Archivo de noviembre, 2014

Juana Biarnés: la primera fotoperiodista

Por Beatriz Pozo Bea Pozo

‘Mi padre me dijo: te has metido en un mundo muy difícil. España no te va a entender. España no está preparada para una mujer fotógrafo, ni una mujer médico ni una mujer abogado. Todo esto es un terreno que hay que ir ganando poco a poco. Espero que no te vengas abajo y que luches para conseguir lo que te has planteado’

Juana Biarnés dice que a ella no le gustaba la fotografía. Simplemente empezó ayudando a su padre, que era fotógrafo deportivo, y luego se  ‘enamoró de la profesión’. Resulta una afirmación un poco sorprendente cuando quien lo afirma es considerada la primera fotoperiodista de España.

Juana Biarnés, en una imagen del proyecto del proyecto de Crowdfunding para un documental sobre su trayectoria.

Juana Biarnés, en una imagen del proyecto del proyecto de Crowdfunding para un documental sobre su trayectoria. Imagen: Verkami

Empezó a trabajar en los años 60, para el diario Pueblo. Durante 22 años se dedicó a retratar  famosos y a realizar reportajes de actualidad. Se coló en el avión de los Beatles, una aventura digna de la película ‘Vivir es fácil con los ojos cerrados’, y luego los siguió hasta su habitación de hotel; fingió ser un matrimonio junto a un compañero para convencer a Roman Polansky de dar un paseo en barca, mientras ella le hacía fotos desde un balcón; y Clint Eastwood la besó en los labios.

No obstante, no todo en su carrera fueron anécdotas divertidas. ‘Fui una incomprendida y tuve muchas dificultades’. El suyo era considerado un trabajo de hombres y más en una época en la que la mujer estaba sometida al varón y eran pocas las profesiones a las que estaba bien visto que se dedicaran. Lo pasaba especialmente mal en los campos de futbol, donde era increpada tanto por los ‘grises’ como por la grada. Además, ‘no me dejaban entrar a nada que fuera oficial, nada en lo que hubiera políticos o ministros (…) En las cortes y en sitios así siempre me echaban fuera’.

Sin embargo, esto, como todo, cambió al cabo de unos años. ‘Casi en los 70 lo empezaron a entender, porque todo evolucionó mucho. Mi director, Emilio Romero, tuvo varias broncas con el ministerio y les preguntó que por qué daban un carnet de prensa si luego no lo dejaban utilizar. Entonces ya pude asistir como fotógrafo al juramento del príncipe Juan Carlos’   En esa misma época, otras fotógrafas empezaron a trabajar en la redacción. ‘Hubo como una especie de revolución femenina’ y Juana desde su posición privilegiada pudo retratarla.

Con la cámara en mano se convirtió en una testigo excepcional de la sociedad española de los 60 y 70. Pudo hacer reportajes a  las primeras médicas, a las primeras abogadas y, en resumen, captar la evolución y ‘la mejora’  de España. De eso  trata la exposición que se le ha dedicado estos días en su Terrassa natal, a la que se une un documental, titulado ‘Una fotógrafa entre hombres: La historia de Juanita Barnés’ y  financiado por crowdfunding, que narrará la historia de esta pionera del fotoperiodismo.

Joana Biarnés, en una reciente exposición de fotografía. Imagen:

Joana Biarnés, en una reciente exposición de fotografía. Imagen (c) Judesba (Wikipedia)

Juana abandonó la profesión en los años 80, por causa del amarillismo.  ‘Yo he hecho un periodismo sincero, un periodismo de verdad y como esto había empezado a basarse en mentiras  decidí que no, que mi dignidad no me permitía seguir en esta profesión’. En su lugar abrió un restaurante en Ibiza, el Cana Joana, por donde pasaron muchos de los personajes que, años antes, retrataba con su cámara.

Beatriz Pozo es estudiante de periodismo y comunicación audiovisual. Colabora como voluntaria con el equipo de comunicación de Oxfam Intermón.

