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Neil Young piropea a Donald Trump

Trump y Young antes de que el primero fuese elegido presidente - Foto: Instagram

Trump y Young antes de que el primero fuese elegido presidente – Foto: @realDonaldTrump

Los señores de la foto —publicada en la cuenta de Twitter de Donald Trump en junio de 2015, antes de la elección que ha congelado todas las sonrisas de la gente decente del planeta— no son tan antagónicos seres humanos como podríamos suponer.

Del presidente de los EE UU conocemos el lado esperpéntico y, como diría Valle Inclán, «fantocheril». Ninguna sorpresa que Trump se deje hacer y muestre hiperdentadura mientras choca los cinco con un cantautor roquista, country y ruidista

Lo chocante viene de Young, que, en teoría y según dicen sus fanáticos, es indomable, está ojo avizor ante toda injusticia y despliega una intensa furia contra los enemigos de la libertad.

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Muere ‘Hoppy’ Hopkins, activista ‘underground’ y gran fotógrafo

John 'Hoppy' Hopkins (1937 - 2015)

John ‘Hoppy’ Hopkins (1937 – 2015)

En un silencioso mutismo mediático sólo roto por unas cuantas publicaciones británicas ha muerto John Hoppy Hopkins. Tenía 78 años y no merece la reserva con la que ha sido sancionado. Su vida fue estruendosa y elegantísima la dignidad con que soportó el olvido de los famosos y famosetes que le aplaudieron durante los alborotados años sesenta y setenta, la última de las épocas en que mereció la pena rondar por el mundo.

Decir que Hoppy era fotógrafo es inexacto. Sin duda lo era: su página web —diseñada según los vetustos dictados de los hippies que llegaron tarde a internet: fondo negro, letras amarillo chillón y ningún sentido de las reglas de la supuesta efectividad comunicativa postelectrónica— guarda parte de su archivo de imágenes.

Dada la calidad de las fotos —inmediatas, potentes, joviales, pruebas de cargo sobre lo bien que creímos hacer una revolución que se quedó en negocio— y el prestigio del elenco —la aristocracia del Swinging London (Lennon & McCartney, Jagger, Jones, Faithfull), los profetas (Ginsberg, Malcolm X), algunos genios tan tormentosos que no necesitan clasificación (Miles, Muddy Waters)…—, parece mentira que el autor no haya muerto en la riqueza de las regalías como otros que retrataron menos pero se vendieron más.

Hoppy (el apodo, bailarín, saltón, estaba justificado por la pimienta de su ánimo y el nervio de sus piernas) se había graduado en Cambridge en Física Nuclear. Terminó la carrera con honores y estaba a punto de elegir alguna de las ofertas de trabajo que le llovieron cuando un amigo, acaso un ángel con piel humana, le regaló una cámara de fotos. Desde el primer disparo, para gloria de nuestra raza, el mundo perdió a un físico y ganó a un agitador.

Se fue a Londres en el mejor momento, a mediados de los sesenta, empezó a moverse en los clubes de música, a fumar marihuana y a empaparse de la locura que, de pronto, había sustituido a la niebla en la capital del Támesis. «Cuando la música cambia, las paredes de las ciudades tiemblan», diría más tarde para explicar aquella tangible sensación de renacimiento.

Número 2 de "International Times", octubre, 1966.

Número 2 de «International Times», octubre, 1966.

De la cámara al activismo underground sólo había un paso y Hoppy avanzó sin recelo ni dudas hacia la construcción del nuevo mundo. Fue uno de los fundadores-editores, en 1966, de la revista International Times, que tuvo que reducir la cabecera al acrónimo IT —muy apropiado para el logo, un dibujo de la vamp Theda Bara, la primera depredadora sexual del cine— por una demanda del diario generalista y conservador The Times. El casi fanzine fue el mejor del Reino Unido durante años si querías enterarte de lo que no deseaban enseñarte el poder o tus padres.

No se quedó ahí la contribución del hoy olvidado activista al humanismo: un año antes, en 1965, había organizado la primera edición del festival libertario y muy de la Era de Acuario de Nothing Hill, que entonces era «libre y gratuito» pero con los años ha sido deglutido por la maquinaria de Moloch hasta convertirlo en ese carnaval al que acude el turismo-borrego para sentirse multicultural.

