Sergio Martínez relata una Pamplona medieval enfrentada: «La guerra de la Navarrería despertó un odio inusitado»

El escritor Sergio Martínez (Cedida por PRH)

Pamplona, 1274. Una confluencia entre una batalla de alta política  -por el trono de Navarra que ha quedado con una heredera de niña de dos años- y las luchas entre los distintos grupos que habitan la ciudad detonará en una auténtica guerra civil por el poder de la urbe. Es la llamada Guerra de la Navarrería y es el marco de la nueva novela de Sergio Martínez (Santander, 1975), La ciudad enfurecida (Grijalbo, 2021).

Este doctor en Historia -que trabaja en la Universidad de Cantabria y el Museo Cartográfico Juan de la Cosa- regresa a las librerías seis años después de Las páginas del mar, con una historia de amor, poder y guerra, contada de manera coral por un grupo de personajes reales y ficticios que narran aquellos dramáticos hechos en primera persona. Un hecho histórico tan «cargado de tanta tensión y tanta emotividad que parece perfecto para desarrollar una novela», en palabras de su autor.

Explica en los agradecimientos de la novela que cuando leyó La guerra de Navarra de Anelier decidió escribir esta novela, pero ¿cómo se cruzó este poema con Sergio Martínez?

Uno de mis temas históricos favoritos es la ciudad en la Edad Media, porque las ciudades representan tanto las manifestaciones más conocidas de aquel periodo como una gran modernidad en otros aspectos: el comercio, la cultura, las luchas de poder, etc. El caso de Pamplona es un ejemplo único de ciudad medieval, ya que no estaba formada solo por un ayuntamiento, sino por tres burgos distintos. Tan distintos, de hecho, que terminaron enfrentándose con las armas. Es aquí donde participó Guilhem Anelier, dejándonos su relato en primera persona de aquel terrible conflicto. Cuando lo leí, supe que quería escribir sobre aquel acontecimiento tan impactante.

Y ¿por qué decidió convertir a su autor en uno de los personajes de la novela?

Precisamente porque Anelier es, a la vez, narrador y soldado en aquel enfrentamiento. Como él mismo dice en la novela, no tiene muy claro si es «un poeta que sostiene la espada o un soldado que empuña la pluma». Esa doble faceta me parece que es inmejorable para convertirle en uno de los personajes fundamentales, precisamente el que hila las diferentes historias y sirve de nexo entre los personajes poderosos y el pueblo llano. Además, tiene un carácter rebelde y desvergonzado que creo que resulta muy atractivo.

Es una novela coral narrada en primera persona por varios personajes, ¿por qué decidió darle esa forma?

En un primer momento no era mi idea hacerlo así, pero al final me convencí de que era mucho mejor que cada personaje diera su punto de vista que convertirme yo en la voz de todos ellos. Hay que tener en cuenta que es un conflicto que despertó un odio inusitado y, por ello, conviene que veamos la parte de culpa y de responsabilidad que cada uno tuvo en él. Por otra parte, veremos también como para algunos esa culpa les llevó al arrepentimiento, mientras que otros optaron por cerrar los ojos o por recurrir a la traición o la venganza. En vez de ser yo, como narrador, quien los juzga, ha de ser el lector quien lo haga.

Hay entre los protagonistas personajes ficticios y reales, ¿qué diferencias encontró a la hora de escribir a unos y otros?

Cuando escribes sobre los personajes reales tienes que tener mucha más precaución para no hacerles protagonizar hechos que, positivamente, se sepa que no pudieron hacer. En otras palabras: puedes rozar lo «improbable», pero no debes caer nunca en lo «imposible». Por el contrario, con los personajes inventados puedes modelar más a tu gusto, siempre que no les coloques en situaciones que no concuerden con su época o con su condición. En mi novela opté por situar los personajes ficticios entre los vecinos de los burgos, mientras me apoyaba en personajes reales para la trama de poder que se vivía en Pamplona y en el conjunto de Navarra: la reina Blanca de Artois, el obispo Armengol, los nobles…

¿Por qué decidió marcar el cambio entre personajes por un símbolo y no por el nombre?

