El legado de Barbie, mi pesadilla

Papá Noel le ha regalado una Barbie a mi hija. Para ser exactos, un caballo que baila con una Barbie montada en él. El caballo emite música a todo dar, a la vez que mueve las patas de delante que parpadean con luces de color de rosa e inclina la cabeza.

Desde que soy madre que he intentado gestionar el tipo de juguetes que llegan a sus pequeñas manos. Preferencia por poco, por la madera, por lo educativo. Llegó un familiar el día de Navidad y le dijo, ¡mira que te ha dejado el Papá Noel en mi casa! Mamá ayúdame a desenvolverla, dijo ella. Me puse blanca al ver la monstruosa caja de plástico y papel de aquel juguete que yo también había tenido. Leí hace poco que habían sacado Barbies morenas, pelirrojas y de proporciones no estándar. Sin embargo, la que nos llegó era la típica Barbie de toda la vida: rubia y delgada.

Muñecas Barbie

(Skitterphoto, Pexels)

Aquí no va a entrar una Barbie, me decía mi madre cuando de pequeña yo la pedía. Y a su pesar también se coló una de ellas, gracias a mi abuela que durante unos Reyes se desquitó con sus nietas, con una muñeca para cada una. Recuerdo tenerla en mis manos y no sentir nada. Como todas las cosas, algunos juguetes tienen alma y otros no. Nunca llegué a jugar con ella y pasó sus días aburrida en el rincón de una estantería. Sin embargo, algo de ella me llegó. Recuerdo un deseo ferviente – hacia los siete u ocho años- de ser rubia. Tanto, que mi madre un día me llevó a la peluquería y dijo: ¡hacedle algo a esta niña por favor, quiere ser rubia! La peluquera la miraba atónita, cuestionando sin palabras que mi pelo negro azabache y mi tez morena fueran a admitir tal cosa. También me llegó la época de obsesionarme con mi cuerpo comparándolo con modelos de revista, o lo que es lo mismo, con Barbie. Ansiedad, complejos y mucha energía desperdiciada.

La muñeca Barbie puede gustar o no, pero es difícil engañarse sobre lo que representa. En su escuálido y puntiagudo cuerpo, Barbie es el prototipo de capitalismo vacío, blanco y excluyente. El del tener y aparentar, en contraposición a ser o contribuir. Barbie es una mujer diez, con un cuerpo diez, y juguetes diez: coche, casa, hombre, caballo… Barbie está en las antípodas de la diversidad de ningún tipo, y también de la verdadera felicidad. Tiene la perfección del plástico, no envejece, no tiene arrugas, no se convierte en nada. Su legado son complejos psicológicos y la contaminación del planeta con su cuerpo, sus accesorios y sus envoltorios.

Nos ha tocado tomar conciencia del daño planetario que estamos causando con nuestros hábitos y esto implica preguntarnos qué hay detrás de cada elección. Al comprar cada juguete, cada regalo, pregúntate: ¿Qué le transmite al niño o niña que va a jugar con él? ¿Qué le va a enseñar como persona? ¿Cuál es su legado para el medioambiente?

Confieso que esta noche he tenido deseos de tirar a la muñeca a la basura. Pero no caí en la trampa. Sé que prohibir algo es hacer que se convierta en lo más deseado. Por ello Barbie sigue cabalgando desnuda por mi casa a sus anchas, y mi hija no parece cansarse de jugar con ella. Es solo una muñeca me digo. Ahora resulta que Barbie será mi maestra. Reyes Magos os advierto: ni se os ocurra atreveros con otra.

3 comentarios · Escribe aquí tu comentario

  1. Dice ser jojojo

    Mi hija también pidió durante mucho tiempo la dichosa Barbie, yo me negaba, no porque fuera símbolo del consumismo ni nada de esas perendejadas sino sencillamente que la encontraba cursi, al final cayó una con un vestido de Oscar de La Renta que se iluminaba en la oscuridad, la verdad es que poco jugó con ella, el entusiasmo no duró mucho, luego volvió a sus barriguitas y a los lego.

    01 enero 2021 | 7:22 pm

  2. Dice ser La solución perfecta

    anima a tu hijo (si no lo tienes encárgalo) a juegue con la Barbie. Con ese pequeño cambio ese juguete pasa de ser opresor y excluyente a liberador e inclusivo!

    Por fortuna tu obsesión con lo políticamente correcto a tu hija se la pela…

    02 enero 2021 | 5:08 pm

  3. Dice ser AGA

    Que mania con querer ver demasiado en un simple juguete.
    Por que no dejais que los ninios jueguen con lo que les de la gana? Por que tienes que imponerle tu lo que tiene que gustarle? Sin estereotipar, estoy de acuerdo. Pero una vez no les influencias con «esto es de ninia/o», por que unas cosas son buenas y otras no?

    Dejad que los crios sean solo crios, que esas tonterias de reflejos de consumismo y no se que mas esta en tu cabeza, no en la suya! Que a ella le gustara porque tiene luces, o los vestidos bonitos!

    05 enero 2021 | 4:13 pm

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