Hoppy también fundó, aliado con el mítico productor Joe Boyd —descubridor de Nick Drake, mano derecha de Fairport Convention y, con el tiempo, socio de R.E.M.—, el club más valiente de Londres, el UFO, situado en un sótano de Tottenham Court Road. Era the place to be para escuchar la música astral de la banda residente, Pink Floyd, y entrar en la dimensión psicodélica mediante el uso pionero de los shows de luces y proyecciones como potenciadores del viaje.

A la policía londinense no le caía nada bien aquel tipejo que no dejaba de montar camorra alternativa, consumía drogas y proclamaba, con su lenguaje pulido en las muy regias aulas de Cambridge, que los tiempos estaban mudando de piel y los viejos reptiles debían o retirarse o ser más tolerantes.

En 1967 fue detenido con una ínfima cantidad de marihuana y juzgado —el consumo era delito entonces en el Reino Unido—. Se negó al derecho a tener abogado y asumió su propia defensa, aduciendo que las drogas eran usadas con fines recreativos o místicos desde la noche de los tiempos y que sus señorías también se ponían hasta las cejas de cerveza y scotch. Tras calificar al magistrado-presidente como «una epidemia social», el acusado recibió una condena de nueve meses y, aunque no tenía antecedentes y se organizó una campaña para exigir su libertad —apoyada a cara descubierta por los Rolling Stones y, desde el anonimato, por Paul McCartney, que no podía pringarse en público con causas incómodas que mancharan la reputación de chicos buenos de los Beatles—, Hoppy estuvo medio año preso.

El imparable fotógrafo-activista también retrató la vida en las calles del Reino Unido. Sabiendo de su compromiso con la sociedad de base el temario no es sorpresivo: pandillas de moteros, menudeo de drogas blandas, prostitución, niños-pilluelos haciendo de las suyas…

Promotor incansable de caminos de búsqueda, una de las frases que escribió Hoppy en su ensayo Memorias de un ufólogo podría ser usada como apunte mortuorio final: «Siempre estará enamorado de la densidad de la gente».

Jose Ángel González

Kraftwerk: los robots tienen ‘tumblr’ y se llama ‘Infinito infinito’

Captura de Endless Endless

Captura de Endless Endless

«Desde el silencio a cualquier lugar». El lema es la enseña frontal del microblog Endless Endless, un archivo virtual de los 45 años de carrera de uno de los grupos más inteligentes y faltos de complejos de la historia del pop, Kraftwerk, una unidad de producción alemana que funciona con efectiva sabiduría.

Endless Endless —que duplica en la cabecera la palabra inglesa para ilimitado, infinito, interminable, dando a entender que incluso los conceptos absolutos tienen derecho a ser una espiral, un loop— es un Tumblr que aprovecha la elasticidad y dinamismo de la plataforma de blogs readymade (hay en el mundo 222 millones en este momento) como visita guiada audiovisual a la carrera del grupo que fundó la música electrónica de consumo rápido y, según un acertado resumen del diario The Guardian, es la banda más influyente en activo y la que más y mejores productos ha dado al pop desde los Beatles.

Aunque el grupo tiene una bien montada página web oficial en la que es posible entretenerse durante horas —no dejen de visitar la sección Kling Klang Machine, un generador de música interactivo—, Endless Endless tiene la gracia de libro de recortes de todo microblog bien administrado: la navegación es sencilla y el contenido es celestial. No podría ser de otra forma cuando hablamos de Kraftwerk, el grupo más copiado y sampleado de la historia, como se puede comprobar en el vídeo de abajo, en el que la huella de los alemanes aparece, con o sin cita, en temas de entre otros, Madonna, R.E.M., Coldplay, David Bowie, Pink Floyd, Jay Z, Will Smith, New Order, Franz Ferdinand…

El tumblr de los musikarbeiter («trabajadores de la música», como prefieren ser llamados) contiene clips musicales, tanto de discos oficiales como de grabaciones en directo; citas, entrevistas e ideario; centenares de imágenes y vídeos , y toda suerte de referencias y anecdotario sobre las andanzas de los muchos músicos que han intervenido en el colectivo fundado en Dusseldorf por  Ralf Hütter y Florian Schneider —el segundo lleva varios años separado del grupo, en un silencioso retiro—.

