Se nos ve el plumero Se nos ve el plumero

"La libertad produce monstruos, pero la falta de libertad produce infinitamente más monstruos"

Entradas etiquetadas como ‘pedro jota ramirez’

¡Resurrección! Pedro Jota busca el centro

No se si, después de varios días sin periódicos impresos, estoy confundiendo deseos con realidad. La verdad es que hoy me ha sorprendido El Mundo en su página editorial. Copio y pego los dos comentarios. El titular del primero basta para creer en los milagros del domingo de resurrección o, como se llamaba antes, de la «pascua florida»:

SOLO UN PP MAS CENTRISTA PODRÁ DERROTAR A ZAPATERO

Del segundo editorial apunto el último párrafo donde Pedro Jota Ramírez pide que Rajoy y Zapatero vuelvan al consenso:

«Si ellos -Suarez y Carrillo, que venían de mundos tan distintos- fueron capaces, ¿por qué no Rajoy y Zapatero?

Ya me dirán si aquí no hay milagro encerrado.

EDITORIAL de El País

Amarillismo y política

08/04/2007

De ampulosa teoría de la conspiración a simple bulo o culebrón sensacionalista: éste es el resumen de la colusión de intereses políticos y periodísticos que durante tres años ha tratado de sabotear la instrucción del sumario por los atentados del 11 de marzo, y que ahora intenta hacer otro tanto durante el desarrollo de la vista oral del juicio. La historia universal de la prensa amarilla, tan cercana a la de la infamia, contiene capítulos similares al que se ha escrito en España alrededor de los trenes de la muerte, haciendo desfilar una galería de episodios y de personajes dignos de las comedias bárbaras. En Estados Unidos y otros países europeos se publicaron no pocos artículos, e incluso algún libro de supuesta investigación, negando que un avión se estrellara contra el Pentágono durante la mañana del 11 de septiembre; hoy nadie los toma en serio. En casos como éstos resulta improcedente invocar la convicción de que tarde o temprano la verdad acaba resplandeciendo; basta con decir que el destino de los delirios es desvanecerse.

Cuestión diferente es la actitud mantenida por el Partido Popular, tal vez sin equivalente en ningún país democrático. Mientras ocupó el Gobierno en funciones, durante las semanas posteriores a la matanza, el PP hizo lo que debía hacer, aunque al mismo tiempo dijo lo que no debía decir. Gracias al hecho incontestable de que no faltó a sus deberes al frente del Ejecutivo, aunque los envolviera en una mentira de Estado que los ciudadanos castigaron con la máxima severidad, la Audiencia Nacional puede celebrar hoy el juicio por el mayor atentado terrorista cometido en Europa.

Pero lejos de enorgullecerse por lo que hizo bien -identificar y detener a los yihadistas que perpetraron la matanza-, el PP persiste en enfangarse en cuanto hizo mal -mentir con fines partidistas y electorales-. Un diputado popular, Jaime Ignacio del Burgo, ha llegado a valerse de su posición oficial para intentar instruir un imposible sumario paralelo al de la Audiencia, entrevistándose con detenidos y aireando en los medios de comunicación sensacionalistas el resultado de estos encuentros. La declaración judicial de quien era jefe de la Policía en el momento de los atentados, Agustín Díaz de Mera, amparándose en una cláusula que, como el derecho a no revelar las fuentes, está pensada para los periodistas y no para los responsables de la Administración, ha puesto de manifiesto la insalvable distancia que existe entre diseminar sospechas a través de una emisora y confundir a un tribunal.

Estos comportamientos no han sido en ningún momento desautorizados por la dirección del PP; antes por el contrario, les ha dado un respaldo más o menos expreso en función de la coyuntura y de sus intereses. El culebrón en torno al 11 de marzo enfrenta a los ciudadanos con dos realidades diferentes, y que deberán ser solventadas alguna vez. Una cosa es que hasta ahora no se haya establecido en España una clara demarcación entre la prensa sensacionalista y la prensa de referencia; otra distinta, que una fuerza política adopte los métodos de la prensa sensacionalista y pretenda valerse de ella para recuperar lo que le negaron las urnas.

FIN

Sobre el tontaina y la burla

Javier Marías en El País semanal

04/04/2007

En una carta enviada por el Portavoz de un determinado Comité Nacional, muy crítica con mi artículo de hace tres semanas «Los derechos confusos», ha habido una frase que me ha preocupado, no sólo por venir de alguien con responsabilidades públicas, sino porque la idea subyacente no es la primera vez que me la encuentro y temo que, incomprensiblemente, esté arraigando en parte de la sociedad. «? Habla sobre los derechos confusos aunque no contribuye gran cosa a clarificarlos», decía esa frase referida a mí, «y se otorga a sí mismo el derecho a burlarse de instituciones que son de todos como el Instituto de la Mujer o el Ministerio de Sanidad ?» Es esta última parte la que me ha dado escalofríos.

Ni yo ni nadie nos podemos «otorgar», o arrogar, un derecho que ya tenemos, englobado en el más amplio a la libertad de expresión, de opinión, de crítica y hasta de sátira. Que alguien, por tanto, me reproche que me «otorgue a mí mismo» un derecho que ya poseo, como cualquier otro ciudadano, indica que ese alguien no lo cree así, que lo poseamos. No lo poseímos los españoles, efectivamente, durante los casi cuarenta años de la dictadura franquista, pero ésta, por suerte, quedó atrás hace ya más de treinta. A ese alguien, además, le parece mal que, no teniendo ?según él? ese derecho, me atreva a tomármelo, sobre todo para «burlarme» de instituciones «que son de todos». Me permito recordar que mis burlas consistían en la expresión «el siempre tontaina Instituto de la Mujer» y en incluir a la Ministra Salgado en una breve relación de personas a las que, en evidente tono de guasa, comparaba con «los cristianos re-nacidos, los cuáqueros, los impulsores de la Ley Seca, el Santo Oficio y el Ejército de Salvación», bien por el celo de su religiosidad extrema, bien por su exagerado puritanismo frente a ciertos «vicios», bajo la coartada no sólo de la salud general sino de la de cada individuo, en la que nadie debería entrometerse si quiere evitar lo que asimismo hizo el franquismo, a saber: tratar a los españoles como a menores de edad por cuya salvación (moral entonces, física ahora) el Estado velaba a base de leyes, campañas y prohibiciones. En cuanto a la palabra «tontaina», es sin duda la mejor forma de no llegar a llamar «tonto» a alguien, sino de señalar que bordea la tontuna, ni siquiera la tontería. Tal como se deteriora el uso de nuestra lengua, es normal que mucha gente no distinga apenas los ricos matices de que aquélla es capaz, pero eso ya no es culpa mía. Baste insistir en que no es lo mismo un tonto que un tontaina que un tontín que un tontuelo que un tontaco que un tontazo que un tontorrón que un tonto del haba que uno de remate que uno del culo, por seguir con ese adjetivo.

Pero aún más llamativo es el blindaje que la carta en cuestión pretendía hacer de las instituciones «que son de todos». Según el remitente, de esas menos que de ninguna se podía uno burlar. ¿Y por qué? De acuerdo con eso, tampoco nos podríamos burlar del Gobierno, del Presidente y sus Ministros, de los parlamentarios (tan proclives ellos a la rechifla), de los alcaldes a menudo corruptos, de los Consejeros autonómicos, de la Empresa Municipal de Transportes, de la Renfe, del Consejo General del Poder Judicial, del Ejército, de la Policía ni seguramente de los bomberos. Tal vez todas esas instituciones sean «de todos» en abstracto y en vacuo. Pero lo cierto es que de ese modo no existen jamás en la práctica: están siempre ocupadas por personas concretas que las tienen en mero usufructo, hasta que sean destituidas por sus respectivos superiores o desalojadas de sus cargos por el voto de los ciudadanos. Y la actuación de esas personas concretas ?de sus instituciones, por tanto? no sólo es criticable, sino que, precisamente por su propio carácter público, al servicio «de todos», está sujeta a mayor escrutinio y control que la de cualquier organismo o individuo particular. Por seguir con el ejemplo que puse en aquel artículo, lo que en mi casa hiciera un hipotético club de fumadores ateos no atañería más que a sus miembros, mientras que sí atañe a todo el mundo lo que hagan o digan los funcionarios públicos, obligados, en consecuencia, a encajar y soportar las críticas o burlas de cualquiera y a rendir cuentas.

Bajo todo esto, sin embargo, late algo más grave: la creciente creencia de que nadie debe ser criticado por nada, de que censurar a las personas y las conductas equivale a ser «intolerante». No digamos a las religiones e ideologías y nacionalismos, a los medios de comunicación y hasta a los partidos políticos. Alguno de éstos se pasa la vida insultando histéricamente, y los locutores de cerebro gallináceo a los que me referí también hace tres domingos, nos despiertan o duermen a diario con improperios o arbitrariedades megalomaniacas. Pero luego tienen la piel tan fina que en cuanto se les roza a ellos se soliviantan y se asemejan a esos personajes chuscos de Forges que exclaman dolidos: «Huy, lo que me ha dicho». Conviene atajar esta tendencia a la intocabilidad cuanto antes, y recordar que, en una sociedad libre, todos somos criticables y posibles objetos de burla. Conmigo, desde luego, y con otros compañeros de este periódico, no se suelen tener miramientos.

