César Cervera: «Los Borbones deberían aprender que la monarquía se mueve por arenas movedizas desde hace dos siglos»

César Cervera, escritor y redactor de ABC. Foto: Ángel de Antonio.

Trastornos bipolares, pornografía, depresión, crueldad, aficiones excesivas a la caza… Los Borbones y sus locuras, así ha titulado el periodista César Cervera  su ameno repaso por la historia de esta dinastía en España, desde Felipe V a Alfonso XIII. Este periodista, que realiza una gran labor de divulgación histórica desde la sección de historia del periódico Abc, ha lanzado su segunda entrega sobre familias reales españolas (publicó hace cuatro años otro libro sobre los Austrias) y ha alcanzado en pocas semanas su segunda edición, quizá -quién sabe- empujado por el penúltimo Borbón y sus polémicas.

Pero a Don Juan Carlos y su hijo Felipe VI Cervera no los retrata en su libro. Lo que sí ha hecho es componer, tras el pintoresco retrato de excentricidades y locuras de los monarcas, un interesante retrato de la historia de un país desde la corte que los gobernó. Un viaje que arranca con la entrada de la nueva dinastía y nuevo rey que no conocía nada del país que iba a regir -entraron en España «como un elefante en una cacharrería», dice el autor- y que alcanza hasta la muerte de Alfonso XIII, exiliado, sin reino y renunciando a ser jefe de la Casa Real. Incluso se permite el autor, con bastante retranca, perfilar una ucronía sobre la historia de España sin los Borbones durante el siglo XX en el Epílogo de la obra. Pero, empecemos por el principio…

Arranca el libro recordando la película, El Padrino y lanza una primera andanada,»el prisma nacionalista nos ha hecho creer que la aventura de los Austrias, los Borbones o los Saboya es la misma que la de España, como si los intereses de una familia pudieran ser los mismos que los de todo un país. Como si la sangre no fuera más espesa que la nacionalidad»… ¿No era así ni cuando los reyes gobernaban? Viendo algunos líos actuales, ¿las «familias políticas» no siguen teniendo ese mismo problema?

Sí, totalmente. Hay demasiados políticos a los que se les llena la boca diciendo nosotros la nación española –si son de derechas–, o nosotros el pueblo español –si son de izquierda–, cuando en verdad de lo que hablan es exclusivamente de sus intereses particulares. De su partido, de su facción y de ellos mismos. Los Austrias o los Borbones del siglo XVII o XVIII no velaban por los intereses de España o de los españoles, sino por los intereses de su dinastía, que reinaban en muchos rincones de Europa y su único deseo era hacerlo en muchos más.

Ya que tiene libro de los Austrias, que tituló El imperio de los chiflados, y ahora también otro sobre los Borbones y sus locuras, ¿qué dinastía era más loca?

Cuando escribí el libro de los Austrias, terminé el último capítulo bromeando con que al fin vendría la calma a España, en cuanto al pobre Carlos II El Hechizado le sucediera Felipe V el bipolar y más tarde Fernando VI, al que solo el opio le frenaba para que no siguiera mordiendo y tirando heces a sus criados en su último año de vida. No, las extravagancias solo fueron a peor con el cambio de reinado. Los Austrias fueron endogámicos, adictos al sexo, al juego, al chocolate y varios de ellos desarrollaron tendencias depresivas, pero salvo el hijo maldito de Felipe II ninguno tuvo los problemas mentales de la gravedad de Felipe V o de Fernando VI. Eso es insuperable.

Los Austrias gobernaron más concentrados en una época determinada, los Borbones abarcan varios siglos de cambios sociales radicales, de avances, ¿ese choque con la modernidad determina aún más las extravagancias reales?

Ambas dinastías tuvieron graves dificultades para adaptarse a los cambios políticos y a un país del que desconocían casi todo. Carlos I cuando llegó a España hablaba tan mal el idioma como Felipe V y desconocía igualmente la historia y las costumbres del país, con la salvedad de que en el momento de la venida de los Austrias la cultura española era la que marcaba las modas en Europa. El primer Borbón, tanto a nivel político como cultural, simplemente consideraba superior todo lo que procediera de su país natal y se dedicó a sustituir lo español por lo francés. Los Borbones entraron en España como un elefante en una cacharrería…

Hay Borbones a los que podemos considerar “locos clínicos” y otros lo son más por su comportamiento, por el ambiente que provocaron…

En los casos de Felipe V, probablemente con síndrome bipolar, de la esposa de Luis I, que tenía un desorden de la personalidad, y de Fernando VI, que acabó su reinado más loco que su padre, podemos hablar de locura pura y dura, de gritos en palacio y de reyes que se creían anfibios. Luego, en el siglo XIX, lo que vinieron fueron lo que los liberales designaban «las locuras de palacio», es decir, el incansable esfuerzo de Fernando VII, Isabel II y compañía por dinamitar su trono a base de extravagancias, niñerías y mezquindades.

