Luis Melgar: «Personajes claramente ‘queer’ como Akenatón, Alejandro Magno o Julio César han tenido que dejar atrás su faceta LGTBI para pasar a la historia»

El diplomático Luis Melgar quería escribir una novela sobre Nefertiti. Pero en el proceso se cruzó la historia mucho más desconocida de su hermana y cambió el rumbo de su viaje literario. Nació así La peregrina de Atón (Esfera de los Libros, 2021), una novela histórica ambientado en el Antiguo Egipto que apuesta fuerte y presenta a la hermana de la mítica reina como una mujer trans. Su apuesta no es puramente la fantasía de un autor, Melgar la convierte en parte de una «casta  sacerdotisas transexuales que adoraban a la diosa Shaushka y que sí están documentadas históricamente».

Me pongo en sus manos para que nos haga de guía por su novela, por la visión que tiene del Antiguo Egipto y su mirada al género histórico.

[FIRMA INVITADA La historia a través del espejo: la mirada LGTB en la novela histórica]

Existió una hermana de Nefertiti, ¿pero la visión que de ella da Luis Melgar tiene base real?

Lo bueno de escribir sobre el Antiguo Egipto y, en concreto, sobre el periodo de Amarna, es que se sabe tan poco que uno como autor puede dejar volar la imaginación. Sí, existió Mutnodjemet, hermana de la reina Nefertiti, que se casó con el Horemheb y llegó a ser reina de Egipto. No se sabe si tuvieron hijos que no, pero lo cierto es que no tuvieron heredero. Horemheb fue el último faraón de su dinastía.

Basándome en estos datos, y partiendo de la premisa de que tanto Nefertiti como su hermana eran extranjeras (una de las teorías principales sobre su origen), he querido convertir a Mutnodjemet en una sacerdotisa gala, una casta de sacerdotisas transexuales que adoraban a la diosa Shaushka y que sí están documentadas históricamente. Ahora bien, ¿hay algún indicio de que la hermana de Nefertiti fuera, en efecto, una de estas sacerdotisas? La verdad es que no, eso ha sido, como te decía, fruto de mi imaginación.

Cuenta la lucha política del antiguo Egipto desde el punto de vista de dos mujeres, de dos hermanas, ¿la situación de la mujer en aquella civilización era mejor que en otras sociedades de la Antigüedad?

El Antiguo Egipto era sin duda una sociedad patriarcal donde a la mayor parte de las mujeres les estaba negado el acceso a las posiciones más altas de poder, eso es innegable. Sin embargo, es cierto que en algunos aspectos la desigualdad entre mujeres y hombres en Egipto era menor que en otras civilizaciones de la época. Hubo algunas (pocas) mujeres que llegaron a ser faraones, como Hatsepsut o Cleopatra, mientras que no hay un solo ejemplo de emperatriz romana o reina de Persia. Por otro lado, sabemos que las mujeres egipcias podían divorciarse por voluntad propia, frente a una mayoría de culturas de la época donde lo que existía únicamente era el repudio unilateral por parte del esposo. Las mujeres podían desempeñar profesiones cualificadas, hacían negocios y tenían propiedades, por lo que gozaban de una relativa independencia frente a los varones. Pero, si tengo que ser sincero, tampoco citaría el Antiguo Egipto como el gran ejemplo de la igualdad de género

¿Hay pruebas de que la transexualidad en el antiguo Egipto estuviera aceptada? ¿Y en otros lugares de la época?

No, no hay pruebas directas y concluyentes de transexualidad en el Antiguo Egipto. Hay pruebas indirectas, por ejemplo en relatos de la época que reflejan a personajes transexuales como La historia de los dos hermanos, uno de los cuales se convierte en mujer tras amputarse el pene. También suele citarse el ejemplo de Hatsepsut, que se convirtió el hombre para ser aceptada como faraón, aunque en mi opinión se trata de una maniobra política más que de un tema de identidad de género. Sin embargo, en otras culturas de la época como por ejemplo la mesopotámica sí que está documentada la transexualidad, como es el caso de las sacerdotisas gala que he mencionado antes.

La ficción histórica, como ha hecho y sigue haciendo en el caso de las mujeres, ¿debería incidir en recuperar o visibilizar a los miembros de la comunidad LGTBI del pasado que fueron obviados por la Historia?

