Hace poco descubrí, no lo sospechaba, que los veterinarios son los licenciados peor pagados. Mi colega Jonattan Rodríguez preparaba un temita sobre profesiones que nacen del amor a los animales y me lo dio a leer antes de publicarlo.
«No puede ser», le dije incrédula. «Será entre las profesiones sanitarias». «Que no, que no», me contestó tras volver a consultarlo, «y yo que creía que el periodismo estaba mal».
Así lo contaba en su tema:
No corren los mejores tiempos para los ‘médicos de los animales’. Una profesión que, según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), tiene a los licenciados peor pagados de España. Las cifras anuales –a enero de 2017– desvelan que cobran un salario medio de 1.063 euros. Además, en la actualidad hay más de 30.000 veterinarios en activo.
Ángel Jesús Rodríguez Peña, veterinario con más de 20 años en la profesión, confirma que hay un «enorme superávit de veterinarios en España lo que implica sueldos bajos y escaso trabajo. No es una salida laboral para el que busque ganar dinero».
El doctor Rodríguez actualmente es director de la Clínica Vetersalud, cree que la vocación debe ser una premisa fundamental para este empleo. «Solo lo recomendaría a quien el corazón le dice que debe hacerlo y está dispuesto a los enormes inconvenientes que tiene la profesión por desarrollar su pasión«, como por ejemplo un IVA que trata la salud de los animales de compañía como un objeto de lujo.
Impuestos abusivos para aquellos que ejercen como autónomos, chantajes emocionales de clientes, ver a animales en manos poco apropiadas y poder hacer poco o nada al respecto, enfrentarse a situaciones muy difíciles, encontrarse a vecinos que creen que la clínica es una protectora de animales, el desgaste del trato con la enfermedad y la muerte, haber querido ayudar en alguna perrera y protectora y haber salido trasquilado por un elevado grado de exigencia o fanatismo de alguien concreto… He podido hablar a lo largo de los años con veterinarios de animales de compañía que me han trasladado todas estas problemáticas.
(GTRES)
También me he encontrado alguno que ha supeditado su amor por los animales por un sueldo estable y trabajan en control de calidad de alimentos, en mataderos… en sitios necesarios pero que jamás hubieran creído cuando estudiaban la carrera.
Sobra decir que hay malos profesionales en este oficio como cualquier otro, incluido el mío por supuesto (el vuestro seguro que también). Veterinarios que elevan injustificadamente precios, que miran a otro lado olvidando la ética por no complicarse la vida, que desaconsejan adopciones o esterilizaciones, que no están actualizados, que se han hecho inmunes al sufrimiento animal y todo les da igual. Incluso los hay que cometen actos delictivos. Hace poco en este mismo blog asomaron unos que trapicheaban con perros de rehala, en ocasiones robados. Pero la mayoría ejerce su trabajo lo mejor que puede, equivocándose como hacemos todos, por falta de experiencia, por cansancio, por mala suerte…
Y a todos esos veterinarios que se esfuerzan por hacer bien las cosas les tenemos en menos consideración de la que deberíamos. No nos cansamos de decir que nuestros animales son nuestra familia. Pues la salud de esos miembros de nuestra familia se la debemos en gran medida a ellos. A veterinarios de barrio como el mío, que accedió a venir a casa a dormir para siempre a mi perra, de treinta kilos, y luego llevársela a fuerza de brazos mientras yo me quedé llorando (siempre se lo agradeceré). También a los especialistas con los que nos cruzamos siempre más de lo que quisiéramos y a aquellos que no conocemos y trabajan e investigan para desarrollar mejores tratamientos, vacunas, alimentos… que se traducen en un mayor bienestar animal.
Recordaba aquella conversación con Jonattan y las reflexiones que me desencadenó, cuando leía los textos son del doctor Jorge Llinás, que publicó en su página de Facebook y en en el Instagram del Hospital Veterinario Valencia Sur que dirige.
Llegué a Llinás porque es uno de los veterinarios especialistas colaboradores de Elite Veterinaria, un proyecto solidario del que os hablé no hace mucho. Y le leía y veía el amor por los animales y la sensación de incomprensión, de sentirse solos. Así que hoy escribo por ellos, por los que son como Llinás, porque muchos sí les entendemos y agradecemos sinceramente su labor.
Me duele cuando leo que los veterinarios no amamos a los animales , que sólo nos importa el dinero… no podemos generalizar una experiencia o un caso concreto.
Nuestra profesión sufre uno de los mayores índices de suicido en el mundo y no es porque estemos locos, es porque sufrimos por nuestros pacientes, nos desvivimos, dejamos a nuestros amigos y a nuestras familias… la carga es enorme.
Hoy he vuelto a perder a un paciente al que operé hace días en estado crítico a pesar de superar una delicada intervención. Tras dormir 14 horas en tres días y seguir luchando con él, cuando ya parecía que lo conseguíamos ha fallecido; una vez más vuelvo a vivir esta cruel historia, vuelvo a desgastarme emocional y físicamente como lo hacen muchos de mis compañeros cada día… veterinarios de toda España que luchan como espartanos por salvar una vida más, que lloramos por dentro con cada caso de maltrato y de abandono
Hemos elegido nuestro camino y no nos arrepentimos pero hay momentos en que nos sentimos solos.
No somos héroes, no salvamos el mundo ni vamos a ocupar portadas o abrir informativos pero queremos salvar a los animales que viven en él.
Desde nuestra infancia mostramos una especial sensibilidad y un fuerte vínculo con la naturaleza y el medio en que vivimos. Entendemos la tristeza, el dolor y el amor de un animal sin que necesite hablarnos.
No te equivoques. Nosotros no quisimos ser médicos, no quisimos ser futbolistas, abogados, ingenieros o dentistas. Nosotros solamente teníamos un sueño, el de curar animales y por eso hoy miramos atrás y nos sentimos especiales por haber elegido el camino más difícil sin esperar más reconocimiento que el poder ayudar a los que solamente nos lo agradecerán en su corazón y el nuestro.
Elegimos cumplir nuestro sueño de ser veterinarios.