Más tiempo para las mujeres

Por Laura Hurtado laura hurtado

En muchos países de África subsahariana las mujeres emplean una media de 5 horas diarias a buscar agua. Según marca la tradición en las zonas rurales más pobres, las mujeres y las niñas son las encargadas de conseguir este precioso líquido. Eso significa que tienen que dedicar buena parte del día a desplazarse hasta la fuente más cercana y volver a casa con todos los litros necesarios para que beba y se lave toda la familia, así como para cocinar y limpiar la casa. A veces, como os podéis imaginar, con un solo viaje no basta. Si se necesitan muchos litros (o si la capacidad de carga es limitada) es más que probable que las mujeres realicen el mismo camino dos veces en un mismo día, ampliando el tiempo gastado en ello (¡en algunas zonas puede suponer hasta 8 horas diarias!).

Además, siempre pueden surgir imprevistos. Es bastante probable que en la fuente haya colas. O que las vasijas de barro o los bidones de plástico que emplean para transportar el agua se rompan durante el trayecto. Las mujeres también pueden ser víctimas de ataques de animales (muchas veces realizan el viaje cuando el sol todavía no ha salido para evitar el calor) o de múltiples accidentes (algo tan simple como torcerse un pie).

Las mujeres de la región de Guéra (Chad) emplean una media de 5 horas diarias a ir a buscar agua. (c) Pablo Tosco / Oxfam Intermón

Las mujeres de la región de Guéra (Chad) emplean una media de 5 horas diarias a ir a buscar agua. (c) Pablo Tosco / Oxfam Intermón

Ante esta situación, ONG como Oxfam Intermón trabajan en países como Chad o Etiopía para conseguir que las mujeres tengan un pozo de agua limpia cerca de casa. Con eso, las 5 o 8 horas diarias se convierten en 10 minutos. Sin duda, eso supone un gran (enorme) alivio. Me atrevería a decir que para muchas conlleva un cambio radical en sus vidas. Aunque, lamentablemente, ese tiempo que ahora les pertenece no siempre lo pueden dedicar a lo que les gustaría. En la mayoría de los casos las horas ganadas se destinan a trabajar más en casa o fuera de ella, realizando tareas informales para conseguir ingresos extra, trabajando en el campo u ocupándose aún más de niños, ancianos o personas enfermas.

Solo en contadas ocasiones, las mujeres emplean esos minutos que antes no tenían a cuidarse a sí mismas: a formarse para mejorar sus habilidades, a divertirse o simplemente a descansar. Y es una lástima porque cuando dejan de ir a buscar agua lejos de casa pierden un espacio de relación y de intercambio con otras mujeres que ya no vuelven a recuperar.

Todo ello me hace pensar que es más común de lo que parece que las mujeres nos olvidemos de nuestras propias necesidades. En nuestro rol de cuidadoras, atender a los demás puede pasar a menudo por delante de atendernos a nosotras mismas. Y sería bueno que empezáramos a defender este tiempo propio.

Laura Hurtado es periodista y participa en el proyecto Avanzadoras de Oxfam Intermón que trabaja con mujeres de África y América Latina que luchan por sus derechos.

Nuevas palabras para un viejo problema

Por Flor de Torres Porras Flor de Torres

‘WhatsApp’ es un juego de palabras que viene de ‘What’s up’, una frase coloquial inglesa que significa ‘¿Qué pasa?’. Ya somos en España  más de 10 millones de usuarios y a nadie se le escapa la dependencia emocional y social que produce. Fomenta el deseo y la frustración cuando se espera o idolatra una respuesta inmediata y ésta no se produce instantáneamente, o no produce el resultado esperado.

Como forma de dependencia también es una forma de control de jóvenes y más aun cuando hay relación afectiva. Y a nadie nos asombra ya su capacidad de enganche. De ahí es posible pasar al ‘sexting’ o envío de fotos comprometidas.  O al  el ‘gossiping‘,  foros y salas de chat anónimos de cotilleos y maledicencias sobre compañeros/as de los centros educativos . O  también al ‘cyberbuylling‘  como nueva forma de control, acoso y hostigamiento a través de la red.

Whatsapp: hit de la comunicación adolescente. Imagen de TrasTando.

Whatsapp: hit de la comunicación adolescente. Imagen de TrasTando.

