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Un instrumento ‘steampunk’ que usa 2.000 canicas para su deliciosa melodía

Tiene carácter artesanal, espíritu de steampunk, cuerpo de mecánica victoriana y corazón de reloj centroeuropeo… La Wintergatan Marble Machine es una caja de música que cuenta con un bombo, un bajo, un vibráfono, entre otros instrumentos, y que se acciona por la intervención de una manivela y 2.000 canicas.

La máquina está ahora en el museo Spielklook Museum de Utrech (Holanda), y tiene estatus de obra de arte. Se trata de un instrumento, inventado por el músico sueco Martin Molin, que usa el peso de esas bolas metálicas para hacer música. Suena muy bien. Le costó 16 meses contruirla.

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El ‘Códex Gigas’: la Biblia más grande del mundo es la del Diablo

El 'Codex Gigas' - Foto: National Library of Sweden

El ‘Codex Gigas’ – Foto: National Library of Sweden

Es el manuscrito medieval más grande del mundo: mide 92 centímetros de alto; 50,5 de ancho, y 22 de grosor. En correspondencia a tamañas dimensiones, pesa lo suyo: 74,8 kilos. Tiene 624 páginas de papel vitela para elaborar las cuales fueron necesarias las pieles de 160 animales. Los expertos no han podido determinar si se trataba de becerros o asnos.

Todo en el Codex Gigas —del latín libro grande— tiene dimensiones astrales. Más que un libro, es una constelación. Como todo ser titánico, tiene varios nombres: Biblia del Diablo, Codex GiganteusGigas librorum, Fans Bibel, Hin Håles Bibel (La Biblia del Viejo Nick) y Svartboken (El libro negro).

También el contenido es dispar: una transcripción en latín de la Biblia Vulgata en escritura carolingio minúscula —el texto bíblico no es íntegro: faltan algunos libros como el Apocalipsis—. Como si se trata de una colección de favoritos, el redactor añadió a los libros sagrados el Chronica Boemorum (Crónica checa) de Cosmas de Praga; un compendio de curas, encantamientos mágicos y conjuros de exorcismo; dos trabajos del historiador judío Flavio Josefo; las Etimologías gramáticas del arzobispo polímata San Isidoro de Sevilla; tratados del médico Constantino el Africano, un calendario, una lista necrológica de personas fallecidas…

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Los radicales y vibrantes pósters contra la explotación irracional de Laponia

Suohpanterror

Suohpanterror

Para su desgracia, no viven, como buena parte de los pueblos del mundo, bajo el absolutismo de un solo aparato estatal, lo cual ya es bastante en términos de sufrimiento.

Los dos millones de personas de etnia aborigen que viven en Laponia pueblan un gran territorio —tiene casi la extensión de España— sometido a las dispares legislaciones de nada menos que cuatro estados: Suecia, Finlandia, Noruega y Rusia. Son objetivo, por tanto, de cuatro líneas de interés, de cuatro políticas de ambición, de cuatro estrategias de entreguismo al capital, de cuatro posibilidades de ser explotados…

Los nativos, que prefieren ser llamados sami y no lapones, son minoría en la región —sólo el cinco por ciento de la población total—, codiciada por intereses crematísticos por sus riquísimos yacimientos de recursos naturales: hierro, cobre, níquel, apatita —la principal fuente mineral de fósforo y fosfato y, por lo tanto, un componente imprescindible en la fabricación de los abonos minerales—, petróleo (10.000 millones de barriles en reservas no explotadas) y gas natural, con prospecciones ya adjudicadas a empresas como BP, la entidad que sigue por ahí de rositas tras ser causante del mayor vertido de crudo de la historia.

Aunque los sami de Suecia, Finlandia y Noruega tienen parlamentos propios, las instituciones no tienen capacidad de decisión en asuntos estratégicos y son puro maquillaje gubernativo para que los países nórdicos muestren su aparente tolerancia con los nativos. El gobierno de Rusia, cuyo talante ni siquiera guarda las formas, ordena y manda y las minorías, a callar.

Desde hace casi diez años varias grandes corporaciones mineras están abriendo nuevas e invasivas explotaciones a cielo abierto en territorios que los sami consideran no solamente propios sino sagrados, sobre todo por su importancia para los rebaños de renos, el extraordinario mamífero con visión ultravioleta cuya ganadería está reservada a los lapones.

La empresa británica Beowulf ha iniciado un proyecto minero de extracción de cobre en Kallak (Suecia) sin informe de impacto ambiental previo y, desde luego, sin más consulta a los habitantes que el rugido de las taladradoras.

Las protestas contra la mina fueron violentamente reprimidas por la policía sueca y el proyecto sigue adelante, junto con al menos otros cuatro en un radio de sólo doscientos kilómetros y en terrenos de zonas protegidas de la red Natura de la UE o del parque ártico declarado patrimonio de la humanidad por la Unesco.

Suohpanterror

Suohpanterror

Suohpanterror

Suohpanterror

Suohpanterror

Suohpanterror

El colectivo de artistas anónimos Suohpanterror —la traducción literal del sami, sería ‘el lazo del terror’, utilizando la palabra souhpan, el lazo usado en la ganadería del reno— ha llevado la voz de los sami a las paredes del mundo en una vibrante, radical y bien diseñada colección de pósters.

El material gráfico —que también puede verse en la página de los artistas en Instagram— sorprende no solo por la justicia de las demandas y las respuestas sugeridas —una patada de kung fu en la mejilla es la mejor defensa contra los hombres de los maletines que intentan chantajear a los sami a cambio de un puñado de dólares—, sino porque los nativos lapones, quizá el único pueblo aborigen de Europa que mantiene rasgos sociales y culturales únicos, nunca había destacado por la expresión plástica.

