Brevísima historia de los ‘zoos humanos’

El último zoo humano que avergonzaría a Europa tendría lugar en Bélgica, y sería en una Exposición Universal, un espacio donde las naciones exhiben sus logros.

Ocurrió en 1958 y, bien mirado, no cae tan lejos el evento, está a la vuelta de la esquina, cruzando la calle de la Xenofobia, llegando a la Plaza Racismo, a cuatro paradas del ascenso de la ultraderecha europea

Las autoridades belgas, que habían tomado el Congo un siglo antes, consideraban que África formaba parte de su historia más luminosa. Y quisieron rendir tributo y homenaje a sus hazañas en la Exposición General de Bruselas.

Ser humano expuesto en un zoológico como atracción en 1906. Wikimedia Commons.

Ser humano expuesto en un zoológico como atracción en 1906. Wikimedia Commons.

El marketing es una institución perversa: ¡Qué idea tan estupenda! ¿Por qué no montamos un stand especial y recreamos en él un poblado aborigen? ¿Por qué no exhibir allí dentro, tras un seguro perímetro de bambú, a unos cuantos súbditos congoleños- ¿quinientos, tal vez?-, y que se comporten estas familias como buenos salvajes, que tejan, bailen y duerman, encerrados en sus jaulitas de madera.

Delicia para el público educado y superior. ¡Será un éxito!

Indios fueguinos en una exposición en París. 1889. Wikimedia Commons.

Indios fueguinos en una exposición en París. 1889. Wikimedia Commons.

Los civilizados visitantes de la exposición del 58 se burlaron de los súbditos expuestos, les lanzaron plátanos y monedas, o los acariciaron cual mansas foquitas, tal como recogieron los periódicos de la época.

En la década de los 50 Bélgica aún gobernaba parte del Congo. Las matanzas y desdichas que ocurrieron durante el periodo colonial están a la altura de los caprichos y desmanes del emperador Calígula, aunque superadas en magnitud y sadismo. Calígula, es curioso, tiene el mismo prefijo que caucho. Este fue un material muy apreciado por los belgas, el árbol tropical que parece sangrar tanto como los humanos. Miento: en el Congo los humanos sangraron mucho más…

No había nada que celebrar en la feria del 58, pero el zoo fue llamado, gracias al marketing purificador, Kongorama. Estaba a los pies del célebre Atomium, y en él se narraban los éxitos en minería, agricultura, arte y transporte de su negra provincia.

Levantaron un jardín tropical y se exhibieron durante días a hombres, mujeres y niños, cubiertos con un supuesto traje tradicional, enjaulados durante amplias jornadas, para ser después recluidos en edificios de la feria. No era un novedad en Bélgica, y por desgracia, tampoco en el mundo. El Rey Leopoldo II ya había «importado» en 1897 a más de 250 congoleños para ser exhibidos en sus palacios coloniales. En la Exposición Universal de París, la misma que inauguró la Torre Eiffel (1889), la Village Nègre había sido un éxito.

 

El rey Leopoldo II. Wikimedia Commons.

El rey Leopoldo II. Wikimedia Commons.

Fue un monarca extraño el buen Leopoldo. Se había autoproclamado antiesclavista y humanista, pero durante su reinado se calcula que la población del Congo Belga se redujo a la mitad. La colonia era rica en ese caucho y otros minerales y marfil, y desde entonces la mutilación de miembros humanos, táctica de terror aprendida y repetida durante generaciones, se ha convertido en una costumbre achacada normalmente, también por racismo, al salvajismo de esos pueblos.

Personas mutiladas por su desobediencia durante el periodo colonial en el Congo. Wikimedia Commons.

Personas mutiladas por su desobediencia durante el periodo colonial en el Congo. Wikimedia Commons.

Finalmente, los congoleños de la feria, que constituían un grupo de casi 600 personas, se rebelaron por las condiciones indignas y algunos se marcharon. Siete de ellos habían muerto de neumonía y gripe y fueron enterrados en una fosa común. Tuvieron que cerrar el espacio. Y así terminó el último zoo humano europeo.

Los zoológicos racistas fueron muy populares en Europa y los EEUU entre 1800 y 1900. Se disfrazaban de exposiciones de etnología, centros educativos, aunque a veces eran bautizados sin mayor eufemismo: «villas de negros». Las potencias coloniales legitimaban así su poder y justificaban las diferencias raciales con un pretexto pseudo-científico.

