discute, se descubre, se aproximan realidades.
    Cuando se convierte en una máquina incuestionable de verdades preconcebidas, se convierte en el hediondo pozo de vanidades con que el artículo evangeliza.

    07 febrero 2016 | 19:32

  8. Dice ser no sé

    Yo es que no sé lo que son una cosa y la otra. Si me lo explica alguien lo agradecería.

    08 febrero 2016 | 0:00

  9. Dice ser Laura

    Gracias por el artículo Ramón Belmonte! Yo estoy viendo ahora la serie Mad men.. Y si , no dejo de dar las gracias al movimiento feminista. Tu título genera cierta controversia, pero es una buena jugada ;). Un saludo

    08 febrero 2016 | 2:36

  10. Dice ser Dice ser

    ¿Nadie ve ningún problema en obtener sus conocimientos de Historia de una serie de ficción televisiva, y darse con un canto en los dientes?

    08 febrero 2016 | 11:56

  11. Dice ser Ramón Borrajo Domarco

    CONSTRUYAMOS ENTRE TODOS LA IGUALDAD
    .
    …Enhorabuena, querido Ramón por su post. Sincero, pedagógico, reivindicativo. Falta ahora que todos nos pongamos a trabajar por esa igualdad ansiada, por ese humanismo contrario a los palabros excluyentes como ‘machismo’, ‘feminismo’ o ‘hembrismo’. ¿Qué tal si empezáramos por eso de las palabras? Ya sabe usted que nuestros académicos son los primeros machistas del diccionario, entre otras razones, porque apenas hay académicas en la institución.
    .
    …Primero deberíamos cambiar los artículos ‘el’ y ‘la’ por ‘le’ que, además de seguir con su función de sufijo, por ejemplo, ‘Le dieron caña’, pasara a función de artículo neutro plural (‘les’ cantantes, en lugar de ‘los/las’ cantantes). En cuanto a las terminaciones en ‘–a’ y ‘–o’ para las profesiones, como médico/médica, profesor/profesora, poeta/poetisa, abogado/a… Habría dos opciones. Bien todas terminadas en –o (el/la abogado, el/la médico, el/la arquitecto) o bien palabras de nuevo cuño y ambivalentes como ‘transformista’, ‘guitarrista’, ‘practicante’, ‘cantante’. Así tendríamos de médic@: medicinista; de abogad@: abogista; de maestr@: maestrante; de cociner@: cocinante.
    .
    …También podríamos acabar con los antiestéticos: niños y niñas, todos y todas, miembros y miembras… tomando prestado de la lengua francesa la terminación plural ‘–es’ para aunar niñ@s en ‘niñes’, alumn@s en ‘alumnes’, chic@s en ‘chiques’, prostitut@s en ‘putes’. Lo que unido al ya antedicho nuevo artículo plural neutro ‘les’, quedaría de forma fantástica como ‘les niñes’, ‘les alumnes’ y ‘les chiques’.
    .
    …Tendríamos que acabar además con el uso machista que se hace de las palabras. Por ejemplo, EL jamón (masculino) y LA paletilla (femenino). Aquí el masculino sale ganando porque el jamón tiene más cantidad de carne y es más caro que la paletilla. Entonces ¿por qué no cambiarlo por ‘jamón’ y ‘jamoncito’ (en lugar de ‘paletilla’)? Y así también sillón (más grande y confortable) y silla, por ‘sillón’ y ‘sillo’. El ‘baño’ (además de utensilio es estancia de aseo) y ‘bañera’ (sólo utensilio), por ‘baño’ y ‘bañero’.
    .
    …En cuanto a las profesiones, aún nos queda mucho por hacer. Seguirán existiendo los clichés, mientras no reivindiquemos más mujeres camioneras, taxistas, bomberas, butaneras, albañiles, fontaneras, carpinteras, mecánicas de coches, porteras de noche, guardas jurado, técnicas inspección ITV, conductoras autobuses, etc. Y mientras siga habiendo pocos hombres amos de casa, niñeros, comadrones, parteros, modistos, limpiadores de escaleras, dependientes de perfumerías, esteticistas…
    .
    …Ahora que vienen las izquierdas tenemos que aprovechar y reivindicar más igualdad de género. Las izquierdas han sido tradicionalmente más progresistas y avanzadas que las derechas. Aunque, ahora que caigo, ni PSOE, ni PODEMOS ni IU tienen líderes mujeres. Todos son hombres. Perico Sánchez, Pablo Iglesias y Alberto Garzón. También sus lugartenientes: Luana, Errejón y Sánchez Jiménez. Tampoco en los 7 ejes programáticos del PSOE para formar Gobierno se plantean cambios para mejorar la igualdad de Género. Ni siquiera se plantea un ministerio de Igualdad. Creo, amigo Ramón, que el próximo Gobierno de Sánchez-Iglesias-Garzón podría ser otra ‘penedictadura’. Otra ‘penedictadura’ larga y dura.