Un portavoz del colectivo de cartelistas-guerrilleros explica en el blog We Make Money Not Art:

Los carteles están llenando un vacío y nos permiten una buena comunicación con otras personas (…) Somos indígenas y también una minoría, así que nos enfrentamos a una gran cantidad de racismo. Es muy difícil vivir como sami hoy cuando tu cultura no es apreciada, cuando tú y tu pueblo son odiados y la mayoría no comparte los mismos valores (…) Vivimos en comunidades pequeñas y queremos protegernos a nostros mismos y a nuestras familias de la violencia física y psíquica y las amenazas que estamos sufriendo.

Hace pocos días, dos artistas sami, Niillas Holmberg y Jenni Laiti, hicieron público un manifiesto titulado Reconectando a través de la resistencia. Presentaron el documento ante el hotel donde se hospedaba el ministro sueco de Cultura y lo leyeron al tiempo que se rapaban el pelo con cuchillos [vídeo de la protesta].

El manifiesto explica las razones que impulsan a los jóvenes creadores sami a pedir la autodeterminación para su pueblo:

Vivimos y trabajamos por esto:

1. Porque tenemos que hacerlo. Porque esta es la única forma de vida que conocemos.

2. Porque todo empieza y termina con Eanan, nuestra tierra. Eanan es la base de todo. Eanan es la pregunta y la respuesta. Nada nos define mejor que ella. Nuestra supervivencia depende de ella. Es nuestra responsabilidad proteger, respetar y cuidar de nuestra madre, para que nosotros y todas las generaciones venideras puedan vivir en unidad con ella.

3. Porque tenemos el derecho a la libre determinación y la libertad en nuestra tierra. Estamos sufriendo la falta de estos derechos. Ha llegado el momento en que nuestra gente empiece a vivir en lugar de sobrevivir. Queremos vivir, no morir.

4. Porque nuestras lenguas maternas son el espejo de nuestras visiones del mundo y una parte esencial de nuestra identidad. Al preservar y desarrollar nuestras lenguas maternas preservamos y desarrollamos nuestras identidades, así como a nosotros mismos. La debilidad del lenguaje socava la capacidad de comunicarse. Los idiomas sami están en peligro. Por ello exigimos que todos los sami tengan los recursos necesarios y el respeto que les permita preservar y desarrollar los idiomas sami. Cuando un idioma desaparece es un signo: la naturaleza y los animales desaparecen con él. Exigimos protección para nuestra Eanan, la tierra, la cultura y nuestras lenguas indígenas con el fin de ser capaces de desarrollarnos de la misma manera que a todos los demás pueblos se les debe permitir desarrollarse.

5. Porque estamos desconectados de la madre tierra y por lo tanto nos sentimos impotentes. Volviendo a conectarnos evitamos la autodestrucción a través del amor por la vida y la libertad para actuar. El poder es ser capaz de preservar y desarrollar la vida. Tenemos que volver a conectar con Eanan, la Tierra. Las personas de todo el mundo deben reflexionar sobre su relación con la naturaleza (…)

6. Porque a las personas que no existen no se les concede ningún derecho. No queremos ser ignorados, queremos que se nos respete como un pueblo indígena por los gobiernos de Suecia y Finlandia, que deben ratificar el Convenio 169 y la aplicación de la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas. Pedimos respeto por los derechos de los pueblos indígenas a la libre determinación y la existencia. Los explotadores y sus cómplices debe sabar que la vergüenza de sus obras no se mantendrá en silencio.

7. Porque creemos que no habrá cambio sin protesta. Todos tenemos el poder para actuar y cambiar las cosas ahora. Esto es una llamada a la unión, la movilización y la acción, la revolución y la descolonización. Es hora de la liberación.

8. Porque nuestra conexión con la tierra debe ser transmitida a nuestra descendencia. Esto es esencial para seguir el viejo camino de la luz. Hacemos esto por la libertad, la justicia y un futuro mejor. Son los derechos humanos.

9. Porque nuestra voz será seguida por olas de ecos. Porque la valentía alentará la valentía.

Hay muchos recursos en línea para informarse y apoyar la justa lucha de los sami.

Quedan aquí tres vínculos para empezar:

Conviene echarles un vistazo, sobre todo antes de dejarse engatusar por las mentirosas campañas de turismo de Suecia, Noruega y Finlandia sobre unas «vacaciones de ensueño» en Laponia.

Jose Ángel González

Lars Daniel Rehn, paisajes invernales para escuchar música experimental

'Who's done it?' - Lars Daniel Rehn

‘Who’s done it?’ – Lars Daniel Rehn

Los cielos invernales, nunca demasiado claros, y un terreno nevado y plano configuran el paisaje minimalista repetido en el que Lars Daniel Rehn construye sus escenas minimalistas. El artista sueco siempre pinta, utilizando colores acrílicos, las vistas de un pueblo indeterminado, situado muy al norte del planeta, idílico y también extremo. Expuestas a una luz ultravioleta, las obras cambian y descubren una paleta de tonos que incrementa la sensación de que se trata de un lugar que apenas disfruta de horas de sol.

El pintor, residente en Gotemburgo —la segunda ciudad de Suecia— nació en «un lugar frío y gris» de la provincia de Dalarna, en el centro del país. Reconoce que las condiciones climáticas le han hecho tender siempre hacia «la tragedia y la melancolía», aunque contra el tópico subraya que siempre trata de combinar ese sentimiento con la calidez de sentirse arropado por una «manta caliente».

