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Entradas etiquetadas como ‘historia’

La manipulación exagerada de TVE

Por Antoni Pérez

El pirulí, Torrespaña (Archivo).

El pirulí, Torrespaña (Archivo).

TVE es o tendría que ser una televisión plural, que nos representase a todos, que sus contenidos o programas lograran captar la atención de todos. Pero lo cierto es que en estos últimos años se ha convertido en algo grotesco; los programas divulgativos de mañana y tarde son ñoños, dirigidos a una sociedad que está dormida, casposos, con un nivel bajo en lo referente a autocrítica de la sociedad o programas rompedores, de futuro que enganchen a la audiencia.

¿Y qué nos encontramos? Una televisión que se ha convertido en un gran museo que mañana y tarde ofrece películas, ya no de serie B, de serie F o G, en programas que recuperan cachitos de nuestra historia, que teniendo gran valor documental, cansan y duermen al público.

La explicación es la manipulación exagerada del medio, anulando a los profesionales y gestionada por adláteres políticos la han destruido por completo, pasando a ser algo así como el hilo musical de una residencia de ancianos que duerme al personal, sedándolos, o destruyendo cualquier amago de exaltación, no vaya a ser que nos activemos demasiado.

La generación de la Enciclopedia Álvarez

Por Pedro Serrano

Un grupo de estudiantes leyendo (Forbes).

Un grupo de estudiantes leyendo (Forbes).

Pertenezco a la generación de la Enciclopedia Álvarez. Enciclopedia que, de 1954 a 1966, el régimen franquista utilizó en las escuelas para enseñar y hacer proselitismo ideológico, resaltando los valores políticos, religiosos y patrióticos y mostrando de forma negativa la Segunda República española y las ideologías de izquierdas. Una enciclopedia que, en la materia de Historia, mostraba la Guerra Civil como una cruzada contra los rojos y justificaba el golpe de Estado contra el gobierno de la República denominándolo «Glorioso Alzamiento Nacional”.

La historia contrajo una deuda con aquella generación que sufrió la precariedad económica e intelectual de un régimen totalitario, pues, con suerte, íbamos a la escuela desde los seis hasta los catorce años y no disponíamos de otra verdad u otra ventana al mundo que no vinieran de dicha enciclopedia, del catecismo o de los maestros y clérigos proporcionados por el régimen. Aquellos años, de deficiente y escasa preparación, nos dejaron incapacitados para afrontar nuestro futuro con solvencia. No obstante, gracias al coraje, la llegada de la democracia y a algunas clases de adultos, algunos pudimos afrontar la vida personal y profesional con un éxito nada desdeñable.

Ahora, recién jubilado, y como si la historia quisiera saldar definitivamente aquella deuda, se me ha concedido el honor de poder matricularme en el Programa Interuniversitario de la Experiencia, en el Campus Miguel Delibes de Valladolid, que tiene como finalidad dar a las personas mayores de 55 años la posibilidad de acceder a la cultura y la ciencia como una fórmula de crecimiento personal. Ahora tengo el orgullo y el privilegio de tener un hijo a punto de terminar la carrera de Historia y profesores que me cuentan la versión no manipulada de aquel negro y triste pasaje de nuestra historia.

 

 

Alambradas y muros

Por Olga Santiesteban

Varios refugiados haciendo cola dentro de las instalaciones del parque olímpico de Atenas (Yannis Kolesidis/EFE).

Varios refugiados haciendo cola dentro de las instalaciones del parque olímpico de Atenas (Yannis Kolesidis/EFE).

Muchos de nosotros recordaremos sin duda, especialmente los de mi generación, la canción ‘libre’ del desaparecido y recordado cantante Nino Bravo, pero lo que igual no conocemos es su verdadero significado y la historia que hay detrás de ella.

Nos habla de un joven de la antigua Alemania del este, el primero que murió al intentar cruzar el recién construido Muro de la vergüenza, acribillado por los soldados que lo vigilaban, convirtiéndose en todo un símbolo para todos los que buscaban una vida mejor, huyendo de miserias, horror y dictaduras.

