Por EVA SAN MARTÍN (firma invitada)
Garulo jadea de alegría antes de acercarse a la valla metálica en busca de más mimos humanos. La mano del cuidador le acaricia de nuevo el lomo y le retira con cariño los pelos muertos del manto. Garulo, un perro mestizo con pastor alemán, agita su cola con entusiasmo y le devuelve el cariño al chico con lametones en sus manos. Un beso en versión perruna. Una caricia amistosa en el lenguaje de los canes.
Garulo ha sufrido lo que no hay escrito en su corta vida: cuatro años de graves maltratos psíquicos y físicos continuados, un abandono que acabó enviándole al Centro de Acogida de Animales de Compañía de Barcelona (CAACB), la perrera de la capital condal que coordina Joan Vallbona. Y ahora, Garulo se enfrenta a lo peor: el equipo de veterinarios y etólogos ha puesto sobre la mesa la posibilidad de sacrificarle después de que mordiera a un voluntario en noviembre. Una decisión polémica, ya que Cataluña prohíbe desde 2003 matar a perros y gatos abandonados, excepto en casos humanitarios. En otras palabras: la vida de Garulo depende de que el centro defina a Garulo como un animal peligroso e irrecuperable.
«Garulo mordió a un voluntario en noviembre provocándole gravísimas heridas; su peligrosidad y graves problemas de comportamiento requieren un grado de atención muy superior al que se le puede dar en el centro«, dicen fuentes del Ayuntamiento de Barcelona para explicar por qué Garulo ha abandonado el centro de acogida para ser trasladado a una residencia canina, y que los responsables de la perrera se planteen ahora poner fin a su vida.
Aunque el sacrificio de Garulo aún no está decidido. Hablan las fuentes oficiales del centro: «en este momento se está evaluando el diagnóstico del perro». Voluntarios y amigos humanos de Garulo, que lo conocen y pasean sin problemas desde hace medio año, han desenterrado el hacha de guerra; también quienes afirman que el ataque de Garulo es un caso «extraño y aislado». Y aún hay más: en el momento de publicar este artículo, 2.000 ciudadanos anónimos han mostrado ya su apoyo al perro firmando el S.O.S. lanzado bajo el nombre «Salvar a Garulo» en Change.org, y se ha iniciado en redes sociales con la etiqueta #SalvarAGarulo.
El caso del perro Garulo recuerda a los primeros episodios de la historia de Excalibur, el can de la enfermera Teresa Romero contagiada de ébola, que la Comunidad de Madrid sacrificó en 2014. Excalibur levantó una ola sin precedentes de apoyo ciudadano al animal en España, con centenares de miles de firmas recogidas, movilización masiva de las redes sociales, manifestaciones y acampadas frente a la casa Excalibur y que buena parte de la comunidad veterinaria se opusiera a su sacrificio. Los amigos de Garulo no quieren que esta historia se repita.
Mientras, Garulo espera en la residencia canina La Masía, a 46 kilómetros de Barcelona. La educadora Miriam Olmedillo pasa dos días a la semana con Garulo: durante estas sesiones, la educadora lo socializa, juega y trabaja con él.
Miriam reconoce que «Garulo es un perro difícil, que no está bien, porque ha vivido aislado y no lo han tratado bien». También explica que Garulo no está socializado, tiene problemas cuando conoce a algunas personas, en especial hombres: «se acelera, puede gruñir y ladrar». Y, aunque admite que la recuperación de Garulo va a ser un proceso largo y que en este momento «no es adoptable», está convencida de que «su rehabilitación es posible, y con trabajo, encontrará una casa adoptante apropiada para él». Ella se opone de manera tajante a su sacrificio.
«Garulo es un perro que lo ha pasado mal en la vida, es cierto que tiene miedo de algunas personas, pero está haciendo enormes avances: ya sale a pasear por centros urbanos con gente, e incluso ha aprendido a no reaccionar cuando otros animales le ladran«, cuenta Miriam, que, además, acude a los paseos con Garulo acompañada de su hijo de un año, y cuenta que nunca ha habido problema alguno. «Todo lo contrario, más bien es Garulo quien cuida del bebé», dice la educadora.
¿Puede haber algo más detrás del episodio aislado de agresividad de Garulo? Miriam está convencida de que la salud del perro es frágil. «Garulo sufre dolor, y se marea durante los paseos: su salud es delicada para un perro tan joven como él», afirma. «Un veterinario privado le ha examinado, y cree que los mareos pueden deberse a un problema cardíaco o del oído, pero seguimos esperando a que los veterinarios municipales vengan y le proporcionen el tratamiento que Garulo necesita desde hace cinco meses, sin respuesta por el momento», afirma la educadora.
