César Cervera rescata a los ‘superhéroes del imperio español’: » Las derrotas españolas están hipernarradas y las victorias se han contado con timidez»

El periodista César Cervera (FOTO CEDIDA POR ESFERA DE LOS LIBROS)

César Cervera (Candeleda, Ávila, 1988) ha escogido un camino poco habitual en la carrera periodística: la de divulgar la historia. Lo hace desde el diario Abc, la web Una pica en Flandes y sus libros. Hace tiempo ya nos sorprendió con su repaso a la dinastía de los Austrias (y nos hizo en XX Siglos un trivial sobre el asunto) y ahora regresa con un título sorprendente: Superhéroes del imperio (Esfera de los Libros, 2018). En él, repasa las biografías de algunos personajes gigantes de la historia del imperio español, que si los comparáramos con los cánones actuales no dudaríamos en llamar superhéroes. Así que por sus páginas desfilan no el Capitán América, Thor o Batman sino Blas de Lezo, Pizarro, Juan del Águila o la Monja Alférez, entre otros.

Charlo con él sobre esos personajes y otros de la historia de España, sobre la última polémica ‘histórica’ de Ada Colau o sobre la divulgación en nuestro país.

Hablamos de superhéroes de la historia el día en que se estrena la nueva película de Los Vengadores. En los tiempos del aluvión cinematográfico y televisivo de superhéroes Marvel y DC, ¿había necesidad de recuperar a estos «superhéroes del imperio español»?

A mí me encantan los cómic, de Marvel especialmente, pero yo también estoy bastante saturado. Han exprimido, y van a exprimir, a la gallina de los huevos de oro hasta que no le quede nada. Sin embargo, detrás de esta fiebre cinematográfica, como ya pasó con los western, hay una necesidad sociológica, un intento de proyectar con poderes sobrehumanos al ciudadano prototipo de los EE.UU. Esta necesidad la han vivido las sociedades de todos los tiempos. En el caso español hubo ya en las crónicas el siglo XVI una proyección ciertamente mitológica de hombres y mujeres que eran ya de por sí asombrosos. En el libro trato de separar cuánto hay de mito y cuánto de realidad en los “superpoderes” que se les atribuye. Por eso elegimos este título, como paralelismo con la fiebre actual.

¿Quizá, el elevar sus perfiles al olimpo de los superhéroes del siglo XX y XXI, también sea la manera de picar la curiosidad de las nuevas generaciones por estos personajes?

La portada y el título del libro pueden parecer dirigidos a un público juvenil. Ojala sea un éxito entre ellos. Pero por mi experiencia sé que los lectores de historia militar suelen ser un poco más mayores y son muy exigentes, porque en los últimos años se ha escrito ya un poco de todo. El libro es riguroso y ameno, pensado en los jóvenes que no conocen los personajes, pero también en un lector más exigente que puede descubrir detalles poco conocidos o una visión distinta de algunos de estos militares.

Del genocidio en América a la imperiofobia, ¿el debate histórico en España no empieza a bascular entre dos extremos, el de la vergüenza por el pasado pijiprogre y el de las santísimas glorias de las historia? ¿Tan difícil es el término medio?

Precisamente con el debate sobre imperiofobia que ha abierto Elvira Roca Barea lo que hemos descubierto es hasta qué punto son infundados los prejuicios contra los imperios. Los verdaderos imperios generadores como España o Roma sirven para superar la fase de la tribu y unir a pueblos que, estando separados por pocos kilómetros, no habían tratado o comerciado en toda su historia. Estos imperios crean hospitales, universidades, caminos, puentes… Los imperios así son algo único en la historia y debemos distanciarlos cuanto antes del concepto de colonialismo anglosajón o francés.

Más allá de lo importante que es reivindicar los éxitos y los siglos de prosperidad que han traído este tipo de imperios, el término medio está en huir como de la peste de aquel relato tan casposo de las “santísimas glorias”. Es imposible ponerse en la cabeza de los españoles que levantaron aquel imperio, o encontrar en ellos la raíz de ideologías o formas de ver España en el siglo XX. Ni historia casposa, ni prejuicio contra los imperios. Esa debe ser la meta.

[DEBATE: Crítica del libro Imperiofobia de Elvira Roca Barea por Esteban Mira Caballos | Réplica de Elvira Roca Barea]

Apellidándose Cervera, la pregunta es obligada, ¿pariente del Almirante “facha” de Colau? ¿Qué piensa de esta polémica? ¿No debería incluirle en su epílogo del 98 en una futura segunda edición?