    09 febrero 2016 | 12:16

  12. Dice ser Laura

    Yo sólo veo el problema en la gente que piensa que porque alguien haga referencia a una serie televisiva, se piense que sus conocimientos de historia los obtiene a partir de una serie de televisiva.
    Me ha encantado el artículo y su enfoque inicial principalmente por eso, demuestra la soberbia y la falta de humildad en general, en los tiempos de internet y el anonimato, todos somos más listos que el de al lado.
    ¿Alguien cree que en algún momento empezaremos a construir entre todos en lugar de destruirnos?
    ¿la sociedad en algún momento de la historia ha avanzado destruyéndose?
    ¿alguien que «obtenga conocimientos de historia más allá que en una serie televisiva» será capaz de contestarme a esto ?

    09 febrero 2016 | 12:52

  13. Dice ser dazer

    @12 Laura

    Es una crítica fácil, pero viene a cuento cuando el tema expuesto no refleja la realidad.
    En España no existió el feminismo liberal. En España el feminismo no luchó por el voto.
    El poco feminismo que hemos tenido ha sido siempre tardío. Sus reivindicaciones han sido siempre socialmente aceptadas antes de que las proponga.
    El feminismo español fue masivamente anárquico. Fue anti sistema. Y es normal, porque «el sistema» (tanto las repúblicas como la dictablanda, como el franquismo) eran deplorables.
    Los y las que lo vivieron aun están resentidos por la Transición, y como el PSOE fagocitó la ideología, para hacerla visible sólo en periodo electoral. El feminismo español está intitucionalizado desde 1983 en el Instituto de la mujer. Todo lo que han pedido lo han tenido virtualmente al instante. Esto es desmoralizador para el movimiento, porque lo hace innecesario. Los movimientos reivindicativos necesitan la lucha, necesitan sentirse oprimidos y perseguidos. Y claro, en los 80 se pegaron entre ellos: que si tú eres antisistema, que si debemos recuperar el feminismo de calle, que si el ascenso a la política es un abandono de la idea… Que si tal y cuál Pascual: como nadie ofrecía oposición, trasladaron la lucha a su propio seno. El feminismo se mordió la lengua y se envenenó.
    Se le han limado los dientes porque ha demostrado ser completamente prescindible: la sociedad va por delante de sus peleas de patio de recreo.

    Pero sigamos con el asunto de la ficción televisiva
    Que algunos y algunas se estén pasando de femilistos por equiparar la narrativa Francesa a lo que hemos tenido aquí simplemente refuerza la idea de que la peña se saca las ideas de la ficción. Si no, que se lo pregunten a Iglesias. Que muy bien que le mole Game of Thrones, a él, pero miremos la retórica que se ha generado alrededor de sus gestos mediáticos. Para unos, que su política se basa en series de TV, para otros que la serie es, de verdad, un fiel reflejo de’Spaña, para los de más allá que si la política, así en general, debería de ser más asequible intelectualemnte y acercarse más al circo mediático. Y blablabla.

    Sea como sea, el gesto se las trae. Porque, en realitylandia, nos preocupan más los gestos que el transfondo.
    Y, en el contexto del feminismo, eso es fundamental. Porque el feminismo analiza la cultura y propone cambio. Que la superfialidad no es culpa del feminismo: es culpa de los femilistos, que con pocas excepciones, se quedan buceando en la anécdota. Como es el caso del artículo aquí arriba.

    Claro, que cuando esto se puntualiza, la respuesta es que la crítica es soberbia y poco humilde. La que tenemos. Tenemos un artículo mongil y casposo, que parece recién sacado de algún púlpito del Vaticano. Evangelizando sobre las verdades del feminismo. Apropriandose el término «igualdad». Y denunciando a los que reniegan de la etiqueta como apóstatas.