'03_LDR' - Lars Daniel Rehn

’03_LDR’ – Lars Daniel Rehn

A pesar del frío, los habitantes de la pequeña aldea no se quedan en casa, se afanan en cortar leña para alimentar la chimenea o pasean al perro. La cotidianeidad no es sin embargo lo normal: en las obras de Rehn suceden cosas sin parar, tienen lugar persecuciones, discusiones acaloradas, accidentes… En su cuenta de Flickr es posible apreciar cada obra con todo lujo de detalles.

Para acrecentar la confusión, añade piscinas llenas y vacías, edificios de hormigón en medio de armónicas casitas de colores y otros elementos fuera de lugar. También juega a menudo con la perspectiva, con aves de un tamaño excesivo amenazando con llevarse entre sus garras a algún lugareño o personas mucho más pequeñas que otras que viven en casas también demasiado reducidas.

Tal vez la banda sonora adecuada para contemplar las oscuras postales invernales sean las piezas experimentales que compone el artista, música ambiental y «cinemática» que tinta las pinturas de inesperados dramas y misterios.

Helena Celdrán

'12_LDR' - Lars Daniel Rehn

’12_LDR’ – Lars Daniel Rehn

'1_LDR' - Lars Daniel Rehn

‘1_LDR’ – Lars Daniel Rehn

'What time is it?' - Lars Daniel Rehn

‘What time is it?’ – Lars Daniel Rehn

'05_LDR' - Lars Daniel Rehn

’05_LDR’ – Lars Daniel Rehn

'Offside' - Lars Daniel Rehn

‘Offside’ – Lars Daniel Rehn

Gunnar Smoliansky, un fotógrafo retratando sólo dos barrios durante 50 años

© Gunnar Smoliansky

© Gunnar Smoliansky

Me gusta la fotografía de Gunnar Smoliansky por la sutileza no exenta de riesgo con que nos ha mostrado una realidad de muy escasa extensión, dos o tres barrios de Estocolmo (Suecia), durante un extenso periodo de tiempo: desde la mitad del siglo XX hasta hoy.

Nacido hace 81 años y todavía con la cámara en la mano, el fotógrafo sueco parece haberse tomado muy en serio el lema que ha citados en alguna de las escasas entrevistas que ha concedido —porque, además de su pericia fotográfica también tiene el buen gusto de no hablar demasiado—:

El mejor escenario para mí es aquel donde resulta casi imposible hacer una foto, donde tienes que conseguir algo a partir de la nada.

Teniendo en cuenta que se ha dedicado a retratar un área acotada por su propia existencia —las calles por las que transita, las barriadas en las que ha decidido vivir en la certeza de que salir al mundo no tiene sentido hasta que no has agotado tu propio mundo—, imagino que estamos ante un hombre que haría suya la afirmación de Pessoa: «El único sentido oculto de las cosas es que no tienen sentido oculto alguno».

Ante la gran obra de este fotógrafo que ha pasado por la tierra con el extremo sentido  de la timidez que provoca una melancolía que quizá esté relacionada con la falta de luz de los territorios nórdicos, es inevitable pensar en la franqueza del gran maestro sueco Christer Strömholm, de quien Smoliansky recibió las primeras lecciones.

El estilo de Strömholm —blanco y negro de gran saturación y acercamientos no convencionales— y el radicalismo que  aplicaba en el cumplimiento de los tres principios que regían su fotografía: «luz natural», sin la agresividad invasiva de focos o flashes; «momento adecuado», basado en la espera paciente, y «responsabilidad personal», que limitaba cualquier tipo de propensión hacia el amarillismo o lo morboso, hicieron que en Suecia naciera una corriente fotográfica propia, marcada por una tibia tristeza no desprovista de angustia pero sí atenuada por la dulzura del estilo.

Entre los nombres destacados del estilo sueco están los bien conocidos Anders Petersen (1944), Kenneth Gustavsson (1946-2009) y Tuija Lindström (1950). En el centro de esa movimiento de extrema pureza encontramos al menos publicitado Smoliansky, autor de largo recorrido  y dueño de una obra que busca la reacción, la elocuencia. Gana en grandeza si pensamos que ha ejercido durante las peores décadas de los dictados postmodernos de la imagen predeterminada, pensada y razonada antes que sentida.

Acercarse a la completa web de Smoliansky, que presenta al visitante las fotos ordenadas en orden cronológico, culmina en la sorpresa de contemplar, como si de un movimiento de stop motion se tratara, una senda hacia lo esencial, la pureza, la sacudida de todo accesorio.

Pero no se trata de un camino hacia el minimalismo a la moda. Al contrario, en las imágenes más recientes —dejo unos cuantos ejemplos tras esta entrada— se revela, para volver a Pessoa, que «ser hombre es saber que no se comprende».

Las fotos de Smoliansky, el melancólico sueco que ha paseado su mirada por cada rincón de un par de barrios durante medio siglo, caminan hacia la verdad metafísica de que no existen los misterios porque el único misterio nace de la impaciencia.

Jose Ángel González

La crónica de tres años con los pastores de renos de la Europa ártica

© Erika Larsen

© Erika Larsen

El pueblo sami —que en español suele denominarse lapón— reivindica la condición de etnia indígena de Escandinavia. Aunque no hay censos precisos, los sami son unas 130.000 personas y viven en un área de casi 400.000 kilómetros cuadrados de las zonas árticas de Noruega, Finlandia, Suecia y Rusia. Hablan diversas formas de la lengua sami, donde, con ecos del lenguaje vigoroso de las sagas nórdicas, vârrâ significa sangre; jiegηa, hielo, y goatte, casa.