FIN

¿Halaga El Mundo a Zapatero?

¿Hay algo peor que un halago? Sí, un halago crítico. Y esto es lo que, a mi juicio, ha hecho Pedro Jota con la foto dedicada a Zapatero en portada con el título:

El presidente, un hincha de Segunda

Esta noche salí de 20 minutos a toda prisa (tenía dos cenas a la vez) y apenas tuve tiempo para analizar, como de costumbre, los titulares de portada.

Corté y pegué los artículos que me habían llamado la atención pero ni siquiera me fijé en las fotos de portada.

Un lector (Joseph Ringo) me acaba de abrir los ojos, al llegar a casa, con este comentario:

¿Y no comentas nada de la foto de portada de El Mundo?

«Zapatero, presidente de segunda» 😀

lo dijo Joseph Ringo · 26 Febrero 2007 | 10:16 PM

Llevo algún tiempo con la mosca tras la oreja.

1.- Tengo la impresión de que Pedro Jota ve agotadas sus fuentes (o charcos) sobre ETA en el 11-M.

2.- Ve cada día más lejos una eventual victoria electoral de su protegido Mariano Rajoy y más lejos aún un regreso triunfal de su protector José María Aznar.

3.- Ha observado algunos recientes titulares y editoriales de El País nada cariñosos ni entregados (como solían) a Zapatero e incluso a Rubalcaba. ¿Quién lo hubiera dicho?

4.- Los éxitos de la Sexta, nueva cadena de TV concedida por el Gobierno Zapatero a sus presuntos amigos de Globomedia y Mediapro, no le están haciendo ninguna gracia a Prisa, El País, Sogecable, La Cuatro, etc. y otras empresas de Jesús de Polanco.

5.- El Mundo es la nave capitana del nuevo imperio de prensa de Rizzoli en España, tras haber comprado recientemente el Grupo Recoletos (Marca, Expansión, etc.). Pedro Jota Ramírez podría liderar este nuevo grupo en construcción para equipararse al de El País.

6.- Alianzas tácticas entre Rizzoli y La Sexta no serían de extrañar, para enfado de El País.

7.- Nuevos guiños cariñosos de José Blanco y de Zapatero hacia El Mundo (de hecho no se pierden ninguno de sus saraos) podrían prodigarse antes de las elecciones, provocando nuevos celos o pelusilla en el grupo Prisa, más amigo de Felipe González que de Zapatero.

Decía Maquiavelo -creo recordar, aunque no textualmente- que:

«los enemigos de mis enemigos son mis amigos».

En este contexto de cambios sutiles y zigzageantes en la escena mediatica, el respetable puede salir temporalmente confundido. Claro que siempre se puede ir marcha atrás, tras un bombazo informativo, o el simple aviso del mismo, del Grupo Prisa. Quizás, por eso, me ha llamado la atención el comentario afilado de Joseph Ringo sobre la foto de primera página de El Mundo.

A primera vista, por su titular, parece una foto crítica. Pero esa foto es muy halagadora: Zapatero, en su salsa, con los de su pueblo, con amplia sonrisa, y rodeado de rostros extraordinariamente complacientes y alegres. Se nota que allí le quieren. ¿Y quién no está gusto en su pueblo?

La foto, definitivamente tan humana, creo que es muy positiva para Zapatero.

Más aún, una lectura atenta del texto, bastante educado y mesurado para las prácticas habituales de Pedro Jota, nos indica la carga de apoyo que encierra a favor del presidente:

«…no es un presidente como los demás…»

«…fiel a su tierra…»

«…dió suerte a su equipo…»

etc. etc.

Y debajo de la foto-noticia, el titular, a dos columnas, arranca con un:

Zapatero aprecia…

Ese verbo («aprecia«) creo que es la primera vez que se atribuye en El Mundo al sujeto Zapatero ,.

Lo dicho: aquí pasa algo.

Atentos.

Zapatero no debe olvidar que «el halago debilita«. Felipe González lo olvidó y le salió caro. El presidente debería contratar -como hizo Julio César– a un crítico profesional para que le susurrara permanentemente al oído que no es un ser divino sino que es un ser mortal, que es hombre.

Y aún así debería andarse con cuidado con los halagos envenenados de Pedro Jota. No presagian nada bueno. Y si no, al tiempo.

¿Defiende El Mundo a los acusados por el 11-M?
Pruebas falsas de un abogado para implicar a ETA

Debo reconocer que si el diario El País me aburre, el diario El Mundo me cabrea. No lo puedo disimular. Con Pedro Jota me cuesta practicar la «taqiyya» (simulación) de nuestros antepasados musulmanes de Al Andalus.

Ultimamente, El Mundo también me sorprende. Hace algún tiempo, llegué a pensar que podría ser capaz de predecir algunos titulares del gusto de Pedro Jota, pero ahora veo que su fantasía y su capacidad para retorcer la realidad (¿mi realidad?) son inagotables.

No podría competir profesionalmente con él, porque compruebo que el ventajista lleva escondida una herradura dentro del guante. Así cualquiera. Yo no puedo competir con esas armas en combate tan desigual. Me creo incapaz de traspasar los límites éticos que me enseñaron mis padres, sin incurrir, al menos, en un enorme coste sicológico por el remordimiento.

A lo que vamos. Prácticamente todos los titulares de portada de El Mundo sobre el 11-M (la mayoría están arhivados en este blog) parecen estar destinados a defender a los islamistas, acusados de cometar la terrible matanza, y a dirigir las sospechas hacia ETA, la policía, el Gobierno y, de paso, hacia los jueces y fiscales encargados de la instrucción del sumario.

¿Por qué?

¿Cual es la intención de Pedro Jota?

¿A quién beneficia su empecinada y extravagante posición?

A menudo encuentro comentarios y mensajes de lectores muy respetables de este blog que me piden que me olvide de comparar los titulares de El Mundo con los de El País y que los sustituya por los del ABC o La Vanguardia . Me resisto.

El Mundo no es de mi agrado (en este blog no soy equidistante, ni lo prentendo), pero es importante saber lo que dice, nos guste o no, porque es el segundo diario de pago más leído de España, después de El País.

(Ya se sabe que, contando gratuitos y de pago, y aunque esté feo que yo lo diga aquí, 20 minutos es el diario más leído de España con gran diferencia sobre El País, al que le damos una vuelta, y sobre El Mundo, al que le damos dos vueltas. Fin del corte publicitario).

El titular que ha puesto hoy Pedro Jota, por ejemplo, parece una retorcida y extremadamente peligrosa columna salomónica.

Sus amigos ven a «El Tunecino» como un fanático «sin nivel» para montar el 11-M

Este repulsivo titular tiene mucha miga y no poca mala leche. Es inteligente, no hay duda, pero también es malvado. Refuerza directamente la piedra angular sobre la que descansan todas las teorías conspiratorias conocidas hasta hoy, en cualquier parte del mundo, para explicar a los más simples el porqué de una gran catástrofe.

La explicación dada por los científicos al comportamiento de los creyentes en las teorías conspiratorias es convincente:

«creen que a grandes efectos deben corresponder grandes causas»

A mucha gente le cuesta creer que unos «moros» desarrapados y «sin nivel» puedan causar la muerte de 191 personas y producir casi dos mil heridos. O derribar las Torres Gemelas de Nueva York. O matar al presidente Kennedy. Las teorías conspiratorias generadas por estos y otros casos similares tienen este denominador común:

no se aceptan causas pequeñas, insignificantes, para catástrofes descomunales como las descritas

.

Por tanto, para los más proclives a tragarse las más absurdas teorías conspiratorias, tiene que haber algo más, aunque esté muy escondido, de tamaño equivalente al de la tragedia que ocasiona.

Cuando Pedro Jota destaca en su gran titular de portada que El Tunecino era una fanático «sin nivel» para montrar el 11-M» está alimentando precisamente el núcleo esencial, la piedra angular, de su teoría conspiratoria. Y su feligreses más simplones se la tragan como si nada.

Entendemos y aceptamos el desastre del sunami o de la erupción de un volcán, causados por el rugido terrorífico del centro de la Tierra.

Grandes causas para grandes efectos

Pero a muchas personas, incluso cultas, les cuesta mucho aceptar que un asesino miserable, o un grupúsculo de ellos, puedan estar capacitados (tener «nivel«) para matar a un gran personaje, cambiando el rumbo de la historia de Estados Unidos, o a doscientos ciudadanos que viajan en tren, provocando el cambio de Gobierno en un país como España. Y están dispuestos a tragarse ruedas de molino, siempre que éstas sean de un tamaño tan descomuncal como la catrástrofe que tratan de atribuirle los Pedro Jotas de turno.

