‘Canoe Bay’, la Guerra Franco-India en acuarelas

Pablo Lozano es director del Festival Internacional de Cómic Europeo (en Facebook,  Twitter e Instagram) y colaborador especializado en cómic histórico en XX Siglos. Le podéis seguir en Twitter, Facebook e Instagram). En este post le acompaña la ilustradora Claudia Antonelli para analizar la parte artística (puedes seguirla en Instagram y Facebook).

Como hemos comentado esta sección sobre cómic histórico no es sólo y exclusivamente para hablar de novedades. También echaremos en muchos momentos la mirada atrás y comentaremos cómics del género que según creo han destacado o se han convertido en clásicos. Es el caso de nuestra incursión de hace unas semanas en la saga del teniente Blueberry.

Para continuar este lluvioso mes de febrero os traigo una obra con la que seguro visualmente vais a disfrutar mucho. Llegó a España en el año 2013 de la mano de la editorial Ponent Mon y su nombre es Canoe Bay. Sus autores son un tándem creativo francés que no suele decepcionar a los lectores. Nos referimos al dibujante Patrick Pugne y el guionista Tiburce Oger. Ambos han compartido muchas obras.

La primera publicación que leí de ellos fue La posada del fin del mundo. Recuerdo pedirle dinero a mi padre con carilla de pena  para comprar el primer número de la colección. En aquellos momentos un cómic de ese tipo podía rondar los 14, lo que para un adolescente podía suponer un desembolso a sopesar. Mi padre, como casi siempre, no dudó en ayudarme en la adquisición e, incluso, estuvo dispuesto a que le enseñara algunas páginas del mismo. Era mi manera de mostrar que había sido una buena inversión.

Contexto histórico

En 1756 Europa se sumió en uno de los peores conflictos del siglo XVIII, la Guerra de los Siete Años. En las colonias, especialmente en la América del Norte, las hostilidades entre los ingleses, los franceses y las naciones indias proseguían desde hacía dos años. En Julio de 1755 el ejército inglés, a las órdenes del general Braddock, ya había atacado Fort Duquesne, cuya humillante derrota serviría de advertencia para todas las colonias de la Nueva Inglaterra. Algunos meses después Louis-Joseph, marqués de Montcalm, tomó el mando de las tropas de la Nueva Francia.

Había estallado la Guerra Franco-India.

Con este pequeño prólogo arranca la gran aventura de 78 páginas que tratará de sumergirnos en la Norteamérica del siglo XVIII.

Siempre he sido un gran interesado en este conflicto que abarcó de 1754 a 1763 y  al que se le conoce por diferentes nombres dependiendo de la fuente o el país que lo mencione. La mayoría engloba lo sucedido en la famosa guerra europea de los Siete años, los canadienses francófonos  la denominan la Guerra de la Conquista, y los ingleses la conocen como la Guerra Franco-India. Este último nombre, de acuñación británica, se debe a que decidieron llamarla igual que a los enemigos a los que se estaban enfrentando: los franceses y los indígenas americanos.

Todos recordamos este conflicto sobre todo por la novela o la película El último mohicano. Nos mostraba a las potencias francesa e inglesa chocando en la América del Norte conocida hasta el momento. Esta comprendía desde  los Apalaches al Misisipi y de los Grandes Lagos al Golfo de México. Aunque las hostilidades se concentraron sobre todo en lo que conocemos hoy como estados de Ohio, Pensilvania y Virginia.

Tenemos también  en el tablero de juego a las naciones indias. Todavía en un momento en que los colonos europeos eran minoría y se encontraban en los confines del mundo conocido. Creo que una de las cosas más espectaculares que tiene el cómic es lo bien que los autores han captado la vestimenta, poblados, colores y aspecto de las tribus que van apareciendo a lo largo de la aventura. Principalmente veremos a dos de ellas participar en la historia.

En primer lugar veremos a los Iroqueses, único pueblo aliado desde el principio de la guerra con los ingleses. De todas las naciones indias del momento, era la más numerosa. Para ellos la guerra era un tema fundamental en su sociedad. Era una forma de alcanzar respeto personal y de obtener prisioneros  que posteriormente se convertían en sus esclavos. Enfrente y ayudando a los franceses veremos a los Shawnee, enemistados con los iroqueses desde hace tiempo por la presión demográfica y expansiva  a la que estaban sometiendo a las otras tribus.