Aliados todos ellos tecnológicos del maltratador  y que se  perpetúan como nuevas formas de control también en las parejas jóvenes, determinando las nuevas  formas  de relaciones. También de delincuencia basada en el poder y dominio de la pareja joven.

Pero tras el abuso de la tecnología se encierra aún el machismo o newmachismo  que subyace en ese poder y control.

El pulso actual  de detección e intervención  de la violencia de género en los jóvenes realizado a través del Informe Detecta y hecho público esta semana por el Instituto Andaluz de la Mujer de la Junta de Andalucia sobre detección y pulso de la violencia de genero en los adolescentes Andaluces  es alarmante.

En el informe, a la pregunta los jóvenes andaluces  responden a cuestiones de fondo como:

¿En qué medida te percibes a ti misma o a ti mismo en riesgo de padecer o ejercer abuso o maltrato en un futuro en tu relación de pareja? La mayor parte del alumnado, un 82.9% de chicos y un  68.5% de chicas, concibe como nulo el riesgo de establecer una relación de violencia de género en sus relaciones sentimentales.

Tales  conclusiones son  contradictorias pues cuando se pregunta a las jóvenes si su pareja arroja objetos cuando discute con ella responden en un 68,5 % que totalmente,  si se les cuestiona si ha sido obligada a mantener relaciones sexuales  ellas manifiestan que totalmente en un 65,5%,   si su pareja insiste en que le obedezca respondieron que totalmente en un 53,4%, o si se las compara con otras haciéndolas sentir incómodas o humilladas se responde que totalmente en un 51%.

Estos datos no  son sostenibles para una juventud limpia de machismo y desigualdad.

Más aún cuando 1 de cada 4 de nuestros Jóvenes Andaluces piensa que la mujer se encuentra mucho mejor en casa con la familia. Que el 10% de los jóvenes andaluces cree que es el hombre el que debe tomar las decisiones importantes en la pareja.  Que más del 20% crea que la mujer es más débil que los hombres y que el 50% de los jóvenes piense que la mujer aguanta la violencia de género.

Sigue  fallando la base que propicia la violencia de género. Y seguirá siendo así mientras 1 de cada 4 jóvenes  no crea en la igualdad y siga no solo cuestionándola sino practicándola como justificación a la violencia de genero que ejerce sobre su pareja.

Las palabras son nuevas, pero cabe deducir que el sexting, el gossiping, el cyberbuylling son nuevas expresiones y consecuencias de  el machismo perpetuado aún en 1 de cada 4 jóvenes.

Flor de Torres Porras es Fiscal Delegada de la Comunidad Autónoma de Andalucía de Violencia a la mujer y contra la Discriminación sexual. Fiscal Decana de Málaga.

Ensalada de estereotipos

Por Mariana Vidal Mariana Vidal

‘El último, nena’, decían los alumnos de un conocidísimo colegio de Madrid cuando se retaban a iniciar una carrera. Han pasado los años, pero este video de una empresa norteamericana sobre los estereotipos respecto a las niñas me ha recordado esa frase.

Los vemos por todas partes, porque son profecías autocumplidas. Tratamos inconscientemente de confirmarlos, de que las personas que conocemos se adapten a un esquema de conocimiento anterior. Por eso triunfan.

Me parece tan revelador el video como la ristra de comentarios que lo acompañan en Facebook: estereotipo tras estereotipo, insisten en que los hombres tienen más masa muscular, que decir esto es una forma de picar a las niñas y ellas pueden decir otra cosa… Frente al argumento irrefutable de que existe un estereotipo que refuerza una idea tan añeja como la presunta incapacidad de las niñas para la actividad física. Estereotipo desmentido por el último mundial de natación, por no ir más lejos.

El debate sobre los estereotipos de género está cada día sobre la mesa, en nuestras pantallas, en nuestros colegios, en nuestras relaciones familiares y laborales. Quizá videos como este, publicitarios o no, puedan ayudarnos a entendernos mejor y pensar de otras posibles formas.

 

Mariana Vidal es comunicadora y especialista en América Latina.