Aquellas fotos dieron la vuelta al mundo, exactamente las mismas que ahora vemos con los que buscan esa vida mejor, igual que nuestro joven alemán. Parece que después de los años que han pasado no hemos aprendido nada, seguimos levantando muros y alambradas con actitudes y declaraciones que rozan en muchos casos el odio y la xenofobia, impropias en algunos países (en muchos, no tanto) comprometidos supuestamente con los derechos humanos.

Les invito a todos ellos a repasar la letra de dicha canción; alambradas que son trozos de metal, caminar felices sin cesar detrás de la verdad, para saber lo que es la libertad y quedar tendido en el suelo sonriendo y sin hablar, con flores carmesí que brotan en su pecho sin cesar. La única diferencia que hay es que esa foto cambia del blanco y negro al color.

No se puede perder nunca la solidaridad entre los pueblos porque por muchos muros y alambradas que levantemos seguirán caminando en busca de esa libertad.

 

 

 

Ni machismo, ni feminismo, ni hembrismo: igualdad

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Manifestación por los derechos de las mujeres. (Archivo)

Por Ramón Belmonte

Ni machismo, ni feminismo, ni hembrismo, ni radicalismo, ni nada. Como todos somos iguales, igualdad. Porque lo dice la palabra: iguales, igualdad. Deducción lógica. En feminismo aparece la palabra femenino. Y eso es igual que machismo, porque aparece la palabra macho, y claro, eso quiere decir que un género es superior. Pero en igualdad solo aparece igual, así que igualdad. Porque la igualdad, como de todos es sabido, se reproduce por esporas.

Recientemente he comenzado a ver una serie magnífica donde las haya, tanto por su reflejo de la sociedad estadounidense tras la Segunda Guerra Mundial, consumista, capitalista y, curiosamente, represiva respecto a ciertas ideologías (vaya, vaya…), como por el tinte clásico del cine de los 60 o 70, con tanto humo y alcohol de por medio, que quién la haya visto entenderá por qué lo digo. Pero podemos exprimir esta serie algo más. Si observamos la serie desde una perspectiva de género y, como he comentado antes, una realidad social que de verdad ocurría, la mayoría de las personas nos quedamos atónitas y perplejas al ver el grado extremo de cosificación, paternalismo (en el sentido más negativo), menosprecio, marginación y desprecio al que se veían sometidas las mujeres. Y hasta no hace mucho.

Debemos entender, en primer lugar, que la tremenda desigualdad imperante que era visiblemente aceptada no ha desaparecido, únicamente se ha invisibilizado. Porque no nos engañemos, el machismo, al igual que el capitalismo, se transforma, varía y muta según la evolución cultural e histórica, adaptándose y perviviendo. Que tu atareado cerebro embotado por la parrilla televisiva de hoy en día no te permita verlo no significa que no esté. En segundo lugar, debemos entender que la espiral pauperizadora del machismo es histórica, en su primera raíz, más biológica que cultural; en su segunda, más cultural que biológica, consciente, construida, impuesta, basada en los roles reproductivos.

En tercero, comprender que el feminismo no es algo de “unas locas de ahora” que “no tienen nada que hacer” o que “solo saben quejarse” (por favor, eso es machismo…), sino un movimiento político. Sí, político, con una trayectoria histórica continua y de victorias sumativas considerable. En cuarto lugar, aprehender y aprender la diferencia entre el sexo que biológicamente desarrollamos al nacer (nuestro aparato reproductor, a grandes rasgos) y el género, el cual es una construcción cultural puesto que los roles que desempeñan y vienen asociados a cada uno de los dos, hombre y mujer o masculino y femenino (simplificándolos a dos), varían en función de la sociedad espacial en la que nos centremos, y también en el tiempo. Esto es, si existe la idea en el imaginario colectivo de que lo femenino es rosa, muñecas y pastel y lo masculino es rojo, coches y dureza, no es porque venga escrito en unas piedras mágicas entregadas a un barbudo o porque broten las ideas de las flores, sino por ser imposiciones sociales que percibimos y absorbemos desde el momento de la mínima consciencia.