De los tratados en el libro, ¿cuál el su favorito, por loco, y cuál le ha dado más vergüenza ajena? ¿Hay alguno al que pondría el cartel de «buen rey» sin dudar?

Fernando VI, que reinó muy pocos años, se suele catalogar como un paréntesis entre las reformas de Felipe V y la Ilustración de Carlos III, pero lo cierto es que su reinado fue uno de los más ventajosos en la historia de la dinastía. Dejó las arcas llenas, mantuvo la paz a nivel internacional, reformó la Armada y protegió a autores fundamentales de la Ilustración como Benito Jerónimo Feijoo. Es cierto que su atención por los asuntos de Estado era bastante limitada (se decía que los papeles largos le afligían), pero dejó hacer a los ministros adecuados y siempre se preocupó por el bienestar de sus súbditos. Fue un buen rey que tuvo el peor final posible, abandonado en un castillo de mala muerte y sin nadie que mostrara una mínima compasión. En su último año le falló la cabeza, pero de lo que murió es de pena y de desnutrición.

Vergüenza ajena da, sin duda, el exiliado Carlos IV, que se excusó en que estaba cazando en Nápoles para no viajar a Roma donde su esposa, asistida por Godoy, se estaba muriendo. Curiosamente el hermano de Carlos, que reinaba en Nápoles, tampoco interrumpió su jornada de caza cuando semanas después fue el rey español el que agonizaba.

Fernando VII, ¿fue el peor rey posible?

Todos los historiadores que se han propuesto dar un juicio más benévolo en torno a su figura, incluso quitando la propaganda liberal vertida contra él, han fracasado estrepitosamente. Traicionó a sus padres, a sus hermanos, a los liberales, a los absolutistas, a los franceses… fue una persona cruel con el corazón más negro que el carbón. Si hay que salvar algo bueno sobre él, en caso de que sea cuestión de vida a muerte, pues hay que reconocer que tras su cara de lelo era bastante astuto y que siempre fue cariñoso con sus esposas, aunque eso no impidió que les pusiera los cuernos. La fundación del Museo del Prado por su segunda esposa fue una de las pocas cosas positivas que ocurrieron en su turbulento reinado.

Por cierto, ¿vio el capítulo de esta temporada sobre Fernando VII de El Ministerio del Tiempo?

Lo siento. Esta temporada no la he visto aún.

Hablando de la serie, tal y como se maneja al gusto de modas y tendencias políticas y sociales la Historia, ¿igual necesitaríamos un Ministerio como el de la serie?

Tenemos una tropa interminable de ministerios y rara vez alguno se preocupa por defender la historia del país de manipulaciones, falsedades y ataques contra figuras esenciales para humanidad. Efemérides como la primera circunnavegación a la tierra o la conquista de México están pasando, una vez más, sin pena ni gloria. No es una cuestión de izquierda o de derechas, sino de ministros a los que les faltan unas cuantas lecturas.

Como periodista que divulga la historia, ¿cómo valora la retirada de Lo que el viento se llevó y los ataques a estatuas de la herencia hispana en EE UU, Churchill, esclavistas, etc por las protestas raciales iniciadas en EE UU?

Lo primero que me sorprende es que un problema tan propio del mundo anglosajón, que sigue siendo implacable con el diferente, ya sea negro, nativo, hispano, italiano o simplemente hable mal inglés, se haya convertido una vez más en un ataque generalizado contra la herencia española. Destrozar y retirar las estatuas de los mismos es siempre demasiado barato… Los anglosajones deben estar encantados con lo de desviar la atención o, por lo menos, con abrir el reparto de culpas a otros pueblos.