Los sami gozan del asombro frecuente de las auroras boreales; veneran a la diosa Beiwe de la fertilidad, el sol y la cordura; deben luchar, sobre todo en Noruega, contra intentos de asimilación invasiva promovidos desde el poder central del Estado, y todavía se dedican a la ganadería y pastoreo del reno, ese majestuoso animal cuyo rango de visión alcanza el ultravioleta.

La fotógrafa Erika Larsen (EE UU, 1976), hija de noruego, vivió durante tres años en la población sami de Kautokeino, situada tres grados de latitud por encima del Círculo Polar Ártico. La localidad, donde viven menos de tres mil personas, tiene relevancia histórica: en 1852 estalló en el lugar una rebelión contra las autoridades noruegas que culminó con el homicidio de dos comerciantes y la posterior ejecución de los líderes de la revuelta.

Las fotos que Larsen ha reunido en la serie Sami, Walking with Reindeer (Sami, caminando con los ganaderos de renos) son una declaración de amor y un ejercicio de nostalgia por una arcadia nevada y de escasa luz solar. Cuando la fotógrafa regresó a Nueva York, cuenta en un texto con carácter confesional, sintió que «estaba dejando atrás el verdadero hogar, Kautokeino».

Acogida por una familia, los Gaups, Larsen se vió integrada en el círculo invulnerable que para los sami representan los lazos de sangre. Ayudaba en casa, asistió a clase, aprendió a hablar sami y a entender el blando poder que contienen las canciones yoik, que algunos estudiosos consideran la forma de canto folklórico más antigua de Europa. También, por supuesto, se convirtió en una experta en cocinar platos con reno, entre ellos el gamsu: el estómago del animal relleno de sangre y después cocido.

En las fotos se aprecia un poder vinculante. Siendo la familia el sostén primario de la sociedad en una región donde el clima nunca es un aliado, los retratos son un elemento de constancia de paso, reverencia hacia el pasado y reivindicación de la procedencia y en todo hogar se guardan con mimo extremo imágenes de los antepasados. De ahí que no haya afectación en las poses y que las miradas de los sami tengan una textura que concierne al ambiente: nitidez boreal.

La fotógrafa afirma que sus años sami le han cambiado la vida y enseñado una nueva forma  de relacionarse con el mundo y participiar de su engranaje. «Encontré una profunda paz mental y me propuse tener hijos, construir una familia. Todavía me mantengo en contacto esporádicamente con los Gaups, pero llevo a diario conmigo lo que aprendí de ellos. Me siento más cercana a mis instintos y necesito salir al campo… Los sami me enseñaron una forma nueva de vida».

Ánxel Grove

Micke Berg, fotógrafo sin trabajo fijo desde hace 40 años

En un soneto de Jorge Luis Borges dedicado al místico sueco Emanuel Swedenborg, el escritor argentino imagina que éste era capaz de ver lo que no ven los otros terrenales: / La ardiente geometría, el cristalino / Laberinto de Dios y el remolino / Sórdido de los goces infernales, pero sabiendo que tanto la Gloria como la Perdición no son destinos lejanos o intangibles, porque en tu alma están.

La idea del hombre como compendio o espejo del universo, del cielo y el infierno,  me sirve para hablar de un compatriota de Swedenborg, el fotógrafo Micke Berg, nacido en 1949 en el norteño villorrio de Lycksele, donde casi nada saben de la luz solar durante cuatro meses al año. Quizá de esa vida sin frontera precisa entre el día y la noche provenga la propensión de Berg, cuyo grado de conocimiento de la obra de Swedenborg desconozco, a pensar, como éste, que la soledad de cada hombre todo lo incluye y que la vida es una danza enloquecida de microcosmos personales, en cada uno de los cuales cohabitan asimismo, como enumeró Borges, «plantas, montañas, mares, continentes, minerales, árboles, flores, abrojos, peces, herramientas, ciudades y edificios».

Creo que si me pidieran el nombre de un fotógrafo vivo en el cual se resume la divinidad del ser humano, elegiría a Berg, un ind0mable individualista que, muy a su pesar, ejercita la cívica melodía de recordarnos que no somos símbolos o cifras escritos por alguien ajeno, sino contenedores de la divinidad —y también de su necesario complemento, la condenación—. Digo muy a su pesar porque Berg es uno de esos descreídos hijos de la mitad del siglo XX a quienes conozco bien porque son mis compadres generacionales: viven en la duda y la cultivan, suelen proferir apostasías y abjurar de todo, pero son inocentes y no saben conspirar y, claro, dudan (también) de sí mismos y lo hacen con tal fervor que terminan por confiar en la única región donde la duda no cabe, la santidad del alma.

Lo que sé de Micke Berg se puede redactar en unas pocas líneas: le importa un comino que le llamen documentalista o fotoperiodista; odia el invierno sueco y prefiere los países mediterráneos porque necesitas menos dinero y tienes más luz solar; utiliza máquinas digitales —aunque en el pasado prefirió las cámaras mecánicas y el revelado de cuarto oscuro— porque vive con lo puesto y «revelar e imprimir cuesta una fortuna»; cree que toda foto es una «declaración política»; lleva un blog maravilloso que, por desgracia, escribe en sueco; admira a los dos grandes de la fotografía de su país, los cándidos outsiders Anders Petersen y Christer Strömholm (es muy amigo del segundo), y —lo cual es de suma importancia para mí— le gustaron cuando correspondía y le siguen gustando, porque ahora corresponde más que nunca, los Sex Pistols y las novelas húmedas de Henry Miller

El autor de este lote de fotos radiantes como bendiciones que inserto en la entrada es un correcaminos. A los 23 años decidió lo que debería ser un derecho financiado por un fondo requisado a los banqueros, gendarmes, usureros y políticos: no tener trabajo fijo, romper la cadena de la dominación, ejercer la valiente tarea del salto de mata. Más de cuarenta años después, sigue libre de condenas contractuales y tampoco recibe trabajos en comisión, pasantías, ayudas o subvenciones, esas otras formas bastardas de contrato. «La vida no es fácil, pero puedes simplificarla. Busca un estancia barata , abstente de todo lo innecesario, ignora eso que llaman trabajo. Circula entre la gente, haz fotos de cualquiera que se mueva, pasea por las calles, los bares, viaja como puedas..:», aconseja sin dogmatismo en su página web.