Para competir en interés y espectacularidad con estos titulares-dogmas de El Mundo, El País no tiene nada que hacer. Tiene la batalla perdida de antemano. Las huestes de Polanco deben abandonar la competición con El Mundo por el interés, la sorpresa o la espectacularidad y concentrarse más en ganar la batalla de la credibilidad.

Eso es, precisamente, lo que intentamos hacer nosotros, de buena fe, en 20 minutos, y con la ayuda impagable de nuestros lectores y comentaristas.

Ahí va un gran artículo del profesor Elorza. Largo, pero interesante. Perece escrito para los lectores de este blog. Si no me creen, hagan la prueba: leánlo.

Guerra de palabras

ANTONIO ELORZA en El País

21/02/2007

Uno de los reportajes más famosos en la historia del periodismo durante la Segunda República fue el realizado por Ramón J. Sender sobre la matanza de anarquistas en Casas Viejas para el diario La Libertad. El valor de la serie de artículos no se ve alterado, pero su significación política sí, al tener en cuenta que el periódico republicano era a la sazón propiedad de Juan March, y que por consiguiente resultaba de la máxima utilidad servirse del suceso para atizar un fuego en el cual ardiese el Gobierno presidido por Manuel Azaña. Otro tanto sucedía con el diario izquierdista La Tierra, en cuyas páginas colaboraban anarcosindicalistas y comunistas cargando un día tras otro contra el régimen, debidamente subvencionados por la derecha monárquica para tan santa labor. Los ejemplos pueden multiplicarse, y no sólo en la década de los años treinta. Aún están frescos los casos del afectuoso tratamiento dado por la prensa conservadora a Julio Anguita, un hombre de bien en la izquierda por cuanto impedía toda alianza electoral con el PSOE, o, en el campo opuesto, y ya en fecha muy reciente, las facilidades otorgadas al primer mediocre que se muestre dispuesto a embestir contra todo aquel que se atreva a ejercer la crítica del Gobierno.

La comprensión de la prensa, especialmente en tiempos revueltos como el actual, requiere algo más que una lectura atenta y el consiguiente análisis de contenido sobre editoriales y artículos de opinión. Hay que mirar al otro lado del espejo, para saber qué imágenes de la realidad ofrece por sí mismo ese espejo, y con frecuencia para evitar que tomemos las deformaciones por representaciones veraces. Cierto que demasiadas veces la tarea se torna imposible, bien por acumulación de obstáculos, bien por escasez de datos. Así, resulta difícil entender por qué, si nos atenemos a la identidad de sus defensores, la OPA de Gas Natural sobre Endesa era progresista, y en cambio la resistencia de los eléctricos, retrógrada. Desde que se ha consolidado, es un decir, el Estado de las autonomías, quedan en la sombra las razones de determinadas tomas de posición en éste o aquel diario sobre asuntos que las conciernen. Al margen de los alineamientos políticos, cabe sospechar que los recursos a disposición de las comunidades autónomas pueden intervenir, lo mismo que sucede a escala internacional con el oro de Arabia Saudí, pero no hay periodismo de investigación que sea capaz de hincarle el diente a semejante materia. Pensemos en el escándalo cuidadosamente tapado de la recalificación de los terrenos de la Ciudad Deportiva del Real Madrid, con la consecuencia de unos monstruos sobre el perfil urbano de la capital que deberían ser llamados para la posteridad Torre Beckham, Torre Ronaldo, o cosa parecida, con otros tantos ceros sobre sus últimos pisos que tendrían la función de dejar huella indeleble del total fracaso deportivo registrado en el mandato de Florentino Pérez. Por cierto, la absoluta nulidad del financiero en su gestión deportiva del equipo blanco, ocupado como estaba en la venta de camisetas, pasó prácticamente desapercibida para los grandes medios. Para entenderlo, los estudiantes de periodismo tienen que acudir a la lectura de Quevedo, y en particular a su «Poderoso caballero es don dinero…».

En una palabra, la línea política y económica de periódicos, radios y televisiones en España requiere, para ser entendida, un esclarecimiento que se nos escapa acerca de las redes de intereses políticos y económicos que modulan el contenido de la información. Eso sí, hay casos en que lamentablemente todo es tan claro como inexplicable: pensemos en el papel del vértice de la Iglesia católica a la hora de movilizar las conciencias contra el Gobierno y no sólo contra su laicismo, vía Cope y empresas asociadas. Pero es la excepción que confirma, por demasiado visible, una regla de opacidad.

Para quien observa el fenómeno desde el exterior en España, estando no obstante en condiciones de apreciar sus manifestaciones más significativas, lo que Umberto Eco llamó un día «la estructura latente» de la información, se presenta como la articulación de un trabajo profesional bien realizado de cientos de periodistas que recopilan, ordenan y transmiten los datos de la información, y, por encima del mismo, un entramado piramidal que interviene sobre el resultado de la labor anteriormente descrita para conferir al producto el sesgo ideológico deseado. Tanto en la prensa, como en la radio o en la TV, por los resultados puede intuirse la presencia de una trama de técnicos de la comunicación, a quienes no sería impropio calificar de comisarios políticos, encargados de encontrar un titular que disminuya el impacto de una noticia adversa, resalte un día tras otro un mensaje que a pesar de ser falso debe quedar grabado en la cabeza de los lectores -tal es la regla de oro en las campañas de intoxicación sobre el 11-M y la pista etarra-, o eche tierra sobre una noticia incómoda. Es lo que en una vieja canción del mejor de los grupos revolucionarios chilenos, los Quilapayún, era expresado aludiendo al trato dado a la noticia de la muerte de un trabajador: «Se destina cuarta plana, letra chica, y a un rincón». Un examen cuidadoso de la prensa madrileña para los últimos meses nos permitiría comprobar hasta qué punto es alcanzado un virtuosismo en la presentación de la noticia que hace que el mismo suceso pueda sugerir de inmediato interpretaciones opuestas entre sí, desde los titulares a las notas en apariencia más inocuas, pasando por la jerarquía establecida en primera plana entre temas en apariencia dispares, como pueden ser el procesamiento de un político en Euskadi y un asunto de corrupción. El deber de la polémica impone su ley.

Nada tiene de extraño que semejante clima afecte a los artículos de opinión y no sólo reflejen esa deriva maniquea, sino que jueguen con excesiva frecuencia el papel de amplificadores. Ciertamente, cabe registrar importantes diferencias entre uno y otro sector de opinión. Lo que representan las opiniones vertidas en Libertad Digital y en general por los medios de la Cope no tiene contrapartida en el área gubernamental. La voluntad pertinaz de descalificar brutalmente y destruir la imagen del adversario les singulariza en este poco grato escenario. De ahí el acierto de quienes se han negado a compartir la recepción pública de un premio con alguien cuyo discurso desborda día a día los confines de la opinión democrática. Pero la tendencia a la exageración sí es un denominador común. En estas mismas páginas, tras un canto a las excelencias del procedimiento mediante el cual fuera adoptado el Estatuto catalán, olvidando como era de esperar que el bajo porcentaje de votantes registrado hubiera invalidado el referéndum en otros países democráticos, se proclama por un excelente constitucionalista que un rechazo de fondo a dicho Estatut por el Tribunal Constitucional supondría nada menos que un «golpe de Estado». Como si la democracia consistiera en alcanzar una solución favorable a determinados fines, y no en un procedimiento para alcanzar soluciones dentro de un marco jurídico previamente fijado, con independencia de que nos satisfagan o no, e incluso de que sus consecuencias políticas resulten o no beneficiosas. La inconstitucionalidad de capítulos importantes del Estatuto catalán supondría sin duda un problema muy grave: nada tiene que ver con la regularidad del proceso político mediante el cual fue alcanzado el texto hoy vigente. La advertencia sería aplicable a la totalidad de temas de actualidad en los cuales, desde la inculpación de un político al caso De Juana Chaos al acatamiento a las decisiones de los jueces, viene seguido inmediatamente de su descalificación en el caso de que aquéllas disgusten al emisor de la opinión, con excesiva frecuencia un político de relieve. Las idas y venidas en torno al llamado «proceso de paz» no han hecho sino llevar este problema hasta una situación límite.

Ahora bien, ante este estado de cosas, la existencia de un denominador común en muchos comportamientos no debe sugerir la equidistancia. La comparación entre las dos grandes manifestaciones contra el terrorismo basta para comprobar hasta qué punto la iniciativa de la agresividad pertenece a la oposición conservadora. No estamos en una coyuntura parecida a la del 36 bajo ningún concepto, pero el hecho de esgrimir un bosque de banderas nacionales contra el presidente del Gobierno, bajo el patrocinio del Partido Popular, es ya en el plano simbólico un hecho de extrema gravedad. Casi nada, empero, si se confirma la tendencia registrada en la prensa filopopular durante esta fase preliminar del juicio del 11-M. El más pesimista no podía imaginar los esfuerzos desplegados desde el primer momento para sugerir que la instrucción fue un fracaso técnico, llegando hasta el punto de refrendar la validez de las respuestas de los acusados, saludando sus protestas de inocencia y destacando en titulares lo bien que resisten a la presión de los interrogatorios, sin dejar nunca de insistir sobre el tópico de que la citada instrucción está plagada de lagunas. Los voceros del islamismo radical deben estar agradecidos a unos líderes de opinión que parecen empeñados en exculpar por todos los medios a Al Qaeda de lo sucedido el 11-M.

