Esparta es el enemigo

Imagen de la película 300

Desde aquello de las Termópilas, los espartanos siempre han fascinado al público. Lo de las últimas dos décadas -seguramente desde la salida al a venta del cómic 300 de Frank Miller allá por 1998, éxito luego mega amplificado por su adaptación cinematográfica en 2006-, es ya una explosión. Han sido inoculados con aguja hipodérmica en el imaginario popular y ya dan nombres a carreras extremas y hemos visto a futbolistas emulando su grito de guerra. Son los guerreros perfectos. Los héroes de la función.

A esta visión, poderosamente mantenida en la ficción, llega Sebastián Roa con Enemigos de Esparta (Ediciones B, 2018, que sale a la venta este mismo jueves) y le da una interesante vuelta de tuerca: los espartanos -militaristas, clasistas, practicantes de una rudimentaria eugenesia- no pueden ser los héroes para los lectores del siglo XXI, sino el enemigo, el símbolo que condensa casi todas las amenazas para las democracias aún en nuestros días… pero también la fascinación que pueden despertar esas amenazas.

He tenido el placer de leer esta nueva novela del escritor aragonés este mes de agosto. Tras cinco novelas ambientadas en la Edad Media, Roa cambia de época y se zambulle en la Antigüedad. Y el cambio le sienta bien: mantiene su reconocible pulsión épica y sus logradas atmósferas históricas y hace suya la Grecia del siglo IV a.C. Roa relata los principales hechos y marca y dibuja los que vendrán de aquel siglo que el historiador Michael Scott calificó de «decisivo» (en una obra publicada en España hace ocho años, precisamente por la editorial de esta novela): el declive de Atenas, el dominio y caída de Esparta, el breve surgimiento como potencia de Tebas y el posterior de la Macedonia que impulsaría el imperio de Alejandro Magno y el Helenismo.

[ENTREVISTA CON EL AUTOR: “A lo mejor los demócratas de hace dos mil quinientos años podrían darnos alguna lección”]

Roa utiliza a Prómaco, un mercenario tracio fascinado con la eficacia militar de los espartanos, que cegado por los impulsos juveniles huye con su amor prohibido. Buscará unirse a sus idolatrados espartanos, pero el destino le llevará a unirse justamente a sus enemigos, los exiliados demócratas tebanos, cuando su pareja es esclavizada por los temibles guerreros del Peloponeso. Junto a él viviremos el levantamiento de un pueblo contra la encarnizada opresión espartana, charlaremos con Platón en Atenas, seremos testigos del nacimiento del Batallón Sagrado de Tebas -formado por parejas de amantes homosexuales- , conoceremos a grandes nombres como Pelópidas, Epaminondas o un joven Filipo de Macedonia y batalleremos en Leuctra y Mantinea, entre otras, asistiremos al fin de la forma de luchar de los hoplitas y al inicio de nuevas técnicas bélicas…

Pero, ante todo, y eso también es marca de Roa, es una historia de amores -ah, Afrodita y Eros-, de sexo, épica y poder. Es una historia de sangre, sudor y pasiones; una que habla de la libertad, de la política, de la democracia y sus problemas. Del deber y el compromiso. Es una ficción que te arranca de la butaca y te arroja a la rocosa Grecia del siglo IV a.C. Que hace dialogar al lector con el pasado. Es puro disfrute acompañado de dosis de reflexión. No es fácil hacer gran novela histórica, pero Roa lo logra. Y Enemigos de Esparta, tiene toda la pinta de convertirse en una de las novelas históricas del año.

¡Buenas lecturas!

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