Barry Cunliffe: «Bucear en los pecios por lucro tendría que ser ilegal»

Barry Cunliffe (foto cedida por Desperta Ferro)

Nacido en una familia de tradición marinera, Barry Cunliffe, arqueólogo británico y profesor de esa disciplina en Oxford, sintió la llamada del mar de otra manera que su abuelo y su padre, miembros de la Marina Británica: la volcó en su pasión de historiador, en su trabajo como arqueólogo marítimo. Todo eso ha confluido, muchos años después, en una obra titulada Océano (traducción de Jorge García Cardiel, Desperta Ferro, 2019), una maravilla que condensa una larga carrera, historia erudita y bien escrita, reveladora y descubridora como los marinos que, desde la prehistoria hasta el Renacimiento, la protagonizan. Entrevisto a este autor sobre una maravilla que nos adentra en los territorios inexplorados del mar y del ser humano y que nos recuerda, como no, de la importancia de la protección del patrimonio subacuático.

[RESEÑA | ‘Océano’, de Barry Cunliffe | Cómo la imaginación y el gen viajero ampliaron los horizontes de la humanidad]

Parece evidente que una obra como Océano es el resultado de una larga trayectoria y una larga reflexión, ¿cómo nació la idea de este libro, cuánto tiempo diría que lleva trabajando en él, consciente o inconscientemente?

Mi abuelo y mi padre estaban en la marina británica, y yo crecí en la ciudad portuaria de Portsmouth, así que llevo el mar en la sangre. Mi primera excavación, que empezó en 1961, fue en el fuerte tardorromano del castillo de Portchester, en la cabecera del puerto de Portsmouth. Una de las líneas de investigación que he seguido durante años ha sido la actividad marítima en la región atlántica de Europa. Esto ha supuesto excavaciones en sitios costeros prehistóricos en la región meridional de Inglaterra, en las islas del Canal y en Bretaña, así que mi contacto con la arqueología marítima ha caracterizado toda mi carrera. Océano es el resultado de esta larga asociación y de años de viajes por mar a lo largo de la Europa atlántica y por el Mediterráneo.

¿Es Océano un canto y un homenaje a los hombres valientes, a los que lo arriesgan todo por lanzarse al mar, y también un reconocimiento a lo que ensancharon el mundo?

Tengo un gran respeto y fascinación por el mar y por los humanos que se han preparado para desafiarlo. Entrar en el mundo liminal del océano requiere coraje. El que la gente haya estado preparada para hacer esto, nos dice mucho sobre cómo estamos genéticamente motivados. Los humanos tenemos un deseo innato por adquirir tanto productos exóticos como conocimiento, y esto es lo que nos ha llevado a desafiar al océano y lo que nos ha convertido en el más exitoso de los animales, al extenderse por casi todos los nichos ecológicos del planeta. Pero, además de todo esto, el mar nos desafía, nos tienta a entrar en su reino. Al hacerlo, aprendemos sobre nosotros mismos.

En las páginas de este libro encontramos palabras que parecen de una gran modernidad: hay globalización, intercambio de ideas, avance científico…

Sí, todos esos conceptos son relevantes para el pasado. Los humanos, como animales sociales, creamos redes y construimos conexiones, y el mar es un canal especialmente bueno para hacer esto. Es a través de estas redes por las que las personas se mueven y las ideas se transmiten. Al principio, esas redes eran limitadas y fragmentadas, pero con el paso del tiempo se empezaron a unir hasta poder hablar de sistemas globales. Los primeros sistemas integrados no eran realmente globales, pero un sistema como el creado por el Imperio romano incorporaba no solo el Imperio en sí mismo, sino que alcanzaba zonas como Escandinavia, China y una buena parte de las costas africanas. Pero fueron los descubrimientos españoles en el Nuevo Mundo el primer paso hacia un sistema realmente mundial.

En sus reflexiones finales, explica que la navegación cambió relativamente poco desde sus inicios hasta el siglo XIX. De lo que narra en el libro, ¿cuál cree que fue el avance más representativo de la navegación en aquellos tiempos?

