Ignasi Serrahima: «Juan Sebastián Elcano es fascinante en su misterio»

El escritor Ignasi Serrahima (foto ©Paula Aparicio / cedida por Ediciones B)

Ignasi Serrahima (Barcelona, 1969) debuta en la novela histórica con un Miura literario: novelar la vida del marino Juan Sebastián Elcano en el quinto centenario de la primera circunnavegación al planeta. El resultado del trabajo de este admirador de Elcano desde pequeño es El mapa del fin del mundo (Ediciones, B) donde se adentra en la vida del capitán vasco desde su niñez hasta su muerte. En su travesía, Serrahima, tendrá competencia con, al menos otras dos novelas que relatan aquella gesta, las de Álber Vázquez y la de José Calvo Poyato.

Leo en su biografía que es un gran admirador de Elcano desde que era niño…

Sorprende, porque a pesar de su gran hazaña, Elcano parece que no ha entrado en la de grandes personajes populares para la sociedad española (y mucho menos mundial) como Cortés, Colón, Drake, etc. Mi interés por Elcano nace de mi abuelo materno, que era de Zarauz y me llevaba de pequeño a Guetaria para mostrarme la estatua del marino y contarme, emocionado, su vuelta al mundo. Ya de mayor me di cuenta de que, en efecto, Elcano no está en el elenco de grandes personajes de nuestra historia, y me ha sido francamente difícil encontrar material de calidad para conocer su historia. Sí, es una paradoja más de nuestro país, capaz de dar tanto y valorarlo tan poco.

Debutar en la novela histórica con Elcano, ¿es como debutar en el fútbol en un Madrid-Barça?

Pues no se me había ocurrido, pero quizá sea un buen símil. Mientras concebía y escribía la historia noté en ocasiones el peso de la responsabilidad de novelar un hecho real de tanta trascendencia como la primera vuelta al mundo. Por un lado, pensaba yo, la gente ya conoce el resultado (como si te dicen que en el Clásico han empatado), y por otro, dudaba de mi legitimidad para dar voz a tantos personajes importantes. Pero los grandes jugadores han de ser capaces de afrontar los mayores retos, y yo, aunque soy novato en novela histórica, llevo ya más años de los que quiero contar escribiendo y contando historias. Este era un reto para el que me sentí suficientemente preparado.

Había pocas novelas sobre este hecho y en pocos meses, coincidiendo con el arranque del V centenario han salido varias. ¿Qué es lo que quiere aportar este El mapa del fin del mundo?

Es la única de las que han salido últimamente que se centra en la figura de Juan Sebastián Elcano, que fue el gran artífice de la gesta. Magallanes nunca quiso dar la vuelta al mundo y ni siquiera llegó a las Molucas. Las otras novelas se centran en el épico viaje, pero yo he querido novelar su vida, desde el nacimiento hasta después de su muerte, pues más allá del viaje sabemos muy poco de Elcano. Este enfoque me ha dado más libertad para meterme en la mentalidad de un hombre del siglo XVI, para contar qué podía motivar a una persona relativamente próspera a embarcarse en una expedición de locura con escasas probabilidades de supervivencia. También me ha permitido dar a la novela un toque más humano, pues no hablo solo de hechos históricos, sino que me meto en la piel de un personaje para contar sus ambiciones, sus miedos, sus amores y sus odios. Por ejemplo, sabemos que tuvo dos hijos con dos mujeres diferentes (“a las que hube doncellas”) porque así lo especifica en su testamento; pues bien, yo he imaginado cómo pudieron haber sido ambas historias de amor y por qué nunca se casó con ninguna de ellas. Si me hubiese centrado solo en la expedición, opino que habría perdido libertad y no habría podido hablar de lo fascinante y diferente que era la vida de aquellas gentes hace quinientos años.

¿No sorprende que la literatura se haya fijado tan poco en esta historia hasta ahora?

Sí, sorprende, pero quizá se deba a dos factores: la hegemonía cultural anglosajona actual, que menosprecia la historia que no le es propia, y esa falta de habilidad tan propia de nuestro país para poner en valor lo mucho y muy bueno que tenemos. Hemos permitido incluso que Portugal se adueñe de los fastos del V Centenario, cuando paradójicamente el antiguo Reino de Portugal se opuso hasta con violencia a la expedición de Magallanes. Hay cartas del rey Manuel a su sobrino, el rey Carlos I, en las que intenta disuadirle de financiar la expedición. Ahora, sin embargo, medio mundo cree que fueron los portugueses los que dieron la vuelta al mundo. Y aquí nos lo tomamos con cierto fatalismo y resignación. La novela histórica en nuestro país, hasta hace poco, se centraba en aspectos oscuros, como la inquisición o la Guerra Civil. Hay mucho más que contar, mucha historia apasionante, sin necesidad de caer en el pesimismo o la exaltación nacionalista.

