Jorge Sanz se ha quedado en los 80 y sigue pensando que si eres guapa tiene que ligar contigo… lecciones de ‘Ven a cenar conmigo’

El siglo XXI ha llegado, lo que pasa es que hay gente que no mira el calendario. Ya verás qué sorpresa se lleva Jorge Sanz cuando sepa que ya no se llevan las hombreras, que no echan Barrio Sésamo y que no todas las mujeres quieren que él las pretenda.

Y es que el muchacho está concursando (o concursó, porque está grabado) en Ven a cenar conmigo: Gourmet edition, donde no para de cortejar a María Jesús Ruiz, que es Miss y si yo fuera ella estaría hasta los Miss mísimos ovarios del cortejo.

Pero no nos adelantemos, os voy a resumir con humor y mi tontuna habitual lo que pasó en la última edición de Ven a cenar conmigo: Gourmet edition.

La cosa comenzó con los resúmenes y presentaciones de cada uno, empezando por José Antonio Avilés, más conocido como José Luis. «He mentido más que nadie en España…», aseguró, porque eh, cada uno bate el récord Guinness que le da la gana.

«Quiero la imagen desvirtuada que tienen de mi se cambie«, dijo a continuación, lo que es como si Jack el Destripador confiesa sus crímenes y luego dice que se tiene una imagen desvirtuada de él.

La anfitriona en esta ocasión era María Jesús Ruiz . «Soy buena cocinera, normalmente me dan un aplauso», aseguró ella, sin especificar quién le da eso, ni para qué, ni si sólo le dan uno y se van.

«Desde que me parió mi madre he sido artista», nos reveló. El médico aún tiene pesadillas con el bebé ese que le cantaba bulerías mientras lo sostenía boca abajo, sonriéndole y diciéndole que quería la paz mundial.

«Tuve un coqueteo con la telenovela», nos contó María Jesús. Coqueteo e incluso magreo con la telenovela. Ahí se tocó por debajo de la ropa, porque llegó a ser papel importante en una serie de la que no se acuerda ni la gente que la escribió.

Para el vídeo de presentación se metió en una fuente de Madrid a jugar con el agua salpicando con los pies. En una fuente pública de Madrid. Ahora tiene en los pies hongos, papiloma, dengue, zika, tuberculosis, malaria, fiebre amarilla y hasta fiebre fucsia con lunares blancos.

María Jesús ha sido Miss Arjonilla, Miss Valencia, Miss España y no fue Miss cojones porque no se presentó.

«Me estoy currando mi cena desde hace más de un mes», aseguró. Pues tiene que estar eso caducadísimo. Va a poner cerdo y lo está cebando ella. María Jesús te invita a cenar de temporada a temporada, para que le dé tiempo a plantar y recolectar los tomates de la ensalada y el algodón del mantel.

De primero había ‘Banderillas Terramar’. Eran almejas sin lavar, con toda la tierra del mar. Ah, no, era una crema de verduras con dos banderillas cruzadas con productos de Huelva: un langostino, pulpo, tomate, calabacín, huevo… productos que sólo encuentras allí.

«Somos lo que comemos», dijo ella. Vale, María Jesús es un langostino empalado.

Le puso brócoli. Brócoli. Eso es que odia a los comensales. Y no porque no me guste, si no porque hay que ser un desalmado para comerse una verdura que parece un arbolito en miniatura. Están los que deforestan el Amazonas y los que comen brócoli como insensibles a la tala de árboles.

«Soy muy supersticiosa» aseguró y echó sal para atrás. El suelo de la cocina de María Jesús es como una salina. Te mueres ahí y te amojamas. Las cosas que se caen al suelo en la cocina de esta mujer se conservan mejor que una momia.

‘Hojaldre de Solomillo a la Jamuga’ era el principal. «La jamuga es donde suben las mujeres de mi tierra de romería», aclaró. Y un solomillo de cerdo le recordó a eso. El cerebro de María Jesús hace asociaciones que cuando el LSD se quiere colocar la chupa a ella.

