Entradas etiquetadas como ‘minimalismo’

El animador que da vida a portadas minimalistas de libros ‘vintage’

Da vida a portadas de libros antiguos, a cubiertas vintage de culto, iconos geométricos, conceptuales, minimalismo clásico de los años 50, 60 y 70.

Rayas, patrones, círculos, arte óptico, ideas abstractas, caretas misteriosas. Logra que estas cubiertas se muevan en armonía y que los fractales de sus diseños cobren vida digital.

Los convierte, por alquimia 2D, en artefactos mágicos. Los libros parecen objetos órficos, sacramentales, mecanismos de una civilización celeste.

Pero eso me encanta este vídeo. Por eso puedo pasar horas mirándolo.

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¿Se puede explicar la filosofía con figuras geométricas?

'Escepticismo', 'Relativismo', 'Hedonismo' y 'Deducción' - Genís Carreras - Fotos: studiocarreras.com

‘Escepticismo’, ‘Relativismo’, ‘Hedonismo’ y ‘Deducción’ – Genís Carreras – Fotos: studiocarreras.com

El escepcitismo es una barra diagonal roja, preparada para tachar y poner en duda los métodos y poner a prueba los límites del conocimiento, anulando el color verde apagado que tiene detrás. La deducción es un círculo blanco observado con lupa, una hipótesis que debe probarse. El esteticismo también es un círculo blanco, pero de él salen elegantes pétalos violetas que se superponen y forman una flor de diferentes tonos.

Philographics —Término inglés traducible por filografías o filográficos— es una serie de diseños minimalistas que resumen un concepto o una corriente filosófica. Genís Carreras —diseñador gráfico e ilustrador afincado en Girona— se permite utilizar poco más que círculos, diagonales, rectángulos y triángulos y resume su objetivo en una escueta frase: «Explicar grandes ideas en formas simples».

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Los redondeados humanos minimalistas de Mike Lee

Obras recientes de Mike Lee - Fotos: mikelee.space

Obras recientes de Mike Lee – Fotos: mikelee.space

Hay algo de placentero y confortante en las criaturas que dibuja y pinta el estadounidense Mike Lee. La suavidad de las curvas, pies y manos acabados en pico, cabezas de cerilla, cuerpos de un volumen inaceptable según los cánones de belleza que se fomentan con fanatismo desde las pasarelas de moda hasta los maniquíes de cualquier tienducha.

Repasando los archivos del microblog que Lee emplea para documentar sus progresos, es fácil comprobar cómo en mayo de 2015 los personajes redondeados todavía tenían ojos. «Aunque eran sólo dos puntos (…), todavía sentía que estaba explicando demasiado. Quería dejar espacio al espectador para recibir e interpretar el trabajo, así que jugué a alargar las proporciones y mantuve las caras en blanco», cuenta en una entrevista reciente.

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Vlady, un artista callejero que apenas necesita nada

'Flag of EU' - Vlady - Foto: www.vladyart.com

‘Flag of EU’ – Vlady – Foto: www.vladyart.com

En el centro de la bandera de la Unión Europea, dentro del círculo interior que forman las estrellas, Vlady ha hecho un agujero perfecto. La tela está atada a dos edificios y desde abajo, a través de la abertura, se ve el cielo. Desde arriba la perspectiva es otra: si la bandera tuviera la función de prevenir una caída, de evitar una muerte al impactar contra el asfalto, no serviría de nada.

Con un largo currículum de intervenciones, acciones y murales, casi todos ocupando espacios callejeros «de modo ilegal», el italiano (siempre fiel a la máxima minimalista del menos es más) no se considera un creador callejero, sino «un artista visual multidisciplinar». En su trayectoria marca un antes y un después el año 2011, cuando su arte pasó de ser «sobre todo decorativo» a tener un componente de denuncia.

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Kraftwerk: los robots tienen ‘tumblr’ y se llama ‘Infinito infinito’

Captura de Endless Endless

Captura de Endless Endless

«Desde el silencio a cualquier lugar». El lema es la enseña frontal del microblog Endless Endless, un archivo virtual de los 45 años de carrera de uno de los grupos más inteligentes y faltos de complejos de la historia del pop, Kraftwerk, una unidad de producción alemana que funciona con efectiva sabiduría.

Endless Endless —que duplica en la cabecera la palabra inglesa para ilimitado, infinito, interminable, dando a entender que incluso los conceptos absolutos tienen derecho a ser una espiral, un loop— es un Tumblr que aprovecha la elasticidad y dinamismo de la plataforma de blogs readymade (hay en el mundo 222 millones en este momento) como visita guiada audiovisual a la carrera del grupo que fundó la música electrónica de consumo rápido y, según un acertado resumen del diario The Guardian, es la banda más influyente en activo y la que más y mejores productos ha dado al pop desde los Beatles.