En cualquier caso, resulta bastante absurdo e infantil buscar la solución a problemas actuales en el pasado. En esta generación adicta a las soluciones fáciles, se está confundiendo borrar el pasado con cambiar el presente. Nada positivo va a salir de esta furia iconoclasta. No se va a curar ninguna herida, ni se va comprender mejor los procesos históricos. Dentro de muchas décadas otras generaciones incapaces de solucionar sus problemas también miraran al pasado, romperán nuestras estatuas y juzgarán como bárbaras costumbres que hoy nos parecen el culmen de la civilización. Es el cuento de nunca acabar.

Volvamos a los Borbones… Isabel II, ¿tiene más mala prensa de la que merece? ¿si hubiera sido varón habría recibido otro trato de sus contemporáneos y de la historia’?

Isabel II, la pobre, resultó un desastre y la consecuencia inevitable de una mala educación y de graves carencias afectivas. Si es cierto que su condición de mujer dio pie a intensificar, ya desde adolescente, los ataques de la oposición cuestionando su moralidad y aireando sus muchas infidelidades. Su hijo Alfonso XII fue igual de libertino en su vida privada, pero se le atizó menos en este sentido por ser hombre y, también hay que recordarlo, porque él no se metía en la cama con políticos y ministros. Mezclar sexo y política ya era demasiado.

Alfonso XIII, ¿no se convierte casi en un personaje más propio de la postmodernidad? En estos tiempos un tanto hedonistas, quizá sea más fácil sentir cierta empatía por él ahora que durante su propio reinado. Casi se puede imaginar a Alfonso XIII como un rey actual, sin gobernar, con la prensa rosa y las redes sociales…

Alfonso XIII se crió en una burbuja y sin conocer, como sí lo hizo su padre, lo precaria que era la posición de los Borbones en el país. No comprendió su tiempo y vivió con estupor la caída de las monarquías de su alrededor. Cuando empezó a reinar apenas había repúblicas en Europa, pero décadas después lo raro empezaba a ser una monarquía tan apolillada como la que él representaba. Desde luego hoy la prensa rosa no habría dado abasto con tantas extravagancias. Que unas simples elecciones municipales le desalojaran del trono es la mejor metáfora sobre su incapacidad para madurar a tiempo.

Ha dejado fuera a los reyes de la Democracia, a Juan Carlos I y Felipe VI, ¿por qué?

Quería que el libro se mantuviera estrictamente en el terreno histórico. Ahora mismo nos falta perspectiva para saber cómo se recordara al rey Juan Carlos y a su hijo en el futuro. Son personajes vivos y la idea que tenemos sobre ellos está determinado por nuestro presente más inmediato y por imágenes parciales. ¿Cómo recordaremos a Juan Carlos? ¿Por su papel clave durante la Transición? ¿Por su agitada vida privada? ¿Por su campechanía? Aún es pronto para hacer un retrato general. Fíjate que el pintor Antonio López tardó veinte años en terminar un retrato sobre la familia de este monarca…

¿Qué pueden aprender los Borbones del siglo XXI de sus antecesores?

Hay que recordar que de los últimos siete reyes de España seis abdicaron por diversas razones políticas y todos ellos vivieron en algún momento el sabor del exilio. Los Borbones deberían aprender que la monarquía se mueve por arenas movedizas desde hace ya dos siglos. Deben cuidarse, y así creo que lo hace Felipe VI, por ser ejemplares en todas las facetas de su vida y por no tomar nunca partido político. De ello depende su supervivencia más inmediata. Les quedan pocas balas.

La monarquía en el siglo XXI, ¿tiene sentido?

Creo que la mayoría de los españoles no son monárquicos por convicción, pero comprenden el papel que ha tenido la Corona en los últimos cuarenta años para establecer consensos en un país donde es tan difícil poner de acuerdo a la gente. Vivimos una época donde algunos partidos populistas quieren dinamitar todos los consensos creados en el 78, y eso es una actividad de alto riesgo. Ahora más que nunca es necesario defender a los símbolos e instituciones que sirven para unir a los españoles y no para enfrentarlos. Los que abogan por establecer un sistema republicano lo hacen normalmente con intenciones más revanchistas que por sentido práctico. Cuando sistemáticamente se pone en cuestión todo lo que se vincule a la palabra España (la bandera, el himno, la historia, el idioma), está claro que atacar a la monarquía solo es un frente más en una campaña indiscriminada para despojar de identidad a la nación.

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1 comentario

  1. Dice ser Otromas

    Y cada granito de esas arenas es un republicano vocacional que busca activamente un Rey para poderlo devorar, da igual cual sea.

    28 julio 2020 | 16:03

Los comentarios están cerrados.