Fotos tomadas en Barcelona en 1981 por Anton Corbijn

Fotos tomadas en Barcelona en 1981 por Anton Corbijn de los ‘dummies’ de, desde la izquierda, Wolfgang Flür, Florian Schneider y Ralf Hütter (Fuente: Endless Endless)

La más agria (y estúpida, por malinterpretada) polémica en la historia del grupo no aparece por ninguno de los múltiples pasillos y recámaras del microblog: la publicación de una reseña en el semanario inglés New Musical Express donde el respetado crítico Barry Miles titulaba una reseña sobre un concierto de Kraftwerk con una frase cargada de bilis: «Esta es la música que tus padres lucharon para que no escuchases».

El presunto conservadurismo reaccionario de la electrónica fue aliñado a la semana siguiente con la republicación de una entrevista de 1975 del mítico periodista destroyer Lester Bangs a Hütter y Schneider en la que se jugaba con la idea de Kraftwerk y sus robots doppelganger como «solución final» para la música del futuro. La pieza apareció ilustrada con un desafortunado fotomontaje de los dummies y una imagen de los juicios de Núremberg contra la jerarquía nazi.

Pese al desliz de ocultar el incómodo y manipulado episodio (Hütter negaba la idea de «solución final» y tildaba a la sustitución de músicos por robots como «un paso más»), Endless Endless es uno de los mejores sitios web sobre un grupo fundamental, quizá los últimos realistas del sonido y su sombra, el silencio.

«Aportaron la idea», dicen con acierto los responsables del microblog, «de que la música vive fuera de la longitud y la forma que se ofrecen en los formatos grabados para almacenarla, lo que significa que puede, de hecho, ser interminable».

Jose Ángel González

Matt Mahurin, el fotógrafo de lo inconcebible

Matt Mahurin necesita escasa presentación si la antesala es el clip que dirigió en 2011 para Tom Waits sobre la canción antibélica Hell Broke Luce, en el que un  hombre, interpretado por el siempre sobreactuado Waits, arrastra una casa bajo el universal y eterno ritmo binario militar:

Izquierda, derecha, izquierda, / ¿Qué hiciste antes de la guerra? / Era un chef, era un chef,  / ¿Y cuál era mi nombre? Jeff, Jeff  / Perdí un colega en Irak, Rak / Me había salido de la metanfetamina / Y dormí, dormí  / Tuve un buen hogar pero izquierda, izquierda

Al penoso paseo asisten buitres a la espera de carroña, hay polvo, máscaras antigás, el cerebro ardiente de un general, un ejército de esqueletos, un barco con mandíbulas de escualo, un ojo negro en el cielo, un cementerio universal…

No te explicas como Mahurin, hijo de 1959, nació en la plácida localidad surfista californiana de Santa Cruz. Este tipo merece ser de Praga, de Ciudad del Cabo, de un suburbio del sur de París, de Valdimingómez, de Tegucigalpa, piensas.

Además de vídeos musicales —los ha firmado para, entre otros muchos, U2, R.E.M, Metallica y Lou Reed [aquí hay una lista de YouTube con bastantes]—, el hambriento e incansable artista ha dirigido unas cuantas películas y cortos —Tribe, su retrato de los EE UU, merece ser visto—, hace ilustraciones, cubiertas de libros, cuadros y fotografías.

Tres autorretratos de Mahurin

Tres autorretratos de Mahurin

Laureado, celebrado y bien pagado, no ha perdido la mala baba: se ha autorretado como Sigmund Freud, un prehomínido y un prisionero torturado en la cárcel militar de Abu Ghraib para ilustrar portadas de la muy circunspecta revista Time.

Tenebroso e inflexible hasta la descortesía, perturbador del ideario del mejor de los mundos posibles que vende la internacional de la propaganda, Mahurin me gusta, sobre todo, como fotógrafo. Prefiere pintar porque cuando hace una foto, dice, se siente menos libre, siempre «a merced de lo que se coloca delante de la cámara», pero yo disfruto ese sometimiento y, además, siempre he pensado que las cámaras son instrumentos que ejercen por su cuenta la emancipación y te obligan a ver como ellas quieren que veas. En el caso del fotógrafo californiano, la cámara es un hoyo, una perforación que reclama la caída.