En quinto lugar, y creo que uno de los aspectos más importantes que debe ser fuertemente reforzado, divulgado y comprendido por el grueso más amplio de la población, las conquistas sociales, económicas y políticas conseguidas en favor de la igualdad material, real y efectiva en el género, entre el hombre y la mujer, han sido, sin duda alguna, gracias al movimiento feminista, tanto el original, sufragista y natural, como al movimiento feminista radical. Ojo, radical, de su vertiente latina, radicalis – radix, raíz, que llega hasta la raíz- (no las que queman contenedores); gracias al cual se han conseguido los mayores avances socio-culturales modernos desde los años sesenta y setenta hasta nuestros días.

Por tanto, por tradición, por realidad, por conciencia, por inteligencia y, por favor, por respeto, ya basta. Dejemos de asumir la igualdad como si hablásemos de la polinización de una flor o del crecimiento de una seta. La igualdad no se desarrolla por ósmosis ni crece debajo de las piedras. La igualdad de género, es, ha sido, y será gracias al feminismo, a la fuerza incesante e inamovible de muchas mujeres que, como la marea, han conseguido desgastar un sistema fuerte como las rocas y alcanzar objetivos inimaginables hasta, como decíamos arriba, hace apenas unas décadas.

Gracias a mujeres y a hombres feministas podemos hablar hoy de igualdad y equidad de género. Gracias a personas, que deconstruyen y construyen las identidades sociales y las construcciones culturales para generar un cambio político y personal. Así que no, por si aun cabía duda, el machismo no es igual que feminismo, ni la igualdad es diferente al feminismo, ni el feminismo radical es una vaginodictadura ni cualquier historia que podáis escuchar en los vídeos de Álvaro Ojeda.

Si creéis en la igualdad, creéis en el feminismo; difundir la errónea idea de que el machismo es igual que el feminismo es minar el camino que tan difícil ha sido construir y que solo está a la mitad de alcanzar la verdadera igualdad real.

PD: El hembrismo no existe.

Sobre la retirada del monumento a Primo de Rivera en Granada

Por Manuel Morales Cervera

Monolito a José Antonio Primo de Rivera (dcha). (ARCHIVO)

Monumento en Granada a José Antonio Primo de Rivera y una vez retirado. (ARCHIVO)

Granada siempre ha sido un reducto. Reducto cartaginés en la Segunda Guerra Púnica; reducto hispano-romano en tiempos de hegemonía visigoda, reducto musulmán en las postrimerías de la reconquista; reducto nacional durante la Guerra Civil. Aquí la consigna siempre es «resistencia«.

Nuestros nostálgicos gobernantes locales, haciendo gala de dicho espíritu, han resistido hasta el final, atrincherados en posiciones intelectuales tan preconstitucionales como el propio monumento a Primo de Rivera, que intentaban preservar, han utilizado aquello de Groucho: «Estos son mis argumentos, si no le gustan tengo otros».

Entre el rebuscado argumentario utilizado han desfilado justificaciones de tipo histórico, artístico y cultural, con el fin de mantener erigida la escultura de la discordia contra tiempo y marea, aun a costa de incumplir la ley, aunque ellos, en su fuero interno, siempre han considerado que el desacato a leyes que no sean de su agrado no pasa de pecado venial.

En esto coinciden con la ideología del homenajeado, primero está España, o al menos su particular visión de España, y luego está la ley. Esa, justamente, fue la premisa que se utilizó para justificar el alzamiento de 1936.

Hasta esta mañana se habían mantenido heroicamente en sus posiciones, “Sin novedad en Bibataubín, mi general”, pero a todo lerdo le llega su San Martín, y hoy hemos visto cómo una grúa hacía que las águilas fascistas levantasen el vuelo hacia la triste historia de donde nunca debieron salir, mientras las manos de bronce suspendidas oscilaban, como despidiéndose de la ciudad cuyos gobernantes las acogieron tanto tiempo con tanto cariño.

Al final toda esta polémica solamente ha servido para retratar a nuestros munícipes, delatar sus simpatías y posponer lo inevitable, porque ninguna sociedad democrática puede rendir homenaje a sus verdugos.