Sólo que en sus réplicas el Gobierno parece muy satisfecho con semejante exasperación, fruto de la deriva extremista que cobra fuerza en el partido de Rajoy (¿de Rajoy?). Nada justifica en la vida económica y social de España semejante oleaje de superficie, que en muchas de sus formas de expresión viene a decirnos que siguen vivos los odios de una guerra muy lejana en el tiempo. Toca, pues, a José Luis Rodríguez Zapatero y a su Gobierno, incluido el nuevo ministro de Justicia, tomar la iniciativa para que ese estúpido incendio del resentimiento no siga propagándose. En términos futbolísticos, jugando al fuera de juego y evitando ir una y otra vez al choque.

Antonio Elorza es catedrático de Ciencia Política. FIN

Juicio por el 11-M: Pedro Jeta habla de ETA pero no de islamistas

Como en este blog las notas las pongo yo, a Pedro Jota le doy hoy un suspenso en Periodismo de primer curso. Y ya me parece una nota alta.

El País titula a 5 columnas:

Arranca el juicio por la mayor matanza del terrorismo islamista en Europa

Y en su texto de portada habla seis o siete veces de los terroristas islamistas, de Al Qaeda, de El Egipcio, etc.

El Mundo dedica al juicio del 11-M un recuadrito a una columna con este título tan rimbombante para ese minúsculo espacio:

Guía para seguir el juicio más importante de la Historia de España

Manda, en cambio, a 4 columnas con este titular relacionado con el juicio:

El nivel de DNT indica que el explosivo de los trenes es diferente del resto

Lo que ya no sorprende a nadie cuerdo es que en toda la primera página de El Mundo, en el día en que comienza el «juicio más importante de la Hisotia de España», según Pedro Jota, no hay ni una sola mención a los acusados, ni a los terroristas islamistas, ni a Al Qaeda, etc. Nada de nada. Solo se menciona «el Titadyn que ETA robó en Plevin»

Es el colmo de la falta de profesionalidad, de la mala fe o de la estulticia. Que elija el lector.

—-

Cuando yo trabajaba en la tele, a estas imagenes nunca se les ponía un texto tan obviamente descriptivo como el que utiliza Pedro Jota para titular su foto de portada:

Zapatero no se aparta

Es posible que el director del El Mundo haya querido hacer una gracia pueril, muy del gusto de algunos de sus lectores. Para otros, la foto de portada podría afender su inteligencia.

En la tele, a esa combinación obvia de imagen y texto la llamábamos «patata, patata». Nos recuerda a esos cuadros en los que aparece un gallo pintado y el titulo del cuadro es, simplemente, «Gallo». Pero en el caso de El Mundo, el texto explica además el pretendido doble sentido de la imagen para ayudar a quienes no lo hayan entendido a la primera.

Zapatero y Pedro Jota, a oscuras

En lugar de leer los diarios de pago, hoy me fui al cine.

Me estoy aburriendo y cansando un poco con el estado de crispación de la política nacional y, después de una semana cargada de trabajo (aunque el Consejo de 20 minutos nos salió estupendamente), decidí darme un baño de nostalgia y me fui a ver «Bobby». Es un buen reportaje sobre algunas personas que coincidieron en el Hotel Ambassador con el senador Bob Kennedy aquel fatídico día de junio de 1968 cuando le disparaon mortalmente en las cocinas.

Al llegar a casa, aún con la resaca de idealismo progresista que me inyectó la película, me encuentro ahora con la foto del presidente Zapatero en el centro de la portada de El Mundo, bajo un titular en positivo a cuatro columnas. No salgo de mi asombro. Lo he dicho en los últimos días: aquí pasa algo.

La foto, como pueden ver, está un poco oscura, pues está tomada durante los cinco minutos del apagón de ayer en el Teatro Real de Madrid. Me puse las gafas y comprobé, con estupor, que el personaje que está a su lado, escuchándole solícitamente, es nada menos que Pedro Jota Ramírez, el director de El Mundo y el hombre que, por tanto, decidió ponerse a sí mismo en el centro de la foto y también de esta portada tan singular. Desde luego, Pedro Jota no pierde ripio.

No critico la asistencia del presidente del Gobierno a la celebración del número 100 de La Aventura de la Historia que dirige, y muy bien, nuestro colega David Solar. Destaco solamente el ridículo que hace el director del diario al ponerse a sí mismo en el centro de su portada junto a Zapatero. Solo le encuentro un atenuante: que ambos están a oscuras. Quizás, no solo en la foto.

El alarde gráfico y tipográfico dedicado a Zapatero -y que , a mi juicio roza la adulación- sirve quizás para envitar otras noticias sobre la corrupción en el PP que El País sí lleva en su portada:

La corrupción deja en suspenso todo el plan urbano de Andratx

o bien

El juez cita como imputado a Villalonga por el vaciamiento patrimonial de Sintel

Guardaré aquí para leer mañana estos artículos y editoriales de hoy, que sólo he visto por encima y me interesan. Feliz fin de semana.

Conllevancia o autodeterminación

JUAN-JOSÉ LÓPEZ BURNIOL en El País

02/02/2007

Me impulsa a publicar este artículo el que un punto esencial del problema vasco, pese a ser evidente, no suele reconocerse. Mi idea es ésta: la reivindicación de fondo que hoy plantean los nacionalistas vascos es el reconocimiento del derecho a la autodeterminación de Euskadi, por lo que cualquier negociación que se inicie con ellos no podrá eludir este tema. La independencia es -aunque no se diga- el horizonte de todos los nacionalistas. Para un nacionalista -defensor del principio de que cada nación ha de tener su propio Estado- todo sucedáneo de la independencia anhelada no es sino un coitus interruptus. Hace más de veinte años, un colega de Bilbao me describió la situación de su tierra de un modo muy expresivo: «Entre los nacionalistas, los dirigentes son independentistas, pero saben que no puede ser; los militantes son independentistas, pero no saben que no puede ser; y los votantes están en un vaporoso estado de exaltación cordial en el que cabe todo».

Ahora bien, hoy no puede mantenerse que los dirigentes nacionalistas sigan viendo imposible la independencia de Euskadi. Las circunstancias internacionales han cambiado, cierta erosión de los viejos Estados a resultas de la globalización es evidente y, sobre todo, un cuarto de siglo de hegemonía nacionalista ha provocado un distanciamiento sentimental progresivo entre parte del País Vasco y el resto de España, que hace muy difícil pensar en proyectos compartidos e intereses comunes. Los intereses se ven distintos cuando no contrapuestos, por lo que, aun cuando puedan concertarse, no dejan de sentirse como diversos. ¿Cuántas veces hemos oído a dirigentes nacionalistas que los únicos intereses por los que se sienten concernidos son los particulares de Euskadi, haciendo caso omiso de los generales de España? Pero un Estado -también un Estado federal- es, recordémoslo, un ámbito donde el interés general de todos sus miembros prevalece en algunas materias sobre el particular de cualquiera de sus partes. En otro caso, no hay Estado sino todo lo más confederación de Estados.

Así las cosas, ¿qué opciones tiene hoy la España que se siente española a la hora de afrontar el problema vasco? Sólo dos, basadas ambas en el mismo presupuesto, a saber: que el Estado autonómico fruto de la Constitución, desarrollado con coraje y vigor hasta convertirlo en un auténtico Estado federal, es el único marco -no inmutable, sino modificable según sus propias reglas- que la nación española acepta como base de su proyecto común. Pues bien, sobre la base de esta estructura autonómica devenida federal, las dos opciones existentes frente a la perenne reivindicación nacionalista vasca son éstas:

Primera. Conllevar el problema -tal y como aconsejaba Ortega, refiriéndose a Cataluña- sin pretender solucionarlo. Dejar pasar el tiempo. Hay quien sostiene que existen dos clases de problemas: los que se resuelven solos y los que resuelve el tiempo. En esta línea y ciñéndose al ámbito vasco, se ha dicho por un conocedor del tema que ETA nunca será derrotada, pero se extinguirá con el tiempo. Por consiguiente, el camino a seguir sería modificar la Constitución en la medida precisa para desarrollar el Estado autonómico, hasta convertirlo en un Estado federal homologable y efectivo. Para ello sería preciso el acuerdo de los dos grandes partidos españoles, abierto a la participación constructiva -no sólo a la simple adhesión- de los demás partidos dispuestos a prestarla. Y hecho esto, clavar los pies en la arena, aguantar, aplicar la ley hasta el extremo -observata lege plene- y esperar a que escampe.