Aunque el grupo tiene una bien montada página web oficial en la que es posible entretenerse durante horas —no dejen de visitar la sección Kling Klang Machine, un generador de música interactivo—, Endless Endless tiene la gracia de libro de recortes de todo microblog bien administrado: la navegación es sencilla y el contenido es celestial. No podría ser de otra forma cuando hablamos de Kraftwerk, el grupo más copiado y sampleado de la historia, como se puede comprobar en el vídeo de abajo, en el que la huella de los alemanes aparece, con o sin cita, en temas de entre otros, Madonna, R.E.M., Coldplay, David Bowie, Pink Floyd, Jay Z, Will Smith, New Order, Franz Ferdinand…

El tumblr de los musikarbeiter («trabajadores de la música», como prefieren ser llamados) contiene clips musicales, tanto de discos oficiales como de grabaciones en directo; citas, entrevistas e ideario; centenares de imágenes y vídeos , y toda suerte de referencias y anecdotario sobre las andanzas de los muchos músicos que han intervenido en el colectivo fundado en Dusseldorf por  Ralf Hütter y Florian Schneider —el segundo lleva varios años separado del grupo, en un silencioso retiro—.

Fotos tomadas en Barcelona en 1981 por Anton Corbijn

Fotos tomadas en Barcelona en 1981 por Anton Corbijn de los ‘dummies’ de, desde la izquierda, Wolfgang Flür, Florian Schneider y Ralf Hütter (Fuente: Endless Endless)

La más agria (y estúpida, por malinterpretada) polémica en la historia del grupo no aparece por ninguno de los múltiples pasillos y recámaras del microblog: la publicación de una reseña en el semanario inglés New Musical Express donde el respetado crítico Barry Miles titulaba una reseña sobre un concierto de Kraftwerk con una frase cargada de bilis: «Esta es la música que tus padres lucharon para que no escuchases».

El presunto conservadurismo reaccionario de la electrónica fue aliñado a la semana siguiente con la republicación de una entrevista de 1975 del mítico periodista destroyer Lester Bangs a Hütter y Schneider en la que se jugaba con la idea de Kraftwerk y sus robots doppelganger como «solución final» para la música del futuro. La pieza apareció ilustrada con un desafortunado fotomontaje de los dummies y una imagen de los juicios de Núremberg contra la jerarquía nazi.

Pese al desliz de ocultar el incómodo y manipulado episodio (Hütter negaba la idea de «solución final» y tildaba a la sustitución de músicos por robots como «un paso más»), Endless Endless es uno de los mejores sitios web sobre un grupo fundamental, quizá los últimos realistas del sonido y su sombra, el silencio.

«Aportaron la idea», dicen con acierto los responsables del microblog, «de que la música vive fuera de la longitud y la forma que se ofrecen en los formatos grabados para almacenarla, lo que significa que puede, de hecho, ser interminable».

Jose Ángel González

¿Ha sido justa la historia con los Talking Heads?

La historia —y por extensión nosotros, que la escribimos, al menos cuando nos dejan— no ha sido justa con los Talking Heads.

Eran estudiantes de diseño, es decir, tenían cierta educación reglada y quizá se comportaban y se vestían como los primeros hipsters, es verdad, pero las vestimentas y el nivel cultural no debieran ser razón para un olvido que presiento demasiado hondo e ideológico. A veces, en esto del rock, lo cazurro parece ser un don y si eres o pareces inteligente lo llevas claro.

Los coetáneos del asombroso punk y la new age neoyorquinos de finales de los años setenta circulaban por otros callejones y comían sobre otros manteles: los Ramones querían ser héroes de Marvel Comics con cazadoras de cuero, Patti Smith ejercía para convertirse en la princesita de aires nobiliarios que ha terminado siendo, Blondie eran una broma plástica formulada desde el despacho de cupcakes que los estadounidenses igualan al paraíso…

Desde la izquierda, David Byrne, Chris Frantz, Tina Weymouth y Jerry Harrison

Desde la izquierda, David Byrne, Chris Frantz, Tina Weymouth y Jerry Harrison

Los Talking Heads, ajenos a la reformulación que tanto gusta al rock y su público más consolador —siempre buscando al nuevo Elvis, al nuevo Dylan—, cantaban sobre la soledad contemporánea: sus protagonistas son niños-burbuja a los que hace daño el mero contacto con el aire, y no estaban interesados en los compases cuatro por cuatro del rock. Fueron el primer grupo postmoderno, con niveles de lectura superpuestos, y preferían como referencia el minimalismo conceptualista de Philip Glass, el afrobeat nigeriano o la dislocada pasión polirrítmica del funk.