Las fotos de este buceador de sueños, todas analógicas y, según dice, con todo el tratamiento posterior de la imagen reducido al cuarto oscuro, documentan la parte sombría del mundo. Son dinámicas, pero en el sentido en que podría serlo una pintura negra de Goya; austeras pero nacidas de un grito complejo pronunciado en todos los idiomas; caprichosas como el trazado de una bala mágica

A medida que los vídeos y el cine le han reportado fama y dinero, Mahurin ha ido dejando de lado la exploración lóbrega y tiznada que ejercía con la fotografía. Me duele esa renuncia porque conozco pocos fotógrafos que como él, hayan desarrallado la idea de Joseph Conrad de que «la narración de un sueño no se puede transmitir» porque la esencia de los sueños es «verse atrapado en lo inconcebible». Izquierda, derecha, izquierda…, así vivimos.

Ánxel Grove

El zulú que compuso «The lion sleeps tonight» por dos dólares

Solomon Linda (a la izquierda) & The Evening Birds

Solomon Linda (a la izquierda) & The Evening Birds

Solomon Linda, zulú sudafricano —su nombre real era Solomon Ntsele, pero le gustaba anadir Linda, el clan tribal del que procedía—, era muy alto, tanto que todos le recuerdan agachándose para atravesar las puertas. También su voz era alta, un falsete vibrante e inalcanzable que era muy aplaudido en las fiestas y bodas en las que cantaba a cambio de estar allí, beber y reir.

En 1939 Solomon y cuatro amigos (Solomon & The Evening Birds) entraron en el único estudio de grabación de Johannesburgo. No llevaban nada escrito e improvisaron sobre la marcha. Abrieron la boca y cantaron como cantaban en Pomeroy, el pueblo en el que habían nacido: para balancearse y rendir tributo a la vida. Tras repetir una de las piezas tres veces, se la vendieron al propietario del estudio por diez chelines, menos de dos dólares. Se titulaba Mbube (león en zulú).

La canción fue un éxito local (100.00 copias vendidas) y Solomon & The Evening Birds fueron llamados para cantar en bodas y celebraciones. Como siempre, cambio de beber y reir. En 1948 el grupo se deshizo y Solomon, que se ganaba la vida con trabajillos de subsistencia, se casó con Regina. Tuvieron cuatro hijas, vivieron en los límites de la subsistencia.

El gran Solomon del falsete celestial murió en 1962, a los 53 años. La familia ni siquiera pudo pagar una lápida. Le enterraron en una fosa sin nombre, adornada por unos maderos y un ramillete de flores de plástico.

La canción que Solomon improvisó cantando como sólo puede hacerlo un hijo de la tierra circuló por Occidente y fue ligeramente transformada. Pete Seeger, ese buen hombre al que las biografías proclaman como bondadoso, la grabó con el título Wimoweh; los Tokens, un grupo del que la historia se ha olvidado, la convirtió en chicle pop como The lion sleeps tonight

Fue un éxito mundial, una de esas melodías que cualquier habitante del planeta conoce, pero ni un centavo llegó a las manos de Solomon o sus herederas.

En 1994, The Lion Sleeps Tonight fue incluida en la banda sonora en la película de Disney El Rey León y generó unos beneficios en regalías de 15 millones de dólares más. Una de las hijas de Solomon, entre tanto, murió de sida sin recibir atención médica.

En 2000, la periodista sudafricana Rian Malan escribió la historia de la canción Mbube en la revista Rolling Stone [artículo, en inglés], contó cómo su creador estaba enterrada en una tumba sin nombre y su familia nunca había recibido ni siquiera una mínima porción de las ganancias de un tema que han grabado más o menos 150 artistas —por ejemplo, R.E.M.— en varios idiomas.

En 2006 hubo un juicio. Las hijas y nietos de Solomon ganaron y pudieron asegurar su parte en los royalties. Finalmente colocaron una lápida en la tumba del zulú olvidado que improvisó en 1939 una canción irresistible titulada Mbube que todos sabemos cantar y la vendió por dos dólares.