Sobre el cardenal Rouco y la Guerra Civil

Por Cristina de Montemar y Martínez de la Rosa

El cardenal, el ruido y la furia

Habló el cardenal y se armó la de Dios es Cristo, nunca mejor dicho. Porque en este país para ser políticamente correcto hay que evitar nombrar la bicha, que siempre desata la furia de las memorias históricas olvidadizas. Pero amagos, indicios y señales, de que la bicha sigue ahí, es más que evidente cuando contemplamos con qué facilidad se manifiestan los discípulos del inextinguido espíritu de nuestros entrañados demonios familiares. Eso es lo que hay, y no es cuestión de despreciar las alertas cuando asoma con evidente tenacidad ese pasado que algunos guardan cuidadosamente en el armario de la Historia, sin renunciar a abrirlo… en su momento.

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Por Pedro Campo Rol 

La guerra de Rouco

Hace unos días, un conocido periodista decía que Rouco iba sembrando cizaña en vez de semilla. Hay que tener maldad para aprovechar nada menos que un funeral de estado, por un personaje como Suárez, y el aniversario del final de la Guerra Civil, para decir lo que dijo, faltando el respeto a España, al difunto y su familia. Yo entiendo que Rouco añore la Guerra Civil. La más beneficiada fue la iglesia, a la que Franco cubrió de dinero, de privilegios medievales y a la que entregó, la educación ética, moral, religiosa y cultural de dos generaciones de españoles, que fueron condenados al infierno de la incultura y traumas de culpabilidad, de los que todavía no se han recuperado.

Los Reyes, don Juan Carlos y doña Sofía, y los Príncipes de Asturias, don Felipe y doña Letizia, junto al cardenal arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco Varela. (EFE)

Los Reyes, don Juan Carlos y doña Sofía, y los Príncipes de Asturias, don Felipe y doña Letizia, junto al cardenal arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco Varela. (EFE)

Conozco y soy amigo de curas y monjas que han estado y están en África, Latinoamérica, India etc, que se juegan la vida y la salud por la verdadera iglesia. La de Rouco, no es esta. Es la de la algarabía, la de la influencia en las leyes de un gobierno de meapilas, la de manifestaciones en contra de Zapatero, que por cierto subió la asignación de la Iglesia del 0,5% al 0,7%. Es decir, escupía la mano que le daba de comer. En España, desde el Medievo, la Iglesia es una especie de fulana mantenida, a la que el Estado asigna piso y nómina.  Cuando paseamos por las cunetas y campos de España pisamos encima de más de 100.000 españoles asesinados que siguen sepultados. Sólo por respeto a ellos debería callar. Rouco me produce muchas cosas, pero sobre todo pena. Quiso ser un pastor y se quedó en un simple arrea-ovejas. Para ser pastor hay que tener más categoría moral y conocer la sensibilidad humana. Adiós al más talibán de la Iglesia, pero no nos hagamos ilusiones, ya lo dice el refrán: «La zorra cambia de pelo, pero no de costumbres».

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[AMPLIACIÓN]

Por Ignacio Wesolowski 

Somos sus feligreses quienes podemos juzgarlos

Me refiero a la carta publicada bajo el título: La guerra de Rouco [sobre estas líneas]. No voy a entrar en lo muy discutible de su contenido. A modo de muestra, simplemente aclarar por enésima vez que la asignación pública a la Iglesia a través del IRPF sólo la sufragamos de nuestros impuestos los que voluntariamente marcamos la correspondiente casilla en la declaración. De igual forma, podría rebatir otros comentarios pero eso me interesa muy poco.

Lo que realmente me indigna es que su periódico publique una carta en la que, referidos a la Iglesia (que para los católicos es nuestra Madre) o a algunos de sus miembros, se utilicen los siguientes calificativos: «meapilas», «fulana», «talibán» y «zorra». Es evidente que esto excede de las mínimas normas de respeto y califica tanto a quien se expresa de esa forma como a quienes le hacen de vocero.

Por último quienes podrían juzgar al Cardenal Rouco somos sus feligreses y, muchos de ellos, le estamos muy agradecidos por ir contra corriente aunque esto le suponga muchas veces ser vapuleado públicamente.

Filosofía, sin duda

Por los alumnos de la Facultad de Filosofía de la Universidad de Salamanca

Ciudadano, llega a tu sistema educativo un revolucionario producto que eliminará cualquier germen de conocimiento económicamente estéril: LOMCE®, una divertidísima reforma educativa que te ahorrará la siempre engorrosa tarea de pensar. Diseñada por los mismos benefactores de la civilización que dieron vida a otros artefactos filantrópicos como “¡Genere seis toneladas de basura con tan sólo apretar un botón!”, “¡Coma todo lo que pueda por sólo un euro!” o “¡Mutílese, compre, calle y vote!”

