Dos cosas terribles en ‘Supervivientes’: hacen comer a la fuerza a Alexia Rivas y Lola destrozada por los insectos

Alexia Rivas está haciendo un concurso en Supervivientes que parece un homenaje a la maja vestida de Goya. ¿Por lo hermoso? No, por lo tumbado. Esa mujer se marea más que un borracho en una noria y vomita más que un perro comiendo hierba.

Y claro, está debilucha y se pasa el día como alma en pena. Si quieres encontrar a Alexia en Supervivientes tienes que mirar al suelo o ya encontrarla al tacto con los pies. Alexia en Supervivientes no concursa, repta. Y aun así, creo que se han pasado con ella.

El problema es que Alexia, como ha vomitado mucho, ya no quiere comer casi nada. Si en lugar de las imágenes de Alexia pusieran un geranio sin regar que fuera languideciendo, solo notaríamos la diferencia por el color verde. A lo mejor ni por eso.

El caso es que Alexia dijo que después de 24 horas sin comer nada había comido garbanzos y que le habían sentado mal. Como a mi abuelo, que le sentaban mal a él y a cualquier ser que respirase en 10 metros a la redonda.

Total que en un momento dado conectaron en directo con el barco encallado, en el que estaba Alexia medio desmayada y le estaban dando aire. Era como una versión de baratillo de Cleopatra abanicada por un esclavo. Pero después de dejarse morder por el áspid.

Nos contó lo de que comió garbanzos, le sentaron «raro en el estómago» y los vomitó y ahora tiene pinchazos y se marea. Si toma arsénico disuelto en lejía le provoca menos efectos secundarios.

Dijo la muchacha que llevaba cuatro días sin comer, en los que «no bebo ni agua». Joder Alexia, es como un cactus, la dejas al sol y te puedes despreocupar de ella. Alexia tiene menos mantenimiento que un banco de piedra.

Pero en Supervivientes piensan que es todo una estrategia para irse del concurso sin pagar la penalización que hay por abandonar.

Se lo dijo Jordi, que conectó con ella: «Vamos a dejar claro que estás siendo atendida en todo momento y que si te niegas a comer te provocas un problema de salud. No es un problema médico, es un problema tuyo y pensamos que es como querer tirar la toalla, como abandonar», le dijo Jordi.

– Te ha pillado un tren y has perdido las dos piernas, pero no es un problema médico, es un problema tuyo y desangrarte es como tirar la toalla, que no te da la gana usar las plaquetas, coño.

Y así.

«Nadie del equipo médico te da la espalda«, le dijo Jordi. Hombre, faltaría más que el equipo médico se dedicara a hacerse los suecos cuando alguien enferma.

«Abandonar tiene consecuencias…», le advirtió Jordi y a continuación añadió «no te estoy regañando». Hostia, pues tenía toda la pinta. A ver si ahora va a resultar que cuando tu madre te pega con la zapatilla en realidad te está haciendo cariñitos. Son caricias de alta intensidad. Tengo el cuaderno de caligrafía de Jordi González:

Alexia insistió en que había comido garbanzos, arroz y pescado y que no lo digiere, que lo vomita todo, pero pusieron un vídeo en el que sus compañeros le ofrecían comida que te ofrece menos el mostrador de un buffet libre. Y ella decía que no.

«Voy a mirar primero por mi salud. Mejor que nadie sé yo como me siento y me siento fatal», replicó Alexia, explicando el por qué de no comer.

«El equipo médico te están haciendo un seguimiento que si lo consideras insuficiente dilo, dilo«, la retó Jordi, pero ella no dijo ni mu.

«Si el equipo de facultativos lo considera oportuno te separará provisionalmente de la convivencia, pero nunca te apartará del programa», le advirtió Jordi. Eso es. Te apartan temporalmente, pero no te dejan irte de Supervivientes así lleves quieto seis días y empieces a oler. O hay rigor mortis o no te sacan de allí.

«Si tú te quieres apartar ya sabes lo que pasa», amenazó Jordi. Lo que pasa, claro, es que la penalizan con una multa económica como estipulan los contratos de los concursantes.

«Ojalá fuera mentira todo esto y me encontrara genial, pero me mareo cada dos por tres, me dan pinchazos, vomito todo y tengo el estómago suelto«, alegó Alexia, que su lista de síntomas parece el libro de texto de tercero de Medicina.

«Alexia, saca fuerzas de donde no tienes porque esta crisis la vas a superar», acabó por animarla Jordi… pero en cuanto cerraron los micrófonos dijo: «Si te estás abandonando, reconócelo… pero claro, hay que pagar una penalización».

Ahí, ya fuera de la conexión, cuando Alexia no podía ya defenderse.

Y pusieron el vídeo de nuevo, en plan recreándose en la maldad de Alexia dejándose morir.

Al cabo de un rato llegó el turno del equipo del barco de hacer el juego de recompensa. Pero antes, Lara Álvarez se dirigió a Alexia Rivas: «Me dice el equipo médico que si quieres que te deje de doler el estómago tienes que comer«, le informó.

Y para obligar a comer a Alexia le hicieron un chantaje de los que crean afición. Si hubiera un museo de la chantajelogía este chantaje estaría en una urna en el centro de la exposición.

