Nueve horas besándose en el avión de vuelta: Manué la manita relajá, la lengua no | Resumen de La isla de las tentaciones

En la anterior edición hicieron Tres meses después. Ahora son Seis meses después. Si se les va un poco más hace La isla de las tentaciones después de la jubilación.

Marina y Jesús.

Jesús fue el primero en llegar. Se había vestido para una boda de noche. Para una boda macarra, porque se había hecho un recorte en la ceja. Elegante como llevar una pistola de oro colgando del cuello. Marina, por su parte, se había vestido como ella viste, sencilla y apretada como si respirar con soltura le jodiera.

Jesús contó que quedaron un día para hablar en la puerta de la casa de Marina. «No ha contado lo principal», dijo Marina desde la sala de visionado.

«Es una pena que cinco años se esfumaran de esa manera«, dijo Jesús, como si en lugar de acabar una relación le hubiera sobrevenido la amnesia.

«¿Cómo fue contarlo en casa?«, le preguntó Sandra Barneda y Jesús lo contó en casa como si viniera de un naufragio. Si Jack llega a contar en su casa que Rose le empujó de la tabla tras hundirse el Titanic el relato habría sido menos victimista.

Se fue Jesús y entró Marina. Sandra Barneda la presentó que parecía Gloria Serra: ¿Qué hizo Marina cuando abandonó la isla? ¿Fue a buscar a su tentador? ¿Qué nos oculta Marina en ese garaje lleno de ilegales cosiendo bolsos falsos?

«Me entra una cosita por aquí por el estómago…», dijo Marina, que se estaba haciendo caca.

«Me entregué tanto a Jesús que me olvidé de mí», dijo Marina, que se miraba a un espejo y no sabía quién era. Se olvidó tanto de ella que llevaba el DNI a mano para saber cómo se llamaba.

«Jesús no ha contado que intentó mantener relaciones conmigo», reveló Marina. «Quedamos para hablar y le cambió el chip», alegó Marina. Cuando un semental tiene el pene como el antebrazo de Conan e intenta montar a una yegua es porque le ha cambiado el chip.

«Vi que había un poco de amor por su parte. Si yo hubiera dado un poco de paso estaríamos juntos», dijo Marina, todo chula.

Estos dos tienen demasiado orgullo. Los dos van de que no les importa el otro, pero en realidad están reventadísimos.

«¿No me comiste el cuello?», le acusó Marina, que le puedes comer el cuello como a un pollo asado.

«¿Pero tú en qué mundo paralelo vives?», se preguntaba indignado Jesús, a lo Íker Jiménez. Jesús mira a Marina y ve una cara de Bélmez.

Jesús al parecer es un chivato. Marina contó que ya en el avión de vuelta se lió a mandar mensajes a su familia y a la de Marina con un detalle pormenorizado de lo que había hecho Marina. A Jesús en la cárcel lo apuñalaban por soplón.

«Yo les conté la verdad», dijo Jesús, que en el vuelo de regreso fue poseído por el espíritu de Iñaki Gabilondo y necesitaba contar la verdad y dar noticias. Además de lo que hizo Marina, Jesús les contó a sus familiares quién mató a Kennedy y cómo se extinguieron los dinosaurios.

Y entró Isaac. Por supuesto no dudó en comerle bien los morros a Marina, para que lo viera Jesús. Solo le faltó aparecer con una foto tamaño 3×3 comiéndose los morros con la ex de Jesús.

«Cuando conocí a Marina ella necesitaba explotar», aseguró Isaac, que hizo de artificiero. Eso si los artificieros usaran la polla para detonar las bombas, claro, a lo bruto.

– Johnson, ¿cómo va la desactivación de la bomba? ¿Qué cable va a cortar?

– ¿Qué cortar? Le estoy arreando hostias con tol capullo y está a punto de rendirse.

Y así.

El caso es que Marina e Isaac siguen todo lo juntos que pueden teniendo en cuenta que una vive en Sevilla y el otro en Barcelona. Estaba Colón en Cuba más cerca de su familia que estos dos.

«Puedo ser más YO que nunca», dijo Marina que tiene una obsesión con ser ella. A Marina la nombraban en la lista de asistencia de clase y respondía YOOOOOOO, SOY YOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO YOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO, MÁS YOOOOOOOOO QUE NUNCAAAAAAAAAAAAAA YOOOOOOOOOOOOO

La profesora a veces le ponía falta solo por no nombrarla.