También añade la necesidad de convivir con «la terrible y abrumadora conciencia de que siempre estás solo». Es decir, como demuestra en cada una de sus imágenes, entre los demás.

Ánxel Grove

 

Cabañas universitarias de 10 metros cuadrados

'Smart Student Unit' - Tengbom

‘Smart Student Unit’ – Tengbom

Tienen un escritorio, cama, una cocina con un pequeño espacio para comer e incluso un rincón para relajarse; están fabricadas en madera y lo incluyen todo en 10 metros cuadrados.

Las cabañas ideadas por el estudio de diseño y arquitectura sueco Tengbom tienen un aire futurista, con techo abuardillado y ventanas desiguales de esquinas redondeadas adornadas por pequeñas macetas verdes. No hay nada que sobre, ni nada que falte: son acogedores alojamientos unipersonales en los que uno se da cuenta de la escasa importancia vital de los complementos extra a los que estamos acostumbrados en cualquier hogar.

La construcción pretende ser una solución económica, ecológica (todos los materiales son reciclables y de procedencia local) y funcional para los estudiantes de la universidad de la ciudad de Lund (Suecia), que también han participado en el diseño de la vivienda compacta. Con un coste bajo y transportables, el centro quiere ofrecerlas a los alumnos como alojamiento alternativo y alquilarlas por la mitad de precio de lo que cuesta una habitación en una residencia.

En 2014 se planea ya la construcción de 22 unidades en el campus universitario de Lund. De momento un prototipo de la casa se expone —desde hace unos días y hasta el 8 de diciembre— en el Museo de Arte de Virserum (Suecia) dentro de WOOD 2013, una extensa muestra que reúne diseños, artes aplicadas y proyectos arquitectónicos que adoptan la madera como material principal.

Helena Celdrán

Smart Student Units - Tengbom

Smart Student Unit

Student Units

Drawings - Smart Student Unit

El vaso que permite ‘inhalar’ copas en lugar de beberlas

Esquema del Vaportini

Esquema del Vaportini

Cuando Julie Palmer visitaba a un amigo en Suecia, los lugareños celebraban el solsticio de invierno en una sauna. La estadounidense descubrió con sorpresa que el ritual cada vez más habitual en el país nórdico era disfrutar de una sesión de sauna sustituyendo el agua que genera el vapor por una botella de vodka. La sensación, según Palmer, no era tan agresiva como la ingesta y el alcohol parecía asimilarse con más suavidad.

Volvió a casa con la idea de revivir la experiencia de tal modo que se pudiera prescindir de un elemento tan extraordinario como la sauna. Su padre, ingeniero, fue el aliado perfecto para echar a andar el proyecto que dio lugar al Vaportini.

El Vaportini

El Vaportini

El invento reta el tradicional consumo de alcohol y ofrece la posibilidad de «inhalarlo en lugar de tragarlo». La osada propuesta preserva las sutilezas de la bebida y, según promenten sus creadores tiene ventajas añadidas: «nada de calorías e impurezas. Los efectos se sienten de inmediato, así que es más fácil beber de modo responsable».

A pesar del extraño diseño, que a primera vista puede desconcertar al consumidor, el procedimiento del Vaportini es natural y no tiene mucho misterio. Cinco minutos después de poner una vela en la base, el alcohol —dentro de la burbuja de cristal— comienza a generar el vapor: para inhalarlo sólo hay que sorber la pajita, aguantar la respiración y exhalar.

La cantidad recomendada para depositar en el recipiente son 30 mililitros y los licores ideales para el disfrute del invento son los de alta graduación (de 40º en adelante) y aromatizados, como el vodka de sabores o el ron envejecido en barrica. El vapor de cada dosis dura entre 20 y 40 minutos. «Los efectos» —dice Palmer— «no duran tanto como el consumo tradicional, pero eso puede tener un aspecto positivo».

Helena Celdrán

Lisbeth Salander, a la caza de Charles Dickens

Tres representaciones de Lisbeth Salander

Tres representaciones de Lisbeth Salander

Cinco años después de la publicación del tercer volumen de la serie Millennium en el mundo se han vendido unos 65 millones de ejemplares de los libros, que están camino de convertirse en las obras de ficción más vendidas de toda la historia: se acepta que la primera es Historia de dos Ciudades, con más de 200 millones de unidades, pero la obra de Charles Dickens lleva en el mercado desde 1859 y las novelas de Stieg Larsson aparecieron en 2005, 2006 y 2007.