Ánxel Grove

«Canciones para Slim», un proyecto para ayudar a un músico semiparalizado por un ictus

Slim Dunlap

Slim Dunlap (Foto: Robert Matheu)

El muchacho de la foto, retratado hace una veintena larga de años, tenía sobradas razones para la mirada de orgulloso y travieso optimismo. Formaba parte de los Replacements, uno de los grupos de rock más influyentes de su tiempo (1979-1991). Slim Dunlap, nacido en 1951 en la cuna del cuarteto, el estado norteño de Minnesota (EE UU), fue desde 1987 guitarrista de la banda, de la que ya hablé en el blog en la entrada La última mejor banda de la que nunca has oído hablar (aunque para muchos sea la mejor de todos los tiempos).

El 19 de febrero de 2012 Dunlap, un personaje infatigable en la escena de la música independiente de Minneapolis, sufrió un gravísimo infarto cerebral. Más de un año y medio después, tras meses de hospitalización y terapia, los médicos dicen que la situación es irreparable y no podrá mejorar: el músico tiene inmóvil el lado izquierdo del cuerpo, apenas puede hablar, permanece postrado y necesita atención continua. Así permanecerá el resto de su vida.

Parte de las intervenciones médicas y atenciones hospitalarias fueron cubiertas por el seguro que pagaba Dunlap, pero la familia está endeudada hasta las cejas por las facturas impagadas de la terapia no incluidas en la póliza y no es capaz de hacer frente al coste astronómico de lo que vendrá porque en los hospitales de los EE UU piden la chequera antes de tomarte la temperatura. «Los médicos recomiendan un tratamiento mejor u otro peor preguntándonos antes de cuánto dinero disponemos. Es una vergüenza que la salud no sea la primera preocupación de un doctor», ha declarado, con toda la rabia a la que tiene derecho, la hija del músico, Emily.

"Rockin' Here Tonight. Songs for Slim"

«Rockin’ Here Tonight. Songs for Slim»

Para recolectar dinero para ayudar a Dunlap desde enero de este año funciona el proyecto Songs For Slim  [tienen también página de Facebook y Twitter], que hasta ahora ha editado un disco al mes (van ocho) de, entre otros, Lucinda Williams, Steve Earle, The Minus Five (con la ayuda de miembros de R.E.M. y los Decemberists), Jakob Dylan, Frank Black y Jeff Tweedy. Como ven, los amigos del muchacho de la mirada optimista, son de primera fila.

Acaban de reunir todas las grabaciones publicadas hasta el momento en el doble disco compacto Rockin’ Here Tonight, que, por cierto, adjunta también las maravillosas ilustraciones para las carpetas de la serie, pintadas Chris Mars, que fue el baterísta de los Replacements antes de convertirse en un reputado ilustrador.

Todos los implicados han trabajado gratis —ni siquiera los estudios de grabación cobraron alquiler— y el dinero de la venta de los discos, que también se pueden comprar en las tiendas online de música digital, va sin retenciones para el tratamiento del infortunado Dunlap.

El momento mágico del esfuerzo colectivo fue la reunión del resto de los Replacements para la grabación de un extended-play de cuatro canciones, entre ellas una versión de Busted Up, escrita por Dunlap. El carismático y genial lider del grupo, Paul Westerberg, volvió a tocar por primera vez en muchos años con el cofundador del grupo, el guitarrista Tommy Stinson, con el que había roto relaciones en 1987 por diferencias musicales.

«Dile a todos que muchas gracias», ha declarado Dunlap en una entrevista online. Su familia sostiene que el proyecto de ayuda le ha devuelto la alegría y que está dispuesto, con la mitad del cuerpo paralizada, a «dictar a alguien», en el susurro de voz que le queda, las «canciones nuevas que bailan en mi cerebro».

Ánxel Grove

El músico para el que R.E.M. tocó como banda de acompañamiento

REM (sin Stipe) y Warren Zevon, a la derecha

REM (sin Stipe) y Warren Zevon, a la derecha, en una foto de promoción de 1990

La separación del grupo R.E.M. ha derivado en una inundación de glosas sobre la carrera de la banda de Michael Stipe, uno de los ídolos pop más celebrados de las últimas tres décadas.

Quiero detenerme hoy en la sección Top secret en un episodio de las muchas aventuras tangenciales de REM no valorado con la justicia que merece: la colaboración, entre 1984 y 1990, con el malogrado Warren Zevon (1947-2003).

Música aparte, si algo ha ennoblecido a R.E.M. es su sagaz y solidaria inteligencia, la capacidad que demostraron sus integrantes para aparearse con músicos a los que admiraban.