Manifestación antirrecortes Educación¿Cansado del absurdo laicismo de las sociedades democráticas? ¿Harto de promover la tolerancia? ¿Aburrido de fomentar entre la juventud habilidades de pensamiento crítico que lastrarán su rápida inserción en un mercado laboral cada vez más competitivo? No lo pienses más ¡LOMCE® tiene la solución! Este revolucionario producto elimina las tediosas clases de Educación Ético-cívica de 4º de la ESO que hacían perder el tiempo a nuestros jóvenes comprendiendo los obsoletos valores democráticos sobre los que se apoyaba nuestra sociedad. ¿Te agota el imperativo categórico? ¿Temes que tus hijos inviertan en ideas y no en Bolsa? ¡LOMCE® tiene la solución! Con su refrescante sustitución de la Historia de la Filosofía por clases de Economía de Empresa en Bachillerato la moralidad no volverá a ser un problema para los jóvenes ni su futuro una preocupación.

¡No te dejes engañar por los partidarios de la educación! Ellos dirán que educar en ideas es formar individuos libres. Y tendrán razón. Ellos dirán que la calidad de una democracia depende de la calidad de los argumentos de sus ciudadanos. Y tendrán razón. Ellos dirán que el pasado no se puede desahuciar. Y tendrán razón. Ellos dirán que no vale más quien compite a cualquier precio. Y tendrán razón. Ellos dirán que la prosperidad económica no puede ser la excusa para convertir las escuelas en vertederos. Y tendrán razón. Ellos dirán que el futuro no se puede hipotecar. Y tendrán razón. Ellos dirán que con el sistema educativo no se puede mercadear. Y volverán a tener razón.

Pero ¿qué es todo eso comparado con la felicidad del consumidor satisfecho, con la eficiencia del productor a destajo, con el éxito del especulador sin escrúpulos, con la tranquilidad del votante gregario, con la autocomplacencia de quien no sabe nada, no recuerda nada y no piensa en nada?

No lo dudes más: compra LOMCE®. Si dudas, pierdes.

Ken Follet y la Guerra Civil

Por Miguel Ángel Loma Pérez

Ken Follett, el famoso autor de best sellers como Los pilares de la Tierra, anda por España promocionando su última novela, El invierno del mundo, en cuyo capítulo cuarto toca la batalla de Belchite. Allí leemos: «Las Brigadas Internacionales estaban formadas por voluntarios extranjeros además de por soldados españoles, y entre estos últimos la alfabetización era un problema. Habían pasado la infancia recitando el catecismo en escuelas rurales dirigidas por la Iglesia católica. Muchos párrocos evitaban enseñar a leer a los niños, por miedo a que más adelante tuvieran acceso a libros socialistas. Como resultado, solo la mitad de la población estaba alfabetizada durante la monarquía». Y más adelante: «Las brigadas extranjeras estaban compuestas por voluntarios idealistas que habían acudido a España sabiendo que tal vez tendrían que sacrificar su vida. A menudo los elegían como punta de lanza de los ataques debido a su reputado coraje».

Además de inflar la tasa de analfabetos durante el período anterior a la Segunda República, Follett no se corta un pelo en echar mano de una de las más burdas mentiras de la rancia propaganda comunista para explicarnos que los españoles analfabetos lo eran por culpa de la Iglesia; esto es: al revés te lo cuento para que me entiendas; que debe de ser una de las máximas que inspiran a Follett a la hora de escribir sus historietas. E igual de emotivo resulta conocer que los brigadistas eran unos benditos idealistas que convocados por la muy pacífica Internacional Comunista venían a matar españolitos malos; pero fueron utilizados por los españolitos buenos como punta de lanza; y es que los españolitos, no tenemos remedio… Ken Follett se hartará de vender libros, pero manipula la historia adecuándola a sus simpatías políticas y a su sectarismo. Decía un compatriota de Follett, el historiador británico Paul Johnson, que la Guerra Civil española es el acontecimiento del siglo XX sobre el que más mentiras se han escrito. Y en esas seguimos.