Aceptemos la opinión entusiamada de Mario Vargas Llosa («he leído Millennium con la felicidad y excitación febril con que de niño leía a Dumas o Dickens. Fantástica. Esta trilogía nos conforta secretamente. Tal vez todo no esté perdido en este mundo imperfecto») o nos sobrecoja la duda sobre por qué nos gustan tanto las malas novelas y sus abundantes clichés —antes de seguir, aquí está mi confesión: me fascinó el primer volumen, que acabé en dos días; me gustó moderadamente el segundo y no pude terminar el tercero, que me pareció un manuscrito falto de dos o tres correcciones a fondo—, lo cierto es que los personajes creados por el prematuramente muerto periodista y escritor sueco, en especial la heroína incorrecta Lisbeth Salander, han alcanzado la categoría de mitos con una premura muy propia del frenesí voraz de los tiempos.

Cubierta en coreano de uno de los libros de la saga Millennium

Cubierta en coreano de uno de los libros de la saga Millennium

Una búsqueda en Google a partir del nombre de la protagonista —hacker, punk, fumadora, bisexual, desinhibida, inteligente, justiciera, asocial, alegal, combativa («ningún sistema de seguridad es más fuerte que su usuario más débil»), posible enferma de Asperger, mal hablada, casi anoréxica (42 kilos), exresidente en siquiátricos y otros gulags estatales para los diferentes, excitante, ventitantos, metro y medio…— alcanza los casi tres millones de resultados. Lisbeth Salander influye en la moda, protagoniza un inminente cómic (dibujado por el catalán Josep Homs), se convierte en aplicación para smartphone, es citada como una resiliente de manual de psicología, se convierte en referente de la ética posmoderna de los antisistema («jamás habla con policías y funcionarios»), ejerce un feminismo extremo y es la más malota (y también la única atractiva) millonaria de ficción reseñada por la revisa Forbes.

Una constatación: la potencia inconstestable del impacto de Salander en su generación. En la web temática de los editores españoles del libro, Destino, hay mensajes de lectores, sobre todo mujeres, de este tono: «Una guerrera que se antepone a todo, que le dice a la sociedad mucho aunque no abra la boca»; «una antisocial, una luchadora innata, una singular hacker«; «hermosa, dura y tan frágil, que conmueve y una no puede dejar de solidarizar y empatizar con ella»; «una superviviente que lucha contra la adversidad. Y sí, este tipo de personajes que lucha contra algo está muy visto. La diferencia es que esta vez, la luchadora es una mujer, y lucha contra los hombres»; «por fin vemos una superwoman, no solo sexy y guapa…, sino inteligente y normal»…

Diseño de Jonathan Barker, ganador de un concurso 'online' sobre cubiertas alternativas de los libros de Larsson

Diseño de Jonathan Barker, ganador de un concurso ‘online’ sobre cubiertas alternativas de los libros de Larsson

Otra constatación, ésta de carácter personal. En la ciudad en la que vivo —no importa cuál: las ciudades occidentales son una misma ciudad repetida con matices diferenciales muy leves— abundan las librerías de segunda mano. En todas ellas, sin excepción, encuentro cada vez que entro docenas de ejemplares abandonados de las tres novelas de Larsson, Los hombres que no amaban a las mujeres, La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina y La reina en el palacio de las corrientes de aire.

Nunca entendí la deserción cuando se trata de un libro de esos que se te han pegado alma y no puedo evitar preguntarme si los apasionados lectores de la trilogía no desean releerla. Si esa es la norma, ¿hablamos de un fenómeno efímero y de corto alcance, de una tendencia muy siglo XXI de consumo rápido y abandono?, ¿prefieren los seguidores de las novelas la edición digital y han decidido, muy de acuerdo con la postpunk Salander, prescindir del engorro de los papeles y acumular sólo bytes? (Larson, por cierto fue el primer escritor de la historia en llegar al millón de ejemplares vendidos en e-book en Amazon)…

En otros términos, ¿representará Lisbeth Salander los valores de individualismo y libertad que Huck Finn representó para los jóvenes del siglo XIX y Holden Caulfield para los del XX?, ¿será capaz Larsson de alcanzar a Dickens? Acaso convenga estar preparados para el cambio de paradigma literario y conocer alguna circunstancia más del autor sueco: un idealista tan cegato como para aplicar un análisis troskista a la realidad actual, un activista de causas nobles, un fanático de la ciencia ficción, un testigo mudo y apático durante su adolescencia de una violación en grupo a una joven y, en fin, un escritor capaz —y pocos lo son— de agitar los ingredientes de su vida en el remolino de la ficción para subyugar a los lectores.

Stieg Larsson y sus padres, en torno a 1955

Stieg Larsson y sus padres, en torno a 1955

1. Hijo de adolescentes en la mina más sucia. Karl Stig-Earland Larsson —cambió su nombre de pila más tarde por el de Stieg— nace el 15 de agosto de 1954 en el pueblo de Skelleftehamn, un villorrio pesquero situado 600 kilómetros al norte de Estocolmo y no demasiado lejos del Círculo Polar. Sus padres se habían conocido un año antes, cuando tenían quince. Ella, Vivianne Böstrom, se queda preñada casi de inmediato. Viven en pareja y en condiciones casi miserables en un apartamento de una sola estancia y sin calefacción. El padre, Erland Larsson, trabaja en la mina de Rönnskärsverken, una de las industrias más sucias y contaminantes de los países nórdicos por los excedentes de ácido sulfúrico derivados de los procesos de extracción de la factoría, propiedad del holding Boliden AB —causante del desastre ecológico de Aznalcóllar en el parque de Doñana en 1998—. Los sindicatos dicen que los empleados de la mina sueca estornudan sangre y mueren antes de los 50. El gobierno jamás investiga las denuncias.