Cuando se tiene un hecho ya de por sí tan dramático, capital, épico y aventurero… ¿No le da vértigo al novelista pensar que quizá lo que él aporta como ficcionador solo pueda estropear la materia prima?

Hay que estar a la altura de la historia, porque los personajes fueron reales, y todos ellos extraordinarios. Cuando escribo en la novela sobre el carácter de algún personaje, soy muy consciente de que quizá en la vida real fue muy diferente a como yo lo pinto, y eso me produce una cierta ansiedad. Por ello escogí relatarla en primera persona, en boca de Elcano, pues siempre me puedo escudar en que esa era la opinión del personaje y no necesariamente la mía. Dicho esto, he hecho un gran esfuerzo por ser riguroso con todo lo que se conoce de la vuelta al mundo; los sucesos ocurridos durante el viaje que relato en la novela son todos reales, aunque las interpretaciones y sesgos, por supuesto, son míos. Es cierto que pasaron tanta hambre en el Pacífico que acabaron comiendo ratas y bizcocho con gusanos, que ponían el cuero a remojar durante días y luego lo cocían con vinagre para comérselo, que disolvían en el vino el aserrín de las carcomas para llevarse algo sólido al estómago… Incluso los detalles de la batalla de Mactán con los indígenas son, en mi novela, muy ajustados a lo que de verdad sucedió. Y, aun así, estoy seguro de que el viaje real debió ser mucho más épico, espantoso y terrible de lo que cualquier escritor actual pueda reflejar en sus páginas, pues no hay manera de poner por escrito lo que debieron padecer aquellos marineros. Sinceramente, no creo que la novela estropee la historia real si al menos contribuye a despertar el interés de alguien por tan fascinante aventura.

Como personaje literario ¿cómo es Elcano?

Es uno de los personajes más apasionantes de la historia, pero es también oscuro, desconcertante y contradictorio. Por un lado, fue el protagonista de la que, para mí, es una de las mayores gestas del ser humano; por otro, fue condenado a muerte por Magallanes por ser uno de los cabecillas del motín de San Julián. En la expedición logró devolver beneficios a la Corona a pesar de que solo resistió un barco de los cinco que partieron, pero a la vez se dedicó durante años al contrabando y fue acusado de traición, con lo que tuvo que vivir como un proscrito. Antonio de Pigafetta, un veneciano que se embarcó con Magallanes, que fue uno de los dieciocho supervivientes que volvió a España y a quien debemos la mejor y más detallada crónica de la expedición, optó por volver con Elcano cuando la armada se dividió, lo cual sin duda le salvó la vida, pero en cambio no lo menciona ni una sola vez en sus páginas. Juan Sebastián Elcano es fascinante en su misterio, y me temo que no podemos hacer más que especular sobre su verdadero carácter. Yo lo veo como un hombre de su tiempo, noble pero duro, religioso y mujeriego a la par, austero pero con buen gusto en el vestir, de una férrea voluntad y una ambición sin límites. Por alguna razón, lo mucho que se le prometió nunca lo llegó a recibir, y a pesar de su orgullo y grandeza, la familia Elcano prácticamente desapareció tras su muerte.

Entre documentación, reflexión y escritura, ¿cuánto le ha llevado esta novela?

En el año 2001 logré hacerme con una colección de facsímiles de los principales documentos de la expedición de Magallanes, incluido el testamento de Elcano. Desde entonces, fui adquiriendo tanto material historiográfico como encontré, tanto por internet como en ferias de libros antiguos. Aunque he debido compaginar mi pasión por Elcano y por la escritura con mi trabajo, nunca, desde entonces, he dejado de construir en mi mente la novela que ahora se titula El mapa del fin del mundo. La escritura en sí del texto fue relativamente fácil y me llevó alrededor de nueve meses. Cuando la terminé, en primavera de 2018, hubo un trabajo de repaso de casi un año en el que tuve que reescribir algunas partes para darles mayor dinamismo y en las que corregí el lenguaje para ajustarlo un poco al léxico del español del siglo XVI, tratando de no caer en una absurda pedantería. Estoy muy satisfecho del resultado final, pues se lee con fluidez y se puede uno imaginar al propio Elcano contando su historia.

¿Qué ha sido lo más difícil, lo más emocionalmente complicado de esta novela?

