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Soy un hijo de puta (entrevistando a Bebe)

La cita era en el hotel Me de la madrileña plaza de Santa Ana. Allí estaba, con un moqueante resfriado, la cantante que más bilis desata entre nuestros lectores, que se despachan a gusto con ella en cada noticia que protagoniza con calificativos tan originales como «perroflauta», «macarra» o «feminazi». La misma que hace un par de meses pronunció, en la presentación de su nuevo disco ante los estupefactos medios, la recordada frase «los periodistas sois todos unos hijos de puta», además de otras perlas como «Si queréis os enseño las bragas». La misma que ha publicado un tercer disco que ha hecho correr ríos de tinta por lo singular de canciones como el primer single, K.I.E.R.E.M.E. La simpar María Nieves Rebolledo, más conocida como Bebe.

Hay en la mirada de Bebe -guapísima en las distancias cortas, por cierto- un halo de desconfianza. Como si sentarse ante un periodista entrañara todo un desafío. Como si, de entrada, todos tuviésemos oscuras intenciones. Quizá me equivoque, pero nada más saludarla me da la sensación -como con otros tantos artistas-, de que conceder entrevistas no es precisamente la parte de su trabajo que más le gusta.

Trato de ganarme la simpatía de Bebe con preguntas centradas en su nuevo disco: lo atrevido de su nuevo viraje musical o el papel que ha jugado el productor francés Renaud Letang (responsable del sonido de artistas como M.I.A., Manu Chao o Luz Casal) en el conseguidísimo sonido de su nuevo disco. Y por momentos, Bebe se muestra dulce y parlanchina. Especialmente cuando se le menta el eclecticismo del que hace gala en Un poquito de rocanrol, en el que tan pronto tira por caminos como la electrónica y el hip hop como abraza ese pop-rock canallesco que la llevó a la fama con temas como Malo o Ella. «El sonido del disco no es algo premeditado», asegura. «Me ha salido así. Pero está claro que estoy en un momento muy positivo y con mucha fuerza, en parte porque ser madre me ha dado mucha energía, y me apetecía probar cosas nuevas, con ritmos potentes».

De entre las cosas que me han llamado la atención de las declaraciones recientes de la cantante es eso que ha dicho de que «este es el disco más punk» de su carrera. Tengo curiosidad. ¿Qué es para ti el punk, Bebe? «El punk es una actitud. No tiene nada que ver con llevar una cresta. Punki es mi padre en muchos momentos, y aparentemente no tiene nada de punk». No conozco al padre de Bebe, pero no puedo estar más de acuerdo: El punk es una actitud. Y si me apuran, insultar a tu propio público es deliberadamente punk. Ya lo hacían Kaka de Luxe, solo que en su caso sus conciertos no eran precisamente un showcase para los medios de comunicación organizado por una multinacional.

La reflexión sobre el término nos lleva, inevitablemente, a abordar la parte más espinosa de la entrevista. ¿Por qué lo hiciste, Bebe? ¿No estuvo un poco feo aquello? «No me preocupa lo más mínimo. Ni me arrepiento». No le preocupa, pero acto seguido se despacha a gusto contra el compañero que publicó las imágenes. «El periodista que subió ese vídeo a Internet, que encima ni siquiera ha dado la cara, se dedicó a editar una parte muy concreta del concierto. Debería dedicarse a escribir libros de cocina». Ahí queda eso. O no, espera, que dice más: «Se debió de sentir muy ofendido porque no sabe lo que es un concierto, pero cosas como esas se dicen en muchos conciertos. La diferencia es que no hay periodistas delante».

En ese momento la entrevista da un giro y entra en barrena. Aunque cambio de tema, Bebe se pone a la defensiva, aunque sin perder la media sonrisa. «¿Te consideras una persona sincera?», pregunto. «No te voy a contestar lo que quieres oír», me espeta. «A buen entendedor, pocas palabras bastan». Debo de ser bastante mal entendedor, pienso, pues no tengo la más remota idea de a qué se refiere. El encuentro, o al menos la parte mínimamente sustancial del mismo, concluye ahí. A las clásicas preguntas sobre sus planes de futuro, que a menudo sirven para bajar la tensión en entrevistas como esta, obtengo las clásicas respuestas de «no tengo ni idea de qué voy a hacer mañana». Apago la grabadora, dos besitos corteses -a pesar del resfriado-, y a correr. ¿Una entrevista de mierda? Sí, pero la cosa no daba para más. Y me soluciona un post, oyes. Cosas de periodistas, que ya se sabe cómo somos: todos unos hijos de puta.

Foto: Jorge París.

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