2. La colaboración de Suecia con Hitler, revelada por el abuelo. Cuando los padres de Stieg se marchan a Estocolmo en busca de un futuro algo mejor, el niño, de un año, queda al cuidado de los abuelos maternos Severin y Tekla, con quienes vive hasta los nueve. Severin, que había sido militante antinazi y seguía creyendo en las bondades del comunismo ortodoxo, cuenta al niño el episodio más oscuro de la historia reciente de Suecia. Aunque el país era en teoría neutral durante la II Guerra Mundial, lo cierto es que actuó como un socio colaborador del nazismo: aportó materias primas (hierro y otros minerales) a la industria bélica alemana, permitió que millones de soldados de Hitler atravesasen su territorio para llegar a Noruega, Dinamarca y Finlandia y censuró toda la propaganda antinazi. Unos 300.000 comunistas, anarquistas o liberales con conciencia fueron encerrados en campos de concentración.  La revelación de este deshonroso secreto nacional, que rara vez se menciona en público en Suecia, conmociona al pequeño Stieg y se convierte en uno de los motivos de su vida.

Larsson y su máquina de escribir

Larsson y su máquina de escribir

3. Propensión genética a los ataques al corazón. Si algo está escrito en los genes de la rama materna de Larsson es le propensión a los infartos tempranos. El abuelo Severin muere de uno en 1962, a los 55 años. La abuela, de otro, en 1968, a los 57. La madre, en 1991, a los 55.

4. La máquina. Cuando Stieg cumple 12 años, sus padres —a quienes las cosas les van mejor: trabajan en comercios, habían tenido otro hijo y viven en Umeå— le regalan una máquina de escribir Facit, de hierro y muy ruidosa. Los padres se arrepienten: el chico no para de teclear —temas favoritos: política, ciencia ficción y diexismo (escuchar e identificar emisoras de radio lejanas y exóticas)—. Entre el receptor de radio y la Facit es tanta la gresca que los Larsson alquilan un pequeño local para Stieg y sus cacharros en un sótano del edificio colindante.

5. Maoísta y testigo de una violación. Cada vez más radical en sus postulados, en 1969 y en plena campaña mundial de protestas contra la intervención de los EE UU en Vietnam —no censurada por el gobierno socialdemócrata sueco—, Stieg se alista en un partido maoísta, el DFFG, y se declara «antirracista y feminista». Ese mismo año, en un campamento de verano, es testigo de cómo varios adolescentes, algunos de ellos amigos suyos, violan a una chica. Stieg no interviene. Más tarde encuentra a la muchacha e intenta pedirle perdón. Ella lo increpa por cobarde. Se ha publicado que el nombre de la víctima era Lisbeth.

Stieg Larsson y Eva Gabrielsson en 1980

Stieg Larsson y Eva Gabrielsson en 1980

6. Rechazado como periodista. Tras intentar sin éxito entrar en una escuela de Periodismo (suspende el examen de admisión) y trabajar como cerrajero, repartidor de prensa y empleado de una lavandería, empieza a publicar piezas en fanzines de ciencia ficción. En 1973 conoce en una manifestación antibélica a la estudiante de Arquitectura Eva Gabrielsson. Vivirán juntos hasta la muerte de Larsson.

7. Instructor de granaderas en Eritrea. En 1977, ya alejado del maoísmo y afiliado al minúsculo partido troskista sueco, en cuyas publicaciones firma piezas con el seudónimo Severin, en honor a su abuelo, organiza un viaje a Eritrea para intentar entrar en contacto con la guerrilla comunista del Eritrean’s People Liberation Front. Antes de dejar Suecia escribe dos cartas que rotula: «Abrir sólo tras mi muerte». Una es una declaración de amor a Eva y la segunda un «testamento» mediante el cual dona sus escasas pertenencias a la Liga de Trabajadores Communistas, un sindicato troskista. Tras un difícil viaje, Larsson logra contactar con los guerrilleros y entrena a mujeres en el uso de granadas con las técnicas básicas que había aprendido unos años antes durante el servicio militar. Tiene que regresar a toda prisa a Suecia por una gravísima infección renal complicada con altas fiebres provocadas por la malaria.

Portada del primer número de "Expo"

Portada del primer número de «Expo»

8. «Amenaza contra la raza blanca». Para ganarse la vida trabaja como ilustrador, desde 1979, en la agencia Tidningarnas Telegrambyrå, pero lo que de verdad le apasiona es escribir sobre antifascismo y racismo. En 1987 rompe sus lazos con los troskistas y en 1991 edita su primer libro, Extremhögern (Extrema derecha), con la periodista Anna-Lenna Lodenius. Se compromete con la facción sueca de Stop Racism y forma parte del núcleo fundador de la revista Expo, apadrinada por una fundación sin ánimo de lucro. Publican el primer número en 1995 y anuncian que se dedicarán al periodismo de investigación para detener el ascenso del neonazismo en Suecia. Un año más tarde un grupo supremacista publica una foto y la dirección de Larsson, sugiriendo que debía «ser eliminado por tratarse de una amenaza contra la raza blanca»; la redacción de la revista es atacada por una pandilla de extremistas y los datos personales de Larsson aparecen también en poder de un detenido por conexiones neonazis que había sido oficial de las SS de Hitler y en los domicilios de los acusados de asesinar al líder sindical Björn Söderberg. En una época en que varios periodistas suecos sufren atentados, uno de ellos mortal, la Policía ofrece a Larsson escolta durante meses. El periodista publica un libro sobre el partido político Sverigeremokraterna (Demócratas de Suecia), que enmascara una ideología de extrema derecha bajo una apariencia nacionalista.