A los solomillos les puso el hojaldre como el que tapa a un muerto con la manta térmica. Le faltó darle un beso de buenas noches después de arroparla.

«Cuando estoy en mi casa siempre estoy cantando canciones infantiles» y cantó Soy una tetera, canción con una coreografía que haría mearse encima a Lola Índigo.

María Jesús sacó del horno el hojaldre tan crudo que se lo das a un japonés y piensa que es sushi.

Pure Poison era el postre. Era una mousse de limón. Los productores de limones de España ahora están buscando en Google dónde vive María Jesús para enviarle un limón bomba por maltratar así a su producto.

María Jesús tenía un exprimidor de diseño de Philippe Starck con el que exprimir un limón es como hacerle un pajote a un caballo. Luego el postre llevaba leche condensada. Normal. El caso es que le echó tanto dulce que los productores de azúcar van a ponerle una bomba a los productores de limones para protegerla.

Jorge buscaba la casa de María Jesús como un borracho busca la suya, pero con más zozobra. Se presentó con una mochila de camuflaje, militar, por si le tocaba irse de guerrillas en cualquier momento.

María Jesús tiene en el jardín una piscina de las de plástico. El lujo asiático se filtraba por los resquicios de esa piscina. Eso es vivir a tope. En Emiratos Árabes es de lo que más se compra.

Avilés llegó e intentó saltar por la ventana para entrar como si viniera a cenar desde Europa del Este.

De aperitivo María Jesús había puesto unas patatas a la andujareña, que eran patatas fritas ensartadas en palos como si las odiara. Vlad el Empalador trataba con más cariño a sus prisioneros que María Jesús a sus patatas. Y también había de aperitivo tortilla de patatas. Y cóctel de gambas, que tenía que haber sido cóctel de patatas porque no había suficientes patatas.

Demasiada comida. Y luego quería darles de cenar. Sólo le faltaba tener una casita de chocolate y un horno con Gretel dentro.

«Hice magisterio por francés y después psicopedagogía«, aseguró María Jesús, que tiene más estudios que un catedrático.

José Antonio y Ana María se fueron a cotillear por la casa. Jorge se puso a tocar la armónica, literalmente a tocarla, porque las notas salían de ese instrumento como arrastrándose hacia la muerte: tristes.

María Jesús tenía en el salón la corona de Miss. Bueno, una corona de plástico de bazar chino.

«Los actores en los guiones apuntan cosas graciosas, a ver si ha puesto algo de su nuevo novio», dijo Avilés encontrando un libreto. Sí, los actores en los guiones escriben el pin de su tarjeta de crédito. El Señor de los Anillos lo escribió Tolkien en un libreto de la obra de Navidad del colegio.

Llegó el principal. Avilés lo olisqueaba que lo mismo huele una crema de verduras que te encuentra droga en una maleta.

«Ana María no ha probado la crema de verduras, que me ha costado dos horas hacerla», dijo María Jesús, que si fuera cocinera la gente en el salón moriría de inanición esperando a que ella les sacara el primer plato. Dos horas en una crema de verduras. Le encargas una ensaladilla rusa y heredan la elaboración sus hijos.

«La corona este no es buena, es una réplica«, dijo María Jesús, porque no lo sabíamos. Estaba la Reina Isabel II envidiosa, porque no le rentan sus joyas al lado de las de la Marichús.

«Yo ya estoy en la historia, porque fui Miss España en 2004«, dijo María Jesús, subida en un pedestal que sujetaba su ego. En los libros de Historia del colegio han quitado la mierda esa de Felipe II y han puesto un dibujo para colorear de María Jesús con su corona.

Y llegó el momento añejo de Jorge Sanz. Hay muchachos de cincuenta que tienen las hormonas como cuando tenían quince años y me da la sensación de que siguen viviendo en los ochenta. Hay gente para la que el feminismo es como los extraterrestres: está por llegar y no acaban de creérselo.