«Se ha visto quién es papá», dijo para despedirse Isaac, que tiene un rollo insano con lo de ser el papá de todo el mundo. A casa de Isaac no iba Papá Noel, iba Noel a secas, porque el papá era Isaac.

Claudia y Raúl.

NOTICIA: NO ESTÁN JUNTOS

«Se me ha removido todo por dentro», dijo Claudia. ¿Pero qué les habían dado de comer que estaban todas de la tripa que eso parecía un brote de cólera?

Total, que Claudia dijo que siempre tuvo dudas de su relación con Raúl y que se sentía desconectada de él y que Raúl le dejó.

«Rompió porque sabía que yo no iba a dar el paso, que no iba a tener el valor de hacerlo», dijo Claudia. Joder Raúl, es tan bueno que la dejó él para que no tuviera que molestase ella. Raúl es tan majo que vas a apuñalarle y se mata él para que no te manches de sangre.

«Nos vemos todas las semanas pero no estamos juntos, somos exnovios que se ven», dijo Claudia.

«Ha sido todo un poco telenovela turca», alegó Raúl cuando entró. Así es Raúl, tiene referencias culturales de señora de 65 años que se ocupa de sus labores.

«Llevo cinco meses llorando», confesó Raúl, que tiene los lacrimales como el desagüe de una presa. Como siga llorando le van a tener que canalizar la cara con alcantarillado y todo.

«Me vais a hacer llorar a mí», dijo Sandra Barneda, como en plan futurible, pero tenía ya los ojos que parecía que le habían echado limón a la cara.

El caso es que Raúl está pilladísimo y Claudia no, pero tampoco quiere hacerle daño a Raúl. Porque dejar a Raúl es como abandonar a un oso amoroso en una gasolinera y verle poner cara de pena por el retrovisor.

family guy suicide GIF

Claudia contó que Tony se fue a vivir a Gran Canaria unos meses. Joder con Tony, qué de pico y pala es. La mejor manera de que el hombre llegue a Marte es decirle a Tony que Claudia vive allí y él solo hace ya por llegar.

El caso es que Tony y Claudia estuvieron unas semanas liados, pero a ella le daba el telele de estar poniéndole los cuernos a Raúl, aunque ya lo habían dejado. Joder, qué sencillo todo.

Y apareció Tony, que se ha hecho un corte de pelo que parece un casco de bici. Ese peinado está homologado por la DGT para circular por la vía pública. Entre eso y las cejas como el voladizo de un edificio va protegido ante cualquier eventualidad.

Raúl se puso bravo con Tony, al que considera un vende humos, un estafador, como si en lugar de haber tenido una relación con Claudia le hubiera vendido un paquete de preferentes.

«Nos vamos juntos», dijeron al final, pero más por aprovechar que abrían la puerta que por ser pareja.

Diego y Lola.

«Diego nunca imaginó lo que vería en su primera hoguera», dijo Sandra. No, ni en la segunda, ni en la tercera… Es que las hogueras de Lola mantienen la tensión mejor que Juego de Tronos.

El primero en llegar fue Diego. Lola miraba desde la sala de visionado.

Diego aseguró que ya no siente nada por Lola. «Más que el corazón roto me siento traicionado», alegó Diego y Lola dijo «como yo me sentí con el videoclip». JAJAJAJAJAJAJA

– Hostia, Paco, que me has disparado y me voy a morir.

– Sí, Manolo, pero tú qué, que me has gastado una bala.

Y así de igual era una cosa y la otra.

El caso es que han estado viéndose para dejarse el perro. Y una vez se encontraron en el AVE y Lola lloró.

«Pero no lloraba por él, lloraba porque había tenido un mal día», dijo Lola indignadísima. JAJAJAJA No lloraba por él, lloraba porque tenía las almorranas como el culo de un mono.

Lola está con otro chico, nos confesó Diego. Algo que ya sabíamos porque se han ido de la lengua.

«¿Qué tal ha llevado Horus la separación?», preguntó Sandra. Recordemos que Horus es un perro.

«Yo noto que está rayado, cuando pasa días con Lola y regresa está como ausente», dijo Diego. JAJAJAJAJA «Pues cuando viene conmigo después de estar con él está super contento», alegó Lola, que debe inflar al perro a chuletones y claro, vuelve con Diego y le jode comer pienso.

El caso es que veo al perro yendo al psicólogo de aquí a nada y que no acabe metido en las drogas y saliendo en Hermano Mayor.

Se fue Diego y entró Lola.

