El Libro de los muertos y la inmortalidad en el antiguo Egipto

El juicio de los muertos en presencia de Osiris (Wikipedia / British Museum)

Por Javier Martínez-Pinna | Profesor de Historia, escritor e investigador. Acaba de publicar La inmortalidad en el antiguo Egipto (Ediciones Luciéranaga, 2019). En el siguiente artículo, nos adentra en la historia del fascinante Libro de los muertos.

La inmortalidad en el antiguo Egipto

Por Javier Martínez-Pinna@JaviMtnezPinna

Nos embarcamos en un emocionante viaje para visitar enormes templos y fastuosas tumbas que se alzan en el más desolado de los desiertos. Frente a ellos, trataremos de encontrar respuestas a todas las preguntas que los egipcios se hicieron en su empeño de comprender aquello que les rodeaba, especialmente el mundo de la muerte y la vida del más allá, que ellos entendieron no como una posibilidad, sino como una certeza.

Según sus creencias, la muerte implicaba la desintegración de las diversas partes en las que se dividía el individuo, tanto físicas como espirituales, por lo que los rituales funerarios se realizaron con la intención de reintegrarlas como paso previo a su salvación. Este proceso incluía, lógicamente, la momificación ya que consideraban que la parte inmaterial solo podía sobrevivir si se conservaba el cuerpo. También era necesario preservar el ba, aspecto inmaterial o alma del individuo, y el ka, la fuerza vital vinculada a la parte física mediante una serie de ofrendas que los sacerdotes llevaban a cabo como parte de un extenso y complejo ritual. En cuanto a la naturaleza del más allá, se cree que los difuntos eran conducidos ante la presencia del dios Osiris, y allí eran sometidos a un riguroso juicio que solo podía ser superado si se conocían diversos sortilegios y conjuros presentes en sus textos sagrados, como el Libro de los muertos. Una vez superado el trance, el fallecido debía de unirse al dios Ra, en su viaje por el cielo a bordo de la barca solar, hasta llegar al Campo de Juncos (Aaru), un lugar paradisíaco donde el muerto se encontraría con sus parientes y amigos.

El Libro de los muertos, entendido como un conjunto de sortilegios mágicos destinados a servir de ayuda para que los difuntos superasen el Juicio de Osiris, y asistirlos en su viaje a la otra vida a través del reino del inframundo (Duat), tiene su origen en el Segundo Periodo Intermedio, pudiendo fechar las referencias más antiguas hacia el 1.650 a.C. Los primeros hechizos propios de este texto religioso (no presentes en tiempos anteriores) los vemos en la tumba de la reina Montuhotep de la XVI Dinastía, aunque parecen tener un origen muy anterior.

En la XVII Dinastía no encontramos nuevos elementos que nos permitan intuir un desarrollo destacable del Libro de los muertos, aunque el hallazgo de numerosas tumbas no reales con fragmentos del mismo, nos indica que su uso ya se habría extendido entre los cortesanos y funcionarios más prominentes del estado egipcio. Este desarrollo, si lo vemos en cambio, a partir del Imperio Nuevo. Ya en la XVIII Dinastía tenemos constatado el capítulo 125 en donde se representa el famoso Pesado del Corazón, que tanta influencia tuvo en otros sistemas religiosos muy posteriores al egipcio. Este pasaje está presente en los reinados de Hatsepshut y Tutmosis III. A partir de ahora, el Libro de los muertos ya se escribe en un rollo de papiro, y con el texto ilustrado con viñetas, que en la XIX Dinastía alcanzan una gran riqueza estilística.