Cuidadoras invisibles

Por Alejandra Luengo Alejandra Luengo

Vivimos en una sociedad que envejece y se hace más dependiente, con un mayor número de demencias que incapacitan a las personas para poder desenvolverse de forma autónoma. A esto hay que añadir que a diferentes edades se puede sufrir una enfermedad terminal o algún tipo de discapacidad grave, tanto física como psíquica, que impide que puedan desenvolverse con normalidad en su vida cotidiana. Es así como la persona dependiente (de cualquier edad) no puede valerse por sí misma en cuestiones básicas y cotidianas tipo comer, vestirse, alimentarse, ir al baño y desplazarse dentro y fuera del hogar, por lo que necesitan de otra para llevarlas a cabo.

El cuidado a las personas dependientes por parte del Estado es una batalla que según el desarrollo económico y social abre una gran brecha entre unos países y otros. Por ejemplo, ya hemos visto que en España esas ayudas son escasas e insuficientes y que son las familias las que asumen principalmente ese cuidado, aunque se pueda contar con centros de día o con personal auxiliar de ayuda a domicilio, resulta claramente insuficiente. La realidad es que hay lugares donde eso ni siquiera existe, pero en todos, sean más o menos desarrollados, es la mujer la que cuida principalmente a las personas dependientes.

En psicoterapia me he encontrado a muchas cuidadoras a lo largo de los años y me he dado cuenta que ese papel de responsable principal de los cuidados abarca todas las edades. Muchas son hijas, madres, otras esposas, hermanas y también nueras de la persona dependiente.

El cuidar es de las funciones sociales más importantes y valiosas que hay, pero también es de las tareas más difíciles, desagradecidas, invisibles y agotadoras. De hecho, la mayoría de las personas que son cuidadoras no reciben ayuda para compartir el peso y tensión que supone hacerse cargo de una persona que a menudo se va deteriorando cada vez más.

Cuidadoras. Foto: Sergio Perea

Foto: Sergio Perea

Además, más de la mitad de estas personas dedican al cuidado el mismo tiempo que destinan a trabajar, lo que provoca que en muchos casos no sea compatible aunar ambos papeles por lo que o bien ni se pueden plantear trabajar o tienen que abandonar su empleo o reducir su jornada. Esto les deja en una situación de desventaja económica y social, no sólo por perder ingresos, sino por el no generar derechos en materia de pensiones o de protección por desempleo.

Todo esto supone un sobreesfuerzo poco valorado y apoyado por las administraciones y por la sociedad en general, ya que se da un mandato más o menos explícito a nivel social y familiar de que debe ser la mujer la máxima responsable del cuidado, y por tanto es ella la que debe ‘abandonar’ su vida personal, profesional y social para responsabilizarse de la persona dependiente.

Esta presión conlleva un deterioro físico, por el esfuerzo corporal y cansancio que supone, y también psicológico, por la sensación de pérdida de espacio personal, vida privada, sentimientos de excesiva responsabilidad, rabia, culpa, soledad, tristeza e impotencia. Además, se da el miedo a que ocurra algo y no saber quién se haría cargo de la persona dependiente si ella no está. No es de extrañar que la mayoría de estas mujeres sufran estrés o ansiedad y gran parte se sientan deprimidas. No son profesionales que tengan un horario específico y puedan contar con tiempo libre, ocio, o incluso vacaciones. La dedicación suele ser total y el coste personal, físico y anímico también.

No tenemos que irnos a países subdesarrollados para ser testigos de esta situación, lo tenemos bien cerca, en nuestro país, barrio y hogares. Es uno de los grandes retos para las sociedades. Por un lado que se favorezca y fomente la equidad entre hombres y mujeres en los cuidados a personas dependientes, por otro lado que se reconozca y recompense de alguna forma económica, lúdica, de disfrute, cuidado etc., esa labor tan poco “mediática” y tan clave para la sociedad potenciando espacios para que estas mujeres puedan tener un tiempo propio. Un tiempo de cuidado, no como un lujo, sino como una necesidad de cualquier ser humano que revierte positivamente no sólo en la mujer que lo recibe, sino en el espacio familiar y social. Por último, y sin deseo de caer en la irrealidad, que se fomenten los espacios profesionalizados del cuidado como una meta social que cualquier gobierno, en cualquier país, debe tener en cuenta.