Lo más difícil, sin duda, la objetividad. Por lo que he contado más arriba, resulta evidente que para mí Elcano es un héroe y siento profunda admiración por él. Pero a la vez soy consciente de sus fallos y debilidades, de su imperfecta humanidad. He tratado de no camuflar sus defectos en palabras gloriosas para no hacer de la novela un panegírico sin sentido. La parte emocionalmente más perturbadora fue el motín de San Julián. Ambas facciones en el conflicto fueron crueles y brutales, y no creo que nos corresponda a nosotros decidir quién llevaba razón. Lo cierto es que Elcano se alineó con los amotinados, que, varados en el fin del mundo, se levantó en armas contra su Capitán General y que fue condenado a muerte por ello. Sofocada la rebelión, hubo sádicas ejecuciones y torturas brutales. El día que acabé la escena del tormento de Andrés de San Martín, por ejemplo, me costó dormirme por la noche.

Si pudiera haber estado, ¿en qué momento de la expedición Magallanes-Elcano le gustaría haber visto?

Me gustaría haber visto la cara de los agentes de la Casa de Contratación cuando vieron que no solo habían vuelto los supervivientes cuando ya los daban por muertos, sino que traían un tesoro tan fabuloso que llenó las arcas reales con más de nueve millones de maravedíes. Pero hay un episodio en particular que yo asigno a Elcano (aunque la verdad es que no se sabe quién fue responsable) que me apasiona porque refleja la dureza infinita que soportaron aquellos hombres. En pleno invierno austral, una de las naos se perdió a varios días de distancia de donde reposaban las otras cuatro. Magallanes organizó una partida de rescate (que yo imagino encabezada por Elcano) que tuvo que atravesar las montañas nevadas de la Patagonia sur, cruzar ríos helados en precarias balsas y alimentarse de raíces y bizcocho durante días para rescatar a los supervivientes. El encuentro entre ambos grupos en medio de la nada, a miles de leguas de sus hogares y de lo que ellos consideraban civilización, debió ser muy emocionante de ver. Todos los hombres volvieron sanos y salvos a la bahía de San Julián, una pequeña gran epopeya dentro de la enorme hazaña que supuso el viaje.

¿Qué le parece la polémica entre Portugal y España que antes mencionaba usted por agenciarse el V centenario de la vuelta al mundo?

Me parece que hemos pecado de ingenuos y que, una vez más, hemos dejado pasar una inmejorable oportunidad de reivindicar nuestra historia. La polémica me parece absurda, y no veo lógica la postura de Portugal de reclamar para sí un hito que los propios portugueses, en el siglo XVI, quisieron impedir. Es como si Italia hubiese querido apropiarse de los fastos del ’92 solo porque Colón era genovés. Magallanes era portugués, cierto, pero juró fidelidad a la Corona de Castilla (recordemos que el Reino de España, como hoy lo entendemos, aún no existía) e incluso aceptó ser caballero de la Orden de Santiago, elevado honor concedido solo a súbditos españoles. Navegó bajo pendón real de Castilla, y lo hizo con el propósito de demostrar que las islas de la Especiería estaban en el ámbito de influencia español, según lo acordado en el Tratado de Tordesillas. Es decir, que el viaje se planeó para desmontar el monopolio portugués en el lucrativo comercio de las especias. Es normal, pues, que Portugal quisiese sabotearlo. Dicho esto, nuestras autoridades han pecado de dejadez; felicidades, pues, a Portugal por haber sabido aprovecharse de ello.

Y, ¿no le ha parecido un poco descafeinado el arranque de las celebraciones del V Centenario?

Sí. No soy quién para aconsejar cómo debía celebrarse el V Centenario, pero que a finales de 2019 todavía haya mucha gente en este país que no haya oído hablar de ello me parece muy triste. Hay proyectos, como la Fundación Elkano de Guetaria, que, con muy pocos medios, han hecho grandes cosas por divulgar la vuelta al mundo y la figura de Elcano. Pero echo en falta una política común, con un mensaje único, que ayude a coordinar todas las valiosas iniciativas que se han puesto en marcha. Mi novela es la única con el sello oficial del V Centenario del Ministerio de Cultura, precisamente porque he querido unirme al esfuerzo común. Si no remamos todos en la misma dirección, el viento nos dispersará.

Y vosotros, ¿qué os parece esta novela y su autor? ¿Qué novela sobre Elcano os interesa más?

¡Buenas lecturas!

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1 comentario

  1. Dice ser vivian

    Puede que Elkano no sea un personaje reconocido a nivel de España, y efectivamente es una gran injusticia. Pero sí es un personaje muy querido y estudiado en el País Vasco.

    21 noviembre 2019 | 11:35

Los comentarios están cerrados.