Lgtbifobia: miedo a revertir la norma

 

 

Por Natalia Pereira

Cuando tenía ocho años mi abuelo me regaló una muñeca. Una de esas que tan explícitamente incrustan en el inconsciente femenino infantil las más estrictas, y violentas, normas sobre la belleza y la expresión de género. Mi yo de ahora le habría preguntado por qué, por qué tanta resistencia a la disidencia de género. Qué es lo que les molesta que les hace insistir tanto. Regalarme una muñeca, ¡a mí! Mi yo de ocho años, con auténtica sorpresa, le entregó directamente la caja sin abrir a su prima, y ella, de también ocho años, lo entendió mejor.

Las Naciones Unidas -organismos que se supone velan por los Derechos Humanos- no se dignaron a discutir orientación sexual e identidad de género hasta 1995 en la Conferencia de Beijing, gracias en parte al movimiento feminista y el posicionamiento en la agenda política de la agencia sobre los cuerpos.

Foto: Helena Sánchez

Ya nos decían Simone De Beauvoir o Monique Wittig que una no nace mujer, se hace. Nos hacen, se empeñan en hacernos. Si miramos el mundo a través de la lente del régimen de heterosexualidad obligatoria, encontraremos que rige toda nuestra línea de vida, nuestros considerados éxitos y fracasos sociales.

Utilizar a edad temprana los juguetes que te corresponden, entrar en contacto con tu sexualidad desde la experiencia cis-hetero-patriarcal, “elegir” una pareja estable heterosexual y monógama, mantenerte con unos ingresos acordes a tu sexo asignado, relacionarte de una manera u otra con cada uno de los dos géneros establecidos, decidir a qué dedicas tu tiempo, casarte, reproducirte, construir una forma específica de hogar con tareas y roles asignados son todas ellas acciones determinadas por el régimen de heterosexualidad obligatoria. Si te escaqueas de alguna de estas (o las muchas otras) normas, no lo harás sin perjuicios sociales.

Y la heterosexualidad necesita de dos géneros. El mundo está plagado de estructuras al servicio de este régimen y de otros organismos -como los educativos o mediáticos- que velan por él. Las familias y las instituciones médicas son las primeras en aceptar y promover la exageración absolutista del sistema binario de género. Desde el momento en el que naces, insistirán en la categoría en la que te ubican durante todos los días de tu vida. Es lo primero que se busca descubrir de los fetos. Después va el nombre: una etiqueta que se convierte en seña de identidad, en la palabra con la que te reconoces y te reconocen y que lleva implícita el sexo que nos asignan al nacer.

Después de practicar ensayo-error con diferentes identidades en mi adolescencia, bien entrada en la veintena descubrí el oxígeno a través del género literario LesFic (Ficción Lesbiana). Todavía hoy me someto a atracones de este género y de contenidos audiovisuales no heteronormativos para compensar toda una vida, un mundo, de heteronormatividad apabullante.

Un mundo plagado de legislaciones que nos matan, nos encierran, nos callan. Un mundo en el que formas extremas de violencia contra las personas LGTBIQA+ -como la violación correctiva se practican a oídos sordos de los organismos que se supone nos protegen.

El pasado viernes 17 de mayo se celebró el Día Internacional Contra la Homofobia, la Transfobia y la Bifobia conmemorando la salida, en 1990, de la homosexualidad de la lista de trastornos mentales que elabora la Organización Mundial de la Salud. En la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE) la transexualidad no ha corrido la misma suerte. El CIE-10, la versión vigente desde este acontecimiento en cuestión, no despatologiza sin embargo, la transexualidad, que no verá hasta su próxima actualización con el CIE-11 (aprobada el año pasado y en vigencia a partir del 2022), su calificativo de “trastorno” reformulado en “condición relativa a la salud mental”. Queda mucho por recorrer.

Reconozco en la patologización de las disidencias de género una estrategia tremendamente eficaz para conservar el orden social. Pero también son y han sido brillantes las estrategias de resistencia. Judith Butler habla de cómo nos imaginamos un mundo de “vidas vivibles” para todas las personas, incluidas nosotras, sujetxs alternxs, periféricxs. Hasta ahora, todas aquellas personas que se han atrevido a desobeceder el sistema hegemónico de género han tenido que vivir experiencias de lucha, resistencia, supervivencia y resiliencia, porque el miedo es muy peligroso.

Los perros más peligrosos son aquellos que se asustan, y cuando lo hacen, muerden. La fobia es miedo intenso, profundo, inconsciente, inmediato y casi incontrolable. Una sociedad LGTBIQfóbica es una sociedad rabiosa.

Aún así, con intrépida valentía, plagados de creatividad y a la vanguardia, los movimientos críticos han centrifugado siempre el sistema normativo, con tácticas y estrategias de disidencia preciosas. La sociedad civil, los medios de comunicación y las administraciones públicas tenemos un papel que desempeñar desde las oportunidades que nos ofrecen nuestros roles para velar por el cambio. Conmemorar este día y recordar lo que nos queda, es parte de ello; pero, sobre todo, nuestro valor añadido reside en apoyar, respetar e insuflar fuerza a los movimientos de base para que saquen músculo, pongan límites y sigan sacudiendo la cis (*)-heteronorma y su sistema de género co-dependiente.

*Cis o cisgénero: del latín «alinear»: personas cisgénero aquellas que no son trans, es decir, para quienes coincide su propia identidad de género, con el sexo que le asignaron al nacer.

 

Natalia Pereira es es psicóloga social, feminista y queer, y cursó un máster en acción solidaria internacional e inclusión social. Trabaja en el Departamento de Incidencia y Ciudadanía de  Oxfam Intermón.

 

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4 comentarios

  1. Dice ser LGBT Cansancio

    Si yo digo que soy trans-millonario (rico atrapado en cuerpo de pobre) se acepta como disforia económica? Se puede ser trans-diabético, por ejemplo? Trans-racial (oriental atrapado en cuerpo de negro)? Por qué sólo se acepta la trans-sexualidad?

    20 mayo 2019 | 12:07

  2. Dice ser Nuria

    Excelente artículo. Muchas gracias.

    20 mayo 2019 | 12:11

  3. Dice ser Carmen

    Un lujo leerte. Gracias.

    20 mayo 2019 | 12:47

  4. Dice ser sepuedeopinar

    Típico artículo feminista-lesbiana .
    Cada día este periódico es más sectario.
    Las respuestas anteriores lo confirman.
    Vais a censurar este comentario?????

    20 mayo 2019 | 18:34

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