Zoo humano en Alemania.

Zoo humano en Alemania.

Carl Hagenbeck, inventor del zoo moderno, fue uno de sus pioneros, exhibiendo fueguinos, samis, samoanos, sudaneses… en sus espectáculos por Londres, París, Berlín, con gran éxito de público. Otro empresario de estas startups macabras fue el francés Geoffroy de Saint-Hilaire. Entonces no parecía haber diferencia entre el león, el babuino o el bosquimano. Los espectáculos solían ser itinerantes y las condiciones crueles.

Ota benga. En una fotografía tomada en una exposición de Louisiana, 1904. Wilkimedia Commons.

Ota benga. En una fotografía tomada en una exposición de Louisiana, 1904. Wilkimedia Commons.

Un congolés llamado Ota Benga, de 23 años, por ejemplo, fue exhibido en el Zoo del Bronx de Nueva York, las tardes de septiembre de 1906, participando en espectáculos con chimpancés y orangutanes. Las críticas obligaron a cerrar la muestra.  Muchas de estas personas habían sido engañadas, mal pagadas o directamente secuestradas. Algunos murieron por el camino.

Quizás el caso más célebre – qué extraño adjetivo, destilado aquí con el hedor del dolor, la crueldad y el abuso- lo encarnó Sarah “Saartjie” Baartman. Engañada, viajó a Londres, donde encontró circos y lugares sórdidos de exhibición. Pertenecía a la etnia Khoikhoi, y fue esclava de unos granjeros sudafricanos. Tenía unas características físicas peculiares. Sus grandes caderas y un desmedido culo (padecía esteatopigia, o acumulación anormal de grasa en las nalgas), llamaron la atención del doctor Dunlop, quien la compró y le prometió prosperidad en Inglaterra.

Grabado presuntamente científico de Sarah "Saartjie" Baartman, aparecido en el libro Ilustraciones de la Historia Natural de los mamíferos. Wikimedia Commons.

Grabado presuntamente científico de Sarah «Saartjie» Baartman, aparecido en el libro Ilustraciones de la Historia Natural de los mamíferos. Wikimedia Commons.

Fue obligada a exhibirse desnuda y presentada en clubes como la Venus Hotentote, que era el apodo con el que los afrikáneres​ se referían a los de su etnia (significaba «tartamudo»). Por unos chelines más, los asistentes podían manosearle el culo o incluso pincharlo para demostrar que no había truco. Los más ricos tendrían pases privados en sus mansiones.

Hubo protestas, y a pesar de que el doctor alegaba poseer un contrato legal con la firma de Sarah, que demostraba su presunta participación a ser humillada y explotada, se vio obligado a suspenderlo.

Un médico francés examinaría años después a la mujer como si se tratara de un enigmático espécimen. Determinó que era una persona muy inteligente, sensible y que hablaba fluidamente el holandés. Alejada del espectáculo, se vio obligada a adentrarse en otro igualmente cruel: tuvo que prostituirse y murió en la miseria, afectada por una neumonía.

El naturalista Georges Cuvier se apropió del cadáver y lo disecó. Sus restos fueron expuestos al público durante más de un siglo en el Museo Nacional de Historial Natural de París, hasta que en 1994 Nelson Mandela hizo una petición para que fueran devueltos a su tierra natal.

Ahora es cuando sentimos rabia y algo más: extrañeza. Los zoológicos siguen su marcha con distintos nombres y formas geométricas. Hay bidones con fuego humeando en la periferia. Las alambradas son otras.

 

3 comentarios

  1. Dice ser Anonimatus

    Bélgica, demostrando su falta de respeto a los demás países.

    18 septiembre 2018 | 22:15

  2. Dice ser Uno

    Los mismos pretextos o argumentos se utilizan hoy en dia para explotar a los demás animales, meterlos en zoos o hacinarlos en granjas para asesinarlos para comer.

    No hay diferencia en las bases ideológicas del especismo y del racismo. Superioridad de una especie o raza frente a las otras basadas en motivos totalmente arbitrarios y sin sentido.

    Especismo = racismo = sexismo

    19 septiembre 2018 | 12:11

  3. Dice ser emigrante

    No olvidemos tampoco al negro de Banyoles que fue expuesto en un museo hasta el año 2000. Otra cosa que también tienen en común belgas y catalanes.

    19 septiembre 2018 | 15:22

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