Un conflicto no conocido por sus grandes batallas sino por la manera en la que obligó a los ejércitos europeos a adaptarse a unos sistemas y tácticas de combate diferentes. La geografía y la forma de combatir de las tribus indias, basadas en escaramuzas y  emboscadas en los grandes bosques, no permitía hacer la guerra a la europea y eso hizo mucho daño, en un principio, a un ejército inglés que no supo adaptarse a las circunstancias. Esto lo observamos de una manera muy clara en la película anteriormente mencionada.

A lo largo del cómic veremos referencias interesantes de vestuario tanto de los colonos como de los militares de ambos ejércitos. Quiero hacer mención especial a lo cuidado que están los granaderos ingleses o las casacas de diferentes tipos que podemos observar en ambos bandos a lo largo de la trama. Gran trabajo de documentación el realizado por Pugne en este apartado.

La historia

De la mano de Jack, un joven huérfano, viajaremos en los primeros compases a bordo de un mercante inglés que nos llevará por Europa, África y El Caribe. En este largo viaje irá conociendo a los diferentes personajes que le acompañarán durante toda la aventura.

En muchos momentos la obra nos puede recordar a la novela de La Isla del tesoro. Sobre todo por la aparición del personaje de Lucky Roberts, que arrastrará a nuestro protagonista  hacia la piratería, aunque también será un entrañable protector y amigo. La similitud con el libro de Robert Louis Stevenson también se produce por la existencia en la trama de un tesoro, aunque, en vez de estar en una isla caribeña, el botín se encuentra en los Grandes Lagos de Norteamérica. Los cuales tendrán que atravesar en el trasfondo de la lucha entre franceses y británicos por el control de la región.

Desde luego, el guión  de Oger es un gran viaje que nos hará disfrutar como si fuera una buena novela de aventuras, no solo por su contenido sino por su espectacular cuadro pictórico, lo que nos lleva a solicitar la colaboración en este artículo de una experta ilustradora como Claudia Antonelli (puedes seguirla en Instagram y Facebook) su opinión gráfica.

El dibujo

Nos ofrece un espectáculo para los ojos de manos del dibujante Patrick Prugne. Entramos en la atmósfera del bosque norteamericano con aguadas vaporosas a través de acuarelas y anilinas, en tonos azulados, grises y anaranjados, que sirven como fondo ambiental durante toda la historia. En planos más cercanos, el artista utiliza la acuarela, pero también tinta y témperas para potenciar el color y destacar las figuras de los personajes y los primeros planos sobre el fondo. Observamos una armonía cromática durante todo el cómic, dominando especialmente los tonos azules y ocres. Dependiendo del momento, los cálidos o los fríos protagonizan la escena para el día y la noche, de modo que el tiempo pasa para el lector de igual forma que para los protagonistas. La técnica mixta que utiliza, en la que se notan los pequeños desperfectos del dibujo tradicional, la textura del papel de acuarela, o los trazos del lápiz que se adivina bajo la pintura, le da un toque especial.

Prugne consigue integrar a la perfección todos los materiales, y sin quitarle el papel principal a la aguada, con un dibujo realista, manteniendo la estética adecuada para un cómic histórico como este. Se nota la experiencia a la hora de dominar la luz, los planos y movimientos de los personajes, lo que hace de Canoe Bay una joya visual, independientemente de la historia que nos relata. Como extra, además, podemos disfrutar al final del volumen de numerosas páginas de bocetos previos sobre el diseño de los personajes y los escenarios, con acuarelas en gran tamaño de algunas de las viñetas.

Y de un cómic tan especial en el apartado artístico no nos hemos resistido a pedirle a algún ilustrador nacional su propia interpretación del imaginario de Canoe Bay. El maravilloso Francis Porcel ha aceptado el reto y este ha sido el espectacular resultado…

Por Francis Porcel.

Espero que con este articulo os despierte la curiosidad hacía esta gran obra. Os animo a seguirnos en nuestros recorridos por el cómic histórico donde seguiremos desgranando también novedades

Cuidaos mucho y buen mes de febrero.

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