Alejandra LuengoPsicóloga clínica,  combino la atención psicológica en servicios públicos con la consulta privada. Creo firmemente que se pueden cambiar las cosas y en esa dirección camino. Autora del blog unterapeutafiel

Por la economía: cerrar la brecha

Por María Solanas Cardín  María Solanas

Las personas y su talento son dos de los principales motores del crecimiento económico sostenible. Si la mitad del talento no se desarrolla, o está infrautilizado, la economía nunca crecerá como podría’.

Así comienza el fundador y Presidente ejecutivo del Foro Económico Mundial, Klaus Schwab, la presentación del Informe global sobre la brecha de género 2014.

The Global Gender Gap Report cuantifica, desde 2006, la magnitud de las disparidades basadas en el género en cuatro áreas clave: salud, educación, economía y política, y hace un seguimiento de su progreso. Trabaja los datos en base a cuatro subíndices: salud y tasa de supervivencia; logros en educación; participación económica y oportunidades; y empoderamiento político.

Variaciones sobre la portada del Global Gender Gap Report 2014. imagen de TrasTando.

Variaciones sobre la portada del Global Gender Gap Report 2014. imagen de TrasTando.

Como señala el informe, en los últimos años se ha avanzado notablemente en materia de igualdad de género, y en algunos casos, en un tiempo relativamente corto. En promedio, en 2014 se ha cerrado más del 96% de la brecha de género en salud; el 94% de la brecha en los logros educativos; el 60% de la brecha en la participación económica; y el 21% de la brecha en empoderamiento político. Sin embargo, estamos aún muy lejos de alcanzar la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres. De hecho, ningún país del mundo ha cerrado totalmente la brecha de género, aunque los cinco países nórdicos (Islandia, Finlandia, Noruega, Suecia, y Dinamarca) lo han logrado en más del 80%.

España ocupa el puesto 29 en la clasificación general de este año (sobre un total de los 142 que se han incluido en este Informe), con una ligera mejora en comparación con la puntuación global del año pasado. España experimentó un incremento en su puntuación en 2010 y 2011, debido principalmente al incremento en el subíndice de empoderamiento político. Sin embargo, debido al descenso en la proporción de mujeres en cargos ministeriales, en 2013 sufrió la caída más significativa en la región con respecto a 2006. No obstante, España mejoró su índice en el Parlamento en comparación con el año pasado, y puntúa entre los once mejores países en esta variable.

Como bien señala el Informe, la correlación entre la igualdad de género, el PIB per cápita, el nivel de competitividad (medido según el Índice de Competitividad Global 2014-2015) y el de desarrollo humano es evidente. Así, España ocupa el puesto 29 en el índice de igualdad; el 31 en PIB per cápita; el 27 en el índice de desarrollo humano, y el 35 en el índice de competitividad global. El determinante más importante de la competitividad de un país es su talento humano-las habilidades y la productividad de su fuerza laboral-. Dado que las mujeres representan la mitad de la base potencial de talento de un país, la competitividad de una nación a largo plazo depende, en gran medida, de si y cómo se educa a las mujeres, y si se aprovecha su talento. El Informe subraya que, con el fin de maximizar la competitividad y el desarrollo potencial, cada país debe hacer un esfuerzo sostenido para alcanzar la igualdad de género.

Los beneficios señalados van más allá de los argumentos económicos. Hay otra razón simple y poderosa para perseguir la igualdad: la equidad. Las mujeres representan la mitad de la población mundial-que merece el mismo acceso a la salud, la educación, la influencia, el poder adquisitivo y la representación política-. Sus puntos de vista y valores son fundamentales para asegurar un futuro común más próspero e inclusivo. El progreso colectivo de la humanidad depende de ello’.

Quien esgrime estas razones no es quien escribe esta entrada –aunque las comparta plenamente-, sino el presidente del Foro Económico Mundial, Klaus Schwab, nada sospechoso de defender causas imposibles y lesivas para la economía global. Sólo aquellos países que avancen en la igualdad, podrán alcanzar todo su potencial económico. ¡Cerrar la brecha de género es (también) la economía!

María Solanas es Coordinadora de Proyectos en el Real Instituto Elcano. Privilegiada en los afectos, feliz madre de una hija feliz.