    «Si crees en la igualdad, crees en el feminismo», dirá el profeta.
    Pues mira, no. Por la misma razón que puedo amar al prójimo y no ser cristiano, o renunciar al jamón serrano sin ser musulman.
    Que no. Que no es indiscutible, que no es innegablemente bueno, que no es nisiquiera intelectualmente coherente.
    Es una opción. Una que cualquier persona con mínimo juicio crítico abandona o abraza cuando le conviene.
    Y esto te lo dice alguien a quién le mola el feminismo. Es superdivertido y edificante. Y una visión del mundo como cualquier otra. Porque, para mí, ofrece mecanísmos de análisis interesantes. Porque tiene una historia fascinante, ligada a muy diversas filosofías. Contradictorias todas ellas. Pero nadie me pide que me haga defensor acérrimo de ninguna de esas filosofías.

    El problema son los practicantes. Que sí me piden que lo defienda a muerta como la única verdad verdadera y verdadosa. Que hoy en día tratan desesperadamente de convertirlo en dogma. No, todos no. Sólo aquellos que se abogan un atril desde el que predicar sus bondades, convirtiendolo en el monolito dogmático que está demostrando ser. Como el artículo de aquí arriba. Y lo más lamentable es que los seguidores lo aplauden.

    Alguien se acuerda de la pancartita del 15M? «La revolución será feminista o no será». De aplausos se pasó a un silencio eclesial el momento que la palabra apareció. Porque aquí, el feminismo no construye. No puede construir. Se lee, correctamente, como divisorio, como destructivo. Porque esa es su historia y su realidad. Es una palabra sucia. Los intentos de limpiarla can de bruces contra la realidad. A mi, personalmente, no me preocupa que sea así: el feminismo no necesita limpieza, sino desorden. Necesita ser voces disonantes y caóticas. necesita criticarse a sí mismo. El día que para de hacer ruido, que se presenta como algo normalito y aceptable, es el día que deja de palpitar. Ese es el feminismo que vivimos desde los 80. El feminismo descafeinado; el feminismo aburrido: el feminismo complaciente; el feminismo muerto.

    Y mira, si aplico la retórica del artículo, nos reimos un rato:
    si crees en avanzar construyendo, has renegado del feminismo.

    —–

    Me resulta descorazonador que creas que «en los tiempos de internet y el anonimato todos somos más listos que el de al lado».
    El anonimato es la única herramienta que nos acercará a la emancipación intelectual.
    Por fin estamos cerca de que las ideas se puedan medir por su propio peso en contra de medirlas por *quién* las dice.
    Internet es el mercado libre de ideas. En cuantro una idea entra, es leida, releida, criticada y desmontada. Si demuestra ser atractiva, valiosa, o útil, se replica. Si no, muere a dislikes.
    Será duro, porque va a desmontar las torres de marfil del academicismo denostado. Porque las voces se separarán de la persona. Y perderán su injusta influencia.
    Y todo el proceso se verá atacado por intereses económicos. Tratarán de convertir las ideas en bienes de consumo. Y les pondrán marcas para que se puedan volver a identificar como autoridades.

    Si queremos «avanzar» hacia una sociedad libre, hacia la posibilidad de pensar sin ataduras, sin dogmas, sin prejuicios, debemos abrazar y defender el anonimato.
    Si una idea no medra no es porque alguien es más listo: es porque la idea es un truño indefendible.
    El de al lado no es más listo; porque el de al lado no importa. Lo que importa es la idea y cómo defenderla.

    —–

    Te preguntaría qué crees que es «avanzar» en un contexto histórico. Porque ya se las trae que no se especifique.
    La historia va sólo «palante»; pero la lectura va «palante» y «patrás». Fue la Edad Media ir hacia adelante? o hacia atrás?. El contador siguió marcando una dirección, pero las libertades sociales marcaron otra. El conocimiento siguió «avanzando», pero relegado a las clases pudientes.
    Y sea como fuere, estas lecturas de contexto temporal, van sólo tan allá como el contexto físico: la historia «avanzó» a otro ritmo y con muy diferentes matices en otras partes del mundo.

    La lectura lineal es Hegel desvirtuado. El progreso es inevitable Hegel dice, y propone el mecanismo de la tríada dialéctica (tesis, antítesis y síntesis).
    Tésis: vivimos en democracia libertad y vacas gordas en economía
    Antítesis: atentado terrorista en Madrid en el contexto de las elecciones. Desorden. Una década de miedo institucionalizado a nivel internacional.
    Síntesis: recorte de libertades, pactos antiterrorista. Leyes mordaza.