«Sentía que hacía vida de señora», dijo Lola de su vida con Diego. Lola sigue pensando que las señoras no se divierten ni hacen cosas. En el mundo de Lola las señoras se meten debajo de la cama a dejarse morir.

«El maldito videoclip me desenamoró», dijo Lola. Ya, eso pasa también con los videoclips de Leticia Sabater.

Y bajó Diego para el reencuentro.

Aburrimiento. Esta gente tiene el mismo interés saliendo que rompiendo. Llegó el momento de separarse y Diego dijo «vale, gracias, adiós». Diego lo mismo se despide del amor de su vida que de la cajera del supermercado.

Lucía y Manué.

Lucía apareció diciendo «estoy bien… por ahora». Se venía drama.

«No me estaba dando cuenta de que me estaba haciendo mucho daño», alegó Lucía, porque Manué es como el aro del sujetador, te hace herida y ni te das cuenta.

Lucía dijo que ya no necesita a ningún hombre. Está más empoderada que Isabel II.

Manuel es insoportable. «Está bastante arribita«, lo describió Lucía, porque al parecer Manué va presumiendo de ser el mejor por haberse liado con dos.

Manué, que miraba desde la sala de visionado, negaba todo, pero sí: tenía toda la pinta de estar más venido arriba que un astronauta.

«En el avión, que son 9 horas, me dijo que no iba a cerrar los ojos para mirarme todo el rato», dijo Lucía. Manué se bajó del avión con los ojos secos como los testículos de un lagarto del desierto.

Manué, en el control de pasaportes de Barajas:

Crazy Eyes Loco GIF by Gnomo

Y llegó la problemática: Lucía decía que Manué le pidió volver y Manué que fue ella la que le comió la boca rogándole retomarlo. ¿A quién creer? PUES A LUCÍA

Ella acabó por confesar que en el avión acabaron besándose. Pero claro, fue llegar a Madrid y Manué decidió quedarse en Madrid con Fiama.

«Manué ahora se cree alguien importante, según lo que a mí la gente me cuenta», hizo ver Lucía. Mujer, tú fíate de lo que te diga la gente, que te va a ir bien, porque la gente no mete mierda ni nada y siempre buscan el bien y la conciliación.

Subió Lucía y bajó Manué.

«Yo sé que si me acerco a ella habríamos vuelto», dijo Manué. SÍ, ES UN FLIPADO DE MANUAL. Manué piensa que todas y cada una de las mujeres del planeta están deseando liarse con él. Elsa Pataky está con Thor sólo porque Manué no quiere rollo con ella.

«Ella le pidió a mi madre ir a mi casa para oler mi ropa», dijo Manué. JAJAJAJAJA Joder Lucía, hay películas sobre psicópatas con conductas más normales. A Lucía no le regales joyas, regálale unos calzoncillos de después de hacer ejercicio.

Fiama y Manué no están ya juntos. Oh, sorpresa. «Las cosas no funcionaron», dijo Manué, como si Fiama fuera un coche de segunda mano que no sale bueno.

Y llegó Fiama.

«Al verla he sentido alegría», dijo Manué. Y Sandra Barneda preguntó: «¿Sólo alegría?». Pero en plan «Bah, Manué, confiesa, que se te ha puesto como la pata de una mesa camilla».

«En el avión con Lucía hubo algún beso también…», tuvo que confesar Manué. Pero Sandra Barneda empezó a apretarle las tuercas. «Bueno, hubo bastantes besos…», dijo. Pero Sandra seguía mirándole inquisitiva. «Nos liamos en el avión», acabó por decir Manué yo creo que ya a punto de llorar.

«‘Estuvimos nueve horas liándonos’, acabas de decir, Manué», remató Sandra, dejando a Manuel destruido. A Sandra Barneda la llevas al jucio de los papeles de Bárcenas y no tiene cojones a mentir nadie.

«Yo creo que eso te lo conté, ¿no?», dijo Manué a Fiama. «No», respondió Fiama. JAJAJA Qué despiste más tonto el de Manué, que se le olvidó contarle a Fiama que habían estado nueve horas de magreo en el avión. Cosillas que uno se olvida de contar.

Y bajó Lucía.

«Nueve horas en un avión dándose besos… explícamelo, porque nos tienen que llevar al hospital sin saliva», empezó Lucía. Uy, sí, porque no tener saliva es gravísimo. Llegas a urgencias sin saliva a la vez que un señor con un infarto y te pasan a tí primero.