Yo soy de los Cervera de secano, jajaja. Es una salvajada, en cualquier caso, y una muestra de que todo lo vinculado a España es fascismo para Colau y para los que se están educando pensando que viven en la región más adelantada del país más atrasado de Europa. Los nacionalismos siempre se fundamentan en la superioridad de un grupo sobre el resto. Alguien debería explicar a Colau que el surgimiento del nacionalismo catalán tiene mucho que ver con lo que significó para la burguesía catalana la derrota en Cuba, que el almirante Cervera trató de evitar por todos los medios. Y que, sin esa burguesía deseosa de recuperarse de las pérdidas, no habrían aparecido estos nacionalismos periféricos y excluyentes de los que bebe Colau.

El almirante Cervera me interesa como figura histórica, pero la verdad es que buscaba contar cuantas menos derrotas mejor en el libro. Creo que las derrotas españolas estás hipernarradas y las victorias, en cambio, se cuentan con cierta timidez, como pidiendo perdón por haber ganado.

Blas Lezo (detalle de un cuadro expuesto en el Museo Naval, WIKIPEDIA)

Escribe: “Detrás de un gran hombre hay una gran mujer, pero sobre todo un buen narrador”. ¿La historia ya no la escriben los vencedores, sino quienes saben contarlo mejor?

Siempre ha sido así. La fuerza de las palabras es superior a las armas. Julio César murió apuñalado por sus enemigos perdonados y luego Octavio basculó entre presentarse como el hijo del divino César o como el salvador de la República (es decir, el que evitaba que gente ambiciosa como Julio César intentara destruir la república). Quiero decir: Julio César podría ser considerado perfectamente un vencido, pero es que se preocupó mucho en vida por la propaganda sobre su figura y el mismo fue un gran escritor, como demuestra en los “Comentarios sobre las campañas de la Galia”. Hay muchos ejemplos de personajes que, como Napoleón o Federico El Grande, tienen un historial de derrotas militares tan grande como sus victorias, pero que se encargaron en persona de escribir sus historias y supieron venderse bien. El virrey Eslava decía a modo de insulto sobre Blas de Lezo que tenía «achaques de escritor». Siglos después, al final la versión que ha prevalecido es la del  vasco.

Volviendo a los héroes de su libro, hace varias interesantes reflexiones en su introducción. La primera es que el papel y función de los héroes cambia según el momento, ¿cuál era la de estos superhéroes del imperio?

Los héroes del imperio eran militares, sobre todo, porque para esa sociedad era muy importante la reputación en el oficio de las armas. Los cronistas de Flandes o de América se cuidan mucho por anotar nombre y lugar de procedencia de cada uno de los soldados que realizaban un asalto exitoso o una gran hazaña. Eran militares y eran emprendedores. El primer imperio realmente global necesitaba a gente que emprendiera a lo bestia, esto es, salieran del país y asumieran riesgos personales. O todo o nada. No hay que olvidar que durante la conquista de América la Corona no ponía un ducado. Debía ser cada uno de estos emprendedores los que sufragaran los gastos y acometieran todo el esfuerzo.

También suelta la perla de que en España hemos abrazado con más pasión a los semimíticos el Cid o Pelayo, que a estos, mejor documentados por la historia. Blas de Lezo me parece la prueba irrefutable de ese razonamiento. ¿Por qué cree que ha pasado?

En mi generación Blas de Lezo, Pizarro o Cabeza de Vaca no aparecían en ningún lado en los libros del colegio. Es una omisión de la que todavía estoy recuperándome y en parte por eso he escrito este libro, a modo de redescubrimiento personal. Sin embargo, en los libros de mis padres aparecían muchos de ellos, pero mezclados con Pelayo y con El Cid, como parte de un mismo relato nacional, una obra gloriosa al servicio de ciertas ideologías del siglo XX. Se les daba tanta verosimilitud a las vidas de unos como a las de otros. Eso ha hecho mucho daño, porque al final todos eran héroes de cartón piedra, sin profundidad.

[Antonio Barceló, mucho más que un olvidado corsario del siglo XVIII]

Antonio Barceló, Pizarro, Cabeza de Vaca, Mediohombre, la Monja Alférez,…Supongo que será difícil, ¿pero tiene algún héroe favorito entre su patrulla Imperial?

He tenido tantos prejuicios en el pasado contra la figura de Francisco Pizarro que ahora que le conozco realmente, con sus virtudes y sus defectos incluidos, no puedo dejar de admirarle sobre el resto de héroes. Más allá de los que le llaman genocida, Pizarro tiene en contra a los cronistas de Cortés, que son los que extienden la idea de que fue criador de cerdos en su juventud; tiene en contra que ya no era un joven carismático cuando logró conquistar el Perú. Y tiene en contra que tras su asesinato sus hermanos iniciaron una guerra civil contra los almagristas y luego contra la Corona. Su historia carga con demasiadas capas de prejuicios. Por eso cuando se van retirando aparece un personaje desconocido, como tituló en su biografía María Del Carmen Martín Rubio, que nada tiene que ver con lo que dice la Leyenda Negra de él.