Miriam asegura haber solicitado atención veterinaria continuada al Centro de Acogida de Animales de Barcelona, pero ha sido denegada: «Trabajo con muchas protectoras, y es la primera vez que un centro de animales rechaza colaborar con nosotros y ofrecernos la atención veterinaria que pedimos, y que Garulo necesita», se lamenta, con la sospecha de que el dolor pueda estar retrasando la recuperación de Garulo.
Una investigación de la Universidad Autónoma de Barcelona llega a la misma conclusión. En el estudio La relación del dolor con las agresiones en el perro: 12 casos clínicos, publicado en la revista científica Journal of Veterinary Behavior, el equipo encabezado por el etólogo clínico Tomàs Camps aborda la relación que tienen el daño y el sufrimiento con la agresividad en el perro, y concluye que la relación es más que estrecha. «Existen multitud de patologías que pueden inducir, o agravar, un problema de agresividad. Pero, entre ellas, el dolor es especialmente importante», afirma Camps.
Durante estos cinco meses, Garulo ha recibido la visita de una decena de voluntarios del centro de acogida, preocupados por el futuro de su amigo perruno.
Los grandes avances sociales de Garulo explican que su educadora esté convencida en que la recuperación del perro es posible. Es más: Miriam afirma que, con tiempo y cariño (¿quién no?), Garulo podrá entrar en el grupo de perros adoptables del centro de acogida, porque estará preparado para encontrar una familia adoptante, con experiencia con perros, que sepa cuidarle y darle el amor que necesita.
SALVAR A GARULO: «MATARLE ES INMORAL»
Emma Infante, animalista y presidenta de la asociación FuturAnimal, también ha alzado la voz para salvar a Garulo. Emma reconoce que toda agresión de un perro a una persona (u otro animal) es preocupante, pero también piensa que hay que contextualizarla. «Si una perrera cree que los únicos cuidados que necesitan los animales son pienso y agua, se equivoca. Hay perros que lo han pasado muy mal y que por estrés, dolor y sufrimiento, al no haber recibido el cariño y tratamiento educativo adecuados, pueden malinterpretar gestos o señales enviados por las personas», dice Emma, experta en derecho animal y en bienestar canino.
La presidenta de FuturAnimal recuerda, además, que «el sacrificio de animales está prohibido en Cataluña», y que la perrera sólo podría justificar una muerte por «causa humanitaria» contra Garulo. Es decir, la ley sólo permitiría el sacrificio en caso de que quedara demostrado que Garulo es un animal peligroso irrecuperable, extremo que ni Emma ni Miriam comparten. Emma apostilla: «No hay parte médico independiente que diga que Garulo es peligroso e irrecuperable, ni informe que demuestre que su reacción normal es la agresividad; todo lo contrario.»
Garulo continúa en La Masía, a la espera de que el centro decida su futuro. Garulo sabe que cuenta con el apoyo de los voluntarios del centro, de sus amigos humanos que lo visitan para jugar y acariciarlo.
«Seamos serios: si Garulo fuera peligroso e irrecuperable, nadie lo sacaría de paseo con un bebé de un año, como hace su educadora; y nosotros seríamos los primeros en pedir su eutanasia para no confinarle a una jaula el resto de su vida, con el sufrimiento que eso implica», asegura la presidenta de FuturAnimal. «Garulo puede recuperarse con la educación apropiada, y lo demuestra cada día. Matar a Garulo sería sencillamente inmoral», zanja.
Emma pide paciencia al Ayuntamiento de Barcelona. Sus técnicos de bienestar animal, por su parte, explican que «el seguimiento de Garulo lo hace un etólogo y veterinario del centro de acogida de animales», y que serán ellos los que decidan si Garulo es irrecuperable. Por eso, Emma pide también al equipo veterinario y etólogo municipal tiempo para permitir a Miriam y su equipo terminar su programa de educación; que tomen en cuenta su opinión independiente, contraria al sacrificio de Garulo, antes de tomar una decisión.
En otras palabras: que se sumen al proceso en marcha para ayudar a Garulo a vivir, por fin, feliz.

* Actualización: La perrera de Barcelona no sacrificará a Garulo, miles han firmado para salvarle