    No sé yo si eso es ir hacia adelante o hacia atrás. Pero la realidad es que estamos aquí y algunos creen que hay que destruir ciertas partes de esa síntesis.
    Si apostamos por la lectura lineal, la síntesis a la que hemos llegado es nuestra actual tésis, a la que los reformistas y progresistas se opondrán como una nueva antítesis, etc etc.
    Con la lectura lineal no existe el avance sin destrucción.

    Pero déjame plantearte un paradigma más oscuro, también con la lectura lineal en mente, pero añadámosle cultura de clases.
    Existe una tésis (libertad, democracia, etc etc)
    Existe el pudiente, el adinerado con ganas de conseguir más poder, más dinero.
    Existe un evento, con poco contexto, y poca informaciñon, como un ataque terrorista en Madrid.
    El pudiente en su deseo por conseguir una síntesis específica, crea la antítesis a través de narrativa.
    La antítseis no es el miedo. Es la repetición de que alguien nos ataca, de que algún poder extrangero está intrínsecamente opuesto a nuestro modo de vivir. Durante una década el pudiente hace mella en la narrativa.
    Existe un segundo evento, un ataque terrorista en París.
    Tanto crear la antítesis durante una década, el pudiente ve la oportunidad de, por fin, cristalizar su síntesis final. Y los franceses están incluso contentos con las reformas constitucionales que recorten sus libertades.

    Esta proposición no deja de ser conspiranoia. Al fin y al cabo, quién era ese «pudiente». Quién es la oscura élite que dirige el curso de la historia?.

    Pero tanto una como otra no son más que narrativas. La retórica que ponemos encima de la realidad para poder contárnosla unos a otros y que tenga sentido.

    ¿Alguien cree que en algún momento empezaremos a construir entre todos en lugar de destruirnos?
    Antes de responder tal pregunta, me cuestionaría si alguna vez nos hemos destruido y qué significa destruirnos.
    Es cierto que nos hemos dado de leches a lo largo de la historia. Las guerras estan todas ahí para demostrarlo. Yo cuestiono si existe una narrativa de fondo: es esta destrucción real dirigida o deseada?. Qué buscaban, más que agrandar el poder y economía de cada nación e imperio?. Esas guerras construyeron lo que somos.

    Construcción y destrucción son caras de la misma moneda. No creo que alguna vez paremos de destruirnos, no. Porque creo que uno necesita lo otro. Esto, en pocas palabras, es una concepción dual de la historia, en contraposición con la lectura lineal. Para ser honesto, no es que crea que corresponda con la realidad: es que la narrativa se me antoja más atractiva y productiva.

    Por fortuna, hemos aprendido a ser más pacíficos. Y a no destruir tanto nuestros bienes físicos (desde ciudades hasta las propias personas). Ahora nos pegamos en la bolsa. Con sanciones internacionales, con bloques de comercio. En los deportes. Y también nos pegamos en el mercado de ideas. Y algunas ideas merecen ser destruidas: como lo es el feminismo monolítico y dogmático que ofrece el artículo.

    Yo también agradezco que feministas y feministos hagan públicas sus ideas y artículos. Porque compartir es vivir; compartir es amar. Y me ofrece la oportunidad de compartir mi opinion sobre cuánto apesta a deshonesto e intelectualemente demacrado el feminismo popular.

    09 febrero 2016 | 15:11

  14. Dice ser Asun

    El problema no es el feminismo per se, entendido como el movimiento que perseguía que las mujeres consiguieran derechos que tenían vedados, como el derecho al voto, al trabajo remunerado, a tener una cuenta en un banco sin necesidad de la autorización de un hombre o estudiar la carrera que desease. El problema es el feminismo de género, que con la excusa de que las mujeres han estado «esclavizadas» por los hombres, quieren dar la vuelta a la tortilla torticeramente y en lugar de buscar la igualdad, se erigen en las esclavizadoras del hombre. Buscan venganza por años de agravios que han sufrido otras mujeres de generaciones anteriores. Y aunque aún quedan algunos hombres retrógrados y algunas mujeres sumisas, la mayoría de nosotras hacemos y deshacemos como queremos con la complicidad de nuestras parejas, por lo que ese tipo de feministas nos sobran. Por mucho que nos empeñemos, los hombres y las mujeres no somos iguales biológica ni químicamente, por lo que aunque intelectual y laboralmente podamos competir en igualdad, en otros aspectos de la vida tenemos que complementarnos.

    10 febrero 2016 | 0:47

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