En mi opinión, sí, sin ninguna duda, hay que hacer justicia a la propia historia. Es evidente que ha habido miles, millones de personajes LGTBI en el pasado, personajes que han sido sistemáticamente olvidados por la historiografía oficial. Incluso algunos personajes claramente queer como el propio Akenatón o Alejandro Magno o incluso Julio César han tenido que dejar atrás su faceta LGTBI para pasar a la historia. Es necesario hacerles justicia, contar su historia, ya que en su época se decidió olvidarla.

¿La novela histórica puede mejorar o completar el pasado que conocemos?

Por supuesto. La historia es algo vivo, cambiante, porque los mismos hechos se reinterpretan una y otra vez. En el transcurso de unas pocas décadas hemos visto como el relato de los viajes de Colón y la colonización española de América ha cambiado por completo. La historia de la Guerra Civil que estudiaban nuestros padres no es la misma que hemos estudiado nosotros. Incuso hechos lejanos como la rebelión de esclavos de Espartaco en la Antigua Roma se reinterpretan según el momento histórico. Si la historiografía oficial puede permitirse cambiar la historia, la novela histórica lo hace con mucha mayor facilidad porque deja la puerta abierta a la especulación, a la imaginación, a la fantasía incluso. Siempre digo que una novela histórica es primero una novela, un trabajo de ficción, y después es histórica porque está ambientada en una época diferente a la actual.

Mejorar… sí, creo además que la novela histórica puede mejorar el pasado que conocemos. A menudo los únicos que han llegado a las páginas de los libros de historia son reyes, soldados, eruditos, gente así. La novela histórica nos permite mejorar y completar ese relato con las vidas de otros personajes, reales o imaginarios, que habitaron esos mismos periodos y cuyas vidas han sido silenciadas. La novela histórica nos permite cambiar la perspectiva.

¿Cómo fue el proceso para encontrar y descubrir que esta iba a ser esta novela? ¿Cómo planteó el trabajo de documentación y de perfilación de sus personajes principales?

La verdad es que fue todo un proceso, la verdad. Lo primero que hice fue la labor de documentación. Tengo ciertos conocimientos previos sobre el Antiguo Egipto, pero para escribir esta novela leí muchísimo más sobre el periodo de Amarna y sus protagonistas Después empecé, en efecto, a perfilar a los personajes, centrándome sobre todo en lo que se sabe en realidad y algunas de las teorías o especulaciones sobre ellos: por ejemplo, el hecho de que Nefertiti fuera efectivamente una mujer extranjera, una posibilidad que está abierta y sobre la que se debate actualmente. Luego entré ya en el proceso de planificación: decidir qué historia quería contar, encontrar el conflicto y dar vida a los protagonistas dotándoles de rasgos humanos.

En todo este tiempo, Iltani, la protagonista, aún no había aparecido. Yo creía que quería contar la historia de Nefertiti. Fue al ponerme a escribir cuando apareció Iltani, cuando decidí que fuera una mujer trans, cuando surgió su conflicto con Horemheb… y tuve que volver atrás y cambiar la planificación desde el inicio. ¡Al menos la documentación ya la tenía hecha! Aunque también tuve que leer más sobre las sacerdotisas gala, ciertamente…

¿De dónde le viene su pasión por el antiguo Egipto?

De la infancia, Egipto me fascina desde que era un niño. Mis padres tenían en casa unos cuantos libros sobre el Antiguo Egipto y supongo que me llamaron la atención los dibujos tan coloridos y las historias truculentas de los dioses… el caso es que era muy, muy pequeño cuando empecé a momificar avispas y a construir reproducciones en miniatura de la tumba (nunca encontrada) de Nefertiti. Creo que tenía ocho o como mucho diez años cuando me dio por aprender jeroglíficos. Aún tengo la gramática egipcia de Sin Alan Gardiner que me regaló mi padre. No me la estudié entera, que conste, pero llegué como a la mitad más o menos.

Cuando vio hace unos meses el descubrimiento de una ciudad de una época tan cercana a la de su novela, ¿qué se siente?

La Ciudad del Ascenso de Atón, construida alrededor del palacio de Malkata… ¡pues es como un sueño! Quiero decir, mi primer pensamiento fue: «¡qué casualidad!». Luego me puse a leer más y comprobé que la existencia de la ciudad en sí ya se conocía, de hecho aparece en mi novela, pero ahora se han descubierto unos restos muchísimo más extensos y con un gran valor arqueológico. Así que mi siguiente pensamiento fue: «¡quiero ir allí!». Y sí, tengo muchas ganas de volver a Egipto, la verdad. Espero que el mundo vuelva pronto a la normalidad y podamos volver a viajar como antes de la pandemia.

