Christian Gálvez y Leonardo da Vinci: divulgación, elitismo y la oportunidad de la sinergia

Christian Gálvez (JORGE PARÍS)

Este martes entrevisto en 20minutos.es a Christian Gálvez por un doble motivo: la exposición Leonardo da Vinci. Los rostros del genio y su nuevo libro Gioconda descodificada (Aguilar, 2018). En las últimas semanas, en privado y público, he encontrado numerosas referencias críticas y despectivas sobre la idoneidad de Gálvez como comisario y protagonista de esta muestra, en la que participa la Biblioteca Nacional. Que si no es historiador, que si no es especialista, dudando de su idoneidad o, un comentario ciertamente habitual, que esto solo pasa en España, que un presentador de la tele sea el encargado de divulgar la historia y el arte. (10/12/2018) La última, la de un grupo de historiadores del Arte.

En el diario El País, el pasado jueves y coincidiendo con la apertura de la muestra, publicaba un contundente, pero respetuoso, artículo del historiador del Arte de la Universidad de Alcalá Benito Navarrete, titulado El conocimiento y la posverdad. En su texto, Navarrete ponía en duda «la fortaleza científica» de la exposición y mostraba preocupación por que instituciones como la Biblioteca Nacional se mezclaran con perfiles y contenidos como los de Gálvez. Se esté de acuerdo o no con todo lo que dice, es un artículo interesante, y más si se tiene intención de visitar la exposición.

Sin embargo, todos estos comentarios y artículos negativos me llenan de dudas y me sugieren reflexiones. Demos la vuelta al argumento, ¿publicaría El País un artículo de un historiador del Arte de este tipo si el comisario no fuera un ‘televisivo’? ¿Hablaríamos todos los medios de la exposición? No defiendo que el fin justifique los medios, pero sí entiendo que el éxito popular tiene un valor y más cuando vivimos en una sociedad que las humanidades están siendo desplazadas del ámbito social y educativo.

¿Justifica ese éxito una más laxa «verdad científica»? No debería, claro, pero me pregunto si el objetivo de una muestra de este tipo es el «valor científico» o el divulgativo. ¿Se debe exigir un conocimiento de nivel experto para una actividad destinada al gran público? ¿Es lo mismo el conocimiento académico que el divulgativo? Hay distintos niveles de divulgación y si este es el más masivo (como Gálvez dice, «poner pantalones vaqueros a Leonardo para que las nuevas generaciones se emocionen con él»), quizá debería valer con un aproximación apasionada que despertara el interés del gran público por seguir leyendo, investigando y visitando. Es el viejo debate, tan habitual en comunicación, entre lo interesante y lo importante. En divulgación para el gran público, guste o no, lo interesante es un valor innegable.

También, reflexiono ya que en los últimos años he hablado mucho con historiadores, si ese valor científico cuando hablamos de historia es tan absoluto, cuando es consenso amplio que ésta es una «ciencia blanda» y donde diferentes académicos e historiadores están a la gresca con frecuencia por distintos temas. ¿No se exige un valor absoluto al especialista y sí al divulgador? Todo este asunto me despierta dudas, como os digo, y pocas respuestas fáciles y directas.

Lo que sí espero es que estas críticas a Gálvez y su exposición no respondan a un ramalazo elitista o a una defensa gregaria. A las ideas de que solo los grandes especialistas tienen derecho a hablar de un tema. Al de que solo los historiadores licenciados pueden divulgar la historia. Si a ese «zapatero a tus zapatos» alegamos, deberíamos recordar que para divulgar no solo es necesario conocimiento, sino también dominio de las herramientas comunicativas. Esas que Christian Gálvez domina y, por desgracia, muchos historiadores españoles, no. Afortunadamente, ese desinterés -no hace tantos años bastante generalizado- por divulgar de la universidad española está desapareciendo gracias al esfuerzo de nuevos (y no tan nuevos) historiadores que se esfuerzan día a día en este campo.