Le pusieron delante un trozo de pizza y le dijeron que se la tenía que comer. «Tienes siete minutos, pero lo que tardes en comer se descontará del tiempo que tiene tu equipo para hacer su prueba«, le dijeron. Ahí, sin presión.

«Es la primera vez en la historia de Supervivientes que obligo a alguien a comer«, dijo Lara, que si no tiene suerte con la tele ya puede dedicarse a cebar gorrinos en una granja.

Alexia ponía cara de asco. «Se lo daría todo a ellos», decía, pero se puso a comer. ¿Rápido? No, exactamente.

Alexia comía la pizza con una calma… Mordía un poco, masticaba 850 veces, bebía un poco de agua, miraba el paisaje, pensaba en sus cosas y mordía otro poquito. Alexia se empieza a comer un yogur y para cuando se lo acaba ha caducado.

Además, le hacía asquitos a la pizza, como una niña pequeña y le quitaba el bacon a la pizza, «porque me cuesta, tengo el estómago…», decía.

Al final Lara le dijo que se podía dejar la masa y comerse solo lo de arriba. Lara Álvarez va a ser mamá blandita de las que apartas las espinacas en el plato y si apuras un poco te vas a la cama sin comértelas.

«Esto que lo mismo piensas que es un castigo, según el equipo médico te va a venir muy bien, tienes que comprometerte con la alimentación», le dijo en un momento dado Lara.

La verdad, no sé qué pensar. Que la organización tenga tan claro que Alexia no come porque no quiere me pone la mosca detrás de la oreja contra ella, pero no puedo evitar ponerme de su parte al ver cómo se lo dicen y cómo la obligan a comer…

Total, que los demás veían acabarse el tiempo para su prueba y el tiempo que pasaba era proporcional a la manía que le iban cogiendo a Alexia.

Llegó un momento en el que ya quedaban pocos segundos y le decían «Alexia, ya tranquila, ya tranquila», como si en algún momento ella hubiera comido rápido. Si alexia fuera un cocodrilo que cazara un impala tardaría años en comérselo. Se muere de viejo el impala antes que de ser devorado.

Se acabó el tiempo y Alexia se puso a llorar. Los demás la arroparon y abrazaron, pero creo que era por estar más cerca de la pizza que había sobrado.

«Alexia es que hay un problema… si no comes, mueres», le hizo ver Jordi, porque Alexia seguramente no sabía eso. El día que se estudiaba lo de la digestión Alexia no fue al colegio porque estaba mala de la tripa y claro, no sabe lo de que comer es imprescindible para la vida.

Pero el caso es que los encallados sí hicieron el juego, pero por sorpresa, aunque lo perdieron y se quedaron sin comer igual.

Y de Alexia y su dudoso estado de salud pasamos a Lola y su obvio mal estado de salud.

Conectamos con Lola. Su cara era la cara que habría pintado Velázquez si hubiera querido pintar una menina muerta del asco.

«Me he intentado hacer amiga de las iguanas, pero son unas estrechas», dijo Lola, sorprendida por no poder hablar de sus cosas con unos lagartos salvajes. Lola pensaba que iba a salir de allí con un grupo de Whatsapp llamado ‘Iguanis amiguis forever’.

Los primeros momentos de Lola en la playa abandonada se resumen con una frase suya: «qué mierda». No le gusta nada. No ha podido hacer fuego, a pesar de tener un chisquero. A Lola le das un lanzallamas y un bosque seco y no te lo quema.

Y nos enseñó que tiene las tetas arrasadas. Los mosquitos se han cebado con sus pechos y ahora los tiene que parecen un Ferrero Rocher albino.

«Traspasan todo, son como biónicos», dijo Lola de los mosquitos de la cala donde vive, que lo mismo te pican que hacen un butrón en la pared de una joyería. Esos mosquitos podrían picarle al David de Miguel Ángel.

Jordi habló con ella y fue al grano, nunca mejor dicho: «Qué bicho te ha picado, sigues teniendo el bulto?». Jordi piensa que mientras los mosquitos picaban a Lola ella estaba ahí mirándolos con una lupa y buscando la especie que eran en su catálogo de mosquitos para poder decirle a Jordi el nombre en latín.

«No sé qué bicho es, pero me duele mucho que todos los vídeos sean llorando«, dijo la pobre, que está allí más sola que la one.

Y Jordi, que si hubiera nacido hace un par de siglos habría sido una curandera, le dijo un remedio muy limpio, higiénico y agradable: «Mezclar orina con tierra hace un barrito que puede bajar la hinchazón, porque la orina tiene amoníaco».

Amoníaco del bueno. Jordi González no gasta nada en productos de limpieza. Mea en el cubo de la fregona y deja el suelo como los chorros del oro. Y con la caca puedes abrillantar la plata, seguro.

«No lo sabía….», dijo Lola, poco convencida. «Pero yo con paciencia y no rascarme. La sal me lo cura un poco», dijo ella, poco dispuesta a hacer barrito de pis.

Y así están las cosas…

2 comentarios

  1. Dice ser YomismooY

    JAJAJJA; ¡son tontos los mosquitos!….

    19 abril 2021 | 11:51

  2. Pobre Lola me ha dado mucha pena, deberían darles crema anti mosquitos. Alexia está cada vez más delgada, creo que en Supervivientes debe ir gente preparada…

    22 abril 2021 | 01:13

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