La discografía del cuarteto es concisa: ocho álbumes de estudio y dos discos en directo entre 1977 y 1988. Los tres discos que grabaron en colaboración con el alquimista Brian Eno (algo más que un productor: una especie de gurú sin método que prefiere sugerir caminos a indicarlos) —More Songs About Building and Food (1978), Fear of Music (1979) y Remain in Light (1980)— son todavía hoy pasmosos y modernos.

Acaso lastrados por la pasión arty que tan pocos amigos tiene entre los roquistas más intransigentes —¡a quién le importa que un grupo encargue una cubierta a Robert Rauschenberg y, después de todo, ¿quién demonios es ese señor?!—, tengo la impresión de que no hemos sido justos con los Talking Heads, un grupo que te hacía bailar, temblar y pensar.

Ánxel Grove

Talking Heads – Psycho Killer (B-Side) ft Arthur Russell by Dazed Digital

La última vez que pasó algo en Nueva York

Ilustración de la cubierta y la tapa posterior de "Love Goes to Buildings on Fire"

Ilustración de la cubierta y la tapa posterior de «Love Goes to Buildings on Fire»

De tener la suerte de cruzarme con alguna máquina del tiempo tendría muy claro a qué epoca y lugar desearía transportame: Nueva York, entre principios de 1973 y finales de 1977, el lustro del último gran renacimiento.

Estoy leyendo Love Goes to Buildings on Fire, una crónica en primera persona del periodista Will Hermes, bendecido por ser un adolescente que creció en el momento y el espacio exactos. El libro no está traducido al español y hay muy pocas probabilidades de que lo esté algún día dado el desinterés general de las editoriales nacionales por los ensayos musicales.

¿Qué sucedió entre 1973 y 1977 en la ciudad de los rascacielos? «Todo» no sería una respuesta subjetiva. El punk y el hip-hop, la música disco y la salsa, el loft jazz y el minimalismo, la new wave y la no wave nacieron en ese corto lapso temporal y en una misma ciudad, convertida en un laboratorio de reinvención de la música contemporánea donde los artistas se conocían, admiraban y colaboraban entre sí.

Portada del "Daily News" del 30 de octubre de 1975

Portada del «Daily News» del 30 de octubre de 1975

Muchos neoyorquinos todavía guardan en fundas de celofán la portada del Daily News del 30 de octubre de 1975. El  titular, redactado desde la cólera, se refiere a la negativa del entonces presidente de los EE UU, el republicano Gerald Ford, a ayudar a salvar las finanzas de la ciudad de una inminente bancarrota. «Ford a la ciudad: ahí se mueran», decía el diario, aunque, al parecer, los editores cambiaron su idea inicial, que era: «Ford to city: Fuck Off» («Ford a la ciudad: que os jodan»).

La quiebra y los recortes sociales consiguientes no eran los únicos problemas. Nueva York se había convertido en una de las metrópolis más peligrosas del mundo, con un índice de criminalidad tan elevado que la Policía recomendaba a los vecinos no salir a la calle tras la puesta del sol y no usar el metro «en ninguna circunstacia» durante la noche. El consumo de heroína se había disparado a niveles nunca antes conocidos y gran parte de los barrios estaban controlados por mafias de narcotraficantes.

Aprovechando lo poco bueno de la tesitura —los alquileres habían bajado drásticamente y por 100 dólares podías pagar un loft para varias personas en Manhattan, y los locales nocturnos emergían como oasis para refugiarse del desastre—, varios centenares de músicos se movieron con urgencia y, por impulsos insensatos y poco reflexivos que eran una respuesta instintiva al apocalipsis, construyeron el movimiento más excitante y plural de los últimos cincuenta años. Hicieron sin pretenderlo la música que cambió el curso de la historia.

Willie Colón, Hector Lavoe y la Fania All-Stars alquilando el Yankee Stadium para llevar la salsa-jazz a las masas; Bruce Springsteen grabando Born to Run la misma semana que Patti Smith grababa Horses y poco después de que Bob Dylan grabase Blood on the Tracks; Grandmaster Flash y Kool Herc convirtiendo los giradiscos en instrumentos musicales; los New York Dolls haciendo punk años antes que los Sex Pistols; los Ramones condensando la adrenalina del pop en una fórmula arrolladora; Television y los Talking Heads mutando el rock en un vehículo para la actitud artística; Phillip Glass construyendo paisajes musicales con elementos mínimos; Lou Reed echando al traste toda su carrera con el radical muro de ruido de Metal Machine Music

Todo esto y bastante más sucedió en Nueva York en los mejores cinco años de la música moderna.

A ese lugar de disparos, peligro, opio y música conectaré los mandos de mi teletransportador.

Ánxel Grove