Tal vez eráis de los que creíais que los animales ya no eran considerados como objetos en nuestro Código Civil, en la Ley Hipotecaria y la Ley de Enjuiciamiento Civil). Es posible que lo consideraseis un logro ya superado porque en 2017, a instancias del PP, se aprobó por unanimidad por el Pleno del Congreso y hubo bastante eco en los medios de comunicación y las redes sociales. Al fin los animales habían logrado un estatuto jurídico diferente al de los bienes y pasaban a ser considerados «seres vivos dotados de sensibilidad».
Pues casi, pero no. La disolución posterior de las Cortes y la convocatoria de nuevas elecciones dejó la proposición de ley aprobada, pero sin tramitar. Es decir, en el limbo de las leyes justas. Por suerte, este martes se retomará esta proposición de ley, esta vez impulsada por el PSOE y UP.
Cuatro años después, que se dice pronto. Esperemos que a la segunda vaya la vencida. Si ya se logró una votación a favor entonces, nada debería impedir que salga adelante de nuevo (aunque en esta ocasión no sea con un respaldo unánime). Y, sobre todo, que en esta ocasión culmine su tramitación parlamentaria para que sea una realidad y, por ejemplo, en caso de robo, divorcio o herencia, no se trate a los animales como si fueran bicicletas.
El perro de las imágenes se llama Bach. Tiene cinco años y me cuentan que llevan demasiado tiempo «intentando encontrar a esa familia especial que necesita, una familia que sepa ver más allá de su color o su raza injustamente estigmatizada». Pasea bien con la correo y es sociable con otros perros, aunque no con gatos. Está en Madrid.
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