Con los descubrimiento arqueológicos, ¿no teme como novelista que le ‘chafen’ algo que ha puesto en la novela?

Pues la idea se me ha pasado por la cabeza, sí. Supongo que sigo siendo un poco friki de Egipto, así que he prestado bastante atención a algunos detalles como los análisis de ADN de las momias que se han encontrado, para no verme “chafado” con detalles científicos. Incluso con Mutnodjemet, parece ser que sus restos se descubrieron pero luego desaparecieron en un oscuro incidente, así que es improbable que su cuerpo aparezca y rasgue el velo de misterio que la envuelve. Solo hay algo que me da miedo, y es que aparezca la tumba de Nefertiti… en ese caso, ¡me temo que sí que tendría que escribir una continuación de la novela!

Ha publicado varios libros antes, pero de no ficción, ¿cómo ha resultado su primera experiencia en novela?

Es la primera novela de ficción que publico, pero no la primera que escribo. Tengo unas cuantas en el cajón. Escribí mi primera novela con doce años, en Irlanda. En mi colegio nos mandaban todos los meses de noviembre a un pueblecito cerca de Dublín, así que a mí me dio por escribir una novela de fantasía y aventuras que se llamaba La búsqueda de Ávalon. Álex, el protagonista, se iba a estudiar a un colegio en Inglaterra, acababa descubriendo la mítica isla de Ávalon y se encontraba con Morgana, la hermana del rey Arturo… En fin, que había escrito varias novelas antes que aún guardo en el cajón a la espera de que les llegue su hora. El gran cambio ha sido escribir una novela de ficción con un contrato, sabiendo de antemano que mi manuscrito ya tenía editor. Por un lado te da cierta tranquilidad, pero no te negaré que también hay presión por el tema de los plazos y, sobre todo, por no meter la pata y acabar escribiendo un bodrio. Creo que estuve sin respirar desde que le mandé el manuscrito a Berenice, mi editora, hasta que me respondió diciéndome que le había gustado…

¿Cómo se describiría Luis Melgar como escritor?

Pues mira, creo de verdad que tengo alma de escritor porque siempre estoy imaginando historias. Cuando viajo pienso constantemente en novelas que podría ambientar allí, me invento personajes, pienso tramas y conflictos… Además, cuando estoy escribiendo una novela, la historia que estoy creando me absorbe por completo. Mi marido Pablo y yo tenemos una broma con eso, porque cuando tengo una novela entre manos suelo volverme aún más distraído de lo que soy normalmente y me olvido de todo tipo de quehaceres cotidianos porque estoy con la cabeza en otra parte, y entonces Pablo me dice: «ya vale con la novelita, ¿no?».

Aparte de eso, la verdad es que intento ser constante y metódico. Procuro escribir a diario, le doy mucha importancia a la planificación, me documento, investigo… Lo que no hago es dar mil y una vueltas a los textos. Una vez tengo claras las ideas, escribo casi a vuelapluma, con las palabras que me salen, y confieso que corrijo bastante poco después. Sé que eso es un defecto, pero odio corregir.

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2 comentarios

  1. Dice ser Lo que hay que leer

    Julio Cesar gay…

    Claaaaaaro. Según el Salvame Deluxe hasta Cristobal Colón era gay.

    Sé que no va a publicar este comentario, pero si aspira a tener una vida de escritor, debería revisar sus fuentes.

    28 junio 2021 | 12:17

  2. Dice ser estudiar matemáticas sin números

    Y dicen que vivimos en un mundo libre. Y dicen que el sexo tiene que aceptare en todas sus variadas manifestaciones naturales. Y luego lees el típico «connotación sexual» entre censuras de dignísimas entidades protectoras o acomplejadas de la dignidad y la moral exquisitas… ante cualquier atisbo de nalga o movimiento sexy como si el sexo fuera dañino para los cerebros y que no dejan pensar por sí mismo al individuo. Toda la cohorte de medios de comunicación con el mismo mal rollito contra el sexo y el erotismo.
    Libertad sexual pero sin el sexo. Educación sexual pero censurando el sexo. Aperturismo sexual pero cubriendo lo más posible del cuerpo, por dignidad, por moral sana, por respeto a todo menos al sexo.

    28 junio 2021 | 18:04

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