Segunda. Afrontar el problema vasco en busca de una solución pactada con los nacionalistas, lo que implicaría necesariamente admitir que este contencioso se concreta, para éstos, en el reconocimiento del derecho a la autodeterminación de Euskadi. Todo lo demás son paños calientes. Intento justificar lo que digo.

El problema vasco sólo tiene dos salidas: o Estado federal o secesión. No existe una fórmula intermedia de tipo confederal. Ésta quizá podría ser satisfactoria para Euskadi, pero no para España, no sólo porque su probable extensión a más autonomías provocaría la destrucción del Estado, sino por una simple cuestión de intereses: ¿qué ganaría España con ello? Sólo introducir un factor de desestabilización permanente. Por consiguiente, de persistir hasta hacerse insoportable la reivindicación nacionalista vasca, el interés de España -insisto, el interés de España- pasaría porque Euskadi decidiese de una vez entre la federación o la secesión.

Lo insostenible, como afirma Stéphane Dion, es utilizar permanentemente la amenaza de la secesión como un medio para obtener un estatus especial, o para conformar bilateralmente con el Estado el alcance y los límites de la federación, pues la fijación del alcance y de los límites del Estado federal corresponde a todos los ciudadanos por igual y ha de ser objeto de un consenso constitucional.

A la luz de cuanto antecede, es fácil entender lo sucedido en el reciente y frustrado proceso de paz. En los tratos preliminares que preceden a toda negociación, ambas partes eludieron entrar en concreciones y lo fiaron todo a sus respectivas habilidades en la negociación propiamente dicha; pero, cuando ésta se abrió, pronto se vio claro que los etarras iban a por uvas -autodeterminación y Navarra-, mientras que el presidente Rodríguez Zapatero no podía hacer concesiones en este terreno. Y ésta es la historia. No se trataba de aproximación de presos, ni de beneficios penitenciarios. El tema era y es otro: la autodeterminación. Y lo será siempre que se abra el diálogo con los nacionalistas, por lo que jamás se podrá eludir la reivindicación que constituye su razón de ser: la autodeterminación como pórtico de la independencia. Esta realidad debe tenerse muy en cuenta en los días que corren, si se piensa en reanudar la negociación con ETA. Cuantas veces se intente, ocurrirá lo mismo: o autodeterminación o ruptura.

La opción por una de ambas posibilidades -conllevancia o autodeterminación- es una decisión política grave que corresponde tomar al Parlamento español y que le obligaría -si optase por la segunda- a una reforma constitucional que la hiciese viable. Sólo añado que, a estas alturas y para un número incierto de españoles, el único factor que les impide inclinarse -a causa del hastío- por la segunda opción es el destino que aguardaría, en un Euskadi independiente, a la casi mitad de la población vasca que no es nacionalista y se siente más o menos española. ¿Se les puede abandonar a su destino, después de lo que han pasado y pasan?

Vuelven a mi memoria, en este punto, unas palabras de Ralf Dahrendorf, que leí en su libro En busca de un nuevo orden: «El nuevo regionalismo, que suele defenderse con pasión y no pocas veces con violencia (…) es el fruto (…) del deseo de homogeneidad étnica (lingüística, religiosa). Su principio fundamental es la delimitación: hacia fuera, frente a los vecinos ‘extranjeros’; hacia dentro, frente a las minorías ‘extranjeras’. (…). De ahí que, si el intento tiene éxito, los más beneficiados sean los activistas, no el pueblo». Hay que pensar en ello.

Juan-José López Burniol es notario.

Lo peor es que todo quede como está

SOLEDAD GALLEGO-DÍAZ en El País

02/02/2007

Lo peor que nos podría pasar a los europeos en el tema de los vuelos secretos de la CIA, transportando personas secuestradas a países y prisiones donde pudieran ser torturados sin vulnerar las leyes estadounidenses, es que todo quede como está. Que finalmente no se sepa cuál fue el grado de colaboración o de ocultamiento de los gobiernos de los diferentes países de la Unión. No es un tema menor, un fastidio que convenga sacudirse cuanto antes, sino justamente lo contrario: un asunto esencial en el que no es posible mirar para otro lado porque están en juego cuestiones fundamentales: la tortura, la complicidad de las autoridades en la violación de las tan cacareadas soberanías nacionales y en la violación de derechos humanos. Si ahora no somos capaces de hacer frente a este agujero negro, posiblemente en el futuro no seamos tampoco capaces de combatir otros enormes boquetes dentro de nuestras propias y ya muy amplias fronteras europeas.

La realidad es la que es. Hoy por hoy, las instituciones de la UE pueden denunciar y sancionar a un país miembro por enviar a otros calabacines con pesticidas no autorizados, pero no tienen ninguna competencia para sancionar a los gobiernos que hubieran consentido u ocultado el pase por su territorio de personas secuestradas por los servicios de información de EE UU. Ni tan siquiera, probablemente, para sancionar a uno de sus miembros si hubiera consentido temporalmente la instalación en su territorio de una prisión secreta donde torturar a esos secuestrados, como en su momento se dijo de Polonia y Rumania. Los tratados actuales permitirían que la Comisión, el Parlamento Europeo o un tercio de los países de la UE denunciaran a un socio si consideraran que existen riesgos de «violación permanente y de manera grave» de los derechos humanos, pero a la hora de tomar decisiones sobre esos hechos tendrían que ser los jefes de Estado y de Gobierno, (¡por unanimidad!) quienes aprobaran las sanciones.

¿Quiere eso decir que no es posible hacer nada en el caso de las escalas de los vuelos de la CIA, como muchos políticos pretenden hacernos creer? En absoluto. Es cierto que el informe Fava que aprobará próximamente el Parlamento Europeo no tendrá legalmente ninguna repercusión jurídica, pero sí alcanzará un importante eco político. Y lo que interesa ahora, precisamente, es mantener esa presión, no dejar que el tema quede sepultado por otros aspectos de la actualidad mientras se desarrolla algo que sí puede ser decisivo: las actuaciones judiciales en los tribunales nacionales. Por eso es tan importante que el Gobierno español acceda a desclasificar los documentos de que dispone el Centro Nacional de Inteligencia para entregárselos al juez de la Audiencia Nacional que investiga el caso.

De momento, los vuelos de la CIA nos han permitido saber algunas cosas importantes. Por ejemplo, que algunos políticos de los países recién incorporados a la UE tienen todavía una fuerte mentalidad dictatorial y que parecen socios muy poco fiables a la hora de tratar esos asuntos básicos. La intervención del ministro checo de Asuntos Exteriores en la reunión UE-OTAN del 7 de diciembre de 2005 (relatada en parte por este periódico el pasado viernes), da casi miedo, siempre dispuesto a dar por muerto y enterrado al derecho internacional. Claro que produce casi más estupor la de su colega británico, el laborista Jack Straw, con sus simplistas metáforas o la del ministro alemán, Frank-Walter Steinmeier, únicamente interesado en que Condi Rice le diera argumentos para tranquilizar (!) a su propia opinión pública. Tuvo que ser un país ajeno a la UE, Noruega, el que diera un cierto nivel al debate, negándose a poner en duda la vigencia de las leyes internacionales y muy concretamente de las Convenciones de Ginebra que protegen a las personas cuando son capturadas en conflictos o guerras. Su «nadie puede quedar fuera de la legislación internacional» fue quizás el alegato más europeo de la noche.

(Ya sabemos que el ministro español de Asuntos Exteriores no asistió a aquella reunión y que estuvo representado por el secretario de Estado, Bernardino León. ¿Podría informar si hizo uso de la palabra?).

solg@elpais.es

FIN

¿Quién compara al PSOE con los nazis? Pedro Jeta

Una vez se me escapó como errata (escribí Pedro Jeta en vez de Pedro Jota) y lo rectifiqué de inmediato. «Aliquando bonus dormitat Homerus» («Hasta el gran Homero de vez en cuando se duerme»)

Hoy, sin embargo, lo de Pedro Jeta no es una errata. Es una voluntaria y clara referencia a la cara dura y a la frivolidad que luce hoy el director de El Mundo, Pedro Jota Ramírez, a través de su lamentable comentario editorial.

No creo que su miserable comparación entre el PSOE y los nazis (por el trato dispensado por el PSOE al PP y por el que los nazis dieron a los judíos) haga ninguna gracia a los judíos ni a las personas decentes que compran y leen El Mundo.

Maldita la gracia que me hace a mí esta comparación calumniosa de Pedro Jeta o cualquiera semejante que se tome a cachondeo el Holocausto.

¿Habrá perdido nuestro infame ex periodista algún tornillo o es pura estulticia?

Llevo varios días con la mosca tras la oreja. Ayer mismo escribí en este blog que encontré El Mundo más fino que El País; es decir, el mundo al revés. Mi gozo en un pozo.

El Pedro Jota ultramontano ha vuelto a donde solía. Pasen, pasen y lean el editorial de marras. No tiene desperdicio.

También les recomiendo – petición muy acertada de elvizca en el hilo anterior- que lean el artículo de Patxo Unzueta en El País y la carta de Luis García Martín, lector de El País, que voy a pegar a continuación.

