Cuatro meses después de que se pusiera a la venta Starcraft II me he decidido a empezar a jugar… al Starcraft «uno» (incluido en un USB en la edición coleccionista de la segunda parte). Sí amigos, y es que mi religión me prohíbe terminantemente centrar mi atención en una secuela (ya sea película, cómic, libro o videojuego) sin haber devorado antes todo el material previo.

El caso es que, puesto que mi pasado siempre ha estado más ligado a las consolas que a los ordenadores, hay muchos títulos de los que no disfruté en su día. Ése era el caso de Half-Life o del maravilloso Portal y también de este Starcraft, que intuyo que me liquidaré en un abrir y cerrar de ojos. Esto me ha llevado a pensar en las manías que se generan como jugador de videojuegos. Cada uno tiene las suyas y las hay de todo tipo. Aquí van mis «mandamientos» más frecuentes:

– Nunca jugarás a una segunda parte sin haberte acabado antes las entregas anteriores, aunque éstas hayan visto la luz hace más de una década. Lo del citado Starcraft o la saga Devil May Cry son un par de buenos ejemplos.

– Siempre completarás los juegos al 100%. Ésta es una norma que lucho por saltarme. Hoy en día, entre el poco tiempo del que dispongo y la locura de los logros y los trofeos. Aun así, ahora mismo estoy echándole horas al Lego Star Wars: La saga completa para desbloquear sus 1.000 puntos de logro. es que me parecen taaaaan asequibles…

– Que no quede un rincón por explorar. Gracias a esta norma, un juego puede llegar a durar el doble de su extensión real. Jamás avanzo en un nivel sin haber revuelto hasta la última piedra del escenario en busca de extras o zonas secretas.

– Ni un NPC sin interrogar. Esta norma es en realidad una ampliación de la anterior. Si el juego en cuestión es una aventura o un RPG, se convierte en tarea imprescindible hablar con todos y cada uno de los personajes que encuentres. Hay que hablar con ellos una y otra vez hasta que comiencen a repetir las mismas frases. Por supuesto, habrá que volver a hablar con ellos cuando regresemos a ese pueblo / área. Incluso si cargamos una partida menos avanzada tendremos que hablar con los personajes que ya hablamos la primera vez.

– Hay que emplear todos las habilidades y objetos disponibles. Por muy inútil que pueda resultar una habilidad en un juego, siempre hago todo lo posible por utilizarla. Con los objetos suele pasar lo mismo, salvo que en la mayoría de los casos acabo empleándolos en la parte final de la aventura (cuando no en el jefe).

– Aprovechar a todos los personajes. En los RPG intento darle oportunidades a todos los héroes. En los títulos de lucha también procuro no repetir personaje. Todos los luchadores merecen su oportunidad y, en mi opinión, un buen jugador no es el que se hace muchos Perfect con Ken sino aquel que puede ganar manejando a Ken, a Rose, a Dhalsim o a cualquier otro.

– Siempre control clásico. Si un videojuego ofrece por defecto una nueva forma de control pero permite cambiarla por una clásica, siempre se optará por esta última. El mando tradicional ha de ser venerado como un dios. ¡Qué gran decepción me pareció la línea New Play Control de la Wii!

– El pad tiene que estar perfecto. No soporto que un botón deje de funcionar de forma precisa. Ahora mismo tengo un mando de la Xbox 360 con el botón RB con el resorte algo fastidiado. Pese a que tengo más mandos, no veo el momento de sustituirlo por uno nuevo.

¿Cuáles son vuestras manías de videojugadores?