Hace unas semanas, participé en un encuentro sobre divulgación histórica donde participaron novelistas, divulgadores, recreacionistas, historiadores y hasta una agencia de viajes. En ella se habló de cierta tendencia cainita en este campo, donde las cuchilladas son frecuentes, y se abogó por una colaboración activa, por establecer sinergias, entre los distintos estamentos de este sector. Que en vez de que los historiadores, por seguir con ese ejemplo, critiquen y machaquen a novelistas, divulgadores no historiadores o presentadores de la televisión por su labor, la aprovechen y se suban a la ola para divulgar sobre los temas que unos ponen de moda con el nivel científico y histórico que su formación les permite. Sería deseable. Colaborar y no luchar contra lo que no se puede.

Por último, me escama que en una sociedad donde es comentario habitual decir que los personajes de la televisión son poco edificantes y solo hablan de sus relaciones sentimentales y demás, cuando aparece uno como Gálvez que se involucra y pone su imagen pública al servicio de la divulgación se le aporree. ¿En qué quedamos?

Y vosotros, ¿qué pensáis?

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4 comentarios

  1. hay miles de pinturas y pintores que dan cien vueltas a leonardo da vinci. Incluso entre las pinturas de este pintor hay varias bastante mejores que la gioonda.

    04 diciembre 2018 | 13:29

  2. Dice ser Lola

    Perfecto, si aceptamos que este tipo de actividades las hagan personas sin una formación reglada, pues en tu supermercado te seguirá poniendo los tomates un arqueólogo, en el bar, la caña te la pondrá un doctor en Historia y los pantalones te los dará a probar una Historiadora del Arte! Para eso han estudiado, para que después justifiquemos que por la divulgación vale todo…, hay excelentes divulgadores que no tienen oportunidad de serlo.

    05 diciembre 2018 | 08:12

  3. Dice ser Elena Korvin

    Seguro que sí.

    Hala, bonito, la próxima vez que necesites operarte de algo, que la operación te la haga un charcutero, que si tienes una gotera en casa, te la arregle un sastre, que si se te rompe el ordenador, te lo repare un peluquero y suma y sigue.

    Lo que se critica aquí, y mentira parece que muchos aún no os hayáis enterado, será que tal vez sois parte del problema, es la falta de profesionalidad. Y esto, por desgracia, se da en todos los ámbitos de los trabajos ahora, pero más en los «de letras». Que parece que la cultura no sirve de nada, que cualquiera sin estudios ni titulación se puede ocupar de éso, y éso no es así. La triste realidad de este país, es que profesionales muy bien preparados, están en su casa comiéndose los mocos o con trabajos de mierda, y tienen que ver como el señorito éste, que es famoso y poco más, viene a hacer el trabajo que otros deberían estar haciendo (y cobrando: que si yo he dedicado mi tiempo a estudiar una carrera y a hacer un trabajo -y la cultura es tan trabajo como cualquier otro-, tengo derecho a que se me pague por ello un precio justo).

    No, no y no. No cuela. No es de recibo que, como decía el segundo comentario, la gente que de este país vale, que de este país entienda, esté de camarero o de cajeros-reponedores mientras el chico éste está haciendo un trabajo que no le corresponde. Y muy mal los de los medios de comunicación por darle tanto bombo.

    11 diciembre 2018 | 12:17

  4. Dice ser OB

    No hya caso, señoría: lo del presentador es intrusismo puro y duro, donde la divulgación es un segundo plano frente a los intereses de grupo empresarial (Mediaset, Penguin Random House)
    Creo que la reflexióy es un apena que no se n que hay que leer estos días está en twitter, y es esta: https://twitter.com/elbarroquista/status/1072159878603509762?fbclid=IwAR2DOT524LleDGu6Kpu-V3kAd9eGdIxBoCYayBZgvwg_tonIDqIptRDc5PU

    Hilo de @elbarroquista del pasado 10 de diciembre que merece mucho la pena leer.

    13 diciembre 2018 | 07:47

Los comentarios están cerrados.