Stieg Larsson

Stieg Larsson

9. Los primeros editores no abrieron el sobre con el manuscrito. En 2002, durante las vacaciones de verano, Larsson empieza a desarrollar lo que será la trilogía Millennium. Tras dejar que Eva y unos cuantos amigos íntimos lean los manuscritos de las dos primeras novelas, las envía, en 2003, a la editorial Piratförlaget, donde nunca, como ellos mismos han reconocido, llegaron a abrir el sobre, devolviéndolo con una carta formal de rechazo. En la segunda editora, la legendaria Norstedts, sí leen las piezas y le ofrecen de inmediato al autor un contrato por tres novelas y un avance de derechos de 70.000 euros. Es abril de 2004. El 15 de agosto Larsson cumple 50 años. Va a celebrar una fiesta pero la pospone para seguir escribiendo ficción. Sus amigos le encuentran más feliz que nunca. Incluso ha engordado.

10. «Quizá sí, me duele el pecho». El 9 de noviembre de 2004 tiene una cita en la oficina de Expo. Al llegar encuentra el ascensor averiado y sube los siete pisos a pie. Llega pálido, sudoroso, desencajado. Sus compañeros le preguntan si se siente mal, si quiere que llamen a una ambulancia. «Quizá sí, me duele el pecho», dice antes de desplomarse con un ataque al corazón. Muere una hora más tarde, en el hospital.

Cubierta de la primera edición en Suecia del libro inicial de la saga

Cubierta de la primera edición en Suecia del libro inicial de la saga

11. La batalla postmórtem por la fortuna.  Desde la publicación del primer tomo de la saga, que apareció en Suecia en agosto de 2005 con el título Män som hatar kvinnor (Los hombres que odian a las mujeres) —luego sustituido en algunas partes del mundo por el mucho más comercial de The Girl With the Dragon Tattoo (La chica con el tatuaje del dragón)—, y con la mundialización milmillonaria de las novelas, una amarga batalla legal y moral se desata entre el padre y el hermano del escritor y Eva Gabrielsson. Las leyes suecas no reconocen derechos de herencia a las parejas de hecho y la compañera de Larsson durante tres décadas no ha recibido ni un centavo de la fortuna que han generado las novelas y sus adaptaciones al cine. Ella sostiene que el padre y el hermano se desentendieron siempre de Larsson, pero algunos amigos íntimos de éste, como el militante antiracista Kurdo Baksi, dicen lo contrario. El escritor murió sin dejar otro testamento que aquella carta escrita antes de viajer a Eritrea en 1977. Los tribunales suecos han fallado en contra de la media docena de militantes del grupo troskista que quisieron hacer valer su derecho a la fortuna porque la disposición de la carta, según el fallo judicial, sólo era válida si Larsson fallecía en el viaje a Eritrea.

Stieg Larsson

Stieg Larsson

12. Nazis parlamentarios. En las elecciones de 2010, los Demócratas de Suecia, tras una campaña electoral propugnando el odio racial, obtienen 20 escaños en el Parlamento de Suecia. Es la primera vez que un grupo filonazi entra en el Riksdag desde la II Guerra Mundial.

13. La venganza de Dios. Al parecer, Larsson tuvo tiempo de escribir un manuscrito casi completo de otra novela y notas para algunas más. Es posible que Eva Gabrielsson tenga el original inédito, pero estaría en un ordenador portátil que pertenecía a la revista Expo. ¿De qué va la novela? Sabemos que se desarrolla en parte en el noroeste de Canadá, que Lisbeth Salander «se deshace de sus enemigos y de sus propios demonios» y que el tíulo que manejaba Larsson era La venganza de Dios.


14. Dos canciones (y 240 tazas de café). En las tres novelas de Larsson, pese al retrato naturalista de la sociedad cerebral y neurótica de Suecia, no hay apenas alcohol —Lisbeth es abstemia y el periodista Mikael Blomkvist sólo se regala algún malta añejo en momentos especiales—, aunque sí muchas tazas de café (240) e incluso una máquina para hacer espresso, la Jura Impressa X7, que cuesta unos 3.000 euros, aunque el escritor, en un patinazo, le otorga el valor de 10.0000. Como buen hijo de los años cincuenta, Larsson incluye en la saga dos guiños musicales muy pertinentes: Maria, un tema de Blondie de 1999 que habla sobre una chica a la que todo «le importa muy poco» y Cat People (Putting Out the Fire), de David Bowie (1982), que gira en torno a la idea de «apagar el fuego con gasolina».

Lisbet, Modesty y Pippi

Lisbet, Modesty y Pippi

15. ¿Quién es Lisbeth? En Lisbeth Salander los analistas y semiólogos han encontrado rasgos de Pippi Långstrump, el personaje de ficción de la escritora sueca Astrid Lindgren. Como Pippi, Lisbeth es la niña más fuerte del mundo, más que cualquier hombre, y se mueve a gran velocidad. Otro personaje-espejo es Modesty Blaise, una chica sin nombre y de pasado criminal que conoce extrañas artes de lucha y se enfrenta a villanos excéntricos entre los que abundan los «fantasmas» de su propio pasado. Sin embargo, parece que la verdadera inspiración de Larsson es su sobrina Therese, con la que cruzó centenares de emails mientras redactaba las novelas para palpar la sensibilidad adolescente. La chica, que tenía entonces 15 años, era muy flaca, vestía de negro a lo punk y se metía sin miedo en peleas contra chicos. Fue muy sincera con su tío en el intercambio y se mostró confesional y encantada de colaborar. Therese, que nunca ha hablado sobre su marca sobre el personaje, recibió de Larsson el mejor de los elogios: «Lisbeth Salander eres tú».

Ánxel Grove