Resulta notable lo habilidosos que eran los primeros navegantes. Mediante el aprendizaje del conocimiento acumulado sobre los mares y los cielos, eran capaces de moverse con confianza grandes distancias, es demasiado fácil subestimar sus habilidades. Supongo que la mayor ayuda a la navegación fue el conocimiento de la brújula, que solo empezó a extenderse durante la Edad Media. Los registros escritos también fueron valiosos. Calcular la posición en el mar era importante. La latitud podía calcularse por la altitud del sol o de las estrellas respecto al horizonte. Esto se sabía desde muy temprano, pero solo con el desarrollo de un control del tiempo adecuado, en tiempos modernos, se pudo medir la longitud.

En muchas ocasiones, la historia la componen los grandes nombres, en este caso grandes navegantes griegos, españoles, portugueses, nórdicos… Pero en su libro, quizá, entendemos que son movimientos de largo alcance. Que tal vez Colón no habría llegado a América ni Elcano dado la vuelta al mundo, si no se hubieran apoyado en una larguísima tradición de anónimos navegantes, que llega hasta la prehistoria…

Sí, este es un punto importante. Los conocimientos sobre el mar se acumularon durante miles de años. Se compartieron entre marineros en los puertos y pasaron de una generación a otra, y durante mucho tiempo sin que mediara la escritura. Esto supuso grandes proezas memorísticas. Probablemente las instrucciones de navegación fueran recordadas en verso, que es mucho más fácil de retener. El relato griego de las variables características costeras entre la costa atlántica de Iberia y el puerto de Marsella (conocido como el Periplo Massaliota) probablemente se cantara antes de ser, finalmente, puesto por escrito. Los grandes navegantes de la Edad Media dependían de un conocimiento que se retrotraía mucho en el tiempo.

¿Ha perdido el mar, en el siglo XXI, el componente romántico y peligroso de aquellos tiempos?

Para algunos, como los marineros solitarios que cruzan el Atlántico, el océano continúa siendo un desafío, pero los que viajan en los modernos cruceros se pueden hacer muy poca idea de la verdadera naturaleza del mar. Incluso en barcos menores, la ayuda a la navegación moderna reduce en gran medida los azares de la marinería y la necesidad de un profundo conocimiento. Para muchos de nosotros, en la actualidad, el mar es un lugar seguro, casi manso. Ahora bien, nada nos impide coger un barco pequeño y zarpar sin GPS… El mar es el mismo de siempre, somos nosotros los que hemos cambiado.

¿El límite del mar está ya conquistado para el ser humano? ¿Es el espacio la próxima frontera que debe traspasar?

El mar es aún un sitio para que los marineros puedan experimentar y probarse a sí mismos y aprender. El espacio exterior me parece algo completamente distinto. El mar tiene una impresionante energía y agencia, es impredecible. En comparación, el espacio tiene quietud y puede ser explorado sin que los humanos entren en él. Si bien el espacio es un reto, son los técnicos de seguridad de los laboratorios los que están siendo desafiados.

En España, en los últimos tiempos, también hemos vivido varios contenciosos con empresas de cazatesoros sobre varios pecios, ¿la arqueología naval no debería tener una especial protección? ¿No debería avanzarse en la protección del patrimonio sumergido, en ese gigantesco yacimiento que son las aguas de la tierra?

El patrimonio cultural subacuático, especialmente los pecios, es algo excepcionalmente valioso y nos pertenece a todos. No puede ser sujeto de explotación comercial. Bucear en los pecios por lucro tendría que ser ilegal. La Convención de la UNESCO para la Protección del Patrimonio Cultural Subacuático contribuye mucho a la regulación del sistema y, afortunadamente, muchos países la han firmado ya. Para mí, es una vergüenza que mi propio país no lo haya hecho, aunque muchos de nosotros hayamos tratado de convencer a nuestro gobierno, a lo largo de los años, de firmarlo. Espero que, al intentar entender el papel que ha jugado la competencia entre el mar y los humanos en hacernos las personas que somos, nuestros políticos se persuadirán de salvaguardar apropiadamente nuestro patrimonio marítimo compartido.

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