Ambos diarios mandan en portada con el mismo tema e, incluso, con casi el mismo sujeto.

¿Dónde está la diferencia?

Sujeto de El País:

Todos los partidos…

Sujeto de El Mundo:

El PSOE y sus socios…

Ninguno de los dos miente. No obstante, hay entre ambos una gran diferencia en la presentación sesgada del sujeto:

«El PSOE y sus socios» equivale, en este asunto, a «Todos los partidos» salvo el PP

Cuestión de matices.

—-

Como contrapunto a los artículos de los últimos días, es interesante la lectura de este artículo de El País:

¿Cómo fortalecer el Pacto por las Libertades?

ROGELIO ALONSO

18/01/2007

El 1 de octubre de 1998, el entonces secretario general del PSOE, Joaquín Almunia, y José María Aznar, se reunieron por segunda vez tras la declaración de tregua de ETA. Ese día, Almunia advirtió de que los socialistas «no van a tener una actitud seguidista haga lo que haga el Gobierno», añadiendo: «Nuestro deseo es coincidir, pero la coincidencia debe basarse en posiciones asumibles por todos, no en planteamientos hechos por unos y seguidos por otros. Ésa no sería forma de llegar a un auténtico consenso». Como esta declaración muestra, el comportamiento del partido que hoy dirige Rajoy coincide con el que Almunia exigió entonces desde la oposición, exponiendo cuán injustas son muchas de las críticas hacia el Partido Popular por su rechazo al fracasado proceso de diálogo con ETA. Si las palabras de Almunia en 1998 eran razonables, también lo es la reluctancia del actual líder de la oposición a apoyar una política antiterrorista carente de un «auténtico consenso» sin «posiciones asumibles por todos». Así ocurre al haber arrinconado el presidente un Pacto por las Libertades y contra el Terrorismo cuyo punto primero señala: «Al Gobierno de España corresponde dirigir la lucha antiterrorista, pero combatir el terrorismo es una tarea que corresponde a todos los partidos políticos democráticos, estén en el Gobierno o en la oposición». Es evidente que la resolución del Congreso de 2005 fue propuesta por Zapatero sin buscar esa «colaboración permanente» con el PP, basada en «el intercambio de información» y «la actuación concertada» que exigía el Pacto.

De ahí que la oposición interpretara que la autorización del diálogo con ETA, que no había demostrado su voluntad inequívoca de poner fin a la violencia, tal y como reclamaba la citada resolución, no era compatible con esa obligación de «combatir el terrorismo» que corresponde a «todos los partidos políticos democráticos». Quienes acusan a la oposición y a muchos ciudadanos de haber bloqueado la paz al dificultar la negociación del Ejecutivo con hipotéticos «moderados» de ETA, ignoran la necesidad de ejercer una contención ante un Gobierno que ha incumplido su mandato parlamentario de dialogar en condiciones que no se daban, vulnerando otro acuerdo del referido Pacto.

Estos antecedentes convierten la reactivación del Pacto por las Libertades en un elemento decisivo de la política antiterrorista, pues de lo contrario se brindaría a la banda un valioso rédito político. El Pacto sirvió de marco para articular la más efectiva política antiterrorista contra ETA, al sustentarse en un importante consenso entre los principales partidos democráticos, negando la esperanza de cambios en la política antiterrorista con indiferencia del Ejecutivo que gobernara. La propia banda ha reconocido cómo esta iniciativa logró propagar «el fantasma de la destrucción de la izquierda abertzale».

De ahí que abandonar el Pacto constituya un altísimo precio político al presentar la estrategia terrorista como eficaz, aportando un poderoso argumento de propaganda y motivación a ETA. El cambio de circunstancias con el que se justifica su marginación no representa una sólida explicación habida cuenta del contraproducente mensaje que transmite. Son justamente las circunstancias descritas las que obligan a su férrea aplicación. Precisamente por ello la ampliación del Pacto propuesta por Zapatero exige criterios claros que eviten una desnaturalización del mismo que equivaldría a su abandono de facto y al incumplimiento del programa electoral socialista.

La adhesión de quienes deseen respetar los principios en los que descansa el Pacto precisa una voluntad de sumarse a unas máximas ya planteadas que no deben ser modificadas, sino reforzadas, tras el fracaso del diálogo con ETA. A pesar de las positivas valoraciones sobre Imaz, presidente del PNV, queda por demostrar si esta formación comparte los mecanismos administrativos y judiciales que han impedido en el pasado la presencia de Batasuna en la vida política como si fuera una formación legal. La reactivación de esas iniciativas, que deben aplicarse a partidos sustitutivos vinculados a ETA y a Batasuna, es crucial en una sociedad como la vasca en la que el terror y la intimidación impiden que ciudadanos no nacionalistas ejerzan libremente sus derechos.

Si el nacionalismo comparte estos principios, no sería difícil su incorporación al Pacto. Si no los compartiese, quedaría expuesta la inutilidad de romper el Pacto por un nacionalismo que rechazaría fundamentales instrumentos contra ETA, pero con el que se podría colaborar desde otro ámbito. Respetando estas premisas, la ruptura formal con Lizarra que se demandaba del nacionalismo en 2000 podría no aplicarse o ser sustituida por el requerimiento de un firme compromiso con elementos clave derivados del Pacto.

La profundización en el antagonismo entre Gobierno y oposición que provocaría la desnaturalización del Pacto beneficiaría a esos sectores nacionalistas que defienden como inevitable el diálogo con ETA, a pesar incluso del último y negativo ensayo, y que todavía entienden la paz como la satisfacción de aspiraciones nacionalistas que apacigüen a la banda.

Para ser útil la ampliación del consenso antiterrorista debe sustentarse en la reactivación del Pacto evitando una rebaja del mismo que podría atraer a otras formaciones, si bien a cambio de un coste político como el que ETA rentabilizaría al conseguir debilitar la filosofía inicial del Acuerdo.

La hasta ahora eficaz estrategia de división propugnada por ETA podría contrarrestarse supeditando la ampliación del consenso a la aceptación de determinadas adendas que fortalecerían el Pacto y la credibilidad de la respuesta estatal. Explicitándose en el Pacto que mientras ETA exista jamás se abordará la reforma del Estatuto vasco se oficializaría la premisa de «primero la paz y después la política» como criterio para aceptar incorporaciones de quienes asumieran un principio tan reivindicado como incumplido durante los últimos meses.

La presencia de ETA, incluso en situación de «alto el fuego», es un factor de coacción enorme que jamás deben aceptar ciudadanos privados de libertad, siendo preciso por ello descartar categóricamente negociaciones con la banda incluso bajo promesa de desaparición, máxima que podría recoger un Pacto reforzado. Esta contundencia impediría que cualquier Gobierno cayera en las trampas que ETA tiende en momentos de debilidad al emitir señales equívocas sobre sus intenciones de concluir con el terrorismo. Evitaría además que la ansiedad colectiva por el final del terrorismo fuera manipulada mediante un lenguaje que puede mentir al enfatizar la incompatibilidad del diálogo con la violencia a pesar de la permanencia de ambos en condiciones inadmisibles, como las que se desprenden de la mera existencia de una organización terrorista. Nuestro sistema democrático permite ya la salida del terrorismo sin contraproducentes diálogos con ETA como los que vienen proponiéndose.

Rogelio Alonso es profesor de Ciencia Política de la Universidad Rey Juan Carlos.

FIN

Un confidente, en El Mundo; un juez, en El País

Pedro Jota Ramírez nos tiene acostumbrados a prestar el altavoz de su diario y dar credibilidad tipográfica a sujetos batasunos, delincuentes, presidiarios, confidentes al mejor postor, policías corruptos y, a veces, -por qué no reconocerlo- también a personas respetuosas con la Ley.

La ristra de fuentes dudosas de este ex colega es interminable (véase el archivo de este blog), pero no tiene escrúpulos profesionales en utilizarlas si el efecto perseguido aprovecha para el convento.

Naturalmente, El Mundo y elmundobórico.es se quedan solos en su interpretación paranoica o conspirativa de la realidad o, a veces, van acompañados por la COPE, la pecaminosa cadena radiofónica de los obispos, que tal baila.

Ninguno de los cientos de diarios y de emisoras de radio y televisión de España sigue a Pedro Jota en sus correrías políticas conspiranoicas. Tan solo algunos líderes políticos aznaristas, marcados ya de por vida por haber pregonando que fue ETA -y no el terrorismo islámico- quien provocó la matanza del 11-M, aplauden con indisimulado fervor los excesos estrafalarios de tan peculiar ex periodista.

Hoy es un día más en esa escalada de filtraciones interesadas –esta vez de un imán confidente de la policía- que El Mundo eleva a la categoría de primera página, para satisfacción de los creyentes en la teoría conspirativa de ETA en el 11-M. Supongo que seguirá así hasta que el PP pierda las próximas elecciones generales por la misma razón que perdió las anteriores.