Es que veo al cirujano saliendo a informar a los parientes con cara triste y diciendo «señora, lo siento, hemos hecho todo lo que hemos podido, pero tiene la boca seca». DRAMA.

«¡Tú eres una ponecuernos!», dijo Manué. La cara de Sandra, la cara:

Y entraron Lucía y Manué en una bronca de chillarse el uno al otro. «Asqueroso», le acabó por decir Lucía a Manué.

«Es una situación incómoda», acabó por decir Sandra. No lo habíamos notado, se les veía ahí, cómodos chillándose. En cuestiones de comodidad están los almohadones de látex y los gritos de Lucía y Manué. Se van a empezar a vender gritos Picolín.

Sandra acabó por castigarles poniéndoles de espaldas uno al otro. No es broma. Si llegan a seguir discutiendo les pone con las palmas de las manos para arriba y les zurra con una regla.

Luego se pusieron a hablar Lucía y Fiama a hablar de Manué como si él no estuviera delante. Manué se quedaba mirando como el que ve jugar al tenis.

Fue irse Fiama y Lucía y Manué comenzaron a gritarse de nuevo. ¡Ponecuernos!, decía él. «¡Yo no soy como tú!», decía Lucía, que acabó por sacarle el dedo a Manué. ¿Qué dedo? El de mandar a tomar por culo.

«¿Pero estáis tonteando ahora mismo?», dijo Sandra. Joder. Qué tonteo más raro, a grito pelao. Sandra Barneda ve a dos gladiadores descuartizándose y piensa que se quieren.

Pero Sandra cree en el amor y les obligó a decirse algo bonito. Manué dijo que él se quedaba con lo bueno. No supo especificar qué exactamente.

«No quiero saber nada de ti», fue lo bonito que tenía que decir Lucía. Y gracias.

Y se despidieron con el mismo buen rollo con el que un preso le dice adiós a su celda.

Hugo y Lara cerraron el asunto.

Hugo se había puesto pajarita, como si fuera a servir un cátering caro.

Ellos fueron los únicos que llegaron juntos. A Sandra le hizo una ilusión tremenda. «Estáis felices, ¿no?», les preguntó. «Sí», dijo Hugo. Lara… bueno, puso cara de haberle dado un retortijón. Cómo le cuesta a esta chica expresar sentimientos.

A Lara la torturan y los torturadores se piensan que no le están haciendo daño porque no se le nota en la cara.

Total, que Lara dijo que lo de La isla de las tentaciones era un poco para cortar la relación, pero que se llevó la sorpresa porque resulta que se querían.

«Después de la isla maduré», dijo Hugo, que ahora se siente como un aguacate que ya está en su punto.

«Hemos mejorado mucho los celos», dijo Hugo, que no sabes si es que ahora no son celosos o si han afinado y ahora tienen celos premium.

Y Hugo se vino arriba y resulta que llevaba un anillo para pedirle matrimonio a Lara. La cara que puso Sandra Barneda era única. Abrió tanto los ojos que ahí no se le atraviesa el barco ese del canal de Suez.

Tu ves la cara de Sandra solo y no sabes si es una pedida de matrimonio o está viendo nacer un ternero con tres cabezas.

«¿Quieres casarte conmigo?», le preguntó Hugo a Lara, que respondió de una forma romántica: «¿Estás de coña? Sí». Lara debería escribir guiones de películas de amor.

«El anillo hay que ponerlo, ¿no? ¿Dónde?», se preguntaba Hugo. En el ojete, Hugo. Hay que hacer que la pareja se agache hasta que se le vea la hucha como a un albañil y lo tienes que colar ahí desde dos metros. De toda la vida.

«¿Quieres ser la madrina, Sandra?», dijo Hugo. A Sandra se le puso una cara que si se le presentan los Reyes Magos haciendo una coreografía se ilusiona menos.

La petición de Hugo fue super espontánea. «Lara me mandó un whatsapp con la talla del dedo y el anillo que quería», dijo Hugo. Lara planta ideas en la cabeza de Hugo como el que planta calabacines en una huerta.

Y se acabó la edición… hasta el debate de la semana que viene, que se va a liar parda.

2 comentarios

  1. Que cara de alucinada tiene Sandra Barneda.

    26 marzo 2021 | 09:38

  2. Dice ser coronatonto

    La manita LA relajá… ein? ese LA como que sobra o es que llaman a la manita La Relajá?

    26 marzo 2021 | 09:42

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