¿Por qué nos fascinan los espartanos (y las espartanas)?

La ficción histórica da buena prueba de la fascinación contemporánea por los habitantes de aquella guerrera ciudad de la Grecia antigua: Esparta. En el siguiente artículo Javier Negrete (profesor, especialista en el mundo clásico, ensayista y novelista) intenta encontrar las razones de esa admiración por tan combativo pueblo. Negrete, autor de Salamina o La gran aventura de los griegos entre otras obras, acaba de regresar a las librerías con su nueve novela, precisamente, El espartano (Espasa, 2017), una recreación de las guerras Médicas desde el punto de vista espartano.


La fascinación por Esparta

Por Javier Negrete | escritor

La fascinación que sentimos por Esparta viene de lejos y mezcla luces y sombras. Los autores clásicos ya contemplaban esta ciudad con una mezcla de admiración y temor. En realidad, lo que sabemos de los espartanos se debe a ellos y, en particular a sus rivales, los atenienses; los propios espartanos, enfrascados en el arte de la guerra, no dejaron casi nada escrito.

Pensando en una frase de Churchill sobre Rusia, escribí tanto en Salamina como en El espartano: «Esparta es como el enigma de la Esfinge envuelto en el velo brumoso de Afrodita y tapado por el yelmo de invisibilidad de Hades». Debido a ese misterio, lo que sabemos de los espartanos está sembrado de tópicos y estereotipos. Los llamativos rasgos de su forma de vida no debieron darse todos al mismo tiempo, y es probable que algunos no sean más que un mito.

Hemos dicho que nuestra visión depende de la de los atenienses, a los que la sociedad espartana les llamaba la atención por ser tan distinta de la suya. Para ellos, Esparta era una ciudad anclada en el pasado más ancestral y virtuoso. Su modo de vida sería más auténtico, más natural: una forma de pensar que comparten hoy día tantos enemigos del progreso real que sueñan con regresar a inexistentes paraísos primitivos.

Teóricamente, la sociedad espartana formaba un bloque homogéneo y solidario, formado por los Homoioi o Iguales: los mismos espartiatas que gritan Aaauuu! en 300 cuando Leónidas les pregunta por su oficio. Para convertirse en soldados invencibles se entrenaban en el durísimo campamento de la agogé desde los siete años hasta los veinte. A esta edad se sometían a pruebas de iniciación que implicaban sobrevivir durante un tiempo en la naturaleza y rituales en los que abundaba la sangre. Desde entonces y prácticamente hasta que el cuerpo les aguantara se convertían en guerreros, los mejores de Grecia.

Antiguo teatro de Esparta (WIKIPEDIA / Κούμαρης Νικόλαος)

Se supone que la preparación para la guerra empezaba incluso antes, con prácticas eugenésicas: los ancianos del Consejo examinaban a los recién nacidos y hacían abandonar a los débiles o malformados en el monte Taigeto. Esta parte, que ahora nos repugna, fascinaba en particular a ideólogos racistas como Ernst Haeckl, precursor del nazismo. Lo cierto es que no está claro que estos infanticidios se cometieran sistemáticamente ni en todas las épocas; pero, como ocurre con todo lo relativo a Esparta, lo que se cree sobre ella influye mucho más que lo que en verdad se conoce.

¿Por qué tanto empeño en convertirse en los mejores soldados, si después eran muy reacios a hacer campañas lejos de sus fronteras? La causa eran los ilotas, siervos sometidos al estado que cultivaban las tierras de los espartiatas y entregaban buena parte de lo que obtenían para que sus amos pudieran dedicarse en exclusiva a la guerra.

¿Qué guerra? La que los mismos espartiatas declaraban ritualmente a los ilotas cada año por temor a que se sublevaran contra ellos. Se trataba de una pescadilla de terror que se mordía la cola a sí misma: los espartiatas reprimían con dureza a los ilotas, muchísimo más numerosos que ellos, para evitar que se sublevaran. Al hacerlo excitaban más el odio de los sometidos y se garantizaban una futura sublevación. Así ocurrió en 464, cuando un terremoto sacudió Esparta y mató a un gran número de ciudadanos. Los ilotas se levantaron en armas y Esparta tardó varios años en sofocar su revuelta.

Luces y sombras mezcladas, como comenté al principio. Un régimen de apartheid basado en el terror y en instituciones como la Criptía, una especie de policía secreta formada por jóvenes que recorrían Laconia y Mesenia y asesinaban a aquellos ilotas que pudieran convertirse en una amenaza para Esparta por su fuerza o su liderazgo. ¿Es necesario añadir que ignoramos cuándo se fundó la Criptía, cómo funcionaba y si existió realmente?

Por otra parte, al convertirse en tan excelentes soldados los espartanos brindaron horas de gloria a Grecia, como en las Termópilas cuando se negaron a retroceder ante un ejército persa infinitamente superior en número a ellos. El epigrama de Simónides todavía hace que se nos pongan los pelos de punta: «Extranjero, ve a decirles a los espartanos que aquí yacemos por obedecer sus leyes». La fama de esta derrota ha superado incluso a la de la más brillante de sus victorias, Platea, en la que un año después (479 a.C.) expulsaron de Europa a los persas para siempre.

Esa faceta, la de guerreros heroicos que prefieren la muerte a la derrota y que protegen a sus camaradas con su escudo hasta el último aliento, es seguramente la que más atrae hoy día, y no la de crueles explotadores de siervos. Esa atracción ha crecido todavía más a raíz de películas como 300 o novelas como Las puertas de fuego. Pienso ahora en alumnos de mi instituto gritando Aaauu! en el Camino de Santiago; en el ex jugador del Madrid Álvaro Arbeloa, conocido como «el espartano» alzando ese mismo grito de guerra ante sus compañeros de equipo; o en tantos libros o vídeos de Youtube enseñando a entrenar como verdaderos espartanos.

Añadamos que la fascinación que sentían los demás griegos por los espartanos se extendía también a las espartanas, las únicas que parían hombres de verdad: ésa fue la respuesta que la reina Gorgo, esposa de Leónidas, le dio a una extranjera cuando esta criticó que eran las únicas que dominaban a sus maridos. Para garantizar la eugenesia ya mencionada, las leyes espartanas obligaban a que las jóvenes se ejercitaran al aire libre como los hombres. Phainomerides, «las que enseñan los muslos», las llamaban por lo sucinto de las túnicas con las que entrenaban. En general, las espartanas gozaban de mucha más libertad que otras mujeres griegas, poseían tierras por sí mismas e influían en la política. Aún más, en una ciudad tan colectivista que en las tumbas no se permitían inscripciones, había dos excepciones a esta norma: los guerreros caídos en combate y las mujeres que morían en el parto alumbrando futuros guerreros, una función todavía más importante. Como a veces he comentado en clase, de haber nacido hombre griego yo habría preferido ser ateniense, pero de nacer mujer habría elegido Esparta.

*Las negritas son del bloguero y no del autor del texto.

10 comentarios

  1. Dice ser israel

    Cuando dices espartanos ya te estas refiriendo a todos los habitantes de Esparta, no es necesario que se repitan los dos géneros a cada palabra susceptible de poder crear el femenino .

    Toda esta mierda de degeneración en el lenguaje tiene un fundamento ideológico.

    11 octubre 2017 | 09:51

  2. Dice ser David

    Au!Au!Au!

    11 octubre 2017 | 10:17

  3. Dice ser love and peace

    Hubiera sido más lindo un mundo sin profesionales de la guerra.

    11 octubre 2017 | 11:12

  4. Dice ser Judá

    Israel, tu comentario indica que te fijas en la forma sin atender al fondo, o bien que conoces poco las tremendas diferencias que por razón de sexo se daban en la Grecia Clásica. Ahora es cuando no tiene sentido degenerar el lenguaje por fundamento ideológico (españoles y españolas), ciudadanos y ciudadanas; pero cuando hablas de mujeres espartanas, has de especificar, porque las corintias, atenienses o tebanas no tenían las misma consideración en sus respectivas poleis.

    11 octubre 2017 | 12:43

  5. Dice ser Criptia

    Las espartanas hacían vida espartana: todos tenían las mismas tierras, las mismas casas, decoradas exactamente igual… El dinero no era importante. En la política sólo participaban espartanos (los que no superaban la «agogé» no eran tratados como «iguales» y eran apartados de la ciudad. Las mujeres NUNCA participaban de esos entrenamientos y por tanto, tampoco en la política. Los «senados» los formaban espartanos veteranos de guerra pues no existía la figura del «político»). La forma de seducción romántica se asemejaba más a una violación (si una espartana estaba receptiva con un hombre… se resistía a muerte, y si no le gustaba… se resistía a muerte (si no era capaz de someterla por la fuerza, entendía que no era digno de ella). También hay que recordar que los espartanos eran soldados 24h al día los 365 días del año y que todos dormían con su compañero de armas (sin excepción). Incluso en la «noche de bodas», para yacer con su mujer tenían que entrar en la casa «al asalto» para consumar el matrimonio y huir sin ser vistos de vuelta al lecho con su compañero (en esa ocasión se lo ponían fácil pero si le pillaban… también era castigado con dureza). La fascinación de muchos se debe al desconocimiento o a que lo que saben de esa historia lo han aprendido de una película con muy poco rigor histórico (300).

    11 octubre 2017 | 16:06

  6. Dice ser Ivi

    Los mejores soldados de Grecia fue el batallón sagrado de Tebas, de hecho derrotaron en dos ocasiones a los espartanos

    11 octubre 2017 | 19:10

  7. Dice ser vaya

    por su Arrojo

    11 octubre 2017 | 20:53

  8. Dice ser Jose Negrete

    Si queréis ver el trailer de la novela:

    https://youtu.be/G7g3OTtJkuI

    11 octubre 2017 | 21:41

  9. Dice ser Hartito

    Me imagino a Perez Reverte pegando una patada y echando al pozo a todos los g*******s que diferencian por género para referirse a un grupo de personas.

    – «Esto… es… Españaaaaa!!!! (no Españo)» .

    12 octubre 2017 | 09:11

  10. Dice ser Caradoc

    Buen artículo. De este autor recuerdo con gran cariño «Señores del Olimpo», una novela muy buena de género fantástico. Hay dos comentarios bastante tiquismiquis que se ofenden por lo de «y las espartanas» pero yo creo que esta matizacion entre paréntesis del título está justificada por la situación excepcional de las mujeres de Esparta respecto al resto de griegas. Salta a la vista que el modo de vivir de las mujeres allí era algo digno de destacar, de modo que el título, que hace referencia a los espartanos y matiza que hablara también de las espartanas, está muy bien puesto!!!

    12 octubre 2017 | 10:17

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