En 1983, cuando todavía eran una promesa en ciernes aunque ya apuntaban maneras revolucionarias -acababan de editar Murmur, su primer álbum, y preparaban el segundo, Reckoning, ambos excelentes-, Michael Stipe, Peter Buck, Mike Mills y Bill Berry, avisados de la crisis personal por la que pasaba Zevon, que acababa de enterarse por la prensa de que la discográfica Asylum lo había despedido, se había divorciado y caído en una profunda depresión que intentaba combatir echando gasolina al fuego: dos botellas de vodka al día y cocaína, decidieron echarle un cable.

"Sentimental Hygiene" (1987)

"Sentimental Hygiene" (1987)

Stipe llamó a Zevon, uno de los compositores más queridos en los EE UU, aunque no, por desgracia, en Europa, donde fue un ídolo menor. Le dijo que sería un honor para R.E.M. ejercer como anfitriones. Zevon no tenía nada mejor que hacer y, aunque no conocía a Stipe y compañía, se fue a  Athens (Georgia), la ciudad natal y base de operaciones del grupo.

Lo primero fue una gira cojunta de unas cuantas actuaciones. Se presentaban bajo el nombre Hindu Love Gods. La alineación instrumental era la misma de R.E.M. (Buck a la guitarra, Mills al bajo, Berry a la batería), con los añadidos de Stipe (cantante y batería) y Zevon (cantante).

No había ningún compromiso excepto divertirse y la conexión entre los cinco músicos fue a más.

En 1987, para estrenar nuevo contrato, Zevon llamó a R.E.M. al estudio. Durante el verano grabaron en Atlanta Sentimental Hygiene, un disco mayúsculo y fibroso con canciones redondas y con las habituales letras satíricas y mordaces de Zevon, un cronista de formidable altura: Bad Karma -con Stipe haciendo coros-, Detox Mansion, Boom Boom Mancini, Trouble Waiting to Happen

Zevon, Buck, Mills y Berry seguían de juerga en el estudio por las noches. Había mucho vino y un ánimo libre. Nada mejor que la música de los maestros para mantener el nivel. Hicieron versiones de Bo Diddley, Muddy Waters, Robert Johnson, Willie Dixon e incluso de Prince.

"Hindu Love Gods" (1990)

"Hindu Love Gods" (1990)

Pese a que no los músicos no tenían intención de editar las sesiones, aquello era demasiado bueno para quedarse en los archivos. En 1990 la discográfica Giant editó el álbum, bautizado con el mismo nombre que el grupo-fantasma, Hindu Love Gods.

Es un disco es capaz de animar la fiesta más mortecina. Battleship Chains, Rasperry Beret y Wang Dang Doodle echan chispas.

Los destinos de Zevon y R.E.M. no volvieron a cruzarse. Los primeros se convirtieron en un grupo de primera fila, masivo e influyente.

Zevon anunció unos años más tarde que padecía un cáncer inoperable en ambos pulmones (al parecer, por exposición a asbesto). Se murió a carcajadas («perdone, tengo un cáncer terminal, ¿podría hacer que la cola avanzase más de prisa?», dijo a una cajera de súper mercado) el 7 de septiembre de 2003, hace ocho años, cuando tenía 56.

Antes, cuando ya estaba condenado al sepulcro, grabó The Wind, donde colaboran Tom Petty, Bruce Springsteen, Jorge Calderón, Emmylou Harris, Jackson Browne y muchos amigos.

Tocó en directo en la televisión por última vez. Lo hizo en el show David Letterman, donde habló de la muerte con la misma cordialidad («viví como Jim Morrison pero treinta años más») y mirada crítica con las que vivió. Sus consejos finales fueron de una honda sencillez («disfruta de cada sandwich») y no le importó mostrar al mundo su camino hacia la tumba. Hay un bellísimo documental sobre la travesía, Keep Me in Your Heart.

Se han separado R.E.M. Las lágrimas son justas. Yo sigo llorando la muerte del cantante para el que R.E.M. tocó como simple banda de acompañamiento. Me hubiera gustado pasarme por la taberna Dubliners de Sitges en el verano de 1975, cuando Zevon, refugiado durante uno de los bajones que sólo sufren los sensibles, tocaba cada noche en un anonimato buscado y admitido.

Ánxel Grove