Creo que el símbolo resulta más sugerente. Quizá al principio el lector tenga que volver alguna vez a la página inicial para saber quién habla en cada momento, pero estoy seguro de que una vez metido en la historia ya no lo necesitará. Además, el símbolo no sólo nos indica el personaje, sino que también nos da alguna pista sobre sus características, su posición social, su origen, etc.

Si tuviera que explicar en pocas palabras a los lectores que no la conozcan, ¿cómo les explicaría la Guerra de la Navarrería ?

Fue un conflicto que se desarrolló en Pamplona entre 1274 y 1276 por un doble motivo: la lucha por la sucesión en el trono en Navarra (ya que la heredera era una niña de dos años) y la lucha entre los burgos de Pamplona por el diferente origen y las diferentes características de cada una de las poblaciones: franceses frente a navarros; comerciantes y artesanos frente a nobles y campesinos; vecinos privilegiados frente a otros sometidos… Y, en el fondo de todo, la lucha por el poder.

¿Una guerra civil dentro de una ciudad es la tragedia perfecta para un novelista?

Sí. Es un momento cargado de tanta tensión y tanta emotividad que parece perfecto para desarrollar la trama. De hecho, aunque son siete los protagonistas que hablan, el protagonista oculto es la propia ciudad. De forma subjetiva veremos también como la ciudad evoluciona, como los espacios se van cerrando y como lo que un día eran puertas abiertas para permitir el paso de los vecinos, se convierten después en pasos cerrados y defendidos con murallas. Ese ambiente opresivo de la ciudad creo que es el marco ideal para la novela.

Trabajando desde un poema escrito por un testigo y fuentes historiográficas, ¿qué visión de aquella época aporta el escritor del siglo XXI a su lector de aquel turbulento siglo XIII?

Aquel siglo XIII vemos un reino de Navarra que ha quedado «atrapado» entre reinos más poderosos como Castilla, Aragón y Francia y al que cada vez le resulta más difícil mantener su independencia, sus costumbres y sus fueros. En el caso de Pamplona, asistimos a una ciudad que arrastra un pasado medieval vinculado a la tierra y al poder de la catedral, pero que al tiempo se moderniza mediante el nacimiento de burgos de francos mucho más dinámicos y abiertos al comercio y la artesanía, sobre todo a partir del auge del Camino de Santiago. El resultado de las tensiones entre los burgos fue un conflicto armado que destruyó gran parte de la capital navarra y que no se terminaría de resolver hasta dos siglos más tarde.

Vista de Pamplona Photo by Damien DUFOUR Photographie on Unsplash

Hace unos años, la gran mayoría de las novelas históricas se centraban en grandes escenarios, la Granada nazarí, la Barcelona medieval, el Madrid del siglo de Oro, la Córdoba califal… pero cada vez más están saliendo más novelas que como la suya encuentran grandes hechos en otros lugares… ¿El público demanda una ficción histórica más diversa y regional?

La Historia está llena de momentos fascinantes, pero es cierto que muchas veces nos cegamos con acontecimientos especialmente relevantes o significados, o con temáticas recurrentes, como los caballeros medievales, las cruzadas o los templarios. Acercar al público a otros lugares y otros episodios me parece que puede resultar enriquecedor, alejándonos a la vez de las repeticiones.

Es doctor en Historia y novelista, ¿cómo interactúan sus dos vertientes al escribir ficción histórica?

Es importante saber distinguir entre las dos facetas, porque se parecen bastante poco. Cuando escribes Historia tienes que ceñirte a la documentación y sus posibles interpretaciones, pero en el caso de la novela precisamente tienes que «acallar» un poco la parte académica y dejar que fluya la parte de narrativa. El lector quiere aventuras, amor, intriga, tensión… y eso es lo que el novelista ha de proporcionarle. Cuando no se hace bien, o caemos en el discurso demasiado académico, estamos haciendo una «historia novelada», no una «novela histórica».

¿Comprende por qué este género tiene tan mala prensa entre algunos colegas académicos?