Con su pasión por la teoría conspiratoria, Pedro Jota juega al favor del Gobierno, pues no hace más que recordarnos que debemos votar contra los mentirosos del 11 al 14-M de 2004.

¿No hay nadie por ahí, proclive a usar la razón más que la fe, que avise al PP del peligro que corre al recordar tan persistentemente su mentira masiva de ETA en el 11-M?

El Mundo, a cuatro columnas, arriba:

«Cartagena» revela que la Polícía le pidió que captara a Zougam para «El Tunecino»

Pedro Jota, tan amante del viejo periodismo declarativo, podría haber atribuido al imán «Cartagena» un verbo con menos carga teológica que «revela» tales como «dice«, «comunica«, «informa«, etc.).

El verbo «revelar» tiene connotaciones verdaderamente religiosas cuando el sujeto es un profeta, y no tanto si sólo es un imán de Villaverde. Pero algo es algo. «Revelar» no es precisamente un verbo informativamente inocuo.

El País, a cuatro columnas, arriba:

Garzón halla indicios de comisiones millonarias para Coalición Canaria

Sumario:

Documentos intervenidos a Forum Filatélico registran el pago de tres millones al alcalde de Santa Cruz para el partido

El magistrado implica a 14 personas

El Mundo da la misma información en su portada pero a una columna:

Garzón implica al alcalde de Santa Cruz en cobro de comisiones

A una columna -ya se sabe- no cabe la palabra «millonarias«, tan sabrosa para El País.

Aunque El País saca rara vez en portada los asuntos de la conspiración de ETA y el 11-M, suele informar de ellos en páginas interiores. Claro que, en estos casos, el sujeto del titular no suele ser un confidente, un delincuente, un batasuno o un presidiario. El País -a mi juicio, más creíble que El Mundo– suele elegir como sujetos a fuentes más fidedignas.

Tal es el caso de hoy, en pagina 21:

A cuatro columnas:

El fiscal reclama prisión para los policías implicados en el montaje sobre el 11-M

A una columna:

La juez revoca su último auto sobre el ácido bórico por ser defectuoso

Los sujetos son un fiscal y una juez. Los verbos no pueden ser más jurídicos: reclama y revoca. Los policías presuntamente corruptos -fuentes cenagosas de El Mundo– y el ácido borico se quedan tan solo en completementos del titular.

La gramática nunca ha sido inocua.

¡Feliz puente!

Almería quien te viera

y en tus calles paseara…

Frase sabia de Pedro Jota para no olvidar

Acabo de recuperar la conexión a Internet, perdida en casa después del vendaval del viernes.

También he recuperado algo de calma, después de unos días de trabajo extra que me han alejado de este placer voluntario (a veces, masoquista) del «blogueo«.

Tuve que preparar el Consejo de Administración de 20 minutos y dar el viernes una ponencia gratis sobre «El negocio de la prensa que no se vende» ante la 9ª Conferencia Mundial de la WAN (Asociación Mundial de Periódicos.

Para que nadie se confunda: no fui invitado por la AEDE (el viejo «búnker» de los diarios de pago de España), anfitrión de la Conferencia, sino por unos amigos extranjeros que reclamaron mi presencia la noche antes de la clausura. Exito de crítica y público. Si aprendo a hacerlo, colgaré aquí mi improvisada presentación del viernes, aunque esté en inglés.

Y, sobre todo, estoy hasta la coronilla de picar apio y cebolla y de comer restos del pavo (de 11 kilos) que cocinamos para la familia, y algunos amigos yanquis nostálgicos que andan por aquí, para celebrar el «Thanksgiving Day» (Día de Acción de Gracias), el último jueves de noviembre (que hacemos caer en sábado en España).

Ya saben, la única fiesta (no religiosa) que une a todos los norteamericanos y a sus familias en torno a un gran pavo asado, pan de maiz, arándanos, boniatos, relleno del pavo (pan, cebolla, apio, piñones, pimienta, higaditos, champiñones, etc.) con muchas tartas de calabaza, manzana, etc.

Es el único día que ponemos en el centro de la mesa la bandera de los Estados Unidos y la bandera de España juntas.

Mi chica también suele decorar la mesa con unos pavos de juguete y alguna figurita de pregrinos del May Flower.

(Para compensar, y romper hechizos, por si acaso, yo pongo al lado una recia figura de bronce de Don Quijote).

Celebran que los indios de Massachusetts se apiadaron de los primeros pregrinos que llegaron muertos de hambre a sus costas (huyendo de las persecuciones religiosas de Inglaterra) y les ofrecieron pavos y maiz para que pudieran pasar el invierno entre las nieves (terroríficas, lo se por experiencia) del área de Boston.

Los peregrinos, que sobrevivieron a aquel primer invierno, y sus descendientes repagaron el favor a los indígenas matándolos a casi todos y construyendo luego el mayor imperio del mundo.

Pero, la verdad, cuando me he conectado al blog, yo no quería contar nada de esto. Ni mucho menos criticar las simpáticas tradiciones de mi santa. Sólo pretendía copiar y pegar esta frase tan sabia del artículo que publica hoy Pedro Jota Ramírez en El Mundo. Contra mi costumbre, hoy lo he comenzado a leer porque he visto que trataba del periodismo, segunda profesión más vieja del mundo, que yo practiqué honradamente durante más de 30 años.

Aunque proceda de la pluma de Pedro Jota, la frase se ajusta bastante a la realidad y, a mi juicio, merece ser grabada, archivada y recordada:

«Todo aquel que recurre a los periódicos para contar algo tiene un interés en ello»

Por una vez, y sin que sirva de precedente, estoy de acuerdo con mi ex colega Pedro Jota Ramírez.

Y ahora, voy a meter mano a un sobrante de tarta de calabaza (con poca nata) y a leer los nunca desinteresados diarios del domingo.

Luego volveré al blog.

Feliz domingo.

El alguacil alguacilado o Pedrojota pedrojoteado

Me parto de la risa. Gracias, señor Garzón por deshacer este entuerto y por restaurar mi confianza en la Justicia.

Me acabo de enterar de la “gran exclusiva” de El Mundo de hoy por un mensaje SMS de nuestro Ricardo Villa, cofundador y subdirector de nuestro diario on line “20minutos.es” y mano derecha (¿o izquierda?) de Arsenio Escolar. Gracias, Ricardo, porque me parto de la risa. Luego me ha llamado Arsenio y nuestras carcajadas se oían por todo el Cabo de Gata.

Estoy en Almería, a orillas del Mediterráneo y lejos de los diarios de papel, pero tengo conexión a Internet y voy copiar y pegar ahora mismo la portada de El Mundo (que descarga antes que la de El País) para deleite de nuestros lectores y motivo de reflexión para nuestros troles de buena voluntad.

Ayer me preguntaba yo por donde saldría hoy Pedro Jota Ramírez, el cazador cazado. Este gran ex periodista siempre supera mi imaginación. Y como le gusta pelear con trampa –suele esconder un hierro dentro de su guante- pocos colegas se atreven a llevarle la contraria.

Cuando caiga del todo –dentro de muchos años o, quizás, nunca- le brotarán enemigos por doquier. Pobrecillo. Pero se lo está ganando a pulso. Pedro Jota es un marrullero, maestro en el arte de manipular los hechos, capaz de convencer a incautos, con el fin de arrimar el ascua a su sardina. En distintos grados, todos lo hacemos –queriéndolo o no – pero, que yo sepa, nadie le supera.

El director de El Mundo ha convertido la realidad, retorciéndola, en una columna salomónica -estilo remordimiento-, no por sabia sino por retorcida. En este caso que nos ocupa, ha estrujado la noticia de los presuntos falsificadores del presunto informe sobre ETA/11-M tal como hacemos con una toalla mojada para extraer la última gota de agua. En lugar de celebrar el “desmontaje”, acusa al juez Garzón –a quien tanto alabó en otros tiempos- de “montaje”. Estarán usedes de acuerdo comnigo en que «montaje» es una palabra muy pedrojotera

Esta es la portada de El Mundo:

Esta es la portada de El País (que me ha llevado un siglo descargar):

Éste es el comentario editorial de El Mundo

Y este es el comentario editorial de El País

¡Atención!

Pedrojota no ha perdido el juicio. No se hagan ilusiones. Le costará reponerse de este ridículo tan espantoso («clamoroso» dice el ponderado José María Brunet en La Vanguardia), pero se repondrá. Saldrá por peteneras, ya lo verán.

¿Acaso no superó orgullosamente el feo que le hicieron sus enemigos, y en mala hora, con el video íntimo-sexual de Exuperancia y el corpiño rojo? Nunca quise verlo, porque me pareció una puñalada trapera y de muy mal gusto. Pero Pedro Jota hizo de tripas corazón y utilizó entonces la misma palabra (“montaje”, como si el video sexual fuera falso) que utiliza hoy para intentar desacreditar sin éxito al juez Garzón.

Lo del GAL –que él cubrió valientemente antes que El País– le dio un crédito periodístico que ya agotó hace tiempo a base de tantos abusos.