Jorge se pasó la velada tirándole la caña a María Jesús. ¿La parte del cebo y el anzuelo? No, le tiró la caña entera, con el palo, el carrete y hasta el barco. Sutil, le preguntó: «¿Estás casada o tienes novio?». A bocajarro.

Y cuando Avilés le hizo ver lo bruto de esa pregunta, Jorge Sanz se excusó como si estuviera interpretando a un gañán, que no galán, de comedia tipo Hostal Royal Manzanares, pero sin Royal ni nada, Hostal Gañán Manzanares. 

«Yo no puedo evitar estar con una chica tan guapa… Tú no, porque eres una señora, [le dijo a Ana María] pero con María Jesús, que es muy guapa, cómo no le voy a dar dos pases de pecho ¿cómo no voy a hacer yo eso? «, dijo Jorge Sanz. El autocontrol es el animal mitológico favorito de Jorge Sanz.

Ana María puso cara de que no le importaba el comentario de que ella es una señora y no puede recibir requiebros. Que no le importaba que no sabía si matar a Jorge con el cuchillo de carne o con la cucharilla de postre, para hacerle sufrir más.

«Me gusta ligar por deporte, porque llevo haciéndolo treinta años«, añadió Jorge. A cualquier cosa le llaman ligar. Es como si yo digo que llevo 30 años echando carreras con Usain Bolt; no quiere decir que le haya ganado.

En fin… sigamos.

«Te hace falta sal por detrás porque tienes mala energía», le dijo María Jesús a Avilés y lo saló como a un jamón malo. María Jesús usa la sal para todo. María Jesús la lepra la cura con sal.

«¿Yo mala energía?», dijo Avilés, que tiene un aura más negra que la boina de contaminación de Madrid. Avilés funde bombillas según pasa de la mala energía que tiene. Los protones tienen una carga eléctrica positiva, los electrones tienen una carga eléctrica negativa. Los átomos de Avilés sólo tienen electrones.

«No puedo con el queso, no puedo», decía una y otra vez Ana María, porque el queso es su kriptonita. «El queso se funde y se va por todos sitios», dijo María Jesús, que piensa que una fondue es como el desastre del Prestige.

Y llegó el postre. «Todo entra por el ojo», dijo María Jesús, como si estuviera poniendo título a una película porno centrada en el sexo anal.

La hierbabuena del cóctel de limón estaba más mustia que Bob Esponja en el desierto.

Avilés se puso a hacer ruido con la pajita y el sorbete cada vez que Ana María intentaba hablar y fue una de las escenas mejores que he visto en mi vida. Ahora necesito interrumpir a Ana María sorbiendo. Por favor.

La sorpresa final era responder a unas preguntas que se había apuntado en unas tarjetas.

«¿Qué harías en un día libre, en el que no hubiera reglas?» era una de las preguntas. «Estar en mi casa, en mi hogar», respondió Ana María, que es una salvaje. Cuando podía, Sid Vicious se quedaba también en su casa, cuidando de Ortega Cano.

La fiesta era vestirse de Miss con unos aperos que había en una caja. Se echaron al cubo de la ropa y las pelucas como buitres a una oveja muerta.

Y luego hicieron una «conocida y célebre» carrera de glúteos. Claro, en el funeral de mi abuelo hicimos lo mismo, porque eso se hace siempre. Las abuelas no lo dicen, pero no se rompen la cadera al caerse, es haciendo «conocidas y célebres» carreras de glúteos en lugar de jugar al cinquillo.

Avilés se echó a la alberca de plástico. Después de salir de la piscina Avilés metía barriga que se dejó el intestino delgado en intestino desnutrido. Avilés tiene los abdominales hacia dentro, de ejercitarlos para meter tripa.

Total, que Ana María le puso de nota a María Jesús un 5. Avilés le puso un 5. Jorge un 8. Y un piso en Alcorcón, si se deja.

1 comentario

  1. Dice ser Laborconsulting

    Los 80 siempre vuelven.

    21 enero 2021 | 09:07

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