Sebastián Roa: «Los andalusíes fueron los ‘peshmergas’ del siglo XII»

Representación pictórica de la batalla de las Navas de Tolosa, del pintor Van Halen.
(WIKIPEDIA)

Hace unas semanas, charlaba con Lucía Luengo, editora de la colección de novela histórica de Ediciones B y del autor que hoy traigo a XXSiglos, y me decía con convicción: «Sinceramente creo que, en su estilo, es mejor que George R.R. Martin«. No soy yo quien pueda decir si es así o no. Es verdad que, obviando que uno escribe histórica y otro fantástica y que el estadounidense tiene una trayectoria mucho más larga, la comparación con Sebastián Roa parece acertada. En las novelas de ambos hay invasiones, batallas, pactos, épica, traiciones… Al menos, Roa aún no ha sucumbido, como Martin (gran autor, que nadie lo dude) al pecado de la paja y el irse por las ramas que ha lastrado su famosa obra magna.

Charlo con el mencionado Sebastián Roa sobre su última novela Las cadenas del destino (Ediciones B), broche de oro de su trilogía de novelas independientes con las que ha narrado la invasión almohade en la Península Ibérica (junto con La loba de Al-Andalus y El ejército de Dios). En esta ocasión, Roa nos lleva en un tour de force desde la batalla de Alarcos hasta las Navas de Tolosa en una narración épica y coral que compartimos con reyes y pobres diablos, con musulmanes y cristianos.


Según iba conociendo a los almohades, me daba cuenta que eran iguales a los yihadistas de hoy


Y lo primero que salta la vista son los paralelismos que hay entre lo que cuenta y lo que vemos en la televisión con el Estado Islámico y Oriente Próximo. «Según iba conociendo a los almohades, me daba cuenta de que eran iguales a los yihadistas de hoy. Hay un paralelismo innegable. Leía cómo llegaban a una ciudad y obligaban a todos a convertirse, hacían degüellos colectivos… Eso está ocurriendo hoy», me explica.

También, como hoy, en sus novelas se ven cómo los musulmanes moderados son las primeras víctimas. «De hecho, los primeros que se enfrentaron a los almohades fueron los andalusíes, fueron los pershmergas (soldados kurdos que actualmente combaten a EI en Irak) del siglo XII. Musulmanes moderados a los que se les vinieron encima estos fanáticos y se dieron cuenta de que tenían más en común con los cristianos del norte que con esos tipos», corrobora.

Roa va más allá. «Los cristianos de aquella época no supieron ver el peligro que suponían y les dejaron hacer al principio. Fíjate en el paralelismo que hay. Ahora decimos que lo que ocurre en Siria e Irak nos pilla muy lejos, que son muertos ajenos, que ya me parece escandaloso pensar así, pero es que, de hecho, son nuestro escudo. Cuando mueran o sean derrotados, nos tocará a nosotros», afirma.


Ahora decimos que lo que ocurre en Siria e Irak nos pilla muy lejos, que son muertos ajenos, que ya me parece escandaloso pensar así, pero es que, de hecho, son nuestro escudo. Cuando mueran o sean derrotados, nos tocará a nosotros


«Incluso en el tema de los refugiados podemos buscar similitudes», explica. «En el siglo XII, hubo oleadas de refugiados, sobre todo judíos y mozárabes, pero también musulmanes moderados, que salían pitando de Sevilla, Córdoba o Granada y se iba a ciudades andalusíes no sometidas por los almohades e incluso a reinos cristianos. Está documentado», asegura.

Le recuerdo una entrada de su blog en la que comparaba, como mito fundamental, el western y la Reconquista. «Decía Umberto Eco, que cuando los europeos quieren recordar su niñez van a la Edad Media, porque es una época que igual sirve para fundamentar un mito fundacional de una nación que para socavarlo.  La Edad Media es un sitio donde te bajas y vale todo. Y en ese aspecto, se parece al Lejano Oeste», compara Roa.


Hubo momentos en los que creí que me estaba convirtiendo en un Don Quijote


Y ¿cómo ve Sebastián Roa la novela histórica como género?  «En la historia de la novela histórica podemos distinguir tres fases: la primera, es de nacimiento basada en los nacionalismos, como Walter Scott; después, hay una reacción en la que se trata de todo lo contrario, de desmitificar, de deshacer cimientos; y ahora estamos en una etapa donde el péndulo está en el medio y deberíamos aprovechar tanto para tratar  de acercar la novela histórica hacia una obra con calidad literaria como para mirar a la historia sin complejos, sin ganas de destruir o construir naciones», explica y concluye que él ve este actual momento como «una oportunidad para el género», una apuesta para elevarlo literariamente y que el «contexto histórico no ahogue lo narrativo».

En esa línea, le pregunto sobre esa delicada relación entre historia y ficción histórica. «Creo que narrar la historia es tarea de los historiadores y los divulgadores, que además ahora lo están logrando hacer de manera muy amena. Utilizar la novela histórica para aprender es especialmente peligroso«, explica. Y no puedo dejar de asentir, como ya escribí hace unas semanas.

Antes de concluir nuestra charla, le pregunto si está trabajando en otra novela y me contesta que sí, que ha saltado de época pero que se lo está tomando «con más calma».

«¿Cómo te sientes al haber terminado la trilogía», le pregunto. «Aliviado e ilusionado», me contesta. «Han sido siete años y medio y 2.600 páginas en los que he recorrido 61 años de historia», rememora. «Un trabajo de tal densidad es tan exigente que creo que nunca lo voy a repetir», reflexiona. Y concluye: «Hubo momentos en los que creí que me estaba convirtiendo en un Don Quijote».

¿Habéis leído Las cadenas del destino o algún título de la trilogía almohade de Roa?

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2 comentarios

  1. Dice ser Dr. J

    Descubrí a Sebastián Roa gracias a Venganza de Sangre, libro del que puedo decir que es uno de los mejores que he leído, en el ámbito de la novela histórica, a la altura de El Puente de Alcántara.

    Tengo pendiente su trilogía almohade, que dudo mucho que me defraude.

    23 diciembre 2016 | 13:38

  2. Dice ser David

    Actualmente estoy disfrutando de ‘las cadenas del destino’. Obviamente no me defrauda, la lectura es trepidante y de gran calidad.

    Siempre lo digo, sabes que es un buen libro si te llegas a meter dentro de él y creo que Roa lo consigue, he formado parte de traiciones, pasiones y batallas como un personaje más.

    27 diciembre 2016 | 10:34

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