Siempre me conmueve el último día de cada año, y trato de pasarlo en la calle y sin televisión. De paseo, de compras de viandas para la cena y con música – llevamos días escuchando sin parar uno de los canales de radio de iTunes: Holidays – A Christmas Station.
Me deprime esa obsesión de las televisiones por hacerse con el poder en los últimos segundos, por imponernos a sus grandes estrellas del año (aunque el apaño de última hora de TVE resulte bastante patético: Anne Igartiburu con un señor que presenta un concurso infumable y va de graciosete es incluso más terrible que la opción Ramón García).
Hace décadas que he dejado de despedir el año frente al televisor. Y algunos años que lo hacemos con música. Con un par de canciones colombianas fabulosas, cursilonas y muy emocionantes. Muy de manifa profamilia cristiana:
Las campanas de la iglesia están sonando
Anunciando que el año viejo se va
La alegria del año nuevo viene ya
Los abrazos se confunden sin cesar
Faltan cinco pa’las doce
el año va a terminar
me voy corriendo a a mi casa
a abrazar a mi Mamá
Me perdonan que me vaya de la fiesta
pero hay algo que jamás podré olvidar
Una linda viejecita que me espera
en las noches de una eterna navidad
O de reivindicación de lo bucólico rural:
Yo no olvido el año viejo
Porque me ha dejao cosas muy buenas
Yo no olvido no, no no el año viejo
Porque me ha dejao cosas muy buenas
Me dejo una chiva, una burra negra
Una yegua blanca y una buena suegra
Me dejo una chivivita, una burra muy negrita
Una yegua muy blanquita y una buena suegra
Me dejo una chiva, una burra negra
Una yegua blanca y una buena suegra
Siempre odié la Navidad, hasta que la descubrí sin tele, con canciones ñoñas, sin uvas y mucho champán.
FELIZ 2008 A TODOS. Y GRACIAS.