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Cuando descubres lo que hay tras el porno

Llegas a casa cansado. Tu pareja está preocupada por vuestro hijo pre-adolescente que lleva fatal la vuelta al cole. Hace días que no tenéis relaciones. Te sientes cargado y los problemas en el trabajo no ayudan. También está el fichaje nuevo, un pedazo de mujer de unos suculentos cincuenta. Aunque fantaseas recorriéndole sus curvas, sabes que no es buena idea y lo descartas.

Con la crisis del covid han caído las ventas en la editorial y tu jefe no te deja en paz. Estás harto de los semi-confinamientos, del teletrabajo y de no poder volver a tu vida de antes, con tu deporte, tus salidas con amigos, tus escapadas en bici. Tienes ganas de liberar toda esa tensión. Nada mejor que montártelo tú solo. Tu mujer y tus hijos ya duermen, es el momento.

Móbil entre sábanas

(Charles Deluvio, UNSPLASH)

Pillas el móvil y te encierras en el baño. Tecleas las palabras mágicas y… ¡tachan!: menú del día. Hoy eliges por detrás. O mejor un trío. Mira por dónde ¡hoy puedes ver a una chica de verdad en tiempo real y pedirle lo que quieres que haga! Venga, vamos a probarlo, te dices excitado. Aceptas el pago con tu tarjeta ya en el sistema, y de pronto te encuentras a Sara en la pantalla.

O más bien el culo de Sara, que se muevo al ritmo de una canción de Coldplay. Lleva puesto un tanga fucsia y por lo que consigues ver, una camiseta transparente por detrás. Te pones manos a la obra. Ves el chat, al que acceden otros clientes con peticiones de todo tipo. Al lado hay los tokens, lo que paga cada uno para que su deseo se convierta en realidad. La visión te excita y empiezas. Todavía no le has visto la cara, pero tampoco te hace falta. La han pedido que se introduzca el móvil con el que juega. Ahora la chica se da la vuelta, y consigues ver sus tristes ojos. No lo puedes creer….Aunque va maquillada a fondo, te das cuenta de que no es mayor que tu hija Leila de 15 años. Se te corta el rollo,… te dices ¡al carajo! y cierras la pantalla.

Al día siguiente, surfeando internet te cruzas con una entrevista en la que hablan del site que visitaste ayer. La entrevistada, cineasta y activista, explica de qué forma niñas como Sara, son captadas, obligadas y extorsionadas. Una vez los videos se hacen públicos, las tienen pilladas. Su reputación queda manchada para siempre. También descubres que la misma mafia del porno que consumes es la que cada año engaña y explota a miles de mujeres, niñas y niños en situación de pobreza, en prostíbulos de todo tipo, para romper y tirar sus cuerpos impunemente. Tu estómago se revuelve, te sientes mal.

Pasan los días y sigues investigando sobre el tema. Tanto te abruma lo que descubres que cambiar de lado y empezar a combatir la esclavitud del siglo XXI te resulta inevitable. Se te ocurren muchas formas de hacerlo. Sabes por dónde empezar: nunca más volverás a consumir esa mierda.

El legado de Barbie, mi pesadilla

Papá Noel le ha regalado una Barbie a mi hija. Para ser exactos, un caballo que baila con una Barbie montada en él. El caballo emite música a todo dar, a la vez que mueve las patas de delante que parpadean con luces de color de rosa e inclina la cabeza.

Desde que soy madre que he intentado gestionar el tipo de juguetes que llegan a sus pequeñas manos. Preferencia por poco, por la madera, por lo educativo. Llegó un familiar el día de Navidad y le dijo, ¡mira que te ha dejado el Papá Noel en mi casa! Mamá ayúdame a desenvolverla, dijo ella. Me puse blanca al ver la monstruosa caja de plástico y papel de aquel juguete que yo también había tenido. Leí hace poco que habían sacado Barbies morenas, pelirrojas y de proporciones no estándar. Sin embargo, la que nos llegó era la típica Barbie de toda la vida: rubia y delgada.

Muñecas Barbie

(Skitterphoto, Pexels)

Aquí no va a entrar una Barbie, me decía mi madre cuando de pequeña yo la pedía. Y a su pesar también se coló una de ellas, gracias a mi abuela que durante unos Reyes se desquitó con sus nietas, con una muñeca para cada una. Recuerdo tenerla en mis manos y no sentir nada. Como todas las cosas, algunos juguetes tienen alma y otros no. Nunca llegué a jugar con ella y pasó sus días aburrida en el rincón de una estantería. Sin embargo, algo de ella me llegó. Recuerdo un deseo ferviente – hacia los siete u ocho años- de ser rubia. Tanto, que mi madre un día me llevó a la peluquería y dijo: ¡hacedle algo a esta niña por favor, quiere ser rubia! La peluquera la miraba atónita, cuestionando sin palabras que mi pelo negro azabache y mi tez morena fueran a admitir tal cosa. También me llegó la época de obsesionarme con mi cuerpo comparándolo con modelos de revista, o lo que es lo mismo, con Barbie. Ansiedad, complejos y mucha energía desperdiciada.

La muñeca Barbie puede gustar o no, pero es difícil engañarse sobre lo que representa. En su escuálido y puntiagudo cuerpo, Barbie es el prototipo de capitalismo vacío, blanco y excluyente. El del tener y aparentar, en contraposición a ser o contribuir. Barbie es una mujer diez, con un cuerpo diez, y juguetes diez: coche, casa, hombre, caballo… Barbie está en las antípodas de la diversidad de ningún tipo, y también de la verdadera felicidad. Tiene la perfección del plástico, no envejece, no tiene arrugas, no se convierte en nada. Su legado son complejos psicológicos y la contaminación del planeta con su cuerpo, sus accesorios y sus envoltorios.

Nos ha tocado tomar conciencia del daño planetario que estamos causando con nuestros hábitos y esto implica preguntarnos qué hay detrás de cada elección. Al comprar cada juguete, cada regalo, pregúntate: ¿Qué le transmite al niño o niña que va a jugar con él? ¿Qué le va a enseñar como persona? ¿Cuál es su legado para el medioambiente?

Confieso que esta noche he tenido deseos de tirar a la muñeca a la basura. Pero no caí en la trampa. Sé que prohibir algo es hacer que se convierta en lo más deseado. Por ello Barbie sigue cabalgando desnuda por mi casa a sus anchas, y mi hija no parece cansarse de jugar con ella. Es solo una muñeca me digo. Ahora resulta que Barbie será mi maestra. Reyes Magos os advierto: ni se os ocurra atreveros con otra.