Sus heroicidades pasadas no valen ya para pagar sus excesos presentes. Será interesante seguir con atención sus próximas contorsiones editoriales, dándole conscientemente la vuelta a los hechos, para –como decimos cínicamente en todas las redacciones- “que la realidad no le destroce una buena crónica”.

Pedro Jota tiene una gran facilidad para corregir sus yerros y «decir digo donde dijo Diego». Es de sabios rectificar… pero ¿tanto?

Hay multitud ejemplos impresos y guardados en las hemerotecas. Por eso, no me extrañaría que abandonara pronto a su amigo Aznar, compañero de pupitre de su ex amigo Villalonga, y volviera su mirada hacia Zapatero o, incluso, hacia Pepiño Blanco. Nunca hacia Rubalcaba, a quien teme como a una vara verde.

No, no se escandalicen. Ya veo venir los editoriales de Pedro Jota lamiendo el c–o a Zapatero, como hizo con Mariano Rubio y Felipe González antes de pasarse al bando del acorralado Mario Conde.

Me dirán ustedes -y con razón- que no es bueno “hacer leña del árbol caído” y que “a moro muerto, gran lanzada”. Estoy de acuerdo. Pero convendrán conmigo también en que yo no le critico sus fechorías profesionales ahora, por primera vez, sino que vengo criticando las malandanzas de este tal Pedro Jota (¿recuerdan cuando se me escapó lo de Pedro Jeta?) desde que comencé este blog, hace ya más de un año. Y desde mucho antes, si miramos en las hemerotecas. Desde que tengo mi casa pagada y mis hijos crecidos, suelo hablar como si fuera libre y digo mucho de lo que pienso.

Para beneficio de los más incrédulos, voy a buscar un viejo ejemplo de contorsionismo editorial (o sintonización de la conciencia con el dueño del periódico) de nuestro insigne manipulador. Internet lo tiene todo. Por ejemplo, cuando Pedro Jota era director de “Diario 16”, a las órdenes de Juan Tomás de Salas (hermano de Alfonso de Salas) amigo y protegido de Mariano Rubio Jiménez (gobernador de Banco de España) y de Miguel Boyer Salvador (superministro de Economía del PSOE, antes de pasarse a las filas de Aznar), no de dolían prendas a la hora de deshacerse en piropos al Poder; unos piropos –créanme- que harían sonrojar a cualquier colega mínimamente pudoroso. Pero este hombre carece de pudor y de pundonor. A los hechos me remito.

He aquí uno de los artículos (“Carta del director”) publicado y firmado por Pedro J. Ramírez en “Diario 16”.

No quiero hacer más leña del árbol caído. Y no por falta de ganas sino porque tengo que recoger a mi hija Andrea y preparar la comida para unos amigos yanquis (compañeros míos de pupitre como Nieman´77 en la Univerdad de Harvard hace 30 años) que están de visita en nuestra casa almeriense. Bill es un “gurú” de las tecnologías de la información y estamos todo el rato hablando de Internet. ¡Qué pasada! Ya les contaré mis conclusiones cuando se me pase el ataque de risa que me ha provocado este Pedro Jota “pedrojoteado”.

Le han metido una cuña de su propia madera…

¿Duele?

¡Que le vamos a hacer!

11-M en El Mundo y 11-S en El País
Otro, con cara de santo, triunfa con Pedro J.

elmundo.es ya no es lo que era. Qué lástima!

La verdad es que me da no se qué seguir abriendo la versión digital de El Mundo (elmundo.es) ahora que ya no está su creador, Gumersindo Lafuente, al frente de ella.

Como usuario habitual, hay algo me huele distinto y que me incomoda más que antes. Tengo la impresión de que alguien mete la cuchara en la información sin avisar.

Conozco a muchos demócratas y a personas educadas y civilizadas, de derechas y de izquierdas, que profesaban lealtad a la versión digital de El Mundo y que, por el contrario, no soportaban la versión impresa en papel, tan sesgada y pueril.

Ahora lamentan, como yo mismo, la marcha de Sindo de la dirección editorial de elmundo.es. Me dicen que ya no es lo que era. Se llevan sorpresas y sobresaltos.

elmundo.es, líder mundial de diarios on line en castellano -por ahora-, lo hizo muy bien en los últimos años, lo que me hizo pensar que Pedro Jota Ramírez era un gran estratega. Creí que reservaba la basurilla amarillenta de sus teorías conspiranoicas para su versión antigua en papel y que, en cambio, mantenía su moderna y ágil versión digital limpia de tan brutal contaminación ideológica.

Desde que regresé de mis vacaciones, veo en elmundo.es lo nunca visto: al 11-M y a la ETA ligados por todas partes. Tengo la impresión de que Pedro Jota está echando toda la carne en el asador, desde ahora hasta las próximas elecciones generales.

Naturalmente, corre el riesgo de perder a todos aquellos lectores on line que emigraron de elpaís.es cuando Polanco lo hizo de pago. Estoy seguro de que elpais.es -consciente de aquel error- estará deseando recuperar a sus viejos lectores que no se tragan esos cuentos de Calleja que siguen ligando a ETA con la masacre del 11-M para lavar la cara al trío Pinocho: Aznar-Acebes-Zaplana

Estas son las noticias del 11-M y ETA que salen hoy en elmundo.es y que eran mucho menos visibles en la etapa de Gumersindo:

Como verán en la portada de El Mundo de hoy, la información digital es una copia, tal cual, de la versión en papel. Desde luego, esto no pasaba con Sindo.

Por cierto, a El Mundo se le ha escapado hoy poner algo en su portada sobre el 11 de septiembre: el 5º aniversario de la mayor masacre del terrorismo islamista en Estados Unidos. He buscado por toda la portada y sólo alude al 11 de septiembre en un sitio: la fecha del periódico, bajo su logotipo y al otro lado del precio.

Prácticamente todos los diarios del mundo (excepto el que lleva este nombre) hacen referencia en sus portadas a la tragedia del 11-S. Como verán más arriba, El País, por ejemplo, le dedica al 5º aniversario de esta catástrofe, que cambió el mundo actual, un titular a tres columnas:

El 11-S enfrenta a republicanos y demócratas cinco años después

Ahí van dos adivinanzas:

1.-

¿Por qué no ha querido (o ha olvidado) Pedro Jota dar una línea sobre la masacre del 11-S provocada por el terrorismo islamista?

2.-

¿Por que ha preferido Pedro Jota dedicar su primera página, en fecha tan señalada, al 11-M y al terrorismo etarra?

¡Gumersindo, vuelve a elmundo.es!

En 20minutos.es queremos competir con los mejores.

Desde luego, Pedro Jota -como siga por este nuevo tortuoso camino digital- nos lo está poniendo muy fácil a los de 20minutos.es

Añadido por la noche, en casa.

Gracias, Montanelli, por tu correo y enlace recordándome «el otro» terrible y triste 33 aniversario del 11 de septiembre de 1973: el golpe militar del general Pinochet en Chile contra el Gobierno legítimo del presidente Salvador Allende.

Jamás lo olvidaré.

Este es el enlace de Montanelli que recomiendo a todas las personas sensibilizadas con los valores de la libertad:

Leon el Africano: Chile 11 de septiembre de 1973.

Siempre me emociona y me estremece el recuerdo del sangriento golpe de Estado contra Chile. Aquella semana -en vida aún del dictador Francisco Franco– publicamos la portada de Cambio 16 en negro, de riguroso luto, con la palabra Chile.

11 de septiembre en Almería

Hay otro aniversario del 11 de septiembre, además de la Diada de Cataluña, que recordamos muchos almerienses: fue el día de la gran riada que inundó buena parte de Almería, produjo no se cuantos muertos y heridos y arrasó numerosas viviendas. De niño, recuerdo una famosa pastelería almeriense que se llamaba «11 de septiembre».

Cerca del puerto, en la Rambla Federico García Lorca, hay una estatua de una mujer con sus dos hijos en brazos. Conmemora el acto heroico de una madre que se lanzó a la Rambla para rescatar a uno de sus hijos, que el agua le había arrancado de sus brazos. Ambos murieron ahogados. Hubo suscripcón popular y, con la colecta, se construyeron viviendas para las víctimas, muy cerca de la casa donde yo nací. El barrio aún se llama «Barrio de la Caridad», tiene una callejuela con el nombre «11 de septiembre» y está entre el Quemadero y la Plaza Toros.

P.S. Mañana, 12 de septiembre, cumpliré un año de mi conversión a este mundo maravilloso y rejuvenecedor de los blogueros. Estoy aprendiendo a pegar videos para celebrar el primer aniversario de «Se nos ve el plumero». El que avisa no es traidor.

Gracias a todos -incluidos los trols de buena fe- por la atención prestada en mi primer año. Por todo lo que he aprendido -y aguantado- creo que me ha valido la pena el blog y -si me deja Arsenio Escolar– voy a seguir otro año por aquí.

Saludos

JAMS