[ENTREVISTA Mira Caballos: “Pizarro fue el arquetipo de conquistador, pero perdió la batalla de la propaganda frente a Hernán Cortés”]

En estas figuras, ¿es fácil separar el mito, la leyenda, incluso la propaganda, de la historia?

La historiografía actual pone mucha énfasis en analizar el origen y motivación de las fuentes, frente a otros tiempos donde había cierta candidez a la hora de considerar todo lo escrito en páginas amarillentas casi como “palabra de Dios”. El análisis que yo puedo hacer en el libro es muy superficial, al fin y al cabo lo que yo quería es contar de forma atractiva la biografía de estos personajes. Claro que el olor a leyenda es a veces muy fácil de detectar y yo reflexiono al respecto en las páginas del libro. Detrás de cada leyenda suele haber un hecho vergonzoso, algo que hay que tapar con un cuento. Por ejemplo, detrás del mito de El Cid está el hecho de que España no existía como tal y que el gran héroe medieval era un mercenario que sirvió a distintos bandos, musulmanes y cristianos. La mejor manera de encontrar un episodio mitificado es tratar de ver lo que está tapando.

Eres periodista, pero te estás especializando en la divulgación histórica… ¿Es prueba de que en España los historiadores han dejado abandonada, hasta quizá los últimos años, el papel divulgador?

Algunos historiadores españoles no comprenden la importancia de acercar a todos los públicos el conocimiento. O el hecho de que existen muchos escalones de conocimiento…. Mi trabajo es incentivar a los lectores para que, más allá de mis textos, quieran profundizar en la materia. Creo que sin ese paso previo muchos no podrían o querrían pasar al siguiente escalón. Siendo periodista entrevisto a muchos historiadores españoles, algunos son encantadores y cercanos como Agustín Rodríguez González o Alfredo Alvar; otros, sin embargo, están recelosos de tratar con la prensa. Se creen que en las entrevistas va a perderse su mensaje original y que solo si hicieramos la entrevista en latín podría conservarse el frasco de las esencias. Ahí encuentro grandes diferencias con los autores extranjeros que vienen a España a promocionar sus libros y comprenden lo importante del trabajo de la prensa como puente con el público.

En tu periódico, Abc, estáis dando bastante importancia a la historia, ¿la prensa generalista, en esta época donde todo se puede encontrar a golpe de click, debería apostar por estos contenidos?

Para Abc, que tiene un archivo impresionante y una línea editorial que tiene muy claro lo que ha sido España, la sección de historia es algo muy valioso y un valor añadido respecto a otros medios. Otros medios también han aumentado en estos años sus contenidos de historia, lo que es una gran noticia, ya que hablar de cultura es siempre una buena noticia. La política española empieza a parecer un culebrón malo; si la gente quiere historias de verdad tenemos muchas a mano.

A vosotros, ¿qué os han parecido estos superhéroes del imperio español?

¡Buenas lecturas!

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4 comentarios

  1. Dice ser Portaco

    Excelente

    27 abril 2018 | 10:03

  2. Dice ser Idolop

    «Los verdaderos imperios generadores como España o Roma sirven para superar la fase de la tribu y unir a pueblos que, estando separados por pocos kilómetros, no habían tratado o comerciado en toda su historia. Estos imperios crean hospitales, universidades, caminos, puentes… Los imperios así son algo único en la historia y debemos distanciarlos cuanto antes del concepto de colonialismo anglosajón o francés.»

    Creo que el verdadero problema viene cuando parte de dichos imperios se ha conformado a base de hierro y fuego, de forma que una parte de dicho imperio no se siente a gusto dentro de él.

    27 abril 2018 | 14:28

  3. Dice ser manolin

    por favor, no digas más memeces. Si hubieses vivido en la época de la postguerra no habrías visto películas, oído programas radiofónicos, leído tebeos o libros de lectura en el cole y no habrías estudias otra cosa salvo el heroísmo, las virtudes, la superioridad de los caudillos españoles y sus victorias, ya fuese contra los cartagineses, los romanos, los árabes, los franceses, los ingleses, los turcos, los franceses otra vez, el comunismo internacional, perejil… con héroes desde viriato hasta muñoz grandes o Federico trillo.

    lo tuyo ni siquiera es revisionismo, es cotidianidad.

    28 abril 2018 | 08:35

  4. Dice ser AZULMARINOCASINEGRO

    Uno de los muchos errores que se comete es no leer historia.
    El redactor de este artículo tiene mucha razón, lo lamentable es que hay una infinidad de personas que no sabe la historia de este país

    28 abril 2018 | 09:05

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