Albert revienta: «¡Yo necesito los mil euros, no como tú!» y Marta coge unas tijeras

Para Fuerte, Marta en bucle con las tijeras. (TELECINCO)

Hay un disco de Serrat que se llama Cada loco con su tema. Recuerdo haber mirado de niño aquella portada garabateada llena de muñecotes haciendo cosas raras y disparatadas. Ahora me parece la oficina de un notario al lado de lo que hay metido en La Casa Fuerte.

La última ha sido el estallido de Albert Álvarez contra Marta, que por fin ha logrado sacarle de quicio. A Albert lo mandas a Guantánamo seis años y no se quiebra, pero al lado de Marta se ha venido abajo. El maromo es una persona que debería recibir el premio Nobel de la Concordia todos los años sólo por el tiempo que pasa con Marta, que es como la quebrantahuesos de la paciencia.

Y claro, la montaña rusa de emociones chungas que es Marta, que es la única montaña rusa del mundo que siempre va para abajo, ha acabado por hacer vomitar a su compañero de concurso, que habría preferido hacer pareja con Jafar o con Freddie Krueger antes que con Marta.

Lo de Albert no fue una gota colmando un vaso. Fue un tsunami colmando un chupito. 

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Llegó una de las pruebas de recompensa, con 1.000 euros en juego. Los residentes debían hacer trucos de magia y los VIP juzgarles. Y llegó el turno de Marta y Albert y resulta que Marta no quería hacer el truco porque no lo había practicado.

Y Albert comenzó a decirle a Marta que hiciera ella el truco, que parecía el entrenador del Mago Pop, obsesionado con que la chica lo hiciera. Y ella con su cara de asco, que si hubiera un museo del asco Marta sería el logotipo.

«En el baile ya me dejaste con el culo al aire, como hoy. Es lo que pasa siempre, que me dejas con el culo al aire«, chillaba Albert, gesticulando como si le estuvieran atacando unas avispas asiáticas.

«Juegas con mi dinero, los mil euros que tú no necesitas yo sí los necesito«, acabó por decirle el maromo a Marta, antes de salir de escena en con un mutis por el foro que ya lo querría haber escrito Shakespeare en Hamlet. En el camino se cruzó con Rafa, que se apartó como si le fuera a caer una hostia como una hogaza de pan.

«Está enfadadillo, ¿eh?», dijo Pavón, que es muy observador y perspicaz. Pavón ve la exhumación de un cadáver del siglo XIV y dice «pues está muertecillo, ¿eh?». Es un lince.

«Yo nunca me he creído la magia, cuando veo magia sé que hay un truco detrás», fue todo lo que Marta aportó después, en el confesionario. Ojo, otra mente preclara, que sabe que los magos no son mágicos. Marta ha visto Harry Potter y no se fía.

«Ya formalmente que Marta vaya por su camino y yo voy por el mío«, dijo más tarde Albert, que se piensa que esto es un divorcio y que hay que hacer papeles.

Mientras Albert decía eso en la cocina y Tony trataba de mediar, Marta estaba de espaldas, abriendo y cerrando unas tijeras. Las gemelas de El Resplandor estaban quietas y cogidas de la mano en aquel pasillo porque les daba miedo andar y cruzarse con Marta al girar una esquina.

«Hasta que no te pongas las pilas no quiero saber nada de ti«, le dijo Albert, porque Marta es una muñeca de Famosa que para ir al portal necesita batería. A Albert se le acaba la batería del coche y no llama a la grúa, lo quema porque ya no quiere saber nada de él.

Al final Marta, llorando como una persona adulta, de esas que tienen seis años y baja tolerancia a la frustración, acabó pidiendo perdón para no quedarse sin merendar o algo así maduro, sensato y estable como encenderse los pedos con un lanzallamas.

«Que perdona por lo de hoy», le dijo y añadió «que tú no tienes culpa de mis bucles», como le dijo Michael Jackson a su peluquero.

«No tienes por qué hacerlo tú todo… a lo mejor no soy muy disciplinada…«, reconoció. «A lo mejor no soy muy disciplinada», claro. Eso es como si llega Charles Manson y te dice «a lo mejor no soy muy buena persona».

«Pero yo no tengo culpa tampoco…«, se excusó la muchacha. No, la culpa la tiene Pedro Batúrrez, que vive en un pueblo de las Hurdes y cultiva calabazas, no te jode.

«No soy capaz de tirar de mi carro, ¿cómo voy a tirar del carro de los dos?«. Vale, ya sabemos que Marta no fue la que robó a Manolo Escobar.

«Es que yo estoy como una puta cabra», acabó por decir Marta, ante lo que Albert ya no pudo más y se descojonó. Y hala, a empezar otra vez.

1 comentario

  1. Dice ser Juan

    Increible !! Lo que se ve..

    22 diciembre 2020 | 17:20

Los comentarios están cerrados.