Julia Boyd: «Por más sólidas que nos parezcan nuestras democracias, nadie está a salvo del extremismo»

Julia Boyd en España (cedida Ático de los Libros)

¿Te habrías dado cuenta de la dimensión y de lo que era en realidad el régimen nazi si lo hubieras visitado en los años 30 o te habrías dejado fascinar por su estética y recursos? Esa es una de las dudas, una de las reflexiones que deja la lectura de Viajeros en el Tercer Reich (traducción de Claudia Casanova, Ático de los Libros, 2019), el apasionante relato de la británica Julia Boyd de los viajeros de distinto tipo, clase y nacionalidad que visitaron el régimen de Hitler antes de la guerra. Por sus páginas pasan intelectuales, turistas, artistas, atletas y políticos y las impresiones que aquel régimen les dejó. Algunos lo calaron desde el principio, otros cayeron en la trampa de la fascinación.

Charlo sobre esta obra y los interrogantes que plantea al lector actual con la autora de esta obra ganadora del premio de historia del LA Times y libro del año según el Spectator.

Del Tercer Reich se ha escrito muchísimo, decenas de miles de libros, ¿qué aporta esta visión de los viajeros que lo visitaron en su época?

Es verdad que existen muchos libros sobre el nazismo y claro, os preguntaréis ¿por que uno más? Creo que Viajeros en el Tercer Reich cuenta la historia desde otro ángulo, desde otra perspectiva que intenta entender la mentalidad de la gente que visitaba Alemania, pero también de los mismos alemanes. De cómo fue realmente vivir y viajar en Alemania durante 1930. No pretendo reescribir la historia ni mucho menos. Lo que he intentado con el libro, y espero haberlo conseguido, es intentar entender un poco más porque los alemanes y los visitantes extranjeros de esa época se comportaron y pensaron de la manera en la que lo hicieron.

¿Qué criterio siguió para elegir a estos viajeros?

De alguna forma me eligieron ellos a mi. Hay algunos obvios como David Lloyd George o Lord Londonderry, el Duque de Windsor, o famosos escritores como Thomas Wolf y otros, pero por los demás tuve que ser un poco detective. Tienes que salir fuera y buscar todo este material. A veces es pura suerte, cuando en una conversación descubres parientes de estos viajeros y, si eres verdaderamente afortunado, te mandan una copia de sus cartas o sus diarios. El material está en todas partes, la dificultad consiste en localizarlo y sacarlo a la luz.

Entre ellos hay personajes muy conocidos y admirados, ¿al encontrar algunos casos de admiración o de al menos indiferencia ante lo nazi, algún personaje del libro la ha decepcionado?

Sí. Muchos líderes, los políticos británicos, uno por uno, que fueron a Alemania pensando que podían tener conversaciones con Hitler para mejorar la situación. Creo que es decepcionante que no hayan visto a través de Hitler. Al mismo tiempo, hubo tanta gente que no vio a través de Hitler, que puede que no podamos culparles demasiado. Muchos hombres de estado parece que fueron seducidos por la personalidad de Hitler y prefirieron no creer lo que decían los periódicos sobre Dachau y la persecución de los judíos.

¿Resulta difícil salvar a sus viajeros del juicio contemporáneo?

El propósito de este libro es justo ese, ver lo que esas personas pensaban y sentían desde el contexto actual. Yo intenté constantemente ponerme en el lugar de esas personas y preguntarme ¿cómo habría reaccionado yo? Claro que me gusta pensar que habría odiado y despreciado a los nazis, ¿pero habría sido así realmente? Creo que es muy difícil saber como habríamos reaccionado. Como alemán habría querido proteger a mi familia y sobrevivir, ya que la mínima manifestación antinazi te hacia perder el trabajo o te mandaba a la cárcel. Había que ser realmente valiente para desafiar a los nazis. Creo que yo no habría sido suficientemente valiente, sino que me habría limitado sobrevivir hasta que pasara todo.