Aunque se suele vincular con el Imperio Nuevo, la época de mayor difusión de este enigmático texto es más tardía. El Tercer Periodo Intermedio conoce la aparición de la versión en escritura hierática, mucho más barata que las anteriores, destinada a satisfacer las necesidades funerarias del conjunto de la sociedad egipcia, lo que nos indica el desarrollo de un proceso “democratizador” del más allá. Durante esta misma etapa, empezarán a circular otros textos funerarios, no menos llamativos, como el Libro de Amduat, un fiel reflejo de la obsesión que tenían los habitantes del país del Nilo por comprender la naturaleza de la vida de ultratumba. En época tardía contemplamos un proceso de estandarización por el que los sortilegios son finalmente ordenados y numerados. Esta misma versión es la que se va a mantener en tiempos ptolemaicos, pero compartiendo importancia con otros libros sagrados como el de las Respiraciones o el Libro del recorrido de la Eternidad. Finalmente, el Libro de los muertos se dejará de utilizar en el siglo I a.C., aunque su influencia se mantendrá y se dejará sentir en época romana.

En cuanto a su contenido, el libro está formado por un grupo de textos individuales pero en su conjunto presentan una unidad con un significado coherente. La mayor parte de los fragmentos en los que se divide comienzan con la palabra ro, cuya traducción más aproximada podría ser “capítulo” o “sortilegio”. En la actualidad se han logrado identificar 192, aunque no existe ningún manuscrito individual que contenga todos ellos. La finalidad de estos sortilegios es muy diversa, algunos están pensados para dar al fallecido una imagen lo más aproximada posible sobre lo que le espera en el más allá, mientras que otros ofrecen pistas para entender las características de los dioses, como el capítulo 17, con una misteriosa descripción del dios Atum. También tenemos encantos para garantizar que las  partes en las que se divide el hombre puedan reencontrarse nuevamente en el otro mundo. Una buena parte de los sortilegios tienen como intención proteger al difunto de las fuerzas hostiles que le esperan en el inframundo y también superar los obstáculos antes de alcanzar su “salvación”.

La lectura del Libro de los muertos nos permite comprobar la unión de elementos tanto mágicos como religiosos, ya que ambos principios están presentes en las relaciones que establecieron los hombres y mujeres del “país del Nilo” con todos los dioses presentes en el extenso panteón egipcio. Para ellos, los límites entre la magia y la creencia religiosa no estaban del todo definidos. La magia (heka) se relacionaba con la fuerza de la palabra creadora, lo suficientemente potente para influir en las decisiones de sus divinidades. El mero hecho ritual de pronunciar una palabra estaba asociado al acto de creación, siendo este uno de los elementos más característicos del pensamiento egipcio.

En La inmortalidad en el Antiguo Egipto, también se profundiza en el estudio de los enigmas más atractivos y fascinantes de esta civilización milenaria, como los relacionados con las pirámides, la esfinge de Guiza, el conocimiento secreto que debía de esconderse en la prestigiosa biblioteca de Alejandría, pero siempre alejándose del sensacionalismo y de planteamientos esotéricos, para centrarse en un estudio serio y riguroso de las fuentes documentales y arqueológicas.

*Las negritas son del bloguero, no del autor del texto.

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2 comentarios

  1. Dice ser Patocho

    Excelente articulo sobre un aspecto muy importante del Antiguo Egipto. Solo una opinión sobre las creencias de la civilización milenaria: es curioso como el ser humano llega a las mismas conclusiones en diferentes lugares. El miedo a la muerte lo superamos con un más allá, el famoso díptico Cielo/Infierno, el Juicio Final o en este caso Juicio personalizado por el que todos tenemos que, en teoría, pasar, un Dios supremo, en este caso rodeado por una corte de dioses menores, en otras civilizaciones santos, santones, patriarcas, ángeles etc…parece que los antiguos egipcios desarrollaron una civilización que no nos para de impresionar…un saludo…

    08 febrero 2019 | 10:28

  2. Es fascinante este tipo de arrículos. Gracias por publicar este tipo de cosas que dejaron de ser actualidad hace tantos siglos pero aún así nos muestran tanto de los origenes humanos.

    FANTÁSTICO.

    08 febrero 2019 | 12:20

Los comentarios están cerrados.