Yo no creo que tenga que haber conflicto, siempre y cuando se comprenda ante lo que nos encontramos. Si uno quiere aprender Historia tiene a su disposición manuales, monografías, artículos en revistas especializadas o de divulgación, etc. Si lo que quiere es viajar con la imaginación y vivir una aventura en un mundo diferente al suyo, en este caso lo que debe buscar es una novela. Quizá el problema radique en que parte del público pueda considerar que lo narrado en una novela es cierto al cien por cien y que debido a ello se pueda llegar a falsear la Historia real.

¿La novela histórica tiene un valor didáctico a la hora de divulgar la Historia o es ficción y así debe ser tomada?

Sí tiene valor didáctico por dos motivos. Por un lado, muestra un marco temporal y unos hechos que, por lo general, tienen una buena parte de realidad, aunque sepamos que nos encontramos ante un relato de ficción. Y, por otro lado, despiertan la curiosidad del lector por aprender más sobre la Historia. Creo que en casi todas las novelas históricas que leo termino buscando información sobre los personajes o sobre los hechos que se narran. Me acuerdo ahora de las veces que he buscado datos después de leer Marco el Romano, Yo, Claudio o Juliano el Apóstata.

No tiene la sensación de que hoy sobre todo las series de TV han influido en la ficción literaria y los autores escriben fijándose en ellas más que en otros autores o en películas, ¿a usted le pasa? ¿lo percibe en otros?

Es posible. En mi caso yo creo que mis referentes son más bien las novelas, porque prefiero el lenguaje literario al cinematográfico o el televisivo. En el lenguaje visual no hace falta explicar las cosas, porque ya las ves; pero tiene el problema de que no puedes saber lo que les pasa por la cabeza a los personajes, cosa que sí ves en las novelas. Son dos lenguajes muy distintos y aunque algunos libros dan lugar a excelentes películas, es muy frecuente que el resultado nos decepcione porque se quiere hacer un «calco» de la novela. Ahora mismo, salvo la serie Roma de HBO, no recuerdo ningún otro referente de serie de televisión que me haya influido demasiado en mi forma de escribir.

¿Es usted lector de este género desde siempre o solo lo ha trabajado como autor?

No tengo géneros predilectos. Leo aquellos libros que me atraen, sin importarme si son novela histórica, novela actual, de aventuras o cualquier otro género. De hecho, creo que me pasa un poco igual en otros ámbitos, porque tampoco tengo géneros musicales o artísticos favoritos. Para escribir, sin embargo, sí creo que me siento más cómodo apoyándome un poco en la historia real, pero siempre trato de que el peso caiga del lado de la ficción.

¿De dónde viene su pasión por la Historia?

Me atrae extraordinariamente imaginar cómo pudieron vivir otros hombres y mujeres en épocas pasadas. Y no hay momento que no me guste, tanto si es el siglo XVI en España o los grandes imperios de Oriente Medio hace milenios. Me gusta leer sobre sus modos de vida, su tecnología, su arte, sus costumbres. Y cuanto más leo más me sorprendo con las similitudes que se encuentran, sobre todo en la forma de proceder de aquellas personas que tienen el poder. Hay cosas que apenas cambian…

¿Cuáles son los referentes literarios de Sergio Martínez a la hora de escribir sus novelas?

Quizá en el modo de enfocar las historias, en primera persona y con confesiones personales, un referente para mí es Mika Waltari, autor de dos novelas fantásticas a mi modo de ver: Sinuhé el Egipcio y El ángel sombrío. En la exquisitez del lenguaje quizá García Márquez, sobre todo en sus novelas más cortas como Del amor y otros demonios, y Marguerite Yourcenar con Memorias de Adriano. De todos los autores que me gustan recuerdo cómo van construyendo la trama, cómo hablan los personajes, cómo se comportan. Es un aprendizaje fundamental.

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1 comentario

  1. Dice ser Por supuesto

    Que gracioso. He estado leyendo un poco sobre este tema. Apaleados por los franceses y cuna del «castellano», el español, para hacer una declaración se sus fueros. Que pais

    16 febrero 2021 | 11:32

Los comentarios están cerrados.