En cierto sentido, cuando los viajeros de su libro admiran algo del régimen nazi suele ser el progreso económico, el orden, la seguridad… ¿No es una advertencia para el lector actual contra esos líderes que anteponen el crecimiento económico y la seguridad a la libertad, al bienestar social de los grupos sociales más desfavorecidos que últimamente en Europa han crecido?

No creo que se pueden separar las dos cosas. El bienestar económico y social son dos cosas imprescindibles. Pero lo que puedo decir es que la sociedad se ha vuelto vulnerable y cuando esto pasa debemos hacer todo lo que podamos para proteger nuestras instituciones y salvaguardar nuestros derechos democráticos. Creo que nunca habrá un momento en la historia de la humanidad en el que estemos realmente seguros.

¿Cree posible que Europa podría volver a repetir y permitir un régimen como aquel?

Siempre es posible. Existen ya regímenes poco amistosos y pasan cosas horribles. No voy a nombrar ningún país pero sabemos que hay gobiernos represivos alrededor del mundo y es difícil intervenir aun sabiendo lo que pasa. Hay represión, totalitarismo… tenemos que estar alerta de forma permanente, porque por más solidas y seguras que nos parezcan nuestras democracias, honestamente creo que nadie está a salvo del extremismo.

Los juegos olímpicos de Berlín fue una demostración de la capacidad organizativa de los nazis, pero también, como narra, de su capacidad para camuflar su lado más oscuro y terrible. Quizá utilizar el deporte y los valores olímpicos para tal fin hacen aún más horrible aquellos juegos…

Estoy de acuerdo. En América hubo un boicot para que los equipos olímpicos no fueran a esos juegos pero Avery Brundage, el presidente de la Comisión Olímpica, se opuso. Puede que fuera antisemita, como tanta gente lo era, pero seguramente lo que no quiso fue que el Equipo Americano dejara de participar en los Juegos Olímpicos de 1936. Así que no era solo una cosa de los alemanes. Todos, de una forma u otra fueron cómplices en negar la verdad sobre lo que estaba pasando en realidad.

Escribe en algún momento, que la postura de los viajeros frente al régimen de Hitler solo reforzaba lo que ideológicamente pensaban. ¿Eso no le provoca una reflexión sobre la idea romántica del viaje como cambio, como transformación, y el turismo tal y como lo entendemos actualmente?

Creo que es decepcionante que la mayoría de la gente fuera a Alemania sin hacerse preguntas. Probablemente iban solo a pasar unas buenas vacaciones y no les apetecía indagar en la cuestión política por eso puede que hayan evitado pensar demasiado en el tema. Los empresarios iban a cerrar negocios y era lo único que les interesaba. Puede que los viajeros más honestos para describir el nazismo fueron los periodistas y los diplomáticos. Ellos hicieron todo lo que pudieron para hacer saber al mundo lo que estaba pasando, aunque demasiado a menudo la gente no quería oír lo que tenían que contar y por una sencilla razón: había pasado demasiado poco tiempo desde la terrible Primera Guerra Mundial y nadie estaba preparado para otra guerra. Por eso creo que preferían no enterarse, aunque había muchas evidencias y pruebas de persecuciones. Pero creo que es honesto decir que en general había un estado de confusión en cuanto a la situación en Alemania.

¿Qué transmitirán los viajeros que visitan el actual Reino Unido del brexit?

(Se ríe) Creo que es una gran pregunta. Obviamente la gente ve paralelismos entre lo que pasaba en los años treinta y el ascenso del populismo hoy en muchos países, no solo en Inglaterra. Creo que en toda mi vida, y tengo 70 años, no he sentido nunca un ambiente tan tóxico que el de ahora. Me entristece horriblemente ver esta situación de guerra civil y creo la gente debería aprender a respetar los puntos de vista de los demás. Es una situación muy incomoda y solo espero que nuestra democracia sea bastante fuerte para superar esta crisis del brexit.

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