¿Cómo escribir novela bélica en los tiempos de ‘Call of Duty’?

Call of Duty (ACTIVISON)

David López Cabia (Burgos, 1986) es un joven escritor con tres novelas bélicas ambientadas en la Segunda Guerra Mundial a sus espaldas: La última isla (Afronta Editorial, 2015), En el infierno blanco (ídem, 2016) e Indeseables (Círculo Rojo, 2017).


¿Cómo escribir novela bélica en los tiempos de ‘Call of Duty’?

Por David López Cabia | Escritor

Cuando comencé a escribir novela bélica en el verano de 2013 mis grandes objetivos eran transmitir mi pasión por un periodo tan decisivo como la Segunda Guerra Mundial y acercar la literatura al público joven.

Bien es cierto que vivimos en una época en la que la juventud emplea buena parte de su tiempo jugando a videojuegos de acción ambientados en la Segunda Guerra Mundial como son Call of Duty o Medal of Honor. Habrá quien piense, ante la intensa acción que ofrecen los videojuegos, cada vez dotados de un mayor realismo, que la literatura tiene poco que hacer. ¡Craso error!

Precisamente en mi adolescencia me aficioné al género bélico gracias al gran Bernard Cornwell. Su saga sobre las aventuras del fusilero Richard Sharpe en las guerras napoleónicas reunía todos los ingredientes necesarios. Así pues, fue Cornwell quien me señaló el camino. Y sí, hay una fórmula para escribir novela bélica en estos tiempos en los que los más jóvenes se sientan frente al monitor para pegar tiros.

La Segunda Guerra Mundial es una época apasionante, pero poco tratada en la ficción literaria. ¡Una lástima!, porque es un contexto histórico ideal para atraer a la literatura a los lectores más jóvenes. Pero, volvamos sobre la fórmula para escribir una buena novela bélica. La acción va a ser un elemento fundamental. En este sentido, hay que narrar con toda clase de detalles las explosiones, el color de los mortíferos destellos que rasgan el aire a gran velocidad, el desquiciante tronar de los cañones o el temblor que sienten los soldados bajo sus pies cuando se acercan los carros de combate enemigos.

Pero no todo se limita a la descripción de los combates, pues si solo nos centramos en la batalla, queda una historia vacía. Es imprescindible crear unos personajes bien definidos, con unas características psicológicas marcadas que determinen su forma de actuar. Los sentimientos son claves, especialmente en periodos tan sombríos como la Segunda Guerra Mundial. Hay que ponerse en la piel de un soldado de la época y tratar de reflejar los miedos que le afligían. Muchas eran las preguntas que atormentaban a los combatientes de aquel conflicto: ¿Volveré a casa? ¿Estará esperándonos el enemigo? ¿Y si quedo mutilado? ¿Qué va a ser de mí? ¿Me derrumbaré cuando empiece la acción?

Todo soldado llevaba consigo un drama personal. Atrás quedaban historias de amor, problemas en su hogar, madres, novias, esposas e hijos que les esperaban, proyectos de futuro, muchos de ellos truncados por la barbarie de la guerra. Los hombres y mujeres que vivieron aquel conflicto se enfrentaban a terribles dilemas morales que sacaban lo peor y lo mejor de ellos. Trasladar los pesares, remordimientos y temores del soldado contribuye decisivamente a que el público se identifique con los protagonistas.

Evidentemente, la Segunda Guerra Mundial es una época marcada por la destrucción, las masacres y unas batallas sin cuartel, pero para hacer más llevadera una narración sobre un acontecimiento terrible, un buen recurso es servirse del humor. Los personajes pintorescos y las situaciones cómicas ayudan mucho. Crear protagonistas problemáticos puede ser una buena forma de emplear el humor. Puede que las historias de soldados conflictivos suenen a cliché y pensemos en películas como Los doce del patíbulo o La brigada del diablo, es más, tal vez nuestra mente evoque las novelas de Sven Hassel, escritor de referencia en el género bélico. Sin embargo, la historia nos brinda personajes reales tan conflictivos como en la ficción. Pongamos por ejemplo a Paddy Mayne, que llegó a comandar el Servicio Aéreo Especial británico en la Segunda Guerra Mundial. Mayne bien podría ser un personaje digno de una novela, pues fue un hombre aficionado a la bebida y a las peleas, encarcelado por agredir a su oficial superior y que se distinguió por su valor en combate.

Otra de las finalidades de la novela histórica y por ende del subgénero bélico es enfocar la historia de manera divulgativa. El proceso de documentación supone una importantísima parte del trabajo a la hora de afrontar la escritura de toda novela histórica. Para transmitir la historia al público hay que ser preciso en la descripción de los escenarios, los protagonistas históricos y la sociedad del momento. Por ello, hay que cuidar detalles como las localizaciones, los edificios, los paisajes, los movimientos de las unidades implicadas en combate y el armamento, pero sin excederse, de lo contrario, la obra puede terminar tornándose indigesta para el lector.

Por fortuna, la Segunda Guerra Mundial ofrece multitud de escenarios entre los que elegir. Hay tantas batallas sobre las que escribir y desde perspectivas tan diferentes que las posibilidades son enormes. Por poner algunos ejemplos, se puede trasladar al público a un espeluznante desembarco en una remota isla del Pacífico o a una gélida noche en un pozo de tirador en las nieves de las Ardenas.

Los conflictos bélicos se entrelazan con los aspectos políticos, sociales, culturales y económicos del momento. Es por ello por lo que a través de la historia novelada de un grupo de soldados se puede dar a conocer que en Gran Bretaña la carne de vacuno estaba racionada y para conseguirla había que acudir al mercado negro, donde en ocasiones se estafaba a los compradores vendiéndoles carne de caballo. Si esos mismos soldados se encuentran en un momento de ocio, bebiendo cerveza en un pub, descubriremos que escuchaban la música de Glenn Miller, mientras que si luchaban en el desierto se congregaban en torno a la radio para escuchar Lili Marleen.

Hasta el lector más profano puede ser cautivado por las hazañas bélicas de un grupo de soldados de la Segunda Guerra Mundial. La novela bélica es un excelente germen para suscitar la curiosidad por la historia de cualquier lector. Al menos, eso he intentado cuando trataba de narrar la desgarradora guerra que vive el sargento Eames en Okinawa (La última isla), también cuando el soldado Evans (En el infierno blanco) permanecía atrapado en el asedio de Bastogne y cómo no, cuando el teniente Moore y sus comandos se encuentran ante un sangriento desembarco en Dieppe (Indeseables).

*Las negritas son del bloguero, no del autor del texto.

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4 comentarios

  1. Dice ser Martin Andres

    .

    Herminguay escribia sobre la Guerra civil ?

    28 abril 2018 | 08:46

  2. Dice ser Juanjo Ortiz

    Felicidades David.
    La literatura siempre será fundamental para conocer la historia y a través de tus novelas no solo la conoces sino que puedes vivirla.

    28 abril 2018 | 11:02

  3. Dice ser Pepe Moreno

    Me encantan tus novelas, David, es como si estuvieses en la primera línea de combate.
    Me enganchas desde la primera página.

    28 abril 2018 | 13:13

  4. Dejé de hacer tantos comentarios porque no me conocia nadie pero todo cambió desde que me publico mis novelas en Quindle -Amazon.

    Clica sobre mi nombre

    28 